Parece que 2021 ha empezado rarete y con la fuerte nevada que ha dejado Filomena no es prudente salir a montar en bicicleta. Así que nos conformamos reviviendo momentos pasados, como ha hecho el primo Christian con este vídeo recordatorio de la última edición de la Clásica de las Porras de Olmeda celebrada el 31 de diciembre de 2020. Ahí es lo dejo.
Vídeo oficial de la Clásica de las Porras 2020
Cambio a monoplato - La teoría.
Queridos y fieles lectores, ya he demorado bastante el momento de pasar mi bicicleta a monoplato. Desde el mismo día que la compré tengo en mente cambiar el doble plato por un monoplato pero siendo que con las 20 velocidades me he encontrado tan a gusto... he ido haciendo pereza. Hasta que los Perdedores fuimos al Parque de los Cerros de Alcalá, en noviembre.
En esas terribles cuestas encontré, una vez mas, mis límites. Siendo en los ascensos donde más sufro cualquier ayuda será bienvenida y el cambio a monoplato me aportará un desarrollo menor para subir paredones y un ligero ahorro de peso, que siempre es bienvenido.
Vamos a teorizar un poco, pero solo un poco, sobre los desarrollos. Tengamos presente la siguiente fórmula:
Que nos devolverá la distancia que nuestra bici recorrerá con cada pedalada.
Para calcular la circunferencia de la rueda podemos medir haciendo avanzar la bici una vuelta completa de rueda o aplicar la fórmula 2πr siendo r el radio de la rueda. El valor del radio depende del tamaño de la cubierta que tengamos, claro. En mi caso, para una cubierta de 2,1" en una rueda de 29" el radio mide 0,363m, de manera que la longitud de la circunferencia resultante es 2,280m. Esto quiere decir, que con cada vuelta que dé la rueda mi bici avanzará 2,280 metros.
Con esto en mente vamos a calcular mi desarrollo máximo y mínimo actual en la configuración 2x10:
- Mínimo = (24/36) x 2,280 = 1,520 metros
- Máximo = (38/11) x 2,280 = 7,879 metros
- Mínimo = (32/50) x 2,280 = 1,459 metros
- Máximo = (32/11) x 2,280 = 6,635 metros
Hay algunas webs que facilitan mucho el cálculo de desarrollos, como esta.
Ahora vamos a interpretar estos datos. Es evidente que perderé "velocidad punta". de avanzar 7,8m por pedalada a avanzar 6,6m hay una diferencia significativa, pero no me importa. Ir rapidísimo nunca ha sido mi prioridad.
En cambio con la nueva configuración avanzaré menos con cada pedalada con el desarrollo mínimo. Esto parece contradictorio pero la lectura que hay que hacer es que tendré que hacer menos fuerza para avanzar lo mismo a costa de dar una pedalada y un poquito más. Es como si el molinillo lo fuera más.
De manera que la teoría soporta mi decisión de cambiar a monoplato para sufrir menos en las cuestas duras. Como detonante del cambio también hay un grandísimo porcentaje de postureo, no voy a negarlo, claro.
En una entrada futura detallaré el proceso mecánico del cambio. ¡Permaneced atentos a vuestras pantallas!
¿Segunda bici para segunda residencia? Pros, contras y divagaciones.
Charloteando un día tonto en el grupo de whatsApp de Perdedores BTT surgió (milagrosamente) un tema lo suficientemente interesante como para desarrollarlo en una entrada de este blog: ¿Es mejor tener una segunda bici en la segunda residencia o es mejor llevarse la bici "titular" allá donde vayamos? Vamos a analizar las ventajas y los inconvenientes de ambas opciones.
Quien más, quien menos tenemos acceso a una casita en el pueblo o a un apartamento en la costa para poder disfrutar de unos días libres de vacaciones con cierta recurrencia. Además, como nos gusta montar en bici, no es de extrañar que se nos pase por la cabeza disfrutar de alguna que otra ruta por los alrededores de esta segunda residencia.
Elegir entre transportar nuestra bicicleta "titular" o contar con otra bicicleta en nuestra localidad de destino es una decisión, creo yo, bastante ligada a la forma de ser de cada uno. Yo, por ejemplo, prefiero evitar transportar la bicicleta y tengo sendas bicis en las dos casas a las que acudo frecuentemente cuando tengo unos días libres. Pero entiendo que os pueda surgir la duda y como el objetivo principal de este blog es la labor social vamos a tratar de ayudaros, confundidos e indecisos lectores, a tomar la mejor decisión en base a vuestra forma de ser y a vuestras necesidades personales.
Repito que estas valoraciones son de naturaleza 100% subjetivas y que al final cada cual le da el peso que considera a cada uno de los factores, así que entendamos estas reflexiones, simplemente, como aspectos a tener en cuenta.
- Las cosas del transporte
Vamos a partir de la base de que a esta segunda residencia vamos a ir varias veces al año. De otra forma la decisión parecería clara a favor de llevar nuestra bici habitual evitando tener una segunda. Siendo que transportar la bicicleta se va a convertir en una actividad recurrente tendremos que tener en cuenta cómo efectuamos este transporte.
Evidentemente cumpliremos con las normas de seguridad de tráfico y de sentido común así que no llevaremos la bici malamente dentro del coche, lo que deriva en la necesidad de adquirir un portabicicletas del tipo que sea: de techo, de portón o de bola... y almacenarlo en casa cuando no lo usemos. Ojo con esto que parece una tontada pero menudos quebraderos de cabeza puede ocasionarnos el mamotreto del portabicicletas de bola si vivimos en un piso sin trastero.
Una desventaja de transportar una bicicleta durante un viaje largo es que si paramos a comer o a tomar un café no podemos despistarnos y dejar la bici montada en el portabicicletas por muy bueno que sea el sistema antirrobo que tengamos. Yo me pensaría mucho dejar mi bici "de cabecera" en el aparcamiento de un restaurante de carretera durante la hora de la comida sin tenerla a la vista. No solo por el valor económico en caso de robo, sino por el disgustazo de perder uno de los objetos que mas satisfacciones me proporciona, que he comprado y customizado a mi gusto durante años y con la que me encuentro 100% en sintonía.
El incremento en el consumo de combustible si usamos un portabicicletas de techo es un factor menor, pero a tener en cuenta. Cuidado también, si usamos este tipo de portabicicletas, a la hora de pasar por puertas de aparcamientos subterráneos o a la hora de aparcar el coche a la sombra en los típicos aparcamientos de las áreas de descanso con restauración. Y si el portabicicletas es de bola habrá que tener cuidado con maniobrar marcha atrás y a la hora de aparcar en batería en calles estrechas porque el portabicicletas puede sobresalir más de la cuenta.
Adquirir un portabicicletas para nuestros desplazamientos con bicicleta a la segunda residencia nos abre un abanico de posibilidades. Tiene el efecto secundario de facilitarnos la vida a la hora de transportar la bici o las bicis de la familia en cualquier circunstancia. Para un fin de semana a una casa rural, para una excursión de un día cerca de nuestra residencia.
- El mantenimiento
Si somos personas decentes de las que se visten por los pies tendremos nuestras bicicletas razonablemente bien mantenidas. Dedicamos tiempo a lavarlas, lubricarlas, renovar el líquido de las ruedas... hacerles el mantenimiento requerido a fin de cuentas. Lo haremos nosotros mismos (yo lo considero una parte "disfrutable" de este deporte) o encargaremos estas tareas a un taller, pero raramente tendemos la bicicleta "titular" en mal estado.
En cambio, si hablamos de la bicicleta de la casa del pueblo puede pasar que cuando vayamos a echarle mano no esté en condiciones. Las ruedas, casi seguro, habrán perdido la presión, pero esto es fácil de solucionar. Más complicado será si tenemos que meterle presión a horquillas o amortiguadores porque estaremos obligados a transportar la bomba de alta presión o a adquirir una segunda bomba para la casa del pueblo. Esto mismo pasará con el resto de herramientas. Si tenemos una segunda bicicleta para evitar transportar nuestra montura habitual nos generamos la necesidad de procurarnos un set de herramientas de mantenimiento.
También puede suceder que en nuestros desplazamientos, si tenemos otros compromisos, no tengamos tiempo para dedicarlo al mantenimiento. Y si tenemos que acudir a un taller puede pasar que si estamos en un entorno rural las opciones escaseen. Por ejemplo, en Conquista (Córdoba), donde mi familia tiene una casa, no hay ni tienda ni taller. El más cercano está en Villanueva de Córdoba, a apenas 16 kilómetros... pero si voy al pueblo por 4 días, generalmente dos de ellos es fin de semana y tengo que llevar la bici al taller difícilmente podré recogerla un lunes o un martes. De manera que si tenemos una segunda bicicleta y esta requiere de mantenimiento, o bien lo hacemos nosotros o bien nos la tendremos que traer a nuestra residencia habitual (la bici o la pieza necesitada de mantenimiento, como puede ser el caso de la horquilla) si acaso tenemos que llevarla al taller.
- El aspecto económico
Mientras que transportar nuestra bici prácticamente solo nos genera el coste asociado al leve incremento en el consumo de combustible (despreciable a lo largo del año) y la adquisición, si acaso no lo tenemos ya, de un portabicicletas adecuado, contar con una segunda máquina conlleva duplicar el coste de bicicleta y equipación... O tal vez no tanto, como veremos en los siguientes puntos. Pero en cualquier caso no sería lógico evitar transportar la bicicleta pero sí transportar casco, gafas, ropa, etc.
De manera que lo más lógico, si hemos decidido hacernos con una segunda bicicleta, es hacernos con una segunda equipación. Sumando, tenemos el coste de la bici, el coste de las herramientas necesarias para un mantenimiento mínimo y el coste del equipamiento incluyendo ropa, protecciones (casco, guantes, gafas...) y, por supuesto, kit de herramientas para la ruta, como multiherramienta y kit de reparación tubeless o parches y cámara de recambio.
A fin de cuentas, este parece uno de los aspectos más indiscutibles: Sale sin duda mucho más barato transportar nuestra bicicleta (a no ser que nos la roben en el aparcamiento del restaurante de carretera).
- ¿Qué pasa con el resto del equipo?
Como hemos dicho en el punto anterior, si transportamos nuestra bicicleta también tendremos que transportar el resto de la equipación. Sería raro que pensáramos en llevar la bici a cuestas pero evitar mover la equipación disponiendo de una segunda en nuestra casa de descanso. Y si los Perdedores somos algo, eso es coherentes.
Yendo un punto más allá, si a la segunda vivienda solo vamos en verano servirá con tener una equipación ligera que podemos incluso lavar a diario porque se secará de un día para otro. Pero si a la casa de vacaciones vamos durante todo el año con intención de disfrutar del ciclismo de montaña tendemos que disponer de equipación de invierno y equipación de verano. Esto supone muchas cosas: maillots largos y cortos, chaqueta, cortavientos, culottes largos y cortos, guantes de invierno y de verano, bragas para el cuello, impermeable, zapatillas, cubrebotas...
Es 100% lógico no duplicar equipamiento tecnológico de elevado coste como un GPS o una GoPro. Estos dispositivos, además, ocupan poco en nuestro equipaje y sería de tontos (o de gente con mucho dinero) tener un GPS en cada casa... a no ser que en la segunda vivienda tengamos el que hemos "desechado" de la primera, como veremos en el siguiente punto.
Por contra, si decidimos transportar todos los "avíos" junto a la bici tendremos que contar con un "bulto" mas en nuestro equipaje.
- La calidad del banquillo
Este es uno de los puntos más interesantes que debemos discutir. ¿Vamos a tener en nuestra segunda residencia una bici (y un equipamiento y toda la vaina que ya hemos comentado en puntos anteriores) equivalente en precio/calidad/prestaciones a la de la vivienda habitual?
Si tenemos el dinero por castigo seguramente sí... Pero los Perdedores somos pobres como ratas (o al menos tenemos mentalidad de pobre) de manera que si nuestra opción es adquirir una segunda bicicleta para la segunda vivienda evaluamos con mucho detenimiento qué uso le vamos a dar y con qué frecuencia (importantísimo). Me pongo de ejemplo. A Conquista voy cuatro o cinco veces al año. Allí he tenido diferentes bicicletas pero nunca una demasiado cara. La primera que tuve fue una BH Top Line que compré expresamente para llevarla allí. 75€ me costó de segunda mano en el año 2003, si no recuerdo mal. También tuve una Ridley de ciclocross modificada para hacerla más versátil y finalmente una Kona Explosif de 1994 actualizada para hacerla más cómoda. Ninguna de estas bicicletas tiene gran valor económico pero son (o han sido) suficientes como para darme muchas satisfacciones en mis rutas cordobesas.
Cerca de Las Navas del Marqués tengo una casa. Antes iba cada fin de semana y por lo tanto tenía allí la bici "buena". Al dejar de ir con tanta frecuencia la bicicleta que tengo allí es la ex-titular, por decirlo de alguna forma. Una 26" de aluminio bastante ligera y plenamente funcional. Miguel ha hecho lo mismo este verano y ha disfrutado de rutazas de auténtico ciclismo de montaña en Galicia con su Corratec, una bici que ya tenía prácticamente acumulando polvo tras haberse comprado primero la Alma y luego la Oiz. Y es que es perfectamente entendible que las bicicletas o equipación/accesorios que vamos a utilizar en nuestra segunda residencia sean los que vamos retirando del uso de la vivienda habitual. Si compramos una chaqueta nueva, llevamos la vieja a la segunda residencia para seguir dándole uso, por ejemplo,
Y si necesitamos algo para este uso esporádico es también bastante razonable acudir a Aliexpress o a la excelente relación calidad-precio de Decathlón para cubrir nuestra necesidad con garantías (al menos si vamos a Decathlón) sin hacer un gran desembolso.
- Los intangibles
No podemos dejar de evaluar los factores intangibles. Uno de ellos es la nostalgia. Os he comentado que en Conquista uso una Kona Explosif. De lo primero que hago cuando llego a esa casa es ir a verla, solo por mirarla. Se me pone la sonrisa en la boca . Y lo mismo me pasa cuando me pongo el típico maillot viejo que he retirado del cajón de la ropa de la bici de Madrid. Y no te digo nada cuando cojo la mochila Rockrider, la primera mochila para ciclismo que tuve. Ese tipo de cosas tan personales cuentan mucho para mí. Al menos con esta bici, con otras no tengo tanto apego, eso está claro, y renunciaría a ellas sin dudarlo. Hace tiempo que superé el famoso síndrome de Biciógenes.
¿Habéis vuelto a utilizar una bicicleta rígida de aluminio de 26" tras años de usar una doble de carbono de 29"? Yo, sin duda, no volvería a la bicicleta antigua pero este verano he tenido ocasión de utilizar con frecuencia mi querida RCZ y me ha encantado.
En ocasiones puede suceder que llevemos la bici a cuestas y un imprevisto nos impida disfrutar de la ruta que teníamos planeada... y acabemos habiendo transportado la bicicleta y la equipación en balde. Si tenemos una bicicleta en nuestro destino parece que nos ahorramos este mal trago.
¿Se os ocurren más factores a favor o en contra que no hayamos tenido en cuenta? Dejadlo en comentarios, dadle a "like" y suscribiros... ¡Ah, que esto no es aquí!
Riñoneras para MTB ¿Me cabrá todo lo que quiero llevar?
Hacía meses que venía barruntando la idea de hacerme con una riñonera para sustituir a la mochila a la hora de llevar herramientas y avíos en mis rutas con la bicicleta de montaña, pero no acababa de lanzarme.
Cuando vi a Raúl utilizar una y hablar maravillas, especialmente porque le ayudaban a mitigar los dolores en el cuello que viene sufriendo tras varias horas de ruta con mochila, me decidí a probar. Pero por si acaso no me convencía el invento recurrí a la opción china para gastar poco dinero y compré este modelo:
- Mini-bomba con un manómetro que no vale ni para tomar por culo.
- Chubasquero que ocupa poco, pesa poco y en más de una ocasión me ha salvado de llegar a casa mojado hasta las trancas.
- Unas cuantas monedas. Herencia de cuando las llevábamos para llamar por teléfono desde una cabina en caso de urgencia. Ahora las llevo para tomar una cerveza en caso de urgencia.
- Antirrobo. Es básico, seguro que se abre con mirarlo... pero me da seguridad llevarlo por si tengo que dejar la bici momentáneamente para entrar a comprar algo a una tienda, por ejemplo.
- Un gel y una barrita. Suelo llevar más de una unidad de cada, de hecho.
- Bolsa con herramientas. Llevo desde una rulina del cambio hasta un tornillo de las calas pasando por una patilla de cambio de recambio. Llamadme exagerado, pero si llevo estos recambios es porque en alguna ocasión me han hecho falta en ruta (a mi o a compañeros de ruta). No faltan, claro está, bridas, herramientas para reparar tubeless, bomba de C02... vamos, el taller en ruta.
- Multiherramienta Topeak Allien II, la madre de las multiherramientas. Solo le falta la fresadora y la sierra de calar. Lo malo es que pesa un huevo y medio.
- Cámara de recambio, por si la cosa se pone muy mala a la hora de reparar el tubeless.
- Paquete de clínex, por si nos entra un apretón, que nunca se sabe.
Cambio a monoplato - Una serie de catastrófica desdichas
En una entrada anterior, queridos y fieles lectores, introducía el tema de mi cambio a monoplato. En esta segunda entrada (de una serie de tres porque en la próxima compartiré mis valoraciones sobre el terreno) voy a explicaros todo lo acontecido durante el proceso de sustitución de mi sistema de doble plato, con el que yo era tan feliz, por el plato simple y todas las peripecias y maldiciones de las que, sin duda, he sido víctima. A la hora de escribir estas líneas, viernes 29 de enero por la tarde, he recuperado la compostura, perdida entre el miércoles y viernes por la mañana por la sucesión de desastres mecánicos que sin más preámbulos comenzaré a contaros ahora mismo.
Comenzaré diciendo que yo me tenía por un mecánico razonablemente bueno. Al menos, nivel usuario avanzado. Pues toda mi experiencia, que son años trasteando con bicicletas, se han ido a la mieeeeeeerda esta semana.
Lo primero, lógicamente, es desmontar los componentes de doble plato. De manera que comienzo con el casete. Me costó un huevo y medio. No quería salir. Estaba como gripado al núcleo y tuve que echar aceite (con cuidado y talento para no manchar el disco) y hacer palanca con cuidadito y un buen destornillador. Salió, pero me hizo sudar.
A medida que iba quitando componentes iba pesándolos para poder documentar al final del proceso el ahorro de peso.
Seguro que ya lo sabéis pero para quitar un casete se suelen necesitar dos herramientas: una estriada para desenroscar la tapa y una que es una palanca con un par de trozos de cadena para fijar el casete y que no gire, ya que la tapa es una tuerca que se afloja en el mismo sentido de giro del casete. No he documentado este paso porque seguro que en entradas de la prehistoria de este mismo blog hay fotos y explicaciones precisas y (bastante) profesionales.
De momento vamos bien. Sigamos ahora con los platos. Atentos, que empiezan las torpezas. En un primer intento trato de evitar sacar las bielas desatornillando los platos y sacándolos por la biela. No puedo porque el primero no sale por poco. Pero no se me ocurre pensar que el pequeño, de 24t no iba a salir ni de coña: raciocinio humano 1 - Moisés 0.
De manera que saco las bielas y con comodidad desatornillo los platos quitando los tornillos de serie de las bielas XT: de aluminio y con cabeza torx.
Platos fuera.
Y los pesamos, naturalmente.
Bueno... intentar sacar los platos sin desmontar las bielas ha sido una torpeza, pero tampoco hay que volverse loco. Los platos están fuera y el monoplato presentado. Pero antes de montarlo, lo peso. Se trata de un plato ovalado de 32t sin offset de Aliexpress comprado por cuatro duros. Esto es, lo de no tener offset, que es plano y no ayuda a centrar la cadena en el caso de montarlo en unas bielas de doble plato como voy a hacer yo. De haberlo tenido en cuenta, lo hubiera comprado con medio centímetro de offset para que la cadena fuera menos cruzada en la corona grande (Capitán A posteriori),.
Atención, que empiezan las curvas. No es la primera vez que pierdo un tornillo de plato por no apretarlo en condiciones y por lo tanto tengo especial cuidado en dejar el monoplato fírmemente fijado a las bielas. Estas no tienen rosca de manera que por la parte de atrás, no se ve, van las tuercas con una muesca, una ranura, para sujetar la tuerca mientras apretamos el tornillo y evitar que ambos giren y conseguir el apriete.
Pues no tenía los santos cojones de apretar bien los tornillos. Esto, que es de primero de mecánica de bicis y he hecho dos millones de veces, simplemente "no me salía". Así que como hoy en día hay herramientas para todo y Amazon te lo pone en casa de un día para otro, me compré, flipa, la herramienta de Shimano específica para sujetar esas tuercas con ranura.
Así que dejé la tarea de apretar el plato a medias hasta recibir la llave y me puse a montar el prolongador de la patilla del cambio que venía con el casete. Siendo este de 50t, iba a necesitarlo.
Nada que un minuto en Amazon no solucione. Al día siguiente tendré un prolongador nuevo en casa por 7 €. Se me estaba complicando la cosa, no te voy a decir que no... pero ahora sí que hay que agarrarse, que viene la parte del casete nuevo. Se trata, una vez más, de una adquisición de Aliexpress.
Cambio a monoplato - Comportamiento en ruta
Riñoneras para MTB - Valoraciones empíricas
O lo que es lo mismo, qué tal se siente en ruta llevar todo el peso concentrado en la riñonada. Vamos a ver si soy capaz de explicar mis impresiones tras varias rutas utilizando la riñonera en lugar de la mochila.
Lo primero que me llamó la atención es cierta sensación de agobio, de asfixia. La correa debe de ir bien fuerte para que no se mueva la riñonera y a los que tenemos un poco de barriguita de banderillero retirado... Pero es solo una sensación. Es necesario hacer esto porque si no la riñonera se caería hacia el culo.
Otra cosa que también me sorprendió la primera vez fue que al bajarme de la bici por delante, me daba la riñonera en la punta del sillín, naturalmente. Nada demasiado incómodo, solo que la primera vez sorprende.
Para los que tenemos la flexibilidad de un leño creo que es más fácil coger algo de la riñonera que de la mochila. Hablo de una barrita o un gel para comer algo o del teléfono, por ejemplo.
En teoría, llevar el paso más abajo, como sucede si llevamos la riñonera, baja el centro de gravedad de la bicicleta haciendo el conjunto más estable y manejable. Me fiaré de la física en este caso porque si os soy sincero no he notado demasiado mejoría en este aspecto.
En ruta de unas 3 horas no he notado que se me cargasen los riñones. Tampoco me pasaba que se me cargaran las cervicales. Lo que sí es evidente... y lo será más cuando llegue el calor, es que no acabo con la espalda empapada de sudor. No voy a decir que es más cómodo llevar riñonera, porque no me lo parece, pero tampoco me parece más incómodo.
En cuanto a capacidad de almacenamiento, como ya explicara en esta entrada introductoria, no hay diferencia. En la riñonera cabe todo lo que llevaba en la mochila, bomba incluida.
Cuando la ruta te sale rana
Sí, queridos amigos de las aventuras a dos ruedas. Hay días en que a pesar de que el sol brilla, la compañía es excelente, las piernas funcionan y el recorrido es precioso... la ruta sale rana. Y tal hecho aconteció a un discreto grupo de perdedores el pasado sábado 27 de febrero. Empecemos por el principio.
La ruta programada es conocida por muchos de nosotros. Y tiene de todo. Senderos divertidos, paisajes bonitos, subida, bajada, llaneo... vamos, una ruta muy completa que contemplo entre mis favoritas y que siempre me ilusiona recorrer.
Además resulta que Sergio no la había hecho nunca y al oírnos hablar maravillas de ella acudía a la cita ilusionado.
De manera que habiéndonos citado a las 9:30 en el aparcamiento de la estación de Cercanías de El Escorial, Jaime, Sergio y yo llegamos con más de 20 minutos de adelanto, tal es el miedo que nos tiene Miguel metido en el cuerpo por su poca tolerancia a la impuntualidad. Con tiempo de sobra preparamos las bicis y a nosotros mismos para comenzar la ruta. Miguel llegó puntual, claro, estrenando portabicicletas y tuvimos que esperarle pero como fuimos nosotros los que llegamos pronto y no él el que llegara tarde no pudimos meternos con él, la razón estaba de su parte.
Comenzamos a rodar y antes de salir del aparcamiento de la Renfe a Jaime se le salió la cadena. Sin duda plusmarca personal y posible récord mundial, habría que consultarlo. ¿Presagio? ¿Señales? Seguid leyendo, queridos amigos, para descubrir lo que sucedió a continuación.
Salimos del casco urbano de El Escorial y llegamos a la M505. La idea es recorrer por el arcén los apenas 50 metros que nos separan de la salida a la izquierda que tenemos que tomar para subir por la pista que discurre junto a la vía del tren... pero Miguel decide cruzar y recorrerlos en dirección contraria. Son decisiones muy personales que no entramos a valorar en caliente, pero que si empezamos a analizar fríamente desde la distancia temporal uno se da cuenta de la acumulación de pequeños incidentes que se dieron uno detrás de otro... Porque poco después fue Sergio el que empeñado en atravesar montado la cancela que da paso al bosque de La Herrería casi se cae de manera tontísima, tirando mi bici en el intento. Por suerte, sin consecuencias ni materiales ni humanas.
Embelesados por lo preciosísimo del paraje (recordad, bosque de la Herrería), rodamos tan, tan despacio que una muchacha haciendo footing nos adelanta sin ningún tipo de pudor. Somos conscientes de este hecho pero nos da igual, reafirmando nuestra naturaleza perdedora. La subida hasta la Silla de Felipe II la hacemos por la carretera. Me pregunta Sergio que cómo de dura es y le digo que más o menos como Garabitas (en la Casa de Campo de Madrid, para los lectores que no lo conozcan). Pero sin ser consciente, le miento. Garabitas es más tendido. Siendo cuatro, llegamos en tres tandas. Primero, Miguel. Con tanto tiempo de antelación que cuando llegamos Sergio y yo ya estaba empezando a bajar, aburrido de estar solo. Es cuando se da cuenta de que se ha dejado el teléfono en el coche, bien a la vista en el salpicadero. Como diciendo "róbame, soy un teléfono de gama alta y estoy a huevo". Preocupación hasta el final de la ruta y, creo, tercer aviso de que la cosa no marchaba bien.
Cuando llega Jaime, que no tenía buenas piernas, comenzamos a bajar hasta Zarzalejo. La bajada es rápida pero segura, por pista. Perfecta para quitarse el calentón, que a pesar de ser temprano hace tan buen día que empiezan a sobrarnos prendas de abrigo.
En Zarzalejo tenemos que pasar por encima de la vía del tren por una carretera con un poco de acera peatonal y Jaime dice que casi se cae a la vía. Cuarto micro-aviso. Seguimos rodando ahora en dirección a Valmayor. Se trata de uno de los tramos más divertidos de la ruta pero el agua y el barro echan a perder la diversión. Era imposible transitar por muchos tramos y en dos ocasiones nos vemos obligados a saltar el muro de piedra para invadir (un poco y sin malas intenciones) la propiedad privada de alguien para poder salvar charcos de agua y barro del tamaño de piscinas olímpicas (o casi). Otros muchos charcos los pasamos sobre la bici, que ya estaban de barro hasta arriba... y nosotros también.
La media de velocidad es de pena. Empezamos a pensar que se nos va a hacer muy tarde, porque el plan es volver a comer a casa, como suele ser habitual.
Conseguimos salir del camino y atravesamos una pista ancha para enlazar con el siguiente camino en la misma dirección. También muy divertido en condiciones normales, pero también con tramos inundados que nos obligan a salir del camino para poder avanzar por encima de medio palmo de chapapote manteniendo el equilibrio como buenamente podemos.
Llegamos al vado del arroyo de Fuentevieja. Otras veces se pasa sin mayor problema, como hizo Jaime en estas imágenes espectaculares de Red Bull TV de una repetición de esta misma ruta anterior:
Pues el pasado sábado este arroyo llevaba agua como para abastecer a una ciudad mediana. Si habitualmente tiene menos de dos metros de ancho, este día mediría sus buenos cuatro metros de agua fresquita. Esto lo sé, lo de la temperatura, porque yendo primero me atreví a atravesarlo con cuidado para no caer al agua. Pero los pues irremediablemente se dieron un buen baño. Sergio, que vino detrás, también. Jaime, que venía detrás, también. Miguel fue más listo y pasó caminando por encima de unas piedras que alguien había colocado muy inteligentemente para poder cruzar sin mojarse.
Cruzamos la M600 sin riesgo para nuestra integridad física. Es una carretera con mucho tráfico los sábados por la mañana. Especialmente si hace buen tiempo, como era el caso. Llegamos a Valmayor y como sospechábamos el nivel del agua estaba tan alto que había cubierto el camino que discurre paralelo a la orilla. Nos vemos obligados a avanzar casi campo a través por "hierba pisada"... y así no cunde nada de nada. Además, vamos esquivando ramas bajas, palos y demás elementos naturales que habitualmente no nos encontramos por el sendero. Al menos descubrimos una nueva ventaja de llevar riñonera en vez de mochila: no me engancho en las ramas como le iba pasando a Sergio.
En un esfuerzo raro rompí la cadena. Enésima señal para que nos diéramos la vuelta y nos fuéramos a beber cerveza, que el día no estaba para montar en bici. En menos que canta un gallo lo arreglamos con un eslabón rápido y a seguir la marcha, que nos estábamos divirtiendo mucho (ironía aquí).
Teníamos que cruzar el río Aulencia por un vado, pero parece tarea imposible. Nos cruzamos con un ciclista en dirección contraria que nos avisa de que es imposible seguir por allí, que llega un momento que un muro de piedra de tres metros de alto y una alambrada recién instalada impiden el paso. Atendemos a sus explicaciones pero como somos del género tontísimo seguimos adelante, pasando penurias, arrastrando la bicicleta, ahora sí, totalmente campo a través hasta llegar al muro de 3 metros y la alambrada que como bien nos había anunciado el amable ciclista nos impediría el paso.
Este fue nuestro estúpido recorrido por la orilla. Pensad que el agua llegaba hasta nuestro track y flipad
Al otro lado de la alambrada nos encontramos con otro grupo de ciclistas que querían pasar a nuestro lado. Parecíamos dos grupos de preso intercambiándonos revistas guarras por cigarrillos. No pudieron pasar y tuvieron que seguir su camino por el otro lado, por la finca privada. Nosotros decidimos dar media vuelta por donde habíamos venido, con las orejas gachas, ya resignados a no poder completar la ruta.
La idea era regresar a la M600 y continuar por ella hasta El Escorial, pero Sergio no quiso irse de Valmayor sin darse un baño de barro así que hizo un "Juancar" y en el charco más gordo que vio se atrancó, sacó el pie del lado izquierdo y se cayó hacia el lado derecho. Pude verlo con todo lujo de detalles ya que rodaba detrás suya y la caída fue de mérito. Pena no haberla grabado porque una caída tonta en barro otorga muchos, muchos "puntos loser".
En nuestro camino de regreso nos cruzamos con un ciclista solitario que iba en dirección al muro, de donde nosotros veníamos. Le dijimos cómo estaba la cosa y el hombre nos preguntó si habíamos llegado al puente. Le dijimos que "ni puente ni puenta", que lo que hay es un muro como el de Invernalia pero el ciclista, hombre maduro, de unos 55 años, buena barriga y bien equipado, nos preguntó si éramos de la zona. Le dijimos que no, naturalmente. Al parecer, siendo de la zona o bien te salen alas y puedes volar por encima del muro o bien tienes los huevos como el caballo de Espartero y puedes atravesar el mar de zarzas y llegar al otro lado del muro. Nos dijo que en una ocasión, no recuerdo si en este siglo o en el pasado, se vio en una situación similar en el mismo sitio y echó mano de una cámara hinchada para darle flotabilidad a la bici ya que el agua llegaba a la cintura. Nos quedamos con las ganas de ver si el superhombre conseguía proseguir su ruta o si por contra tuvo que darse la vuelta. Más adelante nos encontramos con un grupo de ciclistas y parecieron más razonables y receptivos a nuestro consejo. Yo les dije que entenderíamos que siguieran adelante porque es lo que un buen español hace, como hicimos nosotros, claro. Después decidimos decirle a los grupos que nos cruzáramos que sí, que se puede salir por el fondo porque total... no iban a hacernos caso de todas formas y es una forma de darle ilusión a las personas. No se dio el caso, no nos cruzamos con más ciclistas.
Llegamos a la carretera que nos llevará hasta la M600. Es una carretera muy poco transitada pero que se pone a picar para arriba con gusto. Miguel va sobrado, Sergio y yo no vamos mal, pero Jaime se queda atrás. Y eso que venía de hacerse rutones por La Jarosa con mucho desnivel acumulado. Hay días que el cuerpo no quiere funcionar. Llegamos arriba, a la carretera. Apenas cinco kilómetros nos separan de El Escorial y decido ponerme primero para marcar un ritmo llevadero... pero cuando quiero darme cuenta el único que me sigue es Miguel. Jaime sigue sin pilas y Sergio se descuelga para ayudarle.
Nos reagrupamos en la glorieta de entrada a El Escorial y entramos al casco urbano por la Avenida de Castilla, que pica para arriba que da gusto. Ya hemos terminado. Sanos y salvos, que no es poco decir después del fracaso de ruta que hemos hecho. Miguel, además, comprueba felizmente que su teléfono está donde lo dejó y podemos por lo menos refrescarnos el cuerpo con unas cervezas fresquitas.
Guadarrama - La Jarosa - Alto El León - Los Molinos - Guadarrama
Si el fin de semana anterior la ruta no nos salió bien, el pasado domingo 7 de marzo escribimos una bonita página con letras de oro en la historia de nuestra coqueta comunidad. Dejad que os lo cuente desde el principio y con pelos y señales que merece la pena dejar bien documentada la ruta y sus pormenores porque disfrutamos como niños pegándonos una paliza histórica con sabor a victoria.
Viendo a Jaime disfrutar de salidas en bicicleta por La Jarosa, llevaba yo un tiempo barruntando la posibilidad de acercarme a Guadarrama a salir en bicicleta con él y tras proponerlo en nuestro grupo de Whatsapp Miguel y Ángel no dudaron ni un segundo en apuntarse. Les seguiría Simón, también residente en Guadarrama, y la noche de antes y la misma mañana el Bombi y Jesús.
Puntuales a la cita llevamos al lugar de inicio acordado a las 9 de la mañana y procedemos a sacar las bicis de los coches o bajarlas de los portabicicletas. El día está fresco y la previsión da un pequeño porcentaje de probabilidad de lluvia. Pero no hace viento, de manera que la sensación térmica es agradable para montar en bicicleta. Comenzamos razonablemente bien abrigados sabiendo a ciencia cierta que según vayamos ascendiendo la ropa nos iba a sobrar sin duda porque el objetivo de la mañana es subir hasta el Alto de El León, a 1.511m (nos encontrábamos a 973m en el punto de salida) y que separa la Comunidad de Madrid de la provincia de Segovia.
Recupero mi primera bicicleta de montaña
Bueno... no la misma mismísima, pero sí una del mismo modelo. Que no es poco decir, ojo, siendo esta una bicicleta tan poco común. Tomad asiento, queridos y (seguro) fieles lectores y acompañadme en este viaje de nostalgia y fetichismo que nos remonta a principios de los años 90. Es una entrada larga así que aprovechad para ir al baño y evitar así interrupciones y... ¿por qué no? Abrid una cervecita y acompañadla de unas olivas (con o sin hueso, al gusto del consumidor) para terminar de preparar el entorno perfecto. O al menos así me gusta a mi imaginar que leéis este blog... pero la realidad es que casi seguro estáis leyendo esto sentados en la taza del váter. Es lo mismo, siempre que disfrutéis del momento.
A lo que vamos.
Después de estar muchos años sin bicicleta tras el infame robo del que fui víctima de niño (me robaron mi BH Bicicross creándome un trauma que arrastro aún a día de hoy y que utilizo para justificar la compra de bicis y/o componentes que raramente necesito) llegó a casa esta, mi primera bicicleta de montaña, a la tierna edad de 13 años si la memoria no me falla. Esto es hace unos 30 años. No hubo que comprarla, vino como regalo por la adquisición de una colección de libros (creo que las obras completas de Benito Pérez Galdós). Como bien sabéis los que lleváis tiempo en esta afición, en los años 90, con el boom del ciclismo de montaña en España, las bicicletas eran el reclamo perfecto para vender cualquier producto: enciclopedias, colchones, seguros, productos financieros... Recordaréis la bicicleta de Induráin, esa que regalaba Banesto al abrir una cuenta y que era un mojón con letras mayúsculas. Pues es el ejemplo perfecto. El que no tenía una bicicleta de montaña parecía tonto.
Pues si la bicicleta de Induráin era mala, la mía era lo peor de lo peor de lo peor (3 veces). Más adelante la describo con detalle para mostrar sus virtudes. Pero la cuestión es que llegó para hacerme un niño feliz. No hice con ella grandes alardes ciclistas, porque yo he sido perdedor prácticamente desde siempre. En vez de ciclismo de montaña hacía ciclismo de parques y jardines. Muchas veces solo, otras tantas con amiguetes.
Se dieron 3 circunstancias nefastas: no tenía ni idea de mecánica, no tenía herramientas y además era un niño con mucha mentalidad de pobre y me daba apuro pedir dinero a mi madre para comprarlas o llevar la bici al taller. Así que siempre tenía algún desajuste. El peor era que la biela izquierda se salía. La tuerca que fijaba la biela al eje siempre se aflojaba y no teniendo yo una llave de tubo para apretarla me las apañaba como podía, generalmente pidiendo prestada la herramienta.
Otro incidente grave fue que le presté la bici a un vecino para probarla y cincuenta metros más adelante había jodido el cambio. Le dio la vuelta al cambio de manera bastante antinatural, doblándolo. 3.200 pesetas costó la reparación y me dolieron en el alma. Mi vecino, tras el estropicio, se ofreció a pagarme la factura de la reparación pero se ve que luego le acabó viniendo mal y tampoco fui yo a reclamárselo, que tenía mentalidad de pobre pero no era un cutre.
Bueno... sí lo era. Porque al no tener muchos recursos económicos recuerdo dos mejoras que le hice a la bicicleta por muy, muy poco dinero. Vamos... gratis. Le quité a un armario ropero la barra de las perchas y cortándolo y doblándolo hábilmente conseguí encajarlo por dentro del manillar y me fabriqué así unos "cuernos" que eran un complemento prácticamente imprescindible en aquella época. Me quedaron un poco largos, tal vez. Parecía un miura en San Fermín, pero daban el pego. Los forré con la cinta del mango de una raqueta vieja. Era un niño, ciertamente, con mucha imaginación.
Como tampoco tenía dinero para un cuentakilómetros lo que hice fue echar mano de un cronómetro de los baratos que andaba por casa (desde vete tú a saber cuándo) y lo fijé a la potencia con cables. Solo servía para ver la hora y cronometrar, naturalmente, pero el postureo se abría paso y yo no iba a perder ese tren.
Naturalmente, le puse una bolsa triangular (con hombrera). Tan obligatorio llevarla como los cuernos. Cuanto más fosforita, mejor.
Y para acabar de rematar la faena, siempre llevaba las ruedas medio flojas porque una de la rarezas de esta bici es el estándar de válvulas que utilizaban sus cámaras. Posiblemente no lo hayáis oído nunca nombrar: válvulas "woods", también llamadas "Dunlop".
Se trata de una mezcla entre presta y schrader que no tenía huevos a entender. Soy una persona razonablemente amable, pero al inventor de este estándar le deseo el peor de los males. Y, como ya sabréis si habéis entendido mi autoimpuesto mindset infantil de niño pobre, ni se me pasaba por la cabeza la posibilidad de cambiar las cámaras por unas con válvulas de este mundo en vez de esos engendros.
Con todo y con eso, como digo, la disfruté mucho. Pero como siempre estaba rota o desajustada, tres años después y como regalo de cumpleaños llegó una maravillosa Conor MTB 3s que fue un salto cualitativo sin parangón.
Y la otra bici... mi primera bicicleta de montaña... se la regalamos a otro vecino (no al que me la rompió, a otro) que se la llevó al pueblo. Y nunca más la he vuelto a ver.
Muchísimas veces me he acordado de esa bici con nostalgia. La recordaba muy grande en comparación con la Conor. Le suponía, fíjate, ruedas de un diámetro mayor de 26" que era el estándar por entonces y por muchos años más. Solo tengo alguna foto borrosa en la que a duras penas se distinguen sus colores y algún dibujo que le hice de niño. De haber sido una bicicleta de alguna marca conocida (BH, Orbea, Conor, Jonh Luck...) seguro que podría haberla encontrado con facilidad en las aplicaciones de segunda mano pero siendo una bicicleta tan desconocida y tan tan bajísima calidad ni la busqué. Es más, no sabría ni cómo buscarla porque no recordaba ni la marca ni el modelo.
Pero como tengo la mala costumbre de curiosear de vez en cuando por Wallapop a la caza de algún chollo (lo típico del/la divorciado/a que pone a la venta la bici de la pareja tirada de precio a modo de venganza) un buen día veo una foto que hace que se me pongan los ojos como platos y se me estremezca el espinazo desde lo más abajo hasta el cogote mismo. Tal fue mi reacción al ver MI BICI.
No la mía, como dije lo primerito en esta entrada, sino una igualita. Y tal y como yo la recordaba. Sin los cuernos fabricados con barra de armario, claro, pero con los mismos componentes de serie. Y, aparentemente muy bien cuidada. Y a un precio más que razonable. Ahora os tendréis que imaginar al Moiselito angelito en mi hombro derecho diciéndome que no necesito otra bici ni de coña, menos aún cuando cinco días antes Miguel me ha regalado una BH Top Line de la que ya os hablaré, que no tengo espacio en casa para guardarla, que sabiendo lo mala que es es posible que esté para tirar a la basura... toda una serie de razonamientos muy lógicos que el Moiselito diablito de mi hombro izquierdo mandó a tomar por el culo con solo decir: "cómprala gilipollas. Es tu primera bici, han pasado 30 años y si la dejas ir no vas a volver a encontrarla". Así que se vino para casa. ¿Para qué la utilizaré? seguramente para darme algún paseo con la familia y para mirarla mucho. Fetichismo ciclista llevado al máximo nivel.
Pero dejad que os explique cómo es esta bici. El cuadro es de acero del malo. No tiene ninguna pegatina que identifique la tubería. Seguramente no sea ni de Cr-Mo. Pesadísimo (la bici entera ronda los 16 Kg) y de geometría clásica: el tubo horizontal es muy horizontal y la bici es casi cuadrada, esto es, el tubo vertical y el horizontal miden casi lo mismo.
La pegatina de "MAXIMUM TERRAIN" le otorga de por sí unas cualidades off-road fuera de toda duda, eso lo sabe todo el mundo. Los cables van guiados por debajo del tubo diagonal para cambio delantero y trasero y por debajo del tubo horizontal y enfundado en todo su recorrido para el freno trasero. El antiguo dueño repasó la pintura blanca con cuidado pero con una brocha y se nota en la textura de la pintura. La pintura roja, en cambio, sí es la original y está bastante bien conservada.
El sillín es un sofá ancho y corto y tiene un amago de canal antiprostático meramente testimonial. Es cómodo a la fuerza y más bien parece el sillín de una bicicleta de paseo.
La transmisión, 3x6 como era bastante habitual, funciona sorprendentemente bien. Va muy fina y suave para ser de tan baja gama. Las manetas de cambio son Shimano pero no SIS, funcionan por fricción (no van indexadas, no hacen "clic"). Esto tiene la ventaja de que tanto mueves la palanca, tanto se desplaza el desviador y es relativamente fácil hacer que la cadena no roce ni con la jaula del desviador delantero ni con las coronas vecinas de la que llevamos engranada en la trasera. En contra, los cambios no son nada rápidos, claro.
De mover la cadena se encarga un veterano Shimano Tourney de los que se anclaban directamente al eje. Fijándonos en detalles como la brida que fija la funda del cable al orificio que tiene la puntera para el portabultos (por cierto, no tiene las esperadas roscas en los tirantes para completar la instalación del mismo) y cómo el extremo del cable del cambio va "guardado" me doy cuenta de lo cuidadoso que era el anterior propietario y eso me congratula.
El plato grande es de 48 dientes y la corona más grande del piñón de 28. Toda la transmisión muestra muy poco desgaste y como digo funciona de maravilla. Lo único que no está del todo fino es el eje de pedalier. Debe de estar un poco doblado porque los platos en su giro oscilan un poco lateralmente. No pienso cambiarlo.
La horquilla es, por supuesto, rígida y seguro que del mismo material que el cuadro. Luce pegatinas alardeando de las 18 velocidades con las que cuenta la bicicleta, ojo con eso.
El sistema de frenado es posiblemente lo peor de la bicicleta. Le he puesto zapatas nuevas a los infames frenos de tipo "caliper" que aún estando perfectamente ajustados apenas consiguen frenar la bicicleta. Yo diría que el problema, más que de la potencia de los frenos, es de la pista de frenado de las ruedas que, literalmente, no existe, no está trabajada.
Las cubiertas son nuevas pero batalleras. De la desconocida marca "Camel" en medida 2x1,95. En su día recuerdo que la bicicleta llevaba cubiertas con el flanco marrón, lo que ahora se llama "skinwall" y sirve para que te suban un poquito el precio.
Las manetas de freno no son mejores. Son de plástico y están concebidas para frenar con todos los dedos. Los puños eran de espuma y los he sustituido por unos parecidos. Los que traía la bici se caían a cachos, no descarto que fueran los originales.
La dirección es de 1" y de rosca y la potencia, por lo tanto, de cuña. Muy finita. El manillar es sorprendentemente ancho para la época. Mide 66 cm cuando lo normal hubiera sido 54 o 56. Además tiene una curva que lo acerca a un manillar de doble altura. Lo agradezco, que ya no estamos para manillares estrechos y bicis tumbadas.
Subiendo cuestas por Villa del Prado, Picadas y la Vía Verde del Alberche - 14/03/2021
Viniendo de hacer la subida desde Guadarrama hasta el Alto del León, esta semana el cuerpo me pedía una ruta tranquila y rodadora, sin grandes desniveles y que nos permitiera a los que acudiéramos ir charlando tranquilamente de nuestras cosas mientras dábamos un paseo por el campo. Así que eché mano de Wikiloc y encontré esta ruta del usuario nano flojo (con excelente descripción aquí) recorriendo la parte bonita de la Vía Verde del Alberche. Pintaba bien, esa zona es muy bonita, y poco más de 500 metros de desnivel en casi 40 Km parecen estar en nuestro rango. Así que propuse esta ruta y como tuvo buena acogida el domingo a las 9 de la mañana nos citamos en Villa del Prado, variando el punto de inicio y fin de la ruta para, terminando en el pueblo poder disfrutar de una merecida cervecita en una terraza.
Sergio, Miguel y un servidor fuimos la representación perdedora y antes de las 9 ya estábamos en marcha. Hacía un sol estupendo pero estábamos a 4º y soplaba un viento que nos daba mucho, mucho miedo. Salimos de Villa del Prado en dirección Calalberche (hacia el este) rodando por una pista ancha y con buen firme en primer lugar y por una carretera con un asfalto que vio tiempos mejores y ligeramente cuesta abajo después. Sin tráfico, era muy temprano aún. Bien para empezar. Miguel llevaba su Go-Pro en el casco con la intención de probar la captura de fotos con comandos de voz...y parece que el invento funciona.
De Leganés a Boadilla por el camino largo - 21/03/2021
Desde que subiéramos al Alto del León hace un par de semanas llevo pretendiendo hacer una salida tranquila, pero no me sale. El fin de semana anterior nos pegamos otra paliza subiendo por Villa del Prado así que este fin de semana, sí o sí, tocaba una ruta llana. De manera que nos pusimos a buscar en Wikiloc y Miguel encontró esta ruta que en su día compartió el usuario Porterazos2020.
52 Kilómetros con 334 metros de desnivel positivo parecían bastante asequibles. Así que decidimos hacer esta ruta el domingo. Pero siendo que comienza en el Parque de las Presillas (en Alcorcón) propuse cambiar el punto de salida e iniciar la ruta en mi casa (y/o la de Sergio)... añadiendo unos 12 kilómetros al recorrido que ya metidos en harina tampoco es tanto... ¡Qué optimista se es desde el confort del sofá y qué duros se hacen 12 kilómetros cuando llevas 50 en las piernas!
El domingo a las 9 de la mañana, con puntualidad suiza, estábamos Miguel, Pablo, Ángel, Sergio (que arrastraba un resfriado pero no se quiso perder esta ruta saliendo desde nuestra casa) y un servidor vestidos con relativo abrigo y rebosantes de ilusión ciclística. El día amanecía frío pero soleado. Por suerte el viento, que el día anterior había soplado fuerte, no hizo acto de presencia.
Salimos de las cercanías de la Renfe de Zarzaquemada y cruzamos la M425 (la carretera de Carabanchel) para coger el carril bici y subir junto al Estadio Municipal Butarque hasta el cementerio. Lo rodeamos y salimos del carril bici para bajar por la senda que muere en la calle Física (que acabo de descubrir que es el nombre de "la cuesta del cementerio"). De haber seguido por el carril bici junto al Carrefour en paralelo a la M425 nos habríamos ahorrado esos 25 metritos de la subida hasta el cementerio pero quería enseñarles esa senda que es lo más parecido a un sendero bonito que tenemos cerca de casa.
Retrocedemos ligeramente hasta los campos de entrenamiento del C.D. Leganés y volvemos a coger carril bici en el parque lineal Butarque en el que ya a las 9 de la mañana había multitud de pescadores probando suerte con las carpas.
Rodamos a buen ritmo hasta llegar al parque de las presillas, ya en Alcorcón, y justo antes de alcanzar el recorrido del track original... Pablo dice que ha pinchado.
No lleva ni cámara de recambio, ni desmontables, ni parches, ni bomba, ni Cristo que los fundara. Sergio, que también lleva bicicleta con rueda de 26" le ofrece una cámara de recambio pero no sirve porque es de válvula Schrader y la llanta de Pablo es para válvula Presta. Pero como somos gente precavida y curtidos en unas cuantas batallas, llevamos parches de los de toda la vida. Toca reparar el pinchazo a la antigua usanza.
Nos acercamos a la M50 y ahora el camino desciende ligeramente. Nos vamos cruzando con multitud de ciclistas, estos caminos son muy frecuentados y hace un día excelente. Cruzamos la autovía por un paso subterráneo bastante oscuro y lleno de "cosas" que me recuerdan las películas americanas de asesinos en serie. No tienen que pasar cosas buenas en ese túnel por la noche, no...
Nada más salir del túnel giramos a la derecha y entramos en una zona de toboganes. Los odio. Se cansa unos subiendo y se cansa uno bajando porque se esprinta para coger velocidad y remontar el la siguiente cuesta con la inercia. Por suerte son apenas tres los "sube-baja" y enseguida dejamos esa pista que corre paralela a la M50 para tomar a la izquierda un camino muy roto que baja alegremente hasta el Arroyo de la Vega, junto a la M501. Una serpenteante pasarela peatonal nos permite cruzar esta autovía. Pablo anuncia que su rueda va perdiendo aire. No está en el suelo, pero ha perdido presión. Decidimos meterle de nuevo aire y seguir. La estrategia sería parar cada 10 kilómetros más o menos para hinchar la rueda.
El camino ahora pica hacia arriba de nuevo. Es una rampita corta la que nos separa de la urbanización "El Bosque", pero nos pone en nuestro sitio. Y al llegar al final tenemos que parar porque Pablo vuelve a decir que su rueda ha perdido aire. Merece la pena invertir 20 minutos en reparar el pinchazo correctamente antes que estar parando a cada poco rato para meterle aire a la rueda.
Aprovechamos la parada para comer algo. Comprobamos que, efectivamente, el aire se sale por el parche autoadhesivo y que la punta del abrojo no ha llegado a perforar completamente la cubierta. La solución vulcanizante de Sergio no "vulcaniza" sobre el parche autoadhesivo así que hay que retirarlo con las uñas y con paciencia. Una vez retirado, nos tomamos nuestro tiempo para ejecutar la reparación de toda la vida, dejando que la solución se seque un poco antes de poner el parche tradicional. Parece que ahora la rueda aguanta el aire, vamos a ver si no tenemos que volver a pararnos unos kilómetros más adelante con la rueda de Pablo en el suelo.
Callejeamos un poco por la urbanización (con casas con muy buena pinta) y llegamos a un sendero que corre junto al Arroyo de Valenoso rápido y divertido de rodar que encontramos bloqueados en un par de ocasiones por los restos catastróficos de Filomena en forma de árboles tronchados.
Hemos empezado la parte más divertida de la ruta, los senderos que discurren junto al Rio Guadarrama y que hacen nuestras delicias aún estándolos compartiendo con multitud de ciclistas y senderistas.
Haciendo las cosas bien hay sitio para todos. El primer tramo de sendero nos lleva hasta la carretera M513. La cruzamos por debajo y entramos en la finca Romanillos. No nos damos cuenta de que pasamos junto a un cartel que pone "propiedad privada, prohibido el paso". Lo sentimos, un descuido lo tiene cualquiera.
Durante unos 5 kilómetros rodamos en llano a buena velocidad entre pistas con buen firme y senderos limpios y con mucho flow.
En este punto hemos alcanzado el punto medio de la ruta. Es mejor no pensar en la tira de kilómetros que nos quedan por rodar. Pablo hace tiempo que dice que va tocado y Sergio empieza a sentir calambres. No pinta bien la cosa...
En este punto casi muero:
Poco antes de llegar a la M503 giramos a la derecha para encarar las rampas más duras de la jornada. Que no eran nada del otro mundo, pero las piernas picaban por la velocidad a la que veníamos rodando por el llano.
Las vamos superando como buenamente podemos cada uno... Agradezco la corona de 50 dientes que me da ese cuartelillo que me faltaba con el doble plato.
Pablo echa pie a tierra (¿he dicho que llevaba sin montar en bici desde 2019?) y a Lude le juega una mala pasada el cambio teniendo también que parar y caminar un trecho.
Una vez arriba nos reagrupamos y nos tomamos unos minutos de descanso, meadita incluida, para comer algo a la sombra de una encima. Las vistas son buenas y el día espléndido.
Colmenar Viejo - Manzanares el Real - Colmenar Viejo - Torreznos - 28/03/2021
Para aquellos de vosotros, queridísimos lectores, que hayáis pinchado en la entrada atraídos por el jugoso final del título... aquí va esto:
Con esta altísima calidad de viandas terminó la espléndida ruta del pasado domingo. Y es que hay pocas cosas que nos gustan más a los Perdedores que los torreznos, pero dejad que os cuente lo acontecido con detalle y desde el principio que para eso hemos venido.
Con la idea de conocer zonas nuevas echamos mano de Wikiloc y encontramos un recorrido bastante amable desde Colmenar Viejo hasta Manzanares el Real y vuelta rodeando el embalse de Santillana.
Poco más de 40 kilómetros y apenas 400 metros de desnivel positivo sonaban bastante bien, de manera que ni cortos ni perezosos nos citamos a las 9 de la mañana.
La mañana estaba fresquita y con el cambio de hora el sueño hacía mella pero ni cortos ni perezosos (bueno... yo sí estaba un poco perezoso) Sergio, Ángel, Jaime, Raúl, Miguel y un servidor acudimos a nuestra ansiada cita semanal.
Tras los saludos protocolarios (guardando la distancia de seguridad y las recomendaciones de la OMS) comenzamos a rodar. La primera parte de la ruta transcurre en paralelo a la vía del tren que unía Madrid con Burgos pero antes de llegar a la misma descendemos por un sendero estrecho y muy técnico que nos pone las orejas tiesas desde el primer minuto. Una vez en las vías, rodamos cómodamente (a veces no tanto, cuando tenemos que rodar por encima de una cama de balastro) calentando las piernas y descubriendo (regalo inesperado) unas excelentes vistas de la sierra que yo al menos no esperaba.
5 kilómetros después abandonamos las vías del tren habiendo entrado ya en calor puesto que la pista no deja de picar ligeramente para arriba para girar a la izquierda y continuar por la llamada Cañada de Portilleras. Pasamos por encima del recién nacido río Manzanares y giramos de nuevo a la izquierda.
Nuestra ruta nos obliga a girar ahora a la derecha por la Colada de los Gallegos (Camino de Santiago) pero no podemos dejar de conocer el puente medieval.
En mi particular baremo otorgo muchos puntos al paisaje a la hora de valorar una ruta y de momento esta me estaba sorprendiendo muy gratamente.
Dejamos el puente atrás comenzamos la que será la ascensión más larga de la ruta, siempre por pista y sin rampas dignas de mención. Como es habitual, se forman varios grupos. Como también es habitual, me encuentro junto a Jaime en el de cola mientras Miguel y Ángel tiran del grupo. Raúl y Sergio hacen de enlace, dejándose caer de vez en cuando.
En un momento dado vemos cómo tres corzos aparecen corriendo por la parte izquierda, atraviesan nuestro camino y se estrellan contra la alambrada que hay a la derecha del camino tratando de atravesarla sin éxito. Asustados por nuestra presencia se golpean una y otra vez contra la malla metálica. Con la cantidad de ciclistas que poblábamos la zona no les barrunto una mañana tranquila a los tres pobres animales...
Nos reagrupamos a la altura de una fuente donde nos están esperando Ángel y Miguel. Tenemos que girar a la derecha para seguir ascendiendo disfrutando del paisaje de dehesa.
Ciclismo en Familia - Vía Verde del Tajuña (Ambite - Orusco y vuelta) y BH Top Line Alu 200
El pasado sábado 28 de marzo decidimos pasar el día recorriendo en familia una pequeña parte de la Vía Verde del Tajuña, en concreto el tramo que discurre entre las localidades de Ambite y Orusco de Tajuña. Esto es, la parte final de la vía.
Hay muchísima información al respecto de esta Vía Verde en Internet y en la web de Vías Verdes en particular, así que no voy a hacer una exposición detallada sobre ella. Solo mencionar que es con diferencia la más larga de la Comunidad de Madrid (49 Km) y que saliendo de Arganda del Rey llega a Ambite pasando por Morata de Tajuña, Perales de Tajuña, Tielmes, Carabaña y Orusco de Tajuña en un recorrido casi sin desniveles (como corresponde a una vía verde) y con el firme y las señalizaciones bien acondicionadas.
Sabiendo que no íbamos a recorrer una distancia especialmente larga y que los días ya se estiran hasta las siete de la tarde (justo antes del cambio de hora) no se puede decir que madrugáramos especialmente... hasta el punto de llegar a Ambite a las dos de la tarde. Muy bien.
Por suerte el desagradable viento que soplaba el día anterior había desaparecido y la temperatura, a pesar del cielo plomizo, era muy buena. De manera que bajamos las bicis del coche y nos pusimos en marcha con la idea de buscar un lugar que nos gustara para echar la manta de picnic y comer tranquilamente en el campo.
Para la ocasión "estrenaba" una noventera BH Top Line Alu 200 negra que Miguel me ha regalado porque no la usaba y le ocupaba espacio. Luego os comentaré sobre ella.
Salimos de Ambite por un pinar que claramente ha sufrido los estragos de Filomena. Cientos de ramas rotas que el ayuntamiento (imagino) de la localidad ha tratado de limpiar para devolver al pinar, que es además zona recreativa con merenderos y parque infantil, su usabilidad.
El firme de la Vía Verde es el típico "camino rojo" que tantas veces hemos visto. Se nota que han pasado años desde su construcción porque en algunos tramos encontramos grietas, parches y baches. Me pasan por la cabeza preguntas sobre el mantenimiento de estos caminos. ¿Corresponde a los municipios? ¿Tal vez a la Fundación de los Ferrocarriles Españoles? ¿Priorizan el acondicionado de nuevas vías sobre el mantenimiento de las existentes? No sé...pero que no se alarme nadie, son perfectamente ciclables.
El paisaje, sin ser feo, no es nada del otro mundo. En este pequeño tramo que recorrimos solo destaco una pequeña cueva...
... y una represa del río Tajuña a la altura de una tienda de alfombras (Alfombras Pastor).
El resto del recorrido hasta Orusco de Tajuña no invita a salirse del camino. El paisaje en general, sin ser feo, no aporta demasiado. Tal vez en otoño o cuando la primavera termine de reventar la cosa cambie.
Como digo, el recorrido está perfectamente señalizado y balizado. Es imposible perderse a no ser que uno empeñe.
También es posible saber cuánto nos queda por recorrer por los postes que marcan el punto kilométrico.
Llegamos casi sin darnos cuenta hasta Orusco de Tajuña buscando un sitio apropiado para comer... sin éxito. No es que no hubiera ningún sitio bonito... es que era poner la manta en un sembrado o nada. Así que decidimos darnos la vuelta y probar suerte en lo alto de uno de los dos puentes que pasan por encima de la vía verde.
Eran pasadas las tres de la tarde y el hambre hacía rato que había hecho acto de presencia y mella en nuestros ánimos, que todo hay que decirlo, así que más contentos que unas castañuelas en lo alto de nuestro puente nos pusimos a zampar como locos para alivio de nuestros estómagos y de mi espalda, que iba yo cargando con la mochila llena de comida y bebida para 4.
Después de comer hay que reposar un poco... pero la cama de piedras donde habíamos puesto la manta no se prestaba demasiado a ello así que me entretuve cogiendo los cuatro espárragos que pude encontrar. Menos da una piedra. Desde nuestra magnífica atalaya veíamos al resto de usuarios de la Vía Verde transitar en bici o a pie.
Llevé la BH para probarla. No es de mi talla, es M y yo necesito una L, pero para dar un paseo por la llanura sin demasiadas pretensiones ciclistas cumple al 100%. A posteriori he tenido que ajustarle el cambio de platos porque le cuesta moverse entre el pequeño y el mediano... En un primer lugar achaqué este problema a un trozo de palo que al pasar por los restos de las ramas caídas del pinar vino a alojarse entre el cuadro y el desviador impidiendo el retorno de este... pero no. Era más cuestión de jugar con los tornillos de los topes y con la tensión del cable.
Esta Top Line no está de serie. Miguel le cambió el sillín por uno mucho más cómodo, los frenos cantilever por unos frenos V y la transmisión por una Altus más moderna que la original. Pero la geometría no se puede cambiar tan fácilmente y cuando te pones de pie encima de los pedales te sientes muy, muy encima de la rueda delantera y la dirección se pone nerviosa. Además, la potencia es larga y el manillar estrecho, como mandaban antiguamente los cánones. Vamos, que para un paseo es una buena elección porque recuerda al ciclismo de montaña de antaño y eso tiene su punto de gracia pero para una ruta en condiciones puedes acabar con la espalda hecha un Cristo.
Después de comer, como digo, nos pusimos de vuelta para recorrer los escasos 4 kilómetros que nos separaban del coche. Hay mucho aparcamiento al inicio de la ruta en Ambite pero eché de menos un bar donde tomarme un café.
¿Merece la pena la Vía Verde? Depende de lo que uno busque. Para un paseo tranquilo en familia, yo diría que sí. Son una forma tranquila y segura de rodar un ratito sin tener que estar pendiente de coches, por ejemplo. Para hacer kilómetros también parece una buena opción. Si la hacemos de ida y vuelta nos plantamos en casi 100 kilómetros (aunque por lo monótono del terreno podemos acabar con el culo cuadrado de no levantarnos del sillín). Si lo que buscamos es adrenalina en nuestras salidas, sin duda no somos el usuario objetivo de las Vías Verdes, eso está claro.
Nosotros, a fin de cuentas, echamos un día de excursión en familia y conocimos una zona nueva. Además me sorprendió gratamente que no estaba, ni mucho menos, masificada... que no es poco decir tal y como están las cosas en los entornos naturales de Madrid desde que tenemos restricciones de movilidad.
Al final nos salieron 14 kilómetros con un desnivel testimonial. Vamos... para toda la familia a pie o sobre ruedas.
Barritas energéticas caseras - Experimentos en casa y con gaseosa
Collado Villalba - Senda de los Arroyos - Valmayor - Galapagar - Collado Villalba - 17/04/2021
El pasado sábado 17 de abril la primavera nos regaló un maravilloso día para disfrutar del ciclismo de montaña. Si bien la mañana era muy fresca (4º cuando nos bajamos del coche en Collado Villalba) el sol ya brillaba y no se veía ni una sola nube así que, ilusionados, Sergio, Jaime y un servidor acudimos a la cita... ¡Media hora antes! Poco después llegaron el Bombi, que haría las veces de anfitrión, y Miguel, que haría las veces de guía de GPS y fotógrafo, para completar el quinteto de Perdedores que ese día nos dimos cita para dar pedales.
La idea es repetir esta ruta. La última que compartimos antes de ser confinados por culpa del virus. Guardo un recuerdo horrible de la misma porque a pesar de no ser especialmente dura, las rutas con perfiles de dientes de sierra me agotan. Veríamos esta vez si las piernas me aguantaban.
Salimos del parque de la Laguna del Carrizal. Elegimos este punto de inicio a cosa hecha, sabiendo que cumple los dos requisitos indispensables: cuenta con una buena zona de aparcamiento y hay un bar con terraza para tomar una cerveza al terminar la ruta. Salimos de Collado Villalba en dirección sur por la calle Pocillo, un camino de tierra que se encuentra literalmente inundado.
Tras rodar unos metros en paralelo a las vías del tren, giramos a la izquierda para llegar hasta la senda de los arroyos, vieja conocida, siempre tan divertida de recorrer. Pero antes, fíjate qué casualidad, nos encontramos con Ángel, que no pudo unirse a la expedición pero no quiso dejar de salir a rodar un rato en solitario antes de atender a los compromisos familiares que le impidieron acompañarnos. Una alegría vernos aunque fueran cinco minutos, sobre todo por lo azaroso del encuentro.
Vemos el campo exuberante, verde por todos los lados y todos los arroyos rebosantes de agua.
Tendríamos que cruzar por encima de la presa del Embalse de los Arroyos pero el paso se encuentra vallado. Pero la alternativa es mejor: rodear el embalse por un sendero muy, muy bonito.
Seguimos rodeando el embalse de Valmayor hasta pasar por debajo de la M505 y girar a la izquierda. Toca subir un trecho. Como ya imagináis los lectores habituales, el Bombi y Miguel van en cabeza y Jaime (que está fuerte y aprendiendo técnica a pasos agigantados), Sergio y yo vamos en la cola al tran-tran, guardando fuerzas no sea que petemos antes de tiempo y una maldita pájara nos amargue la mañana.
Llegamos hasta la explanada de la Ermita de Nuestra Señora de la Soledad, perteneciente a Colmenarejo, y hacemos parada técnica para reagruparnos y echar una meadita (quien más, quien menos).
Seguimos por la misma dirección por la que veníamos, por una pista muy ancha y de buen rodar, pero pronto giramos a la izquierda por una senda entre muros de mampostería que muere en una cañada real que nos devuelve a la M505. Esta vez la cruzamos a nivel con talento y precaución y comenzamos a rodear una urbanización de chalets al oeste de Galapagar. Nos adentramos en el casco urbano y rodamos por calles durante unos cuantos cientos de metros hasta girar a la izquierda a la altura del ayuntamiento y salir del casco urbano por la calle Toril, donde se nos cruza un perro muy peligrosamente pero el Bombi y Miguel clavando los frenos consiguen evitar un fatal desenlace.
Cruzamos, otra vez, la M510 y pasamos junto al punto limpio para subir hasta la subestación eléctrica. Tras cruzar la M518 comentemos un error. En vez de girar a la derecha por la calle de los Camochos seguimos recto porque el camino bajaba por un sendero que se prometía divertido. Para que os hagáis a la idea, fuimos por la línea roja en vez de seguir el track.
En conclusión, lo mejor de la ruta es (además de la compañía, por supuesto) la senda de los arroyos y el rodeo al embalse homónimo. El resto... hay tramos más bonitos que otros pero no es para fliparse.
Veremos qué destino nos depara nuestra siguiente aventura perdedora. ¡Permaneced atentos al blog si queréis compartirlo con nosotros!
Ciclismo en Familia - De Guadarrama al Camping de El Escorial
Hay que aprovechar los domingos soleados que nos ofrece este cambiante (en lo que al clima se refiere) mes de abril y no se me ocurren muchas formas mejores que pasar un día de bicicleta en familia. Jaime y María nos habían hablado de una ruta que hicieron el año pasado desde Guadarrama, localidad en la que residen, hasta el Camping de El Escorial y, sin pensarlo dos veces, el primer fin de semana que dieron buen tiempo preparamos unos bocatas, montamos las bicicletas en el coche y pusimos rumbo a la sierra.
Sin madrugones innecesarios, que tenemos todo el día y anochece cerca de las 21, comenzamos a dar pedales a eso de las 12. Salimos del núcleo urbano por la calle de los Labajos en dirección este hacia Alpedrete. Unos 3 kilómetros rodando tranquilos por una pista razonablemente descendente para ir entrando en calor mientras esquivamos numerosos charcos, bastante grandes algunos de ellos.
Atravesamos Alpedrete rodando por varias de las innumerables urbanizaciones que lo componen y cruzamos la A6 por debajo, usando un largo túnel que nos recibe con un charco que nos obliga a rodar por el agua irremediablemente para poder continuar nuestro camino. No todos fuimos capaces de superar esta segunda prueba satisfactoriamente y salimos del túnel con el primer pinrel mojado del día. No importó demasiado, la temperatura y el humor eran excelentes.
Culotes de interior, X-TIGER y copias chinas de marcas de ropa china
Guadalix - Bustarviejo - Valdemanco - Guadalix - Una ruta que tendremos que repetir...
...porque por culpa de una desgraciada caída algunos no pudimos completarla. Si queréis saber lo que pasó, tendréis que seguir leyendo. Ahí os dejo el gancho al más puro estilo youtuber de tres al cuarto.
Hace tiempo que tenía yo en mente salir a montar en bicicleta de montaña por los pueblos de la Sierra de Guadarrama por la parte de la A1, la carretera de Burgos. Buscando, como siempre, en Wikiloc encontré esta ruta que dentro de los parámetros de dureza que manejamos los Perdedores, además prometía paisajes y senderos divertidos. De manera que tras proponerla durante la semana hubo quorum y el sábado de buena mañana nos juntamos varios amigos en el aparcamiento del polideportivo de Guadalix de la Sierra con intención de disfrutar de una mañana de risas y pedales.
Equivoqué la vestimenta. El día se anunció caluroso pero como era muy temprano no sabía yo si pasaría frío así que me abrigué de más con maillot de manga larga y una camiseta térmica debajo. Y llevaba también un chaleco cortavientos, no te lo pierdas. Al ver al resto de amigos vestir de corto y aprovechando que el Bombi se retrasaba por haberse equivocado de pueblo (sí, sí... habéis leído bien) me quité ropa. La mejor decisión, de haberme quedado con la camiseta hubiera muerto deshidratado en una de las muchas rampas que subimos.
Una vez estuvimos todos y tras miradas reprobatorias de Miguel (adicto a la puntualidad) hacia el Bombi comenzamos a rodar y salimos de Guadalix por la carretera M-625 en dirección Navalafuente. Enseguida dejamos la carretera. A la altura de un giro cerrado a la derecha nosotros seguimos por una pista de tierra que se abre de frente a nuestro sentido de circulación. Ojo aquí con cruzar el carril contrario porque no hay mucha visibilidad.
Tras unos pocos de metros por la pista de tierra sabréis dónde hay que girar a la izquierda por el inconfundible olor a mierda de una explotación que hay al lado del camino. Imagino que es un sitio desde el que se distribuye abono y hay montañas de este pestilente producto. Para potar, verdaderamente.
Del Bustarviejo se sale por la puerta grande, subiendo como un cabrón, para terminar de romper las pocas fibras musculares que quedaban sanas en nuestras castigadas piernas. Apenas son 3 kilometritos pero joden bastante, todo sea dicho. Menos mal que, ahora sí que sí que sí... solo queda bajar y bajar.
Pero por si lo del desconchón del cuadro de Miguel fuera poco, como a perro flaco todo son pulgas, el infortunio se cebó con nosotros haciendo que Raúl cruzara la rueda en la recepción de un salto saliendo por encima del manillar y aterrizando malamente con las manos en postura incómoda. No creáis que la bajada invitaba a saltar... es el nervio de Raúl que le hace ir buscando todas las irregularidades del camino para saltar por encima. Y alguna vez le pasa, claro, que se cae. Esta caída fue en el lugar que muestra la siguiente foto. Como veis, sin dificultad. Raúl tiró del manillar con más fuerza en un extremo que en la otra para saltar por encima de una piedra que había al lado derecho. Casi podríamos decir que se trata de una caída autoinfringida. Esto otorga muchos puntos de perdedor, sin duda.
Nos retiramos del camino porque sabíamos que venía un grupo de ciclistas detrás nuestra y no había mucha visibilidad. Raúl seguía mareado y se tenía que tumbar. No sabía si tenía rota la muñeca, que es lo que más le dolía. Esperamos un ratito a que se le pasara el mareo pero el sol pegaba fuerte.
Caminamos hasta una sombra cercana. A Raúl le vino bien moverse, al menos se le pasó el mareo. Tuvimos que colocarle el manillar, que de la caída se le había girado ligeramente. La bici no sufrió daños salvo una picada en el sillín y un restregón en el cambio.
Estábamos a las afueras de Valdemanco y decidimos llegar hasta el pueblo. Raúl, mal que bien, se había recuperado lo suficiente como para poder recorrer los escasos cientos de metros cuesta abajo por pista en buen estado sujetando el manillar con la mano derecha (la buena, claro) y apoyando el antebrazo izquierdo para mantener el equilibrio. Estaba claro que así no podía seguir así que tras valorar distintas opciones decidimos quedarnos él y yo en la terraza de un bar mientras el resto terminaban la ruta y Sergio volvía a por nosotros en su coche con el portabicicletas con capacidad para tres.
Del resto de ruta no puedo decir mucho salvo lo que me han contado los colegas y lo que he podido ver en las fotos. Parece ser que había tramos muy jodidos de rocas gordas...
...alguna zona muy enfangada rodando en paralelo a las vías del tren
...y también por camino...
...y algún sendero con roderas de agua tan profundas que hacían imposible rodar.
Pero mejor se podrá ver en un vídeo exclusivo y de mucha acción:
Por supuesto, Raúl así lo habría querido, al finalizar la ruta hubo refrigerio, que el sol apretaba y la ruta había tenido su dureza.
Poco más de una hora más tarde de habernos parado en el bar, llegó Lude a por Raúl y a por mí. Montamos las bicis en el coche y volvimos hacia Guadalix. Bajamos la bici de Raúl y al propio Raúl y metimos su bici en su coche. Aunque tenía alguna duda le pedimos que se fuera directamente al hospital. No penséis que somos tan cabrones como para no acompañarle. Si lo hubiera necesitado hubiéramos ido con él, claro está, pero se valía perfectamente por sí solo. El diagnóstico, restregones de primer grado en brazos y manos y esguince de muñeca. Sin rotura, por suerte. Para muestra un botón:
Raúl, esperamos que te recuperes pronto y que en un par de semanas podamos volver a juntarnos para salir en bici que me consta que Jesús nos tiene preparada una buena.
Por cierto... se me adeudan 10 kilómetros de bajada (me chupé toda la subida y nada de bajada) y a Lude un par de jarras de cerveza, que entre idas y venidas no se las pudo tomar. Ahí queda dicho.
La jornada del domingo - Minuto y resultado - 30/05/2021
Como si de una competición liguera se tratara, el pasado domingo 30 de mayo los Perdedores salimos cada uno por nuestra cuenta a dar una vueltita en bici... que en algunos casos fue algo más. De manera que al más puro estilo Carrusel Deportivo (o Tiempo de Juego) en esta entrada narraremos el minuto y resultado en los diferentes campos por los que se distribuyó la actividad ciclística perdedora.
Sergio y su familia participaron en la jornada adelantada al sábado dando la vuelta el embalse de La Pinilla, un recorrido que intenté hacer sin éxito a finales de verano de 2020 resultando en un motín familiar. Sergio lo hizo bien y disfrutaron de lo lindo del recorrido.
Tomo nota para futuras excursiones familiares. Hay que hacerlo en sentido antihorario.
También El Bombi salió en bici el sábado para darle una "vueltita larga" al embalse de Valmayor. Más de 60 kilómetros entre pecho y espalda.
Ya el domingo, de los más tempraneros en anunciar minuto y resultado fue Juancar que a las 9:30 ya se había tomado el segundo desayuno tras recorrer casi 40 kilómetros a una media de casi 20 Km/h. Un tentempié muy merecido, sin duda.
El primo Christian salió con los "zorros bikers" por Olmeda, descubriendo un paraje impresionante que no tenía catalogado a pesar de estar relativamente cerca de su casa. La ruta, de 56 kilómetros con mucha senda, seguro que merece la pena.
El Bombi hizo doblete y el domingo también cogió la bici, esta vez para dirigirse hacia el norte en vez de hacia el sur en una ruta con menos kilómetros pero más desnivel.
Y si la fortuna lo hubiera querido pudo haberse encontrado con Jaime y Ángel ya que rodaron por la misma zona.