Quantcast
Channel: Perdedores BTT
Viewing all 275 articles
Browse latest View live

Vídeo oficial de la Clásica de las Porras 2020

$
0
0

Parece que 2021 ha empezado rarete y con la fuerte nevada que ha dejado Filomena no es prudente salir a montar en bicicleta. Así que nos conformamos reviviendo momentos pasados, como ha hecho el primo Christian con este vídeo recordatorio de la última edición de la Clásica de las Porras de Olmeda celebrada el 31 de diciembre de 2020. Ahí es lo dejo.


Este año las porras con chocolate no pudieron ser, así que el avituallamiento consistió en sendos bollos con una pinta tremenda. El chocolate no se perdonó, eso sí, que una bebida caliente sienta muy bien un 31 de diciembre.

¡Esperamos con ilusión poder reportar la próxima edición de la clásica de las porras que ya será la sexta! 

Cambio a monoplato - La teoría.

$
0
0

Queridos y fieles lectores, ya he demorado bastante el momento de pasar mi bicicleta a monoplato. Desde el mismo día que la compré tengo en mente cambiar el doble plato por un monoplato pero siendo que con las 20 velocidades me he encontrado tan a gusto... he ido haciendo pereza. Hasta que los Perdedores fuimos al Parque de los Cerros de Alcalá, en noviembre. 

En esas terribles cuestas encontré, una vez mas, mis límites. Siendo en los ascensos donde más sufro cualquier ayuda será bienvenida y el cambio a monoplato me aportará un desarrollo menor para subir paredones y un ligero ahorro de peso, que siempre es bienvenido.

Vamos a teorizar un poco, pero solo un poco, sobre los desarrollos. Tengamos presente la siguiente fórmula:

Desarrollo= (Dientes plato/Dientes piñón) X Circunferencia de la rueda

Que nos devolverá la distancia que nuestra bici recorrerá con cada pedalada. 

Para calcular la circunferencia de la rueda podemos medir haciendo avanzar la bici una vuelta completa de rueda o aplicar la fórmula 2πr siendo r el radio de la rueda. El valor del radio depende del tamaño de la cubierta que tengamos, claro. En mi caso, para una cubierta de 2,1" en una rueda de 29" el radio mide 0,363m, de manera que la longitud de la circunferencia resultante es 2,280m. Esto quiere decir, que con cada vuelta que dé la rueda mi bici avanzará 2,280 metros.  

 Con esto en mente vamos a calcular mi desarrollo máximo y mínimo actual en la configuración 2x10:

  • Mínimo = (24/36) x 2,280 = 1,520 metros
  • Máximo = (38/11) x 2,280 = 7,879 metros
Y lo mismo, para mi futura configuración 1x10 con plato 32t y casete 11-50:

  • Mínimo = (32/50) x 2,280 = 1,459 metros
  • Máximo = (32/11) x 2,280 = 6,635 metros

Hay algunas webs que facilitan mucho el cálculo de desarrollos, como esta.


Ahora vamos a interpretar estos datos. Es evidente que perderé "velocidad punta". de avanzar 7,8m por pedalada a avanzar 6,6m hay una diferencia significativa, pero no me importa. Ir rapidísimo nunca ha sido mi prioridad. 

En cambio con la nueva configuración avanzaré menos con cada pedalada con el desarrollo mínimo. Esto parece contradictorio pero la lectura que hay que hacer es que tendré que hacer menos fuerza para avanzar lo mismo a costa de dar una pedalada y un poquito más. Es como si el molinillo lo fuera más. 

De manera que la teoría soporta mi decisión de cambiar a monoplato para sufrir menos en las cuestas duras. Como detonante del cambio también hay un grandísimo porcentaje de postureo, no voy a negarlo, claro.

En una entrada futura detallaré el proceso mecánico del cambio. ¡Permaneced atentos a vuestras pantallas!  

¿Segunda bici para segunda residencia? Pros, contras y divagaciones.

$
0
0

Charloteando un día tonto en el grupo de whatsApp de Perdedores BTT surgió (milagrosamente) un tema lo suficientemente interesante como para desarrollarlo en una entrada de este blog: ¿Es mejor tener una segunda bici en la segunda residencia o es mejor llevarse la bici "titular" allá donde vayamos? Vamos a analizar las ventajas y los inconvenientes de ambas opciones.  

Quien más, quien menos tenemos acceso a una casita en el pueblo o a un apartamento en la costa para poder disfrutar de unos días libres de vacaciones con cierta recurrencia. Además, como nos gusta montar en bici, no es de extrañar que se nos pase por la cabeza disfrutar de alguna que otra ruta por los alrededores de esta segunda residencia. 

Elegir entre transportar nuestra bicicleta "titular" o contar con otra bicicleta en nuestra localidad de destino es una decisión, creo yo, bastante ligada a la forma de ser de cada uno. Yo, por ejemplo, prefiero evitar transportar la bicicleta y tengo sendas bicis en las dos  casas a las que acudo frecuentemente cuando tengo unos días libres. Pero entiendo que os pueda surgir la duda y como el objetivo principal de este blog es la labor social vamos a tratar de ayudaros, confundidos e indecisos lectores, a tomar la mejor decisión en base a vuestra forma de ser y a vuestras necesidades personales.

Repito que estas valoraciones son de naturaleza 100% subjetivas y que al final cada cual le da el peso que considera a cada uno de los factores, así que entendamos estas reflexiones, simplemente, como aspectos a tener en cuenta. 

  • Las cosas del transporte

Vamos a partir de la base de que a esta segunda residencia vamos a ir varias veces al año. De otra forma la decisión parecería clara a favor de llevar nuestra bici habitual evitando tener una segunda. Siendo que transportar la bicicleta se va a convertir en una actividad recurrente tendremos que tener en cuenta cómo efectuamos este transporte. 

Evidentemente cumpliremos con las normas de seguridad de tráfico y de sentido común así que no llevaremos la bici malamente dentro del coche, lo que deriva en la necesidad de adquirir un portabicicletas del tipo que sea: de techo, de portón o de bola... y almacenarlo en casa cuando no lo usemos. Ojo con esto que parece una tontada pero menudos quebraderos de cabeza puede ocasionarnos el mamotreto del portabicicletas de bola si vivimos en un piso sin trastero. 

En mi Dacia Logan Break íbamos 3 bicis y 3 ciclistas quitando solo las ruedas delanteras

Una desventaja de transportar una bicicleta durante un viaje largo es que si paramos a comer o a tomar un café no podemos despistarnos y dejar la bici montada en el portabicicletas por muy bueno que sea el sistema antirrobo que tengamos. Yo me pensaría mucho dejar mi bici "de cabecera" en el aparcamiento de un restaurante de carretera durante la hora de la comida sin tenerla a la vista. No solo por el valor económico en caso de robo, sino por el disgustazo de perder uno de los objetos que mas satisfacciones me proporciona, que he comprado y customizado a mi gusto durante años y con la que me encuentro 100% en sintonía.    

El incremento en el consumo de combustible si usamos un portabicicletas de techo es un factor menor, pero a tener en cuenta. Cuidado también, si usamos este tipo de portabicicletas, a la hora de pasar por puertas de aparcamientos subterráneos o a la hora de aparcar el coche a la sombra en los típicos aparcamientos de las áreas de descanso con restauración. Y si el portabicicletas es de bola habrá que tener cuidado con maniobrar marcha atrás y a la hora de aparcar en batería en calles estrechas porque el portabicicletas puede sobresalir más de la cuenta.

Sí, la foto es una mierda. El Bombi se ha currado un sistema muy original para transportar la bici con seguridad dentro del coche.

Adquirir un portabicicletas para nuestros desplazamientos con bicicleta a la segunda residencia nos abre un abanico de posibilidades. Tiene el efecto secundario de facilitarnos la vida a la hora de transportar la bici o las bicis de la familia en cualquier circunstancia. Para un fin de semana a una casa rural, para una excursión de un día cerca de nuestra residencia.

  • El mantenimiento

Si somos personas decentes de las que se visten por los pies tendremos nuestras bicicletas razonablemente bien mantenidas. Dedicamos tiempo a lavarlas, lubricarlas, renovar el líquido de las ruedas... hacerles el mantenimiento requerido a fin de cuentas. Lo haremos nosotros mismos (yo lo considero una parte "disfrutable" de este deporte) o encargaremos estas tareas a un taller, pero raramente tendemos la bicicleta "titular" en mal estado.

En cambio, si hablamos de la bicicleta de la casa del pueblo puede pasar que cuando vayamos a echarle mano no esté en condiciones. Las ruedas, casi seguro, habrán perdido la presión, pero esto es fácil de solucionar. Más complicado será si tenemos que meterle presión a horquillas o amortiguadores porque estaremos obligados a transportar la bomba de alta presión o a adquirir una segunda bomba para la casa del pueblo. Esto mismo pasará con el resto de herramientas. Si tenemos una segunda bicicleta para evitar transportar nuestra montura habitual nos generamos la necesidad de procurarnos un set de herramientas de mantenimiento.

Mini-Kit para llevar en la mochila. La bomba es muy bonita pero no es muy operativa que digamos...

También puede suceder que en nuestros desplazamientos, si tenemos otros compromisos, no tengamos tiempo para dedicarlo al mantenimiento. Y si tenemos que acudir a un taller puede pasar que si estamos en un entorno rural las opciones escaseen. Por ejemplo, en Conquista (Córdoba), donde mi familia tiene una casa, no hay ni tienda ni taller. El más cercano está en Villanueva de Córdoba, a apenas 16 kilómetros... pero si voy al pueblo por 4 días, generalmente dos de ellos es fin de semana y tengo que llevar la bici al taller difícilmente podré recogerla un lunes o un martes. De manera que si tenemos una segunda bicicleta y esta requiere de mantenimiento, o bien lo hacemos nosotros o bien nos la tendremos que traer a nuestra residencia habitual (la bici o la pieza necesitada de mantenimiento, como puede ser el caso de la horquilla) si acaso tenemos que llevarla al taller.  

  • El aspecto económico

Mientras que transportar nuestra bici prácticamente solo nos genera el coste asociado al leve incremento en el consumo de combustible (despreciable a lo largo del año) y la adquisición, si acaso no lo tenemos ya, de un portabicicletas adecuado, contar con una segunda máquina conlleva duplicar el coste de bicicleta y equipación... O tal vez no tanto, como veremos en los siguientes puntos. Pero en cualquier caso no sería lógico evitar transportar la bicicleta pero sí transportar casco, gafas, ropa, etc. 

De manera que lo más lógico, si hemos decidido hacernos con una segunda bicicleta, es hacernos con una segunda equipación. Sumando, tenemos el coste de la bici, el coste de las herramientas necesarias para un mantenimiento mínimo y el coste del equipamiento incluyendo ropa, protecciones (casco, guantes, gafas...) y, por supuesto, kit de herramientas para la ruta, como multiherramienta y kit de reparación tubeless o parches y cámara de recambio.  

Ojo, que todo lo que te ahorres en chismes de bicis te lo puedes gastar en cervezas.

A fin de cuentas, este parece uno de los aspectos más indiscutibles: Sale sin duda mucho más barato transportar nuestra bicicleta (a no ser que nos la roben en el aparcamiento del restaurante de carretera).

  • ¿Qué pasa con el resto del equipo?

Como hemos dicho en el punto anterior, si transportamos nuestra bicicleta también tendremos que transportar el resto de la equipación. Sería raro que pensáramos en llevar la bici a cuestas pero evitar mover la equipación disponiendo de una segunda en nuestra casa de descanso. Y si los Perdedores somos algo, eso es coherentes. 

Yendo un punto más allá, si a la segunda vivienda solo vamos en verano servirá con tener una equipación ligera que podemos incluso lavar a diario porque se secará de un día para otro. Pero si a la casa de vacaciones vamos durante todo el año con intención de disfrutar del ciclismo de montaña tendemos que disponer de equipación de invierno y equipación de verano. Esto supone muchas cosas: maillots largos y cortos, chaqueta, cortavientos, culottes largos y cortos, guantes de invierno y de verano, bragas para el cuello, impermeable, zapatillas, cubrebotas... 

Es 100% lógico no duplicar equipamiento tecnológico de elevado coste como un GPS o una GoPro. Estos dispositivos, además, ocupan poco en nuestro equipaje y sería de tontos (o de gente con mucho dinero) tener un GPS en cada casa... a no ser que en la segunda vivienda tengamos el que hemos "desechado" de la primera, como veremos en el siguiente punto.

Por contra, si decidimos transportar todos los "avíos" junto a la bici tendremos que contar con un "bulto" mas en nuestro equipaje.  

Ciclista estándar de viaje a su segunda residencia

  • La calidad del banquillo

Este es uno de los puntos más interesantes que debemos discutir. ¿Vamos a tener en nuestra segunda residencia una bici (y un equipamiento y toda la vaina que ya hemos comentado en puntos anteriores) equivalente en precio/calidad/prestaciones a la de la vivienda habitual? 

Si tenemos el dinero por castigo seguramente sí... Pero los Perdedores somos pobres como ratas (o al menos tenemos mentalidad de pobre) de manera que si nuestra opción es adquirir una segunda bicicleta para la segunda vivienda evaluamos con mucho detenimiento qué uso le vamos a dar y con qué frecuencia (importantísimo). Me pongo de ejemplo. A Conquista voy cuatro o cinco veces al año. Allí he tenido diferentes bicicletas pero nunca una demasiado cara. La primera que tuve fue una BH Top Line que compré expresamente para llevarla allí. 75€ me costó de segunda mano en el año 2003, si no recuerdo mal. También tuve una Ridley de ciclocross modificada para hacerla más versátil y finalmente una Kona Explosif de 1994 actualizada para hacerla más cómoda. Ninguna de estas bicicletas tiene gran valor económico pero son (o han sido) suficientes como para darme muchas satisfacciones en mis rutas cordobesas. 

Si encontráis el punto de enfoque, decídmelo porque yo no he sido capaz

Cerca de Las Navas del Marqués tengo una casa. Antes iba cada fin de semana y por lo tanto tenía allí la bici "buena". Al dejar de ir con tanta frecuencia la bicicleta que tengo allí es la ex-titular, por decirlo de alguna forma. Una 26" de aluminio bastante ligera y plenamente funcional. Miguel ha hecho lo mismo este verano y ha disfrutado de rutazas de auténtico ciclismo de montaña en Galicia con su Corratec, una bici que ya tenía prácticamente acumulando polvo tras haberse comprado primero la Alma y luego la Oiz. Y es que es perfectamente entendible que las bicicletas o equipación/accesorios que vamos a utilizar en nuestra segunda residencia sean los que vamos retirando del uso de la vivienda habitual. Si compramos una chaqueta nueva, llevamos la vieja a la segunda residencia para seguir dándole uso, por ejemplo,

Y si necesitamos algo para este uso esporádico es también bastante razonable acudir a Aliexpress o a la excelente relación calidad-precio de Decathlón para cubrir nuestra necesidad con garantías (al menos si vamos a Decathlón) sin hacer un gran desembolso. 

  • Los intangibles

No podemos dejar de evaluar los factores intangibles. Uno de ellos es la nostalgia. Os he comentado que en Conquista uso una Kona Explosif.  De lo primero que hago cuando llego a esa casa es ir a verla, solo por mirarla. Se me pone la sonrisa en la boca . Y lo mismo me pasa cuando me pongo el típico maillot viejo que he retirado del cajón de la ropa de la bici de Madrid. Y no te digo nada cuando cojo la mochila Rockrider, la primera mochila para ciclismo que tuve. Ese tipo de cosas tan personales cuentan mucho para mí. Al menos con esta bici, con otras no tengo tanto apego, eso está claro, y renunciaría a ellas sin dudarlo. Hace tiempo que superé el famoso síndrome de Biciógenes. 

¿Habéis vuelto a utilizar una bicicleta rígida de aluminio de 26" tras años de usar una doble de carbono de 29"? Yo, sin duda, no volvería a la bicicleta antigua pero este verano he tenido ocasión de utilizar con frecuencia mi querida RCZ y me ha encantado. 

En ocasiones puede suceder que llevemos la bici a cuestas y un imprevisto nos impida disfrutar de la ruta que teníamos planeada... y acabemos habiendo transportado la bicicleta y la equipación en balde. Si tenemos una bicicleta en nuestro destino parece que nos ahorramos este mal trago.  

¿Se os ocurren más factores a favor o en contra que no hayamos tenido en cuenta? Dejadlo en comentarios, dadle a "like" y suscribiros... ¡Ah, que esto no es aquí!

Riñoneras para MTB ¿Me cabrá todo lo que quiero llevar?

$
0
0

Hacía meses que venía barruntando la idea de hacerme con una riñonera para sustituir a la mochila a la hora de llevar herramientas y avíos en mis rutas con la bicicleta de montaña, pero no acababa de lanzarme. 

Cuando vi a Raúl utilizar una y hablar maravillas, especialmente porque le ayudaban a mitigar los dolores en el cuello que viene sufriendo tras varias horas de ruta con mochila, me decidí a probar. Pero por si acaso no me convencía el invento recurrí a la opción china para gastar poco dinero y compré este modelo:

A la venta en Aliexpress por cuatro perras

Naturalmente los tirantes los he desechado porque una cosa es ir moderno y otra cosa parecer gilipollas, no mezclemos. 

Cuando he recibido la riñonera, un mes y una semana después (como es preceptivo al comprar al gigante asiático) la primera impresión ha sido buena. Tiene un tamaño adecuado, un acolchado adecuado y en general unos acabados razonablemente buenos. No parece que se vaya a romper son solo mirarla, si bien algunas partes podrían estar mejor acabadas. El tiempo dirá si las cremalleras, que no son selladas aunque en las especificaciones se diga que el material es impermeable, resisten o si por contra se acaban rompiendo. 

Lo que sí me ha llamado la atención enormemente es la gran capacidad de carga que tiene. No se especifica la capacidad, según mis cálculos basados en las medidas ronda los 6 litros. Este modelo no viene preparado para ser utilizado con vejiga de agua. No me preocupa porque siempre uso bidón y rara vez recurro a llevar agua en la espalda, solo cuando la ruta es larga y sin fuentes donde abastecerse. 

El número de compartimentos no es excesivo, pero sí suficiente. Tiene huecos a ambos lados para llevar sendas botellas de agua o bidones adicionales. Dudo que los use. Dos bolsillos frontales para las cosas de tener a mano, dos bolsillos laterales al comienzo de las correas que quedarán a ambos lados de la cadera y un bolsillo central enorme desde el que se accede a un bolsillo interior que se cierra con otra cremallera para guardar los objetos que queremos mantener más protegidos. 

En fin, como no se trata de hacer una review profunda de un modelo de riñonera en concreto, no voy a seguir describiéndola porque el propósito de esta entrada (y de una futura en la que expondré mis impresiones tras usar la riñonera en una ruta) es explicaros, queridos lectores, de primera mano si merece la pena desechar la mochila en favor de la riñonera. Así que vamos al grano. Lo primero será ver si me caben todas las cosas que suelo llevar en ruta:


  • Mini-bomba con un manómetro que no vale ni para tomar por culo.
  • Chubasquero que ocupa poco, pesa poco y en más de una ocasión me ha salvado de llegar a casa mojado hasta las trancas.
  • Unas cuantas monedas. Herencia de cuando las llevábamos para llamar por teléfono desde una cabina en caso de urgencia. Ahora las llevo para tomar una cerveza en caso de urgencia.
  • Antirrobo. Es básico, seguro que se abre con mirarlo... pero me da seguridad llevarlo por si tengo que dejar la bici momentáneamente para entrar a comprar algo a una tienda, por ejemplo. 
  • Un gel y una barrita. Suelo llevar más de una unidad de cada, de hecho.
  • Bolsa con herramientas. Llevo desde una rulina del cambio hasta un tornillo de las calas pasando por una patilla de cambio de recambio. Llamadme exagerado, pero si llevo estos recambios es porque en alguna ocasión me han hecho falta en ruta (a mi o a compañeros de ruta). No faltan, claro está, bridas, herramientas para reparar tubeless, bomba de C02... vamos, el taller en ruta.
  • Multiherramienta Topeak Allien II, la madre de las multiherramientas. Solo le falta la fresadora y la sierra de calar. Lo malo es que pesa un huevo y medio.
  • Cámara de recambio, por si la cosa se pone muy mala a la hora de reparar el tubeless.
  • Paquete de clínex, por si nos entra un apretón, que nunca se sabe. 
Pues todas estas cosas han entrado DE SOBRA en la riñonera, para mi sorpresa y regocijo. 

Ahora bien, vamos a evaluar el peso. La mochila que uso habitualmente, una Deuter muy maja que los amigos me regalaron hace varios siglos, pesa 670 gramos. La riñonera, 360 gramos. Prácticamente la mitad. Eso es bueno. Pero mi gran duda es que la riñonera cargada pesa 1,65 kilos. Entiendo que si hay riñoneras para ciclismo de montaña preparadas para llevar agua, llevar 1,65 kilos en la cintura no es ninguna locura, pero me he colocado la riñonera "para probar" y se me ha hecho un poco raro, acostumbrado como estoy a llevar ese peso (un poco más) en la espalda.

¿Molestará a la hora de moverse encima de la bici?

¿Me producirá dolores tras varias horas de ruta?

Soy un mar de dudas. A ver si este fin de semana la lluvia, la nieve, los temporales y los extraterrestres nos dan una tregua y puedo por fin salir a dar una vuelta en bicicleta, estreno la riñonera y os cuento mis impresiones de primera mano.

¡Permaneced atentos a vuestras pantallas!

Cambio a monoplato - Una serie de catastrófica desdichas

$
0
0

En una entrada anterior, queridos y fieles lectores, introducía el tema de mi cambio a monoplato. En esta segunda entrada (de una serie de tres porque en la próxima compartiré mis valoraciones sobre el terreno) voy a explicaros todo lo acontecido durante el proceso de sustitución de mi sistema de doble plato, con el que yo era tan feliz, por el plato simple y todas las peripecias y maldiciones de las que, sin duda, he sido víctima. A la hora de escribir estas líneas, viernes 29 de enero por la tarde, he recuperado la compostura, perdida entre el miércoles y viernes por la mañana por la sucesión de desastres mecánicos que sin más preámbulos comenzaré a contaros ahora mismo.   

Comenzaré diciendo que yo me tenía por un mecánico razonablemente bueno. Al menos, nivel usuario avanzado. Pues toda mi experiencia, que son años trasteando con bicicletas, se han ido a la mieeeeeeerda esta semana.

Lo primero, lógicamente, es desmontar los componentes de doble plato. De manera que comienzo con el casete. Me costó un huevo y medio. No quería salir. Estaba como gripado al núcleo y tuve que echar aceite (con cuidado y talento para no manchar el disco) y hacer palanca con cuidadito y un buen destornillador. Salió, pero me hizo sudar.

A medida que iba quitando componentes iba pesándolos para poder documentar al final del proceso el ahorro de peso.

Seguro que ya lo sabéis pero para quitar un casete se suelen necesitar dos herramientas: una estriada para desenroscar la tapa y una que es una palanca con un par de trozos de cadena para fijar el casete y que no gire, ya que la tapa es una tuerca que se afloja en el mismo sentido de giro del casete. No he documentado este paso porque seguro que en entradas de la prehistoria de este mismo blog hay fotos y explicaciones precisas y (bastante) profesionales.

De momento vamos bien. Sigamos ahora con los platos. Atentos, que empiezan las torpezas. En un primer intento trato de evitar sacar las bielas desatornillando los platos y sacándolos por la biela. No puedo porque el primero no sale por poco. Pero no se me ocurre pensar que el pequeño, de 24t no iba a salir ni de coña: raciocinio humano 1 - Moisés 0. 

De manera que saco las bielas y con comodidad desatornillo los platos quitando los tornillos de serie de las bielas XT: de aluminio y con cabeza torx.

Platos fuera.

Y los pesamos, naturalmente.

Bueno... intentar sacar los platos sin desmontar las bielas ha sido una torpeza, pero tampoco hay que volverse loco. Los platos están fuera y el monoplato presentado. Pero antes de montarlo, lo peso. Se trata de un plato ovalado de 32t sin offset de Aliexpress comprado por cuatro duros. Esto es, lo de no tener offset, que es plano y no ayuda a centrar la cadena en el caso de montarlo en unas bielas de doble plato como voy a hacer yo. De haberlo tenido en cuenta, lo hubiera comprado con medio centímetro de offset para que la cadena fuera menos cruzada en la corona grande (Capitán A posteriori),.

Atención, que empiezan las curvas. No es la primera vez que pierdo un tornillo de plato por no apretarlo en condiciones y por lo tanto tengo especial cuidado en dejar el monoplato fírmemente fijado a las bielas. Estas no tienen rosca de manera que por la parte de atrás, no se ve, van las tuercas con una muesca, una ranura, para sujetar la tuerca mientras apretamos el tornillo y evitar que ambos giren y conseguir el apriete.

Pues no tenía los santos cojones de apretar bien los tornillos. Esto, que es de primero de mecánica de bicis y he hecho dos millones de veces, simplemente "no me salía". Así que como hoy en día hay herramientas para todo y Amazon te lo pone en casa de un día para otro, me compré, flipa, la herramienta de Shimano específica para sujetar esas tuercas con ranura. 

Foto de Amazon para uso y disfrute del lector 

Así que dejé la tarea de apretar el plato a medias hasta recibir la llave y me puse a montar el prolongador de la patilla del cambio que venía con el casete. Siendo este de 50t, iba a necesitarlo.


Pues el tornillo que unía el prolongador a la patilla del cuadro era de aluminio... y primero lo pasé de rosca y luego acabé de joderlo. Yo compro mucho en Aliexpress y la mayoría de las veces con acierto pero creo que el "putas mierdas chinas" en este caso se escuchó en Wisconsin. 


Nada que un minuto en Amazon no solucione. Al día siguiente tendré un prolongador nuevo en casa por 7 €. Se me estaba complicando la cosa, no te voy a decir que no... pero ahora sí que hay que agarrarse, que viene la parte del casete nuevo. Se trata, una vez más, de una adquisición de Aliexpress. 

Foto del anuncio de Aliexpress

Por poco más de 70€ un casete 11-50 con un buen peso... no me pareció mala compra.


Al tratar de apretar el cierre del casete, no cogía rosca. Y cuando la cogía, entraba torcida. Pude estar cerca de una hora con los ojos inyectados en sangre tratando de poner la rosca derechita hasta que se me hinchó tanto la vena que la metí torcida hasta el corvejón. Podríamos hacerlo pasar como un caso de locura transitoria. Y me acosté. No quise seguir porque sin duda no estaba siendo mi día.


Tuve pesadillas con núcleos de la marca Miche, con chinos y con roscas trasroscadas. A la tarde del día siguiente me fijé en que, al haber metido el cierre del casete trasroscado, las coronas más pequeñas hacían un ocho al girar así que decidí tragarme mi orgullo de mecánico aficionado y recurrir a la ayuda de un profesional. Me llevé la bici al taller aprovechando que tenía que ir para comprar una cadena 10v, que la que tenía puesta no era lo suficientemente larga para llegar a la corona grande de 50t.

El mecánico desmontó el núcleo de la rueda (yo no tuve ni talento ni paciencia ni ganas para hacerlo) y... ¿A qué no sabéis qué pasó? un tornillo, el que hace de prisionero del casquillo del lado del disco, un tornillo con cabeza allen de 2 mm que yo había estado manipulando estaba con la cabeza redondeada. Apuntad otro en mi cuenta, suma y sigue. Sujetó el núcleo en un tornillo de banco y con grasa, una herramienta de cierre de casete profesional y un cierre de acero pudo rehacer la rosca. Ole. Parece que la cosa empezaba a mejorar. Pero me dijeron que los rodamientos del núcleo y de la rueda estaban hechos una mierda. Y es verdad que girando el eje a mano se notaba mucha fricción así que aprovechando que estaba desmontado dejé la rueda allí para que le cambiaran los rodamientos.

Esa noche dormí un poco más tranquilo.

Al día siguiente fui a por ella y como ya no me fío de mis capacidades cognitivas llevé el casete para que de paso me lo montaran. Y como un niño con zapatos nuevos me volví a casa dispuesto a terminar la operación de cambio a monoplato, que me cago en cuando se me ocurrió la idea con lo bien que me iba a mi el doble plato. ¡Maldito postureo!  

Antes de montar la rueda en la bici me puse a apretar los tornillos del plato, que recordaréis que es una cosa que tenía pendiente. Como ya había recibido la maravillosa herramienta Shimano ya podía fijar las tuercas y apretar los tornillos. ¿Y sabéis qué pasó? ¡Que pasé de rosca dos de los cuatro tornillos! 


¿Qué me estaba pasando? ¡Me estaba idiotizando por momentos! Menos mal que soy de guardar las cosas y encontré una bolsita con un montón de tornillos de plato. Cogí cuatro de los buenos, de acero, de los que se aprietan con una allen y sus correspondientes tuercas que también se sujetan con una llave allen (un poquito más grande) en vez de tener la maldita ranurita (de los cojones). Al menos pude solucionar ese problema. Esos tornillos ya están bien apretados y no se moverán.

Pero cuando quise montar la rueda en la bici... no entraba. Ni de coña entraba. Con dos lágrimas cayéndome de los ojos como dos fundas de violín llamé al taller y como quedaban 20 minutillos para que cerraran me dio tiempo de acercarme corriendo con la bici a medio montar metida en el maletero del coche. Al llegar, lo primero que hizo el mecánico fue separar las pastillas de freno y meter la rueda con "relativa" facilidad. La cara de gilipollas que se me puso tendría que ser para verla. Seguramente apreté (o alguien en mi casa) sin querer la palanca de freno y al estar la rueda en el taller las pastillas se juntaron y en mi escalada de desesperación mecánica no me dio el conocimiento como para pensar en que la rueda no podía entrar por eso. Raciocinio humano 2 - Moisés 0.

Pero no... ya de vuelta en casa y tras meter la rueda no era capaz de ajustar el freno sin que rozara con la pastilla del interior, aún teniendo la pinza desplazada todo lo posible hacia dentro. Eso era cosa de la operación de mantenimiento del núcleo, que no había quedado como debería. Así que decidí ir por tercera vez al taller al día siguiente y dedicarme a tratar de ajustar el cambio, ya que había recibido el prolongador de la patilla de recambio (recodad que había jodido la rosca, qué raro en mi...). 


No lo conseguí a la primera. Primero hasta que "descubrí" que los platos ovalados como el que yo había montado no se llevan bien con el sistema Shadow Plus de Shimano. Desactivando este pude mínimamente conseguir que la cadena pasara por todas las coronas pero le costaba mucho, muchísimo, bajar a la más pequeña. Así que tocando también un poquito el tornillo que aproxima el cambio al casete pude dejarlo medio aceptable. 

Por cierto, que no lo he dicho, quité el resto de componentes de la transmisión 2x10 correspondientes al 2. Adiós al desviador.


Adiós al mando y adiós a cables y fundas.


En mi tercera visita al taller esta vez con la bici completa y el disco trasero rozando, el mecánico revisó el buje y se dio cuenta de que había montado un casquillo mal. Al colocarlo bien la rueda ha entrado en su alojamiento como si nada y el freno ha podido ajustarse a la perfección. ¡¡¡Bien!!! 

Y ya que estábamos allí se ha enrollado y me ha ajustado el cambio. Yo no creo que hayáis tenido paciencia como para seguir leyendo hasta aquí, pero realmente lo que viene es muy interesante. Ha mandado a tomar por culo el prolongador, que además no había forma de dejarlo bien sujeto contra la patilla por la forma de ambos. 

El prolongador era una fuente infinita de problemas en potencia

Ha sustituido el tornillo de separación del cambio por otro mucho más largo (de unos 2 cm) y con esto y su talento ha conseguido ajustar el cambio bastante, bastante bien. 


Solo he podido probar la bici un poco por la calle, pero me ha dado muy buena impresión. Con la corona de 50 podéis ver que prácticamente la roldana superior roza... tengo que probar en una cuesta en condiciones qué tal se siente.



Menuda odisea mecánica mi paso a monoplato. Espero que haya merecido la pena. A ver si con suerte este fin de semana puedo probar la bici y escribir la tercera entrada con mis valoraciones. Permaneced atentos a vuestras pantallas.

Ah, por cierto, el ahorro de peso ha rondado los 300 gramos. No es la repera, pero todo ayuda.

Cambio a monoplato - Comportamiento en ruta

$
0
0
Pues sí, queridos lectores, el pasado domingo 31 de enero tuve la oportunidad de salir a rodar un ratito con mi bici para probar el monoplato cuyo montaje tantos disgustos me dio. Y a falta de pruebas en condiciones más montañeras puedo ir diciendo que el resultado es satisfactorio. 

Sabiendo esto, los impacientes ya pueden hacer scroll vertical para ver las fotos y salirse zumbando de la entrada. La visita la agradezco igual. Los que tengáis más paciencia, seguid leyendo que veréis cómo justifico mi afirmación con mucha profesionalidad como es habitual en este blog.


En esta foto hay dos fallos (al menos): primero, en las fotos de bicis las bielas deben estar en horizontal. Fijaos si no en cualquier web de cualquier marca o en cualquier revista. Segundo, el casete nuevo no se aprecia bien con el tronco del pino donde he apoyado la bici. Y luego os hablo de profesionalidad.... madre mía...

El día amaneció fresco y ventoso. Y yo además equivoqué la indumentaria. En el tren inferior iba comodísimo con los calcetines de lana merino (gracias, Juancar, por el descubrimiento), los cubrebotas y unas mallas de Decathlon que no son de ciclismo sino de running y son algo más gruesas que mi culotte largo habitual y con las que iba mejor que en brazos. Pero en la parte de arriba había sustituido la capa intermedia (uso la técnica de las tres capas de la que habréis oído hablar mucho), habitualmente una sudadera ligera de forro polar, por un maillot de manga corta bastante ligerito y se me metía el frío en el cuerpo. Menos mal que en la riñonera llevo un chubasquero que me hizo las veces de cortavientos. No es lo mejor, porque transpira cero patatero, pero al menos, usándolo junto a la braga para el cuello, dejé de pasar frío.


He querido probar el plato ovalado porque dicen que se rueda mejor... pues qué quieres que te diga, moreno, yo no sé si la diferencia, en lo que a mi respecta, quedará eclipsada por el nuevo casete pero no he notado ovalidad alguna. Esperaba necesitar un poquito de adaptación a la nueva circunstancia de no dibujar una circunferencia perfecta con cada pedalada, pero no. Es que no he notado nada de nada de nada de nada. No sé valorar esto. No sé si es bueno porque ya he nacido adaptado y ahora me vienen todos los beneficios del monoplato ovalado completamente de gratis o si soy tan gañán que lo que debería ser una diferencia evidente y notoria me pasa de lado y yo sin enterarme. 

Ovalado es, de eso no hay duda

Si nos centramos en el comportamiento del casete, que es lo peliagudo del cambio a monoplato (difícilmente el plato nos dará problemas) lo primero que se me vino a la cabeza para hacer la prueba es la cuesta del cementerio de Leganés. Es una cuesta corta y que conozco bien porque la he subido muchas veces. El domingo la subí dos veces.


No nos flipemos, no es una cuesta de la muerte. Solo un dato: el KOM lo tiene un fulano en 13 segundos... así que imaginaos que tipo de cuesta es. La encontraréis como "Cuesta del Cementerio Butarque". Puede subirse al sprint. Son 330 metros a un desnivel medio del 7,4%. Vamos, que no es nada del otro mundo pero me sirve para comparar el antes y el después. La primera subida la hice nada más salir de casa, en frío. No noté gran diferencia, si os soy sincero, en cuanto a rendimiento con el monoplato respecto al biplato anterior. Eso sí, me sirvió para comprobar el funcionamiento (desde el punto de vista mecánico) de las coronas más grandes. Y para mi regocijo entraban bien y no daban saltos. 


La segunda subida la hice ya de vuelta a casa con las piernas calientes. Posiblemente, por lo tanto, sea más representativa. Y aquí sí debo reconocer que note bastante mejora. Con el mínimo desarrollo que me ofrecía el 32-50 notaba que subía sin que se me saliera el corazón del pecho. Llegué arriba con la sensación de que podía seguir subiendo muchos metros más a base de tirar de molinillo. Si hablásemos de rendimientos, de watios o de tiempos lo mismo con el monoplato salgo perdiendo, pero como a mi lo que me interesa es subir fácil... lo mismo me da. Así que yo, tan contento.

Como buena alemana, a la Ghost le gusta tomar el sol. ¡Se me va a poner la bici roja!

Pero como los casetes tienen un piñón grande y otro pequeño también quise comprobar cómo de rápido puedo ir con el 32-11 sin hacer molinillo. Así que en un tramo de carril bici con perfecta visibilidad y en condiciones de seguridad absolutas tanto para mi como para el resto de vecinos de Leganés, me puse a apretarle hasta que vi que empezaba a "molinillear" tontamente. Y esto sucedió a los, aproximadamente, 40 Km/h. A mi me vale de sobra. En montaña raramente (¿nunca?) alcanzamos esa velocidad así que no temo quedarme corto de desarrollo en la inmensa mayoría de mis rutas. Contento también en ese sentido.

Así que en términos generales estoy bastante satisfecho con el (discreto) beneficio obtenido en cuanto a facilitarme las ascensiones duras y, por que no decirlo, el postureo, que también es importante.

¿Qué tal envejecerán estos componentes chinos que he utilizado? ¿Cuánto durará el cambio bien sincronizado? Serán aspectos que tendemos que evaluar a lo largo de los meses. 


 

Riñoneras para MTB - Valoraciones empíricas

$
0
0

O lo que es lo mismo, qué tal se siente en ruta llevar todo el peso concentrado en la riñonada. Vamos a ver si soy capaz de explicar mis impresiones tras varias rutas utilizando la riñonera en lugar de la mochila. 

Lo primero que me llamó la atención es cierta sensación de agobio, de asfixia. La correa debe de ir bien fuerte para que no se mueva la riñonera y a los que tenemos un poco de barriguita de banderillero retirado... Pero es solo una sensación. Es necesario hacer esto porque si no la riñonera se caería hacia el culo.

Otra cosa que también me sorprendió la primera vez fue que al bajarme de la bici por delante, me daba la riñonera en la punta del sillín, naturalmente. Nada demasiado incómodo, solo que la primera vez sorprende.

Para los que tenemos la flexibilidad de un leño creo que es más fácil coger algo de la riñonera que de la mochila. Hablo de una barrita o un gel para comer algo o del teléfono, por ejemplo. 

En teoría, llevar el paso más abajo, como sucede si llevamos la riñonera, baja el centro de gravedad de la bicicleta haciendo el conjunto más estable y manejable. Me fiaré de la física en este caso porque si os soy sincero no he notado demasiado mejoría en este aspecto.

En ruta de unas 3 horas no he notado que se me cargasen los riñones. Tampoco me pasaba que se me cargaran las cervicales. Lo que sí es evidente... y lo será más cuando llegue el calor, es que no acabo con la espalda empapada de sudor. No voy a decir que es más cómodo llevar riñonera, porque no me lo parece, pero tampoco me parece más incómodo.   

En cuanto a capacidad de almacenamiento, como ya explicara en esta entrada introductoria, no hay diferencia. En la riñonera cabe todo lo que llevaba en la mochila, bomba incluida. 


Por todo lo anterior, me declaro afín al uso de riñoneras para ciclismo de montaña pero sin fliparnos. No me parecen la solución definitiva y veo que la principal ventaja, no teniendo problemas de espalda, que eso es harina de otro costal, para mi es evitar las grandes sudadas estivales (obviando el postureo, que no es poca cosa, ojo).

Cuando la ruta te sale rana

$
0
0

Sí, queridos amigos de las aventuras a dos ruedas. Hay días en que a pesar de que el sol brilla, la compañía es excelente, las piernas funcionan y el recorrido es precioso... la ruta sale rana. Y tal hecho aconteció a un discreto grupo de perdedores el pasado sábado 27 de febrero. Empecemos por el principio.

La ruta programada es conocida por muchos de nosotros. Y tiene de todo. Senderos divertidos, paisajes bonitos, subida, bajada, llaneo... vamos, una ruta muy completa que contemplo entre mis favoritas y que siempre me ilusiona recorrer. 

Además resulta que Sergio no la había hecho nunca y al oírnos hablar maravillas de ella acudía a la cita ilusionado. 


Ruta compartida por el usuario nano flojo

De manera que habiéndonos citado a las 9:30 en el aparcamiento de la estación de Cercanías de El Escorial, Jaime, Sergio y yo llegamos con más de 20 minutos de adelanto, tal es el miedo que nos tiene Miguel metido en el cuerpo por su poca tolerancia a la impuntualidad. Con tiempo de sobra preparamos las bicis y a nosotros mismos para comenzar la ruta. Miguel llegó puntual, claro, estrenando portabicicletas y tuvimos que esperarle pero como fuimos nosotros los que llegamos pronto y no él el que llegara tarde no pudimos meternos con él, la razón estaba de su parte.

Comenzamos a rodar y antes de salir del aparcamiento de la Renfe a Jaime se le salió la cadena. Sin duda plusmarca personal y posible récord mundial, habría que consultarlo. ¿Presagio? ¿Señales? Seguid leyendo, queridos amigos, para descubrir lo que sucedió a continuación. 

Salimos del casco urbano de El Escorial y llegamos a la M505. La idea es recorrer por el arcén los apenas 50 metros que nos separan de la salida a la izquierda que tenemos que tomar para subir por la pista que discurre junto a la vía del tren... pero Miguel decide cruzar y recorrerlos en dirección contraria. Son decisiones muy personales que no entramos a valorar en caliente, pero que si empezamos a analizar fríamente desde la distancia temporal uno se da cuenta de la acumulación de pequeños incidentes que se dieron uno detrás de otro... Porque poco después fue Sergio el que empeñado en atravesar montado la cancela que da paso al bosque de La Herrería casi se cae de manera tontísima, tirando mi bici en el intento. Por suerte, sin consecuencias ni materiales ni humanas. 

Embelesados por lo preciosísimo del paraje (recordad, bosque de la Herrería), rodamos tan, tan despacio que una muchacha haciendo footing nos adelanta sin ningún tipo de pudor. Somos conscientes de este hecho pero nos da igual, reafirmando nuestra naturaleza perdedora. La subida hasta la Silla de Felipe II la hacemos por la carretera. Me pregunta Sergio que cómo de dura es y le digo que más o menos como Garabitas (en la Casa de Campo de Madrid, para los lectores que no lo conozcan). Pero sin ser consciente, le miento. Garabitas es más tendido. Siendo cuatro, llegamos en tres tandas. Primero, Miguel. Con tanto tiempo de antelación que cuando llegamos Sergio y yo ya estaba empezando a bajar, aburrido de estar solo. Es cuando se da cuenta de que se ha dejado el teléfono en el coche, bien a la vista en el salpicadero. Como diciendo "róbame, soy un teléfono de gama alta y estoy a huevo". Preocupación hasta el final de la ruta y, creo, tercer aviso de que la cosa no marchaba bien.

Cuando llega Jaime, que no tenía buenas piernas, comenzamos a bajar hasta Zarzalejo. La bajada es rápida pero segura, por pista. Perfecta para quitarse el calentón, que a pesar de ser temprano hace tan buen día que empiezan a sobrarnos prendas de abrigo.

En Zarzalejo tenemos que pasar por encima de la vía del tren por una carretera con un poco de acera peatonal y Jaime dice que casi se cae a la vía. Cuarto micro-aviso. Seguimos rodando ahora en dirección a Valmayor. Se trata de uno de los tramos más divertidos de la ruta pero el agua y el barro echan a perder la diversión. Era imposible transitar por muchos tramos y en dos ocasiones nos vemos obligados a saltar el muro de piedra para invadir (un poco y sin malas intenciones) la propiedad privada de alguien para poder salvar charcos de agua y barro del tamaño de piscinas olímpicas (o casi). Otros muchos charcos los pasamos sobre la bici, que ya estaban de barro hasta arriba... y nosotros también.   

La media de velocidad es de pena. Empezamos a pensar que se nos va a hacer muy tarde, porque el plan es volver a comer a casa, como suele ser habitual. 

Conseguimos salir del camino y atravesamos una pista ancha para enlazar con el siguiente camino en la misma dirección. También muy divertido en condiciones normales, pero también con tramos inundados que nos obligan a salir del camino para poder avanzar por encima de medio palmo de chapapote manteniendo el equilibrio como buenamente podemos.

Llegamos al vado del arroyo de Fuentevieja. Otras veces se pasa sin mayor problema, como hizo Jaime en estas imágenes espectaculares de Red Bull TV de una repetición de esta misma ruta anterior:

Pues el pasado sábado este arroyo llevaba agua como para abastecer a una ciudad mediana. Si habitualmente tiene menos de dos metros de ancho, este día mediría sus buenos cuatro metros de agua fresquita. Esto lo sé, lo de la temperatura, porque yendo primero me atreví a atravesarlo con cuidado para no caer al agua. Pero los pues irremediablemente se dieron un buen baño. Sergio, que vino detrás, también. Jaime, que venía detrás, también. Miguel fue más listo y pasó caminando por encima de unas piedras que alguien había colocado muy inteligentemente para poder cruzar sin mojarse. 

Cruzamos la M600 sin riesgo para nuestra integridad física. Es una carretera con mucho tráfico los sábados por la mañana. Especialmente si hace buen tiempo, como era el caso. Llegamos a Valmayor y como sospechábamos el nivel del agua estaba tan alto que había cubierto el camino que discurre paralelo a la orilla. Nos vemos obligados a avanzar casi campo a través por "hierba pisada"... y así no cunde nada de nada. Además, vamos esquivando ramas bajas, palos y demás elementos naturales que habitualmente no nos encontramos por el sendero. Al menos descubrimos una nueva ventaja de llevar riñonera en vez de mochila: no me engancho en las ramas como le iba pasando a Sergio.

En un esfuerzo raro rompí la cadena. Enésima señal para que nos diéramos la vuelta y nos fuéramos a beber cerveza, que el día no estaba para montar en bici. En menos que canta un gallo lo arreglamos con un eslabón rápido y a seguir la marcha, que nos estábamos divirtiendo mucho (ironía aquí). 

Teníamos que cruzar el río Aulencia por un vado, pero parece tarea imposible. Nos cruzamos con un ciclista en dirección contraria que nos avisa de que es imposible seguir por allí, que llega un momento que un muro de piedra de tres metros de alto y una alambrada recién instalada impiden el paso. Atendemos a sus explicaciones pero como somos del género tontísimo seguimos adelante, pasando penurias, arrastrando la bicicleta, ahora sí, totalmente campo a través hasta llegar al muro de 3 metros y la alambrada que como bien nos había anunciado el amable ciclista nos impediría el paso. 

Este fue nuestro estúpido recorrido por la orilla. Pensad que el agua llegaba hasta nuestro track y flipad

Al otro lado de la alambrada nos encontramos con otro grupo de ciclistas que querían pasar a nuestro lado. Parecíamos dos grupos de preso intercambiándonos revistas guarras por cigarrillos. No pudieron pasar y tuvieron que seguir su camino por el otro lado, por la finca privada. Nosotros decidimos dar  media vuelta por donde habíamos venido, con las orejas gachas, ya resignados a no poder completar la ruta.  

La idea era regresar a la M600 y continuar por ella hasta El Escorial, pero Sergio no quiso irse de Valmayor sin darse un baño de barro así que hizo un "Juancar" y en el charco más gordo que vio se atrancó, sacó el pie del lado izquierdo y se cayó hacia el lado derecho. Pude verlo con todo lujo de detalles ya que rodaba detrás suya y la caída fue de mérito. Pena no haberla grabado porque una caída tonta en barro otorga muchos, muchos "puntos loser".

En nuestro camino de regreso nos cruzamos con un ciclista solitario que iba en dirección al muro, de donde nosotros veníamos. Le dijimos cómo estaba la cosa y el hombre nos preguntó si habíamos llegado al puente. Le dijimos que "ni puente ni puenta", que lo que hay es un muro como el de Invernalia pero el ciclista, hombre maduro, de unos 55 años, buena barriga y bien equipado, nos preguntó si éramos de la zona. Le dijimos que no, naturalmente. Al parecer, siendo de la zona o bien te salen alas y puedes volar por encima del muro o bien tienes los huevos como el caballo de Espartero y puedes atravesar el mar de zarzas y llegar al otro lado del muro. Nos dijo que en una ocasión, no recuerdo si en este siglo o en el pasado, se vio en una situación similar en el mismo sitio y echó mano de una cámara hinchada para darle flotabilidad a la bici ya que el agua llegaba a la cintura. Nos quedamos con las ganas de ver si el superhombre conseguía proseguir su ruta o si por contra tuvo que darse la vuelta. Más adelante nos encontramos con un grupo de ciclistas y parecieron más razonables y receptivos a nuestro consejo. Yo les dije que entenderíamos que siguieran adelante porque es lo que un buen español hace, como hicimos nosotros, claro. Después decidimos decirle a los grupos que nos cruzáramos que sí, que se puede salir por el fondo porque total... no iban a hacernos caso de todas formas y es una forma de darle ilusión a las personas. No se dio el caso, no nos cruzamos con más ciclistas.  

Llegamos a la carretera que nos llevará hasta la M600. Es una carretera muy poco transitada pero que se pone a picar para arriba con gusto. Miguel va sobrado, Sergio y yo no vamos mal, pero Jaime se queda atrás. Y eso que venía de hacerse rutones por La Jarosa con mucho desnivel acumulado. Hay días que el cuerpo no quiere funcionar. Llegamos arriba, a la carretera. Apenas cinco kilómetros nos separan de El Escorial y decido ponerme primero para marcar un ritmo llevadero... pero cuando quiero darme cuenta el único que me sigue es Miguel. Jaime sigue sin pilas y Sergio se descuelga para ayudarle.

Nos reagrupamos en la glorieta de entrada a El Escorial y entramos al casco urbano por la Avenida de Castilla, que pica para arriba que da gusto. Ya hemos terminado. Sanos y salvos, que no es poco decir después del fracaso de ruta que hemos hecho. Miguel, además, comprueba felizmente que su teléfono está donde lo dejó y podemos por lo menos refrescarnos el cuerpo con unas cervezas fresquitas.  


Moraleja 1: no seas gilipollas y haz caso a las señales. 

Nosotros no lo hicimos. No teníamos que haber llegado hasta Valmayor. Y menos aún haber desoído la advertencia del ciclista que nos dijo que no había salida. Nos hubiéramos ahorrado un tiempo valiosísimo para aplicar la segunda moraleja. 

Moraleja 2: si la cosa se ha dado muy mal, tómate otra ronda y ya verás como la cosa empieza a mejorar.


Guadarrama - La Jarosa - Alto El León - Los Molinos - Guadarrama

$
0
0

Si el fin de semana anterior la ruta no nos salió bien, el pasado domingo 7 de marzo escribimos una bonita página con letras de oro en la historia de nuestra coqueta comunidad. Dejad que os lo cuente desde el principio y con pelos y señales que merece la pena dejar bien documentada la ruta y sus pormenores porque disfrutamos como niños pegándonos una paliza histórica con sabor a victoria.

Las vistas desde los puntos más altos del recorrido son impresionantes. Al fondo, Valmayor.

Viendo a Jaime disfrutar de salidas en bicicleta por La Jarosa, llevaba yo un tiempo barruntando la posibilidad de acercarme a Guadarrama a salir en bicicleta con él y tras proponerlo en nuestro grupo de Whatsapp Miguel y Ángel no dudaron ni un segundo en apuntarse. Les seguiría Simón, también residente en Guadarrama, y la noche de antes y la misma mañana el Bombi y Jesús. 

Puntuales a la cita llevamos al lugar de inicio acordado a las 9 de la mañana y procedemos a sacar las bicis de los coches o bajarlas de los portabicicletas. El día está fresco y la previsión da un pequeño porcentaje de probabilidad de lluvia. Pero no hace viento, de manera que la sensación térmica es agradable para montar en bicicleta. Comenzamos razonablemente bien abrigados sabiendo a ciencia cierta que según vayamos ascendiendo la ropa nos iba a sobrar sin duda porque el objetivo de la mañana es subir hasta el Alto de El León, a 1.511m (nos encontrábamos a 973m en el punto de salida) y que separa la Comunidad de Madrid de la provincia de Segovia. 

El Bombi estrenaba portabicicletas de portón. Tiene la fiebre de Wallapop

La ruta que propongo durante la semana tras una rápida búsqueda en Wikiloc es una compartida por el usuario David3C y que saliendo de Guadarrama en dirección norte llega al Alto del León por el Camino de los Lomitos, al norte del puerto, para bajar luego por los pinares de La Jarosa. Ángel y Jaime, con buen criterio, proponen hacer la ruta en sentido contrario porque, además de ser más suave, es más ameno subir (sufrir) disfrutando de la belleza del entorno que nos ofrece la Jarosa. 

Ruta en Wikiloc

Comenzamos a dar pedales con puntualidad por el casco urbano de Guadarrama en sentido suroeste y enseguida comenzamos a ascender. Al llegar a la altura de la A6 giramos a la derecha para rodar en paralelo por un sendero salpicado de charcos y de barro que nos salpican las bicicletas y nos lleva hasta la carretera que sube desde Guadarrama a La Jarosa pasando junto a la depuradora. Enseguida se forman dos grupos, como era de esperar. Los más fuertes imponen un ritmo que los más flojeras no podemos seguir y es así como el Bombi, Miguel, Ángel y Simón se separan poco a poco y Jesús, Jaime y un servidor seguimos subiendo al tran-tran sabiendo que no debemos cebarnos porque quedar muchísimo por subir, acabamos de empezar. 

Giramos en la presa y como ya hemos calentado la ropa empieza a sobrar. Los del vagón de cola hacemos una parada técnica para aligerarnos de ropa y un ciclista que iba solo nos pregunta qué ruta está bonita de hacer por aquella zona. Le recomendamos hacer la ruta del agua que ofrece unas vistas impresionantes sobre el embalse pero nos propone acompañarnos porque le parece más divertido compartir ruta y, como no, aceptamos y así es como Joaquín y su flamante e-bike se unen al grupo.

Regando los pinos de La Jarosa

Rodamos por la carretera que bordea la orilla y llegamos con velocidad hasta el segundo restaurante, donde los compañeros nos estaban esperando. A esa hora de la mañana ya había muchos coches aparcados en todos los aparcamientos habilitados. Quien más, quien menos echa una meadilla y presentamos a Joaquín al resto del grupo.

Justo después de La Jarosa II pasamos por la barrera para seguir nuestra ascensión

Seguimos ascendiendo por el "Barranco de los Lobos", girando a la derecha en diagonal poco después de dejar atrás el segundo restaurante de la Jarosa, tras pasar por la barrera. Según el mapa, el camino de la calle del Álamo. A nuestra izquierda, el arroyo que lleva muchísima agua como todos los que nos encontraremos. El lugar es impresionante, merece la pena rodar sin prisa y levantar la vista del manillar para guardar recuerdo de todo. 

El Barranco de los Lobos ofrece un entorno impresionante para caminar o montar en bici, ojo.

Como sería la tónica habitual de la ruta, no tardamos en volver a separarnos en dos grupos. Pero es solamente una cuestión de ritmo, los del grupo de atrás no vamos mal. Somos prudentes, si pretendemos subir al ritmo de los primeros no llegaremos arriba, eso está claro, así que nos marcamos nuestro ritmo y avanzamos sin prisa pero sin pausa. Después de cada repecho importante, nos reagrupamos. Si merece la pena, echamos una foto y el que lo necesita aprovecha para comer algo. La paradoja de funcionar así es que los que llegan primero tienen mucho tiempo para descansar esperando a los que llegamos detrás aunque no lo necesiten. Los que llegamos los últimos apenas tenemos tiempo de descansar porque los de antes se quedan fríos y hay que seguir... Es la triste vida del ciclista lento.

A punto de sacar nuestro disco de trap-ciclista. Aquí la portada

Las primeras rampas duras hacen su aparición y cada cual las gestiona como puede. Yo, tirando de corona de 50 dientes, que para eso la puse, soy capaz de subir con razonable éxito aunque en algunos tramos con las pulsaciones por las nubes. Un par de "Z" nos ponen en nuestro sitio pero pasado el mal trago un tramo de llaneo nos permite coger aire. He pasado muy mal rato porque, no sé si os ha pasado alguna vez a los lectores varones, que el envoltorio de serie de vuestros atributos masculinos se medio-enreda haciendo un pliegue raro con la badana de manera dolorosísima porque vas sentado sobre dicho pliegue. Pues por culpa de eso las pasé putísimas...y no quise parar para poner solución (tan fácil como recolocar determinados elementos) porque si me paro me condeno a terminar de subir a pie... y quería evitarlo. Pero como no hay mal que cien años dure, superamos el tramo chungo y hacemos una nueva parada que Jaime aprovecha para quitarse ropa y yo para echar una meadita, solucionar mi problema íntimo y tomarme un gel, que buena falta me iba a hacer. 

Cara de circunstancias

Seguimos nuestro camino ascendente. Llevamos unos 11 Kilómetros cuando conseguimos llegar a una pista asfaltada tras una rampa muy dura que remata una cuesta que también se las traía. 

Grito de tenista para la automotivación

La subimos a base de riñones y maldiciendo. Las malas lenguas dicen que llevamos aproximadamente la mitad y la paliza ya es significativa pero rodando por la pista se avanza mejor y como ya estamos a cierta altitud el recorrido empieza a premiar nuestro esfuerzo con vistas muy chulas del valle. Pena que el día no esté especialmente claro. 

Jaime se iba quitando ropa poco a poco. Si la subida dura 1 Km más acaba en porretas

La pista asfaltada tiene tramos de descenso que nos ayudan a descansar pero sabiendo que luego tendríamos que volver a subir no te creas que la sensación es demasiado agradable. Engordar para morir. Dejamos el asfalto por un camino de tierra que sale a la derecha en dirección norte y el terreno vuelve a picar hacia arriba. Llevamos 16 Km y ya vemos la luz al final del túnel. Con poco esfuerzo más llegamos a las instalaciones militares y de ahí al aparcamiento del asador es un dulce dejarse caer para saborear las mieles del éxito. ¡Conseguimos subir!

Ahí están los perdedores, que por un día no lo fueron tanto

Nos despedimos de Joaquín, que tiene el coche en la presa de La Jarosa. No le sale a cuenta seguir con nosotros para luego volver a subir desde Guadarrama así que se da media vuelta para tomar alguno de los atajos que le ha ido explicando Ángel para llegar al aparcamiento. ¡Joaquín, si estás leyendo esto, gracias por acompañarnos!

Reconozco sentirme orgulloso. Siendo honestos lo que hicimos no es una proeza (ni mucho menos) desde el punto de vista del ciclismo de montaña pero relativizando tengo que poner en valor que nunca antes había ascendido 800 metros en 20 kilómetros ni en la más dura de las rutas que he hecho en mi vida. Así que... ¡Qué coño, me siento el campeón del mundo! 

La foto con el león es obligada 

Menudo olor a carne a la parrilla que salía del asador. Nota mental: venir algún día a comer con fruición.

Cruzamos la carretera con cuidado y tras dar un pequeño rodeo campo a través para salvar un charco tan gordo que tenía hasta socorrista comenzamos a rodar por un sendero que corre paralelo a la NVI. Muy divertido, con sus zonas de flow y sus zonas técnicas. Nos supo a gloria después de 20 Km subiendo. 

Jesús y yo nos confundimos de sendero

Pero se acabó el sendero y volvimos a la pista. Fue el único sendero del recorrido y lo guardaremos en nuestra memoria para siempre. Volvemos a rodar por pista, por el Camino de los Lomitos, primero bajando pero, sorpresa, de pronto el terreno vuelve a ser ascendente. Que me devuelvan mi dinero. En esta ocasión engancho con el grupo de cabeza y consigo llegar con entereza al siguiente punto de encuentro. Lo que queda, ahora sí de verdad de la buena, es bajar y bajar y bajar.


Llegaron a caernos cuatro gotas pero apenas durante unos minutos. Tuvimos suerte. La primera bajada fue a saco por pista. Bastante peligrosa, si os digo la verdad. Strava me marca una velocidad máxima de 51,5 Km/h y fue en esa zona. Con algo de piedra suelta y curvas en herradura la pista invitaba a correr pero cuidadito con cometer algún error que el ostiazo podía ser de los buenos. Lo salvamos, por mezcla de suerte y talento. 
Pasamos por debajo de la vía del tren y me congratulo de hacer cuesta abajo un recorrido que habitualmente me mata cuesta arriba. Es como una especie de venganza personal contra el terreno. Del todo absurdo, lo sé, pero me alimento de estas pequeñas gilipolleces. 

También tenemos que reagruparnos cuesta abajo y fue en ese momento, al parar, que a Jaime le da un tirón en el cuádriceps. Este Jaime siempre tiene que dar la nota. 

Jaime, disimulando la cara de dolor

Alerta de spoilers: esa fue la única incidencia de toda la mañana (bueno... y lo que os he contado antes de mi huevera... ambas cosas menores).

El resto de la ruta no tiene gran cosa que destacar: nos dedicamos a rodar cómodamente cuesta abajo esquivando charcos. El Bombi se empeñaba en pasar por charcos junto a Miguel que tiene fobia a mancharse para chincharle. Ya en Guadarrama nos despedimos de Simón alegrándonos de haber compartido con él una ruta tan bonita y esperando volver a juntarnos lo antes posible. 

Y así, felizmente. llegamos a los coches a las 13:00, cuatro horas después de nuestra salida y con las piernas cansadas pero con una sonrisa en la boca. Todo había salido a pedir de boca: sin averías, sin caídas, sin pájaras mortales. Nos despedimos de Jesús, que no podía quedarse al tercer tiempo. El resto pudimos tomarnos un par de rondas justo antes de que empezara a chispear y tuviéramos casi que salir por patas.  


Esta ruta es de las que permanece en la memoria (individual y colectiva). Sobre todo por haber sido capaces de juntarnos unos pocos amigos y vencer el desnivel que proponía el recorrido con dignidad torera y sin echar pie a tierra. Con cansancio y esfuerzo pero sin sufrimientos extremos. Con compañerismo (eso nunca falta), risas y buen rollo, que también son denominador común de todas nuestras rutas. Y con ilusión para preparar la próxima, ahora que somos campeones del mundo de Mountain Bike (yo al menos, desde el domingo, todavía lo soy).




Contenido extra: más de 17 minutos de bajada razonablemente trepidante para deleite de los amantes de los planos subjetivos.

Recupero mi primera bicicleta de montaña

$
0
0

Bueno... no la misma mismísima, pero sí una del mismo modelo. Que no es poco decir, ojo, siendo esta una bicicleta tan poco común. Tomad asiento, queridos y (seguro) fieles lectores y acompañadme en este viaje de nostalgia y fetichismo que nos remonta a principios de los años 90. Es una entrada larga así que aprovechad para ir al baño y evitar así interrupciones y... ¿por qué no? Abrid una cervecita y acompañadla de unas olivas (con o sin hueso, al gusto del consumidor) para terminar de preparar el entorno perfecto. O al menos así me gusta a mi imaginar que leéis este blog... pero la realidad es que casi seguro estáis leyendo esto sentados en la taza del váter. Es lo mismo, siempre que disfrutéis del momento. 

A lo que vamos.  

Después de estar muchos años sin bicicleta tras el infame robo del que fui víctima de niño (me robaron mi BH Bicicross creándome un trauma que arrastro aún a día de hoy y que utilizo para justificar la compra de bicis y/o componentes que raramente necesito) llegó a casa esta, mi primera bicicleta de montaña, a la tierna edad de 13 años si la memoria no me falla. Esto es hace unos 30 años. No hubo que comprarla, vino como regalo por la adquisición de una colección de libros (creo que las obras completas de Benito Pérez Galdós). Como bien sabéis los que lleváis tiempo en esta afición, en los años 90, con el boom del ciclismo de montaña en España, las bicicletas eran el reclamo perfecto para vender cualquier producto: enciclopedias, colchones, seguros, productos financieros...  Recordaréis la bicicleta de Induráin, esa que regalaba Banesto al abrir una cuenta y que era un mojón con letras mayúsculas. Pues es el ejemplo perfecto. El que no tenía una bicicleta de montaña parecía tonto.

Esta foto me la he encontrado aquí

Pues si la bicicleta de Induráin era mala, la mía era lo peor de lo peor de lo peor (3 veces). Más adelante la describo con detalle para mostrar sus virtudes. Pero la cuestión es que llegó para hacerme un niño feliz. No hice con ella grandes alardes ciclistas, porque yo he sido perdedor prácticamente desde siempre. En vez de ciclismo de montaña hacía ciclismo de parques y jardines. Muchas veces solo, otras tantas con amiguetes. 

Se dieron 3 circunstancias nefastas: no tenía ni idea de mecánica, no tenía herramientas y además era un niño con mucha mentalidad de pobre y me daba apuro pedir dinero a mi madre para comprarlas o llevar la bici al taller. Así que siempre tenía algún desajuste. El peor era que la biela izquierda se salía. La tuerca que fijaba la biela al eje siempre se aflojaba y no teniendo yo una llave de tubo para apretarla me las apañaba como podía, generalmente pidiendo prestada la herramienta. 

Otro incidente grave fue que le presté la bici a un vecino para probarla y cincuenta metros más adelante había jodido el cambio. Le dio la vuelta al cambio de manera bastante antinatural, doblándolo. 3.200 pesetas costó la reparación y me dolieron en el alma. Mi vecino, tras el estropicio, se ofreció a pagarme la factura de la reparación pero se ve que luego le acabó viniendo mal y tampoco fui yo a reclamárselo, que tenía mentalidad de pobre pero no era un cutre.

Bueno... sí lo era. Porque al no tener muchos recursos económicos recuerdo dos mejoras que le hice a la bicicleta por muy, muy poco dinero. Vamos... gratis. Le quité a un armario ropero la barra de las perchas y cortándolo y doblándolo hábilmente conseguí encajarlo por dentro del manillar y me fabriqué así unos "cuernos" que eran un complemento prácticamente imprescindible en aquella época. Me quedaron un poco largos, tal vez. Parecía un miura en San Fermín, pero daban el pego. Los forré con la cinta del mango de una raqueta vieja. Era un niño, ciertamente, con mucha imaginación. 

Como tampoco tenía dinero para un cuentakilómetros lo que hice fue echar mano de un cronómetro de los baratos que andaba por casa (desde vete tú a saber cuándo) y lo fijé a la potencia con cables. Solo servía para ver la hora y cronometrar, naturalmente, pero el postureo se abría paso y yo no iba a perder ese tren. 

Naturalmente, le puse una bolsa triangular (con hombrera). Tan obligatorio llevarla como los cuernos. Cuanto más fosforita, mejor. 

A la venta en Amazon. ¡Los años 90 siempre presentes!

Y para acabar de rematar la faena, siempre llevaba las ruedas medio flojas porque una de la rarezas de esta bici es el estándar de válvulas que utilizaban sus cámaras. Posiblemente no lo hayáis oído nunca nombrar: válvulas "woods", también llamadas "Dunlop".

¿Cómo te quedas?

Se trata de una mezcla entre presta y schrader que no tenía huevos a entender. Soy una persona razonablemente amable, pero al inventor de este estándar le deseo el peor de los males. Y, como ya sabréis si habéis entendido mi autoimpuesto mindset infantil de niño pobre, ni se me pasaba por la cabeza la posibilidad de cambiar las cámaras por unas con válvulas de este mundo en vez de esos engendros.

Con todo y con eso, como digo, la disfruté mucho. Pero como siempre estaba rota o desajustada, tres años después y como regalo de cumpleaños llegó una maravillosa Conor MTB 3s que fue un salto cualitativo sin parangón.

Foto que tomo prestada de una web de bicis de segunda mano

Y la otra bici... mi primera bicicleta de montaña... se la regalamos a otro vecino (no al que me la rompió, a otro) que se la llevó al pueblo. Y nunca más la he vuelto a ver.

Muchísimas veces me he acordado de esa bici con nostalgia. La recordaba muy grande en comparación con la Conor. Le suponía, fíjate, ruedas de un diámetro mayor de 26" que era el estándar por entonces y por muchos años más. Solo tengo alguna foto borrosa en la que a duras penas se distinguen sus colores y algún dibujo que le hice de niño. De haber sido una bicicleta de alguna marca conocida (BH, Orbea, Conor, Jonh Luck...) seguro que podría haberla encontrado con facilidad en las aplicaciones de segunda mano pero siendo una bicicleta tan desconocida y tan tan bajísima calidad ni la busqué. Es más, no sabría ni cómo buscarla porque no recordaba ni la marca ni el modelo.

Pero como tengo la mala costumbre de curiosear de vez en cuando por Wallapop a la caza de algún chollo (lo típico del/la divorciado/a que pone a la venta la bici de la pareja tirada de precio a modo de venganza) un buen día veo una foto que hace que se me pongan los ojos como platos y se me estremezca el espinazo desde lo más abajo hasta el cogote mismo. Tal fue mi reacción al ver MI BICI. 

No la mía, como dije lo primerito en esta entrada, sino una igualita. Y tal y como yo la recordaba. Sin los cuernos fabricados con barra de armario, claro, pero con los mismos componentes de serie. Y, aparentemente muy bien cuidada. Y a un precio más que razonable. Ahora os tendréis que imaginar al Moiselito angelito en mi hombro derecho diciéndome que no necesito otra bici ni de coña, menos aún cuando cinco días antes Miguel me ha regalado una BH Top Line de la que ya os hablaré, que no tengo espacio en casa para guardarla, que sabiendo lo mala que es es posible que esté para tirar a la basura... toda una serie de razonamientos muy lógicos que el Moiselito diablito de mi hombro izquierdo mandó a tomar por el culo con solo decir: "cómprala gilipollas. Es tu primera bici, han pasado 30 años y si la dejas ir no vas a volver a encontrarla".  Así que se vino para casa. ¿Para qué la utilizaré? seguramente para darme algún paseo con la familia y para mirarla mucho. Fetichismo ciclista llevado al máximo nivel. 

Pero dejad que os explique cómo es esta bici. El cuadro es de acero del malo. No tiene ninguna pegatina que identifique la tubería. Seguramente no sea ni de Cr-Mo. Pesadísimo (la bici entera ronda los 16 Kg) y de geometría clásica: el tubo horizontal es muy horizontal y la bici es casi cuadrada, esto es, el tubo vertical y el horizontal miden casi lo mismo. 


Los tubos son muy finitos (de diámetro, no de espesor) como corresponde a una bici de acero de principios de los 90. No tiene orificios para instalar un portabidón porque se ve que en aquellos años los ciclistas salían ya bebidos de casa. No sé si "Terra" será la marca y "1800" el modelo. Lo dudo. Es un cuadro muy grande. Equivaldría a una talla XL o 21".


La pegatina de "MAXIMUM TERRAIN" le otorga de por sí unas cualidades off-road fuera de toda duda, eso lo sabe todo el mundo. Los cables van guiados por debajo del tubo diagonal para cambio delantero y trasero y por debajo del tubo horizontal y enfundado en todo su recorrido para el freno trasero. El antiguo dueño repasó la pintura blanca con cuidado pero con una brocha y se nota en la textura de la pintura. La pintura roja, en cambio, sí es la original y está bastante bien conservada. 

El sillín es un sofá ancho y corto y tiene un amago de canal antiprostático meramente testimonial. Es cómodo a la fuerza y más bien parece el sillín de una bicicleta de paseo. 

La transmisión, 3x6 como era bastante habitual, funciona sorprendentemente bien. Va muy fina y suave para ser de tan baja gama. Las manetas de cambio son Shimano pero no SIS, funcionan por fricción (no van indexadas, no hacen "clic"). Esto tiene la ventaja de que tanto mueves la palanca, tanto se desplaza el desviador y es relativamente fácil hacer que la cadena no roce ni con la jaula del desviador delantero ni con las coronas vecinas de la que llevamos engranada en la trasera. En contra, los cambios no son nada rápidos, claro.


De mover la cadena se encarga un veterano Shimano Tourney de los que se anclaban directamente al eje. Fijándonos en detalles como la brida que fija la funda del cable al orificio que tiene la puntera para el portabultos (por cierto, no tiene las esperadas roscas en los tirantes para completar la instalación del mismo) y cómo el extremo del cable del cambio va "guardado" me doy cuenta de lo cuidadoso que era el anterior propietario y eso me congratula.

El plato grande es de 48 dientes y la corona más grande del piñón de 28. Toda la transmisión muestra muy poco desgaste y como digo funciona de maravilla. Lo único que no está del todo fino es el eje de pedalier. Debe de estar un poco doblado porque los platos en su giro oscilan un poco lateralmente. No pienso cambiarlo. 

La horquilla es, por supuesto, rígida y seguro que del mismo material que el cuadro. Luce pegatinas alardeando de las 18 velocidades con las que cuenta la bicicleta, ojo con eso.

El sistema de frenado es posiblemente lo peor de la bicicleta. Le he puesto zapatas nuevas a los infames frenos de tipo "caliper" que aún estando perfectamente ajustados apenas consiguen frenar la bicicleta. Yo diría que el problema, más que de la potencia de los frenos, es de la pista de frenado de las ruedas que, literalmente, no existe, no está trabajada. 

Las cubiertas son nuevas pero batalleras. De la desconocida marca "Camel" en medida 2x1,95. En su día recuerdo que la bicicleta llevaba cubiertas con el flanco marrón, lo que ahora se llama "skinwall" y sirve para que te suban un poquito el precio.

Las manetas de freno no son mejores. Son de plástico y están concebidas para frenar con todos los dedos. Los puños eran de espuma y los he sustituido por unos parecidos. Los que traía la bici se caían a cachos, no descarto que fueran los originales.

La dirección es de 1" y de rosca y la potencia, por lo tanto, de cuña. Muy finita. El manillar es sorprendentemente ancho para la época. Mide 66 cm cuando lo normal hubiera sido 54 o 56. Además tiene una curva que lo acerca a un manillar de doble altura. Lo agradezco, que ya no estamos para manillares estrechos y bicis tumbadas.


Y para acabar, ninguno de los ejes de las ruedas cuentan con cierre rápido pero tienen mechas a la antigua usanza y brillan que da gusto verlos.


¿Qué hago yo con esta bici? Frena fatal, es muy pesada, nada ágil, cambia bien pero sin la rapidez de un cambio indexado... es una mierda de las gordas pinchada en un palo. Pues la respuesta es muy fácil: simplemente, tenerla. Hacerle justicia, porque me deshice de ella de mala manera deslumbrado como estaba por las virtudes de mi nueva Conor. Tengo la sensación de haber cerrado un círculo al recuperarla y le doy las gracias al chavalito de 13 años que se inventó unos cuernos con lo que pilló por casa poniendo los cimientos de una afición que cada vez me proporciona más satisfacciones. Gracias, joven Moisés, perdedor desde pequeño.

Subiendo cuestas por Villa del Prado, Picadas y la Vía Verde del Alberche - 14/03/2021

$
0
0

Viniendo de hacer la subida desde Guadarrama hasta el Alto del León, esta semana el cuerpo me pedía una ruta tranquila y rodadora, sin grandes desniveles y que nos permitiera a los que acudiéramos ir charlando tranquilamente de nuestras cosas mientras dábamos un paseo por el campo. Así que eché mano de Wikiloc y encontré esta ruta del usuario nano flojo (con excelente descripción aquí) recorriendo la parte bonita de la Vía Verde del Alberche. Pintaba bien, esa zona es muy bonita, y poco más de 500 metros de desnivel en casi 40 Km parecen estar en nuestro rango. Así que propuse esta ruta y como tuvo buena acogida el domingo a las 9 de la mañana nos citamos en Villa del Prado, variando el punto de inicio y fin de la ruta para, terminando en el pueblo poder disfrutar de una merecida cervecita en una terraza.

Este es el track que nosotros grabamos: Wikiloc

Sergio, Miguel y un servidor fuimos la representación perdedora y antes de las 9 ya estábamos en marcha. Hacía un sol estupendo pero estábamos a 4º y soplaba un viento que nos daba mucho, mucho miedo. Salimos de Villa del Prado en dirección Calalberche (hacia el este) rodando por una pista ancha y con buen firme en primer lugar y por una carretera con un asfalto que vio tiempos mejores y ligeramente cuesta abajo después. Sin tráfico, era muy temprano aún. Bien para empezar. Miguel llevaba su Go-Pro en el casco con la intención de probar la captura de fotos con comandos de voz...y parece que el invento funciona.


Casi sin darnos cuenta llegamos a Calalberche, al área recreativa que hay junto a la Ermita de Nuestra Señora de la Poveda. Bajamos hasta el río Alberche, frontera entre la Comunidad de Madrid y Castilla la Mancha porque hay una zona de baño que quiero conocer para posibles visitas familiares. Tiene buena pinta, con su chiringuito y todo, pero seguro que en verano se pone hasta la bola. 


Cambiamos de dirección, comenzamos a rodar ahora hacia el norte y empezamos a subir pues estamos en el punto más bajo de la ruta. El ascenso es muy suave y el camino agradable, con buenas paredes de vegetación a ambos lados. No hago más que ver esparragueras y me rabio por no poder ir al pueblo en Semana Santa a coger espárragos (entre otras cosas). Es lo que tienen las pandemias, que le estropean a uno los planes. Paramos a echar una meadita y aprovecho para coger cuatro esparraguitos que estaban llamándome desde el suelo. Se los doy a Miguel que no había probado los espárragos silvestres. Para un revueltito le darán. 

Cruzamos la M507 y rodamos durante pocos metros por una senda paralela a la carretera hasta encontrar a la izquierda una pista que enlaza con la M951. Rodamos tranquilos por esta carretera abierta al tráfico porque apenas circulan coches. Dos o tres nos adelantaron. Pasamos junto al Safari y nos asomamos para ver un grupo de ciervos. Volvemos a la carretera y comienza la primera cuesta con cierta entidad, la que nos llevará hasta la puerta de la finca de El Rincón de los Canchos, con unas vistas impresionantes sobre la presa de Picadas. Como suele ser habitual, Miguel sube a buen ritmo y Sergio y yo al que podemos. Vamos frescos, pero hay que guardar que queda mucho por subir.


Nos toca ahora descender unos 50 metros hasta el nivel de la presa por una carretera muy rota que nos hace extremar la precaución porque la bici quiere correr pero el firme está fatal. 


Cuando llegamos abajo, las vistas sobrecogen. 


Sigue soplando un viento incómodo. Ahora tenemos que recorrer la parte bonita de la Vía Verde del Alberche y al cambiar de dirección nos lo encontraríamos en contra. 


La Vía Verde del Alberche se extiende desde San Martín de Valdeiglesias hasta la presa de Picadas. Como es habitual en las vías verdes, es un trazado plano con firme en relativo buen estado (el de esta no está especialmente cuidado) y apto para todos los públicos. 


Uno de los puntos más divertidos, sobre todo para los pequeños, es un túnel que atraviesa la pared de roca y que puede atravesarse sin luces, pero con cuidado porque hay muchas piedras en el suelo. Hay camino alternativo por fuera, por si tenemos miedo a la oscuridad.


Al transcurrir junto al embalse, la pista ofrece unas vistas bonitas y merece la pena conocerlo. Nos cruzamos con muchos grupos de ciclistas y senderistas a los que despedimos con un cordial saludo a nuestro paso... pero, como siempre hay tontos, un ciclista que se ve que quería batir el récord del mundo de los 5 kilómetros por vía verde nos advierte al cruzarnos que hay un grupo de senderistas "gilipollas" que van a su bola ocupando todo el ancho de la pista. Ya antes de alcanzar a dicho grupo le afeamos la actitud al ciclista maleducado (entre nosotros, digo, porque el ciclista iba rapidísimo y segundos después de pasarnos ya debía de estar en la presa) y cuando nos llega el momento de cruzarnos con ellos, bajamos el ritmo, saludamos, y continuamos nuestro recorrido sin incidentes de ninguna clase. Bastante mala fama tenemos los ciclistas de montaña como para encima echar más leña al fuego. ¡Siendo además que rodamos por una vía verde abierta a todo tipo de usuarios!

Recorremos unos seis kilómetros hasta casi llegar a la carretera de los pantanos, la M501, giramos a la izquierda para pasar junto a la depuradora de Picadas...y comienza el infierno. Nos toca remontar casi 200 metros de desnivel en apenas 2,5 kilómetros por una pista de asfalto, por el llamado Cordel del Puente de San Juan, que se va endureciendo a medida que pasan los metros. Una pared en toda regla con rampas prolongadas del 10%. 

Lo paso mal porque no se termina nunca y me duele el culo. Llevamos mucho rato sentados sobre el sillín. No habiendo pasado desde hace muchos kilómetros por ningún sendero de bajada que nos haya hecho levantarnos del sillín. Juego con los piñones para poder levantarme a ratos, pero enseguida me canso y tengo que volver a sentarme. 

Pero a base de cabezonería Sergio y yo conseguimos llegar arriba con satisfacción, donde nos espera Miguel. Hacemos un descansito y aprovechamos para comer algo. Yo me tomo un gel y media barrita, que buena falta me van a hacer.


Ahora viene un tramo de descenso por pista que da hasta rabia. Después de tanto subir da un poco de pena bajar tan rápido y con tan poco disfrute. Llegamos a una laguna y como está todo tan lleno de agua cruzamos el camino de milagro sin tener que mojarnos. Hace un par de semanas seguro que el agua lo cubría. Y vuelta a subir... al menos la pista es cómoda. Vamos viendo la loma que tenemos que remontar porque el pueblo está al otro lado y parece que está altísima. Toca seguir sufriendo. Vemos una recta infinita y con una pendiente muy a tener en cuenta. Y al fondo una familia paseando. Posiblemente cuando les alcancemos a los niños les haya salido ya bigote. Pero de nuevo haciendo un gran alarde de cabezonería, llegamos arriba. Al punto más alto de la ruta, desde donde espero ver el pueblo...pero no. 


Bajamos muy rápido por la misma pista por la que hemos estado subiendo y de milagro no nos pasamos el giro a la izquierda que nos pone mirando para arriba otra vez. En fin, parece que es el día de subir como tontos. Pero el gel que me tomé un buen rato antes me hace efecto y subo alegre. Más aún sabiendo que la ruta estaba llegando a su fin y que lo que restaba era 5 o 6 kilómetros de descenso.

Y no defraudó. No era por sendero sino por camino, pero estaba tan plagado de piedras que no era posible despistarse ni un momento. Tan exigente era que Sergio en un momento dado se hizo daño en el tobillo al doblársele el pie para arriba mas de lo aconsejado por la OMS. Pudo continuar la ruta aunque un poco dolorido.


Y como quien no quiere la cosa al remontar un pequeño repecho apareció el pueblo con la promesa de un buen avituallamiento en la plaza. 


Así que concluimos el descenso con mucho talento y rodamos por las calles de Villa del Prado con el ansia viva. Llegamos a la plaza y fue como cuando el típico que se pierde en el desierto llega a un oasis: el éxtasis. Muy bonita la plaza y muy ricas las tapas de callos a la madrileña y de higaditos encebollados que nos pusieron que supieron a gloria junto a unas jarras de cerveza en la terraza al sol tras el esfuerzo de la ruta.


Yo que quería hacer una ruta tranquila físicamente y resulta que Strava marcaba al final 646 metros de desnivel positivo concentrados fundamentalmente en 10 kilómetros. Tócate las pelotas. Pero mereció la pena, una vez más, madrugar para disfrutar de este deporte en buena compañía que tantas satisfacciones nos depara. Tenemos que hacernos mirar los ciclistas esto de que pasarlas tan putas al final nos salga a cuenta. No es normal. A ver qué nos depara la ruta del próximo fin de semana. Será otra ruta "tranquila", seguro.

De Leganés a Boadilla por el camino largo - 21/03/2021

$
0
0

Desde que subiéramos al Alto del León hace un par de semanas llevo pretendiendo hacer una salida tranquila, pero no me sale. El fin de semana anterior nos pegamos otra paliza subiendo por Villa del Prado así que este fin de semana, sí o sí, tocaba una ruta llana. De manera que nos pusimos a buscar en Wikiloc y Miguel encontró esta ruta que en su día compartió el usuario Porterazos2020.

Track descargable en Wikiloc

52 Kilómetros con 334 metros de desnivel positivo parecían bastante asequibles. Así que decidimos hacer esta ruta el domingo. Pero siendo que comienza en el Parque de las Presillas (en Alcorcón) propuse cambiar el punto de salida e iniciar la ruta en mi casa (y/o la de Sergio)... añadiendo unos 12 kilómetros al recorrido que ya metidos en harina tampoco es tanto... ¡Qué optimista se es desde el confort del sofá y qué duros se hacen 12 kilómetros cuando llevas 50 en las piernas! 

El domingo a las 9 de la mañana, con puntualidad suiza, estábamos Miguel, Pablo, Ángel, Sergio (que arrastraba un resfriado pero no se quiso perder esta ruta saliendo desde nuestra casa) y un servidor vestidos con relativo abrigo y rebosantes de ilusión ciclística. El día amanecía frío pero soleado. Por suerte el viento, que el día anterior había soplado fuerte, no hizo acto de presencia. 

Salimos de las cercanías de la Renfe de Zarzaquemada y cruzamos la M425 (la carretera de Carabanchel) para coger el carril bici y subir junto al Estadio Municipal Butarque hasta el cementerio. Lo rodeamos y salimos del carril bici para bajar por la senda que muere en la calle Física (que acabo de descubrir que es el nombre de "la cuesta del cementerio"). De haber seguido por el carril bici junto al Carrefour en paralelo a la M425 nos habríamos ahorrado esos 25 metritos de la subida hasta el cementerio pero quería enseñarles esa senda que es lo más parecido a un sendero bonito que tenemos cerca de casa.

Retrocedemos ligeramente hasta los campos de entrenamiento del C.D. Leganés y volvemos a coger carril bici en el parque lineal Butarque en el que ya a las 9 de la mañana había multitud de pescadores probando suerte con las carpas. 

Rodamos a buen ritmo hasta llegar al parque de las presillas, ya en Alcorcón, y justo antes de alcanzar el recorrido del track original... Pablo dice que ha pinchado.

No lleva ni cámara de recambio, ni desmontables, ni parches, ni bomba, ni Cristo que los fundara. Sergio, que también lleva bicicleta con rueda de 26" le ofrece una cámara de recambio pero no sirve porque es de válvula Schrader y la llanta de Pablo es para válvula Presta. Pero como somos gente precavida y curtidos en unas cuantas batallas, llevamos parches de los de toda la vida. Toca reparar el pinchazo a la antigua usanza.


Identificamos el pinchazo: ¡Una maldita chincheta! Y usamos un parche autoadhesivo de la marca Zefal que llevaba yo en mi mochila (hoy llevo mochila en vez de riñonera porque siendo una ruta larga decidí llevar agua en la mochila además del bidón) y que nos ahorra algo de tiempo. Pero este parche tiene muchos años a sus espaldas y tras ponerlo y manipularlo vemos que se cuartea... no estamos seguros de que vaya a aguantar. Vemos además, tras montar de nuevo la rueda e hincharla, que la punta de un abrojo está clavada en la goma. Decidimos no quitarla, hinchar bien la rueda y seguir el camino con los dedos cruzados esperando que el parche caducado guarde el aire y que la punta del abrojo no esté pinchando la cubierta hasta la cámara. 

Subimos hasta el Museo de Aeronáutica y Astronáutica (muy recomendable) y cruzamos la A5 por la pasarela peatonal para llegar por la carretera (en mal estado, dicho sea de paso) hasta la Venta la Rubia, atravesándola para seguir en línea recta por esa pista con trampas de arena hasta el tercer giro a la derecha. Aquí el terreno nos da un respiro porque hasta ahora no hemos hecho más que subir. Si bien el desnivel es mínimo, el ritmo marcado por Miguel no lo es tanto. Menos mal que Sergio y yo conocemos esta zona de maravilla y podemos corregirle en un par de giros erróneos que toma al ir en cabeza con el GPS. 

Nos acercamos a la M50 y ahora el camino desciende ligeramente. Nos vamos cruzando con multitud de ciclistas, estos caminos son muy frecuentados y hace un día excelente. Cruzamos la autovía por un paso subterráneo bastante oscuro y lleno de "cosas" que me recuerdan las películas americanas de asesinos en serie. No tienen que pasar cosas buenas en ese túnel por la noche, no... 

Nada más salir del túnel giramos a la derecha y entramos en una zona de toboganes. Los odio. Se cansa unos subiendo y se cansa uno bajando porque se esprinta para coger velocidad y remontar el la siguiente cuesta con la inercia. Por suerte son apenas tres los "sube-baja" y enseguida dejamos esa pista que corre paralela a la M50 para tomar a la izquierda un camino muy roto que baja alegremente hasta el Arroyo de la Vega, junto a la M501. Una serpenteante pasarela peatonal nos permite cruzar esta autovía. Pablo anuncia que su rueda va perdiendo aire. No está en el suelo, pero ha perdido presión. Decidimos meterle de nuevo aire y seguir. La estrategia sería parar cada 10 kilómetros más o menos para hinchar la rueda. 

El camino ahora pica hacia arriba de nuevo. Es una rampita corta la que nos separa de la urbanización "El Bosque", pero nos pone en nuestro sitio. Y al llegar al final tenemos que parar porque Pablo vuelve a decir que su rueda ha perdido aire. Merece la pena invertir 20 minutos en reparar el pinchazo correctamente antes que estar parando a cada poco rato para meterle aire a la rueda. 

Aprovechamos la parada para comer algo. Comprobamos que, efectivamente, el aire se sale por el parche autoadhesivo y que la punta del abrojo no ha llegado a perforar completamente la cubierta. La solución vulcanizante de Sergio no "vulcaniza" sobre el parche autoadhesivo así que hay que retirarlo con las uñas y con paciencia. Una vez retirado, nos tomamos nuestro tiempo para ejecutar la reparación de toda la vida, dejando que la solución se seque un poco antes de poner el parche tradicional. Parece que ahora la rueda aguanta el aire, vamos a ver si no tenemos que volver a pararnos unos kilómetros más adelante con la rueda de Pablo en el suelo.

Callejeamos un poco por la urbanización (con casas con muy buena pinta) y llegamos a un sendero que corre junto al Arroyo de Valenoso rápido y divertido de rodar que encontramos bloqueados en un par de ocasiones por los restos catastróficos de Filomena en forma de árboles tronchados. 

Hemos empezado la parte más divertida de la ruta, los senderos que discurren junto al Rio Guadarrama y que hacen nuestras delicias aún estándolos compartiendo con multitud de ciclistas y senderistas. 

Haciendo las cosas bien hay sitio para todos. El primer tramo de sendero nos lleva hasta la carretera M513. La cruzamos por debajo y entramos en la finca Romanillos. No nos damos cuenta de que pasamos junto a un cartel que pone "propiedad privada, prohibido el paso". Lo sentimos, un descuido lo tiene cualquiera.  

Durante unos 5 kilómetros rodamos en llano a buena velocidad entre pistas con buen firme y senderos limpios y con mucho flow. 

En este punto hemos alcanzado el punto medio de la ruta. Es mejor no pensar en la tira de kilómetros que nos quedan por rodar. Pablo hace tiempo que dice que va tocado y Sergio empieza a sentir calambres. No pinta bien la cosa... 

En este punto casi muero:


Para no meterme por el charco tomé el camino de la izquierda.. Un ciclista venía de frente pero la encina nos bloqueaba la visibilidad a ambos. Por suerte él fue inteligente y tocó su timbre, lo cual me alertó y clavé los frenos. Él hizo lo propio y debimos quedarnos a cinco o diez centímetros de darnos el uno contra el otro rodando al menos a 20 km/h. Nos hubiéramos dado una buena, sí. Muy amablemente por ambas pastes nos pedimos disculpas, nos preguntábamos si nos encontrábamos bien y retomamos la marcha con el susto metido en el cuerpo pero celebrando que habíamos podido salvar la situación. 

Poco antes de llegar a la M503 giramos a la derecha para encarar las rampas más duras de la jornada. Que no eran nada del otro mundo, pero las piernas picaban por la velocidad a la que veníamos rodando por el llano. 

Las vamos superando como buenamente podemos cada uno... Agradezco la corona de 50 dientes que me da ese cuartelillo que me faltaba con el doble plato.

Pablo echa pie a tierra (¿he dicho que llevaba sin montar en bici desde 2019?) y a Lude le juega una mala pasada el cambio teniendo también que parar y caminar un trecho.

Una vez arriba nos reagrupamos y nos tomamos unos minutos de descanso, meadita incluida, para comer algo a la sombra de una encima. Las vistas son buenas y el día espléndido.


Seguimos rodando y llegamos a las primeras urbanizaciones al norte de Boadilla del Monte. El terreno no es especialmente complicado salvo por alguna cuesta aislada que nos calienta las piernas y el kilometraje que llevamos ya encima, superando los 45 kilómetros. El ritmo, no yendo a saco, tampoco es precisamente de paseo. Hacemos lo que podemos. Atravesamos la urbanización. Rodar por asfalto nos da un poco de vidilla, parece que se avanza mejor. Pasamos por la M50 por una pasarela peatonal y entramos en el Monte de Boadilla.


Enseguida nos sorprende la cantidad tan enorme de gente que abarrota los caminos y las praderas.

Rodamos con precaución para evitar un accidente por el camino de Majadahonda, una pista ancha y eminentemente descendente que recorre el monte por su cara este hasta la M513 y el complejo deportivo municipal de Boadilla. Y si hasta aquí había gente, desde el polideportivo hasta el palacio del Infante Don Luis, ya en el casco urbano, parecía El Rastro. Muchísima gente disfrutando de la mañana (ya casi mediodía) respetando, por lo que veo, las medidas de seguridad. 

Salimos de Boadilla con cierto alivio de dejar atrás el agobio de gente y tomamos el camino que discurre a lo largo de la ciudad financiera hasta el polígono de Ventorro del Cano. Se hace bola. Los kilómetros pesan. Sabemos que lo que resta es fácil de recorrer, llano y cesta abajo, pero no vemos la hora de llegar a casa.


Llegamos a la Venta la Rubia y deshacemos el mismo camino que hemos tomado hasta llegar aquí. Con más pena que gloria y las piernas muy cargadas conseguimos llegar al aparcamiento después de 63 kilómetros.
   
Ruta disponible en Wikiloc

La eterna guerra de los desniveles. 435 según Wikiloc, 635 según Strava... Lo que está claro es que no eran los 334 que prometía el track original. 

Sergio y Pablo no pudieron quedarse al tercer tiempo porque se nos había hecho algo tarde. Habíamos pasado cinco horas en ruta entre pitos y flautas. Ángel, Miguel y yo sí nos tomamos una rápida a la salud de los cinco.


Me quito el sombrero ante el pundonor de Pablo y de Sergio. El primero, por meterse una ruta como esta sin haber montado en bici en muchos meses. El segundo, por hacerse los últimos 23 kilómetros con calambres y las piernas hechas un mojón. 

Parece que estamos en racha. ¿Cuál será la siguiente "ruta tranquila"? ¿Qué nueva paliza nos deparará el fin de semana que viene? ¿Repetirá Pablo o ya ha tenido bastante bici para otro par de años?

Permaneced atentos al blog que la primavera, nuestra estación preferida para la bici, no ha hecho más que empezar. 

Colmenar Viejo - Manzanares el Real - Colmenar Viejo - Torreznos - 28/03/2021

$
0
0

Para aquellos de vosotros, queridísimos lectores, que hayáis pinchado en la entrada atraídos por el jugoso final del título... aquí va esto:

Con esta altísima calidad de viandas terminó la espléndida ruta del pasado domingo. Y es que hay pocas cosas que nos gustan más a los Perdedores que los torreznos, pero dejad que os cuente lo acontecido con detalle y desde el principio que para eso hemos venido. 

Con la idea de conocer zonas nuevas echamos mano de Wikiloc y encontramos un recorrido bastante amable desde Colmenar Viejo hasta Manzanares el Real y vuelta rodeando el embalse de Santillana.

Track disponible en Wikiloc

 Poco más de 40 kilómetros y apenas 400 metros de desnivel positivo sonaban bastante bien, de manera que ni cortos ni perezosos nos citamos a las 9 de la mañana. 

La mañana estaba fresquita y con el cambio de hora el sueño hacía mella pero ni cortos ni perezosos (bueno... yo sí estaba un poco perezoso) Sergio, Ángel, Jaime, Raúl, Miguel y un servidor acudimos a nuestra ansiada cita semanal. 

Tras los saludos protocolarios (guardando la distancia de seguridad y las recomendaciones de la OMS) comenzamos a rodar. La primera parte de la ruta transcurre en paralelo a la vía del tren que unía Madrid con Burgos pero antes de llegar a la misma descendemos por un sendero estrecho y muy técnico que nos pone las orejas tiesas desde el primer minuto. Una vez en las vías, rodamos cómodamente (a veces no tanto, cuando tenemos que rodar por encima de una cama de balastro) calentando las piernas y descubriendo (regalo inesperado) unas excelentes vistas de la sierra que yo al menos no esperaba.

5 kilómetros después abandonamos las vías del tren habiendo entrado ya en calor puesto que la pista no deja de picar ligeramente para arriba para girar a la izquierda y continuar por la llamada Cañada de Portilleras. Pasamos por encima del recién nacido río Manzanares y giramos de nuevo a la izquierda. 

Nuestra ruta nos obliga a girar ahora a la derecha por la Colada de los Gallegos (Camino de Santiago) pero no podemos dejar de conocer el puente medieval.  

En mi particular baremo otorgo muchos puntos al paisaje a la hora de valorar una ruta y de momento esta me estaba sorprendiendo muy gratamente. 

Dejamos el puente atrás comenzamos la que será la ascensión más larga de la ruta, siempre por pista y sin rampas dignas de mención. Como es habitual, se forman varios grupos. Como también es habitual, me encuentro junto a Jaime en el de cola mientras Miguel y Ángel tiran del grupo. Raúl y Sergio hacen de enlace, dejándose caer de vez en cuando. 

En un momento dado vemos cómo tres corzos aparecen corriendo por la parte izquierda, atraviesan nuestro camino y se estrellan contra la alambrada que hay a la derecha del camino tratando de atravesarla sin éxito. Asustados por nuestra presencia se golpean una y otra vez contra la malla metálica. Con la cantidad de ciclistas que poblábamos la zona no les barrunto una mañana tranquila a los tres pobres animales...

Nos reagrupamos a la altura de una fuente donde nos están esperando Ángel y Miguel. Tenemos que girar a la derecha para seguir ascendiendo disfrutando del paisaje de dehesa.


Rebaños de vacas nos contemplan sin inmutarse, acostumbradas como están a esos extraños seres de colores chillones que en vez de patas se desplazan utilizando unas cosas redondas y que se multiplican en su entorno durante los fines de semana. Rodamos en sentido norte aproximándonos, ahora sí, al uno de los puntos más altos de la ruta.


Llegados a este punto merece la pena desviarse apenas 200 metros para llegar a un mirador que Ángel conoce y que nos dibuja sin duda una sonrisa tonta en la boca. A nuestros pies, Manzanares con La Pedriza al fondo y el embalse rebosante de agua. A la izquierda, la Bola del Mundo, la Maliciosa... Unas vistas impresionantes. Nos tomamos unos momentos para disfrutarlas e inmortalizarlas.  


Deshacemos un poco de camino para girar a la izquierda y encarar la bajada más técnica de la ruta que  pone a prueba nuestra habilidad para superar pasos por rocas y escalones. Como no, Raúl en vez de bajarlos los salta por encima. El resto, mal que bien, superamos el reto con relativo éxito y, por suerte, sin lamentar caídas, que no es poco decir. 

La bajada nos deja a las puertas de Manzanares, en la calle de la Paz, en una de las colas del embalse. Vemos varias autocaravanas estacionadas sin duda disfrutando de un fin de semana (o tal vez vacaciones de Semana Santa) en un entorno tan impresionante como en el que nos encontramos. 


Decidimos meternos en el casco urbano del pueblo para ver de cerca el castillo. Merece la pena visitar Manzanares el Real, aunque suele estar masificado, más aún estos días de confinamiento autonómico.


Ahora toca recorrer unos 10 kilómetros llanos bordeando el embalse por pista y sendero. No parece mal plan. Avanzamos con mucha diversión entre la carretera M608 y la orilla del embalse.


En algunos tramos el sendero se estrecha pero en todos los casos está limpio, nada de piedras, nada de raíces... el único obstáculo es algún charco o algún arroyo de vez en cuando. Curiosamente solo nos cruzamos con un par de ciclistas. Asombroso, siendo un domingo con un tiempo maravilloso y encontrándonos a pocos metros de uno de los principales núcleos urbanos de la zona.


Hablando de cruzar arroyos, en un momento dado Sergio, Ángel y Miguel se separaron de Raúl, de Jaime y de mí. Y al llegar a su altura vimos que nos esperaban al otro lado del vado de un arroyo que debía de tener al menos 40 centímetros de profundidad, con la cara reflejando ansia viva y la cámara grabando nuestra llegada para ver cómo cruzábamos... o mejor dicho, cómo acabábamos empapados por caernos o tener que echar pie a tierra en mitad del charcazo. 


Pero como somos ciclistas con muy poco miedo al líquido elemento Raúl, que iba en cabeza del terceto de cola, se lanzó sin pensárselo mar adentro. Yo, que rodaba en segundo lugar, viendo que salía airoso de tan poco desdeñable encuentro con las aguas bravas, me lancé detrás suya sin pensármelo y a costa de pegarme un buen refrescón. Jaime, que no iba a ser menos sobre todo por el qué dirán, también le echó valor y se zambulló en el charco para disfrute de todos los allí presentes. Estas imágenes quedaron debidamente inmortalizadas para disfrute de todos los aficionados al ciclismo de montaña y de otros deportes acuáticos. 


Como la carretera que debíamos tomar estaba inundada por la cola del pantano (lo habíamos previsto) rodamos durante un par de kilómetros por la M608, que no es lo que mas nos gusta del mundo pero a veces no queda más remedio. En la glorieta con la M862 giramos a la izquierda y pocos metros más adelante nos salimos del asfalto por la vía pecuaria.


En esta zona el recorrido perdía bastante atractivo, cierto es. La vía pecuaria nos giraba en una amplia curva hasta pasar por debajo de la M608 y un poco más adelante de la vía del tren y de la M609 para tomar una senda larguísima y de ligera subida que pasa junto a la cárcel de Soto del Real. Irónico disfrutar de una de las máximas expresiones de libertad, la bici de montaña, junto a un centro penitenciario. 


Giramos a la izquierda para seguir rodando por pista hacia la Ermita de Nuestra Señora de los Remedios y cruzamos la M625 para rodear un recinto militar de los que salen difuminados en Google Maps y en el que vemos unos helicópteros bastante molones. 


No podemos dejar pasar la oportunidad de fotografiarlos, naturalmente. 


Rodeando el recinto nos encontramos con una cancela con la que no contábamos y nos vemos obligados a rodar campo a través hasta otra pista que encontramos a pocos metros a la izquierda. Notamos el suelo está empapado bajo nuestras ruedas. La pista va girando en dirección suroeste hasta pasar por debajo de la M625, que cruzamos, para encontrarnos una fuerte rampa con piso de asfalto del que ha visto mejores momentos y que Jaime y yo, que hemos perdido contacto con el pelotón, remontamos como buenamente podemos. Hace tiempo que vemos las torres de Madrid al fondo y nos sabemos en las afueras de Colmenar, así que la promesa de una cerveza fresquita nos infunde ánimos.


Otra vez reagrupados pasamos por debajo de la M607 por un húmedo túnel y comenzamos a rodar a buena velocidad por el Cordel de Cantalojas que nos aproxima a Colmenar a nuestros buenos 20 Km/h al ser ligeramente en descenso. Y casi sin darnos cuenta llegamos de vuelta al punto de partida donde nos espera la ansiada recompensa.


Qué gusto terminar una ruta con tiempo de sobra como para tomarse un par de rondas comentando los acontecimientos del día y la actualidad nacional e internacional. Hasta hubo tiempo para el arte en forma de bodegón ciclista (por Miguel).


En resumen, una ruta muy, muy recomendable. Asequible para la mayoría de practicantes con un mínimo de entreno (ojo, no estoy diciendo que os vengáis con los niños porque no dejan de ser 41 Kilómetros), con muy buenas vistas de la sierra y senderos divertidos. Todo esto con un desnivel que rondará los 400 metros y con un buen bar al final. Vamos... que seguro que repetimos.

Extra track: bajada desde el mirador hasta el embalse de Santillana.

Ciclismo en Familia - Vía Verde del Tajuña (Ambite - Orusco y vuelta) y BH Top Line Alu 200

$
0
0

El pasado sábado 28 de marzo decidimos pasar el día recorriendo en familia una pequeña parte de la Vía Verde del Tajuña, en concreto el tramo que discurre entre las localidades de Ambite y Orusco de Tajuña. Esto es, la parte final de la vía. 

Hay muchísima información al respecto de esta Vía Verde en Internet y en la web de Vías Verdes en particular, así que no voy a hacer una exposición detallada sobre ella. Solo mencionar que es con diferencia la más larga de la Comunidad de Madrid (49 Km) y que saliendo de Arganda del Rey llega a Ambite pasando por Morata de Tajuña, Perales de Tajuña, Tielmes, Carabaña y Orusco de Tajuña en un recorrido casi sin desniveles (como corresponde a una vía verde) y con el firme y las señalizaciones bien acondicionadas. 

Sabiendo que no íbamos a recorrer una distancia especialmente larga y que los días ya se estiran hasta las siete de la tarde (justo antes del cambio de hora) no se puede decir que madrugáramos especialmente... hasta el punto de llegar a Ambite a las dos de la tarde. Muy bien. 

Por suerte el desagradable viento que soplaba el día anterior había desaparecido y la temperatura, a pesar del cielo plomizo, era muy buena. De manera que bajamos las bicis del coche y nos pusimos en marcha con la idea de buscar un lugar que nos gustara para echar la manta de picnic y comer tranquilamente en el campo. 

Para la ocasión "estrenaba" una noventera BH Top Line Alu 200 negra que Miguel me ha regalado porque no la usaba y le ocupaba espacio. Luego os comentaré sobre ella.

Mucha información de estas míticas bicis españolas en este blog

Salimos de Ambite por un pinar que claramente ha sufrido los estragos de Filomena. Cientos de ramas rotas que el ayuntamiento (imagino) de la localidad ha tratado de limpiar para devolver al pinar, que es además zona recreativa con merenderos y parque infantil, su usabilidad.

El firme de la Vía Verde es el típico "camino rojo" que tantas veces hemos visto. Se nota que han pasado años desde su construcción porque en algunos tramos encontramos grietas, parches y baches. Me pasan por la cabeza preguntas sobre el mantenimiento de estos caminos. ¿Corresponde a los municipios? ¿Tal vez a la Fundación de los Ferrocarriles Españoles? ¿Priorizan el acondicionado de nuevas vías sobre el mantenimiento de las existentes? No sé...pero que no se alarme nadie, son perfectamente ciclables.

El paisaje, sin ser feo, no es nada del otro mundo. En este pequeño tramo que recorrimos solo destaco una pequeña cueva...

... y una represa del río Tajuña a la altura de una tienda de alfombras (Alfombras Pastor). 

El resto del recorrido hasta Orusco de Tajuña no invita a salirse del camino. El paisaje en general, sin ser feo, no aporta demasiado. Tal vez en otoño o cuando la primavera termine de reventar la cosa cambie. 

Como digo, el recorrido está perfectamente señalizado y balizado. Es imposible perderse a no ser que uno empeñe. 

También es posible saber cuánto nos queda por recorrer por los postes que marcan el punto kilométrico.

Llegamos casi sin darnos cuenta hasta Orusco de Tajuña buscando un sitio apropiado para comer... sin éxito. No es que no hubiera ningún sitio bonito... es que era poner la manta en un sembrado o nada. Así que decidimos darnos la vuelta y probar suerte en lo alto de uno de los dos puentes que pasan por encima de la vía verde.

Eran pasadas las tres de la tarde y el hambre hacía rato que había hecho acto de presencia y mella en nuestros ánimos, que todo hay que decirlo, así que más contentos que unas castañuelas en lo alto de nuestro puente nos pusimos a zampar como locos para alivio de nuestros estómagos y de mi espalda, que iba yo cargando con la mochila llena de comida y bebida para 4.

Después de comer hay que reposar un poco... pero la cama de piedras donde habíamos puesto la manta no se prestaba demasiado a ello así que me entretuve cogiendo los cuatro espárragos que pude encontrar. Menos da una piedra. Desde nuestra magnífica atalaya veíamos al resto de usuarios de la Vía Verde transitar en bici o a pie.

Llevé la BH para probarla. No es de mi talla, es M y yo necesito una L, pero para dar un paseo por la llanura sin demasiadas pretensiones ciclistas cumple al 100%. A posteriori he tenido que ajustarle el cambio de platos porque le cuesta moverse entre el pequeño y el mediano... En un primer lugar achaqué este problema a un trozo de palo que al pasar por los restos de las ramas caídas del pinar vino a alojarse entre el cuadro y el desviador impidiendo el retorno de este... pero no. Era más cuestión de jugar con los tornillos de los topes y con la tensión del cable.


Esta Top Line no está de serie. Miguel le cambió el sillín por uno mucho más cómodo, los frenos cantilever por unos frenos V y la transmisión por una Altus más moderna que la original. Pero la geometría no se puede cambiar tan fácilmente y cuando te pones de pie encima de los pedales te sientes muy, muy encima de la rueda delantera y la dirección se pone nerviosa. Además, la potencia es larga y el manillar estrecho, como mandaban antiguamente los cánones. Vamos, que para un paseo es una buena elección porque recuerda al ciclismo de montaña de antaño y eso tiene su punto de gracia pero para una ruta en condiciones puedes acabar con la espalda hecha un Cristo. 

Después de comer, como digo, nos pusimos de vuelta para recorrer los escasos 4 kilómetros que nos separaban del coche. Hay mucho aparcamiento al inicio de la ruta en Ambite pero eché de menos un bar donde tomarme un café.

¿Merece la pena la Vía Verde? Depende de lo que uno busque. Para un paseo tranquilo en familia, yo diría que sí. Son una forma tranquila y segura de rodar un ratito sin tener que estar pendiente de coches, por ejemplo. Para hacer kilómetros también parece una buena opción. Si la hacemos de ida y vuelta nos plantamos en casi 100 kilómetros (aunque por lo monótono del terreno podemos acabar con el culo cuadrado de no levantarnos del sillín). Si lo que buscamos es adrenalina en nuestras salidas, sin duda no somos el usuario objetivo de las Vías Verdes, eso está claro.

Nosotros, a fin de cuentas, echamos un día de excursión en familia y conocimos una zona nueva. Además me sorprendió gratamente que no estaba, ni mucho menos, masificada... que no es poco decir tal y como están las cosas en los entornos naturales de Madrid desde que tenemos restricciones de movilidad. 

Track disponible en Wikiloc

Al final nos salieron 14 kilómetros con un desnivel testimonial. Vamos... para toda la familia a pie o sobre ruedas.

Barritas energéticas caseras - Experimentos en casa y con gaseosa

$
0
0
Lo que os traigo en esta entrada, como diría Christian el de Bricomanía, es fácil y para toda la familia. Voy a explicaros cómo he hecho barritas energéticas con lo que tenía por casa. Dar energía... no sé si la darán. Imagino que sí porque no he utilizado ingredientes muy diferentes de los de las barritas comerciales.

Pongo un disclaimer como la copa de un pino: no tengo ni puñetera idea de nutrición, así que no penséis que porque habéis visto esto en Internet el que lo ha compartido sabe lo que hace, que no tiene  porqué haber nadie al volante. Pero lo mismo que te digo una cosa te digo la otra... vamos a utilizar muesli del Mercadona y miel. A no ser que seáis alérgicos a los frutos secos o lo que sea va a ser raro que os intoxiquéis con esto.

Como digo, el componente principal será muesli de Mercadona que tiene cereales, frutos secos y frutas secas para darle un poco de dulzor.


Aquí os pongo una foto de los ingredientes:


He utilizado 100 gramos de este muesli. Lo pongo en un tazón.


Y también necesitamos un elemento aglutinante. Yo he usado miel del Carrefour. También podéis usar chocolate (negro, con leche o blanco) derritiéndolo antes de mezclarlo con el muesli.


Echamos un buen chorrete de miel al bol.


Y mezclamos. Tiene que quedar bien apelmazado. Si nos hemos quedado cortos de miel, echamos más. 


Una vez tenemos el muesli bien aglutinado con la miel, ponemos la mezcla en un recipiente que admita horno. Yo he utilizado uno de aluminio de usar y tirar. Es importante compactar bien la mezcla contra el fondo.


Ahora lo metemos al horno un ratito. Unos 15 minutos a 150º será suficiente. La idea es que la miel se derrita y se cuele bien entre los granos del muesli. No seáis tan gilipollas como yo que lo tuve más rato del necesario esperando a que se pusiera duro para poder cortarlo mejor... porque con el calor la miel raramente se pone dura. Casi media hora estuve esperando y tocando de vez en cuando hasta que mi mujer me sacó de mi error. 

Una vez fuera del horno hay que dejar que se enfríe. Yo incluso metí el recipiente en el frigorífico para facilitar el desmoldado y posterior corte.

Quitamos el molde con cuidado. El segundo error que cometí es no "picar" un poco más el muesli y los trozos de fruta. Lo "cociné" tal cual sale de la bolsa. Si tenemos trozos más pequeños es más fácil que no se rompa al desmoldar y sobre todo al cortar. 


¿Veis? si hubiera usado trozos más pequeños de cereales y frutas habría conseguido trozos más homogéneos y barritas más consistentes. Para la próxima lo tendré en cuenta.


Como tenemos una envasadora al vacío en casa (rondan los 40 pavetes en Amazon y se les saca más partido del que uno piensa) la he utilizado para envasar las barritas individualmente. De no haberla tenido habría utilizado, seguramente, una primera capa de papel de horno para que la miel no se pegue mucho y una segunda de papel de aluminio.


Para facilitar la tarea de quitar el envoltorio en ruta sin tener que joderme un diente o sacar la navaja de la multiherramienta les hice un pequeño corte en la junta termosellada sin salirme, para no romper el vacío. 


No tengo ni idea de cuánto pueden durar en buenas condiciones... siendo muesli y miel le barrunto mucho tiempo, claro. Sobre la comestibilidad... ya veremos. Me comí algún trozo que se desprendió al cortarlas y estaba rico.

Me salieron cinco barritas con los 100 gramos de muesli.


Cada una rondando los 35 gramos, es decir, más o menos lo que una barrita comercial.


Ya os contaré qué tal resultado dan en ruta. Tengo varios temores: que no sean fáciles de masticar y que sean complicadas de comer por lo pringoso de la miel y el desmoronamiento de la barrita en sí. Pero, ¿Qué quieres que te diga? Eché un rato entretenido haciéndolas.

Collado Villalba - Senda de los Arroyos - Valmayor - Galapagar - Collado Villalba - 17/04/2021

$
0
0

El pasado sábado 17 de abril la primavera nos regaló un maravilloso día para disfrutar del ciclismo de montaña. Si bien la mañana era muy fresca (4º cuando nos bajamos del coche en Collado Villalba) el sol ya brillaba y no se veía ni una sola nube así que, ilusionados, Sergio, Jaime y un servidor acudimos a la cita... ¡Media hora antes! Poco después llegaron el Bombi, que haría las veces de anfitrión, y Miguel, que haría las veces de guía de GPS y fotógrafo, para completar el quinteto de Perdedores que ese día nos dimos cita para dar pedales.

La idea es repetir esta ruta. La última que compartimos antes de ser confinados por culpa del virus. Guardo un recuerdo horrible de la misma porque a pesar de no ser especialmente dura, las rutas con perfiles de dientes de sierra me agotan. Veríamos esta vez si las piernas me aguantaban.

Salimos del parque de la Laguna del Carrizal. Elegimos este punto de inicio a cosa hecha, sabiendo que  cumple los dos requisitos indispensables: cuenta con una buena zona de aparcamiento y hay un bar con terraza para tomar una cerveza al terminar la ruta. Salimos de Collado Villalba en dirección sur por la calle Pocillo, un camino de tierra que se encuentra literalmente inundado.


Así que esquivando charcos con razonable éxito recorrimos este primer tramo y cruzamos con cuidado la carretera M510 para cambiar la dirección hacia el oeste y subir hasta la Ermita del Cerrillo y su correspondiente área recreativa para girar nuevamente a la izquierda y comenzar un descenso suave pero muy divertido por el Camino del Corrillo hasta Navalquejigo, despoblado y repoblado con polémica desde hace la tira de años. No pudimos resistirnos a darnos unas vueltitas a su puptrack. 

Tras rodar unos metros en paralelo a las vías del tren, giramos a la izquierda para llegar hasta la senda de los arroyos, vieja conocida, siempre tan divertida de recorrer. Pero antes, fíjate qué casualidad, nos encontramos con Ángel, que no pudo unirse a la expedición pero no quiso dejar de salir a rodar un rato en solitario antes de atender a los compromisos familiares que le impidieron acompañarnos. Una alegría vernos aunque fueran cinco minutos, sobre todo por lo azaroso del encuentro. 

Vemos el campo exuberante, verde por todos los lados y todos los arroyos rebosantes de agua.  

Tendríamos que cruzar por encima de la presa del Embalse de los Arroyos pero el paso se encuentra vallado. Pero la alternativa es mejor: rodear el embalse por un sendero muy, muy bonito.

Seguimos rodeando el embalse de Valmayor hasta pasar por debajo de la M505 y girar a la izquierda. Toca subir un trecho. Como ya imagináis los lectores habituales, el Bombi y Miguel van en cabeza y Jaime (que está fuerte y aprendiendo técnica a pasos agigantados), Sergio y yo vamos en la cola al tran-tran, guardando fuerzas no sea que petemos antes de tiempo y una maldita pájara nos amargue la mañana.

Llegamos hasta la explanada de la Ermita de Nuestra Señora de la Soledad, perteneciente a Colmenarejo, y hacemos parada técnica para reagruparnos y echar una meadita (quien más, quien menos). 

Seguimos por la misma dirección por la que veníamos, por una pista muy ancha y de buen rodar, pero pronto giramos a la izquierda por una senda entre muros de mampostería que muere en una cañada real que nos devuelve a la M505. Esta vez la cruzamos a nivel con talento y precaución y comenzamos a rodear una urbanización de chalets al oeste de Galapagar. Nos adentramos en el casco urbano y rodamos por calles durante unos cuantos cientos de metros hasta girar a la izquierda a la altura del ayuntamiento y salir del casco urbano por la calle Toril, donde se nos cruza un perro muy peligrosamente pero el Bombi y Miguel clavando los frenos consiguen evitar un fatal desenlace. 

Cruzamos, otra vez, la M510 y pasamos junto al punto limpio para subir hasta la subestación eléctrica. Tras cruzar la M518 comentemos un error. En vez de girar a la derecha por la calle de los Camochos seguimos recto porque el camino bajaba por un sendero que se prometía divertido. Para que os hagáis a la idea, fuimos por la línea roja en vez de seguir el track.


Cuando nos dimos cuenta, evaluamos la situación. Le habíamos recortado unos 10 kilómetros a la ruta. Volver al track original suponía ascender el sendero que acabábamos de bajar... así que decidimos seguir adelante. Llegamos a la altura del Embalse de las Nieves. De lo que hicimos a continuación no estamos especialmente orgullosos pero el track atravesaba parte de una finca privada cerrada con una cancela.


Para nuestra vergüenza oímos cómo nos llamaron la atención y nos dimos a la fuga. Entonamos el "mea culpa". Estas cosas contribuyen a dar mala fama a los ciclistas de montaña y no vamos precisamente sobrados de amigos. Salimos de la finca junto a la orilla del embalse y Miguel pisó una caca que nos estuvo acompañando un buen rato. Esta parte del camino está sembrada de rocas que a veces obligan a echarse la bici al hombro. 


El camino muere en Collado Villalba y en total, al haber recortado el reocrrido original, nos salen unos 25 kilómetros. Son las 12 del mediodía y el Bombi propone alargar la ruta de manera "artificial". A todos nos parece (más o menos) bien de manera que tras rodar por las calles (algunas empinadas) de la localidad serrana salimos de nuevo al campo en dirección sur para ascender hasta "el pocillo" (el punto más alto de la ruta) donde el Bombi aprovecha para calzarse una ostia al no poder desenganchar el pie del pedal en un paso complicado por piedras. La bajada hasta el punto limpio es muy, muy técnica por un sendero estrecho y lleno de rocas. Ruedo segundo, detrás de el Bombi, y a pesar de ir salvando los sucesivos obstáculos con éxito decido sacar los pies de las calas por precaución... y esto me salva de salir por delante del manillar en uno de los últimos pasos al quedárseme la rueda delantera bloqueada. 

Track disponible en Wikiloc

Volvemos a subir, esta vez aprovechando primero un tramo por pista ancha y de buen rodar, luego por el mismo camino por el que hemos bajado, esquivando piedras. Las fuerzas van escaseando pero, como lo que queda es bajada hasta el parque, la promesa de una cervecita fría nos insufla las fuerzas y los ánimos necesarios para acabar.

En conclusión, lo mejor de la ruta es (además de la compañía, por supuesto) la senda de los arroyos y el rodeo al embalse homónimo. El resto... hay tramos más bonitos que otros pero no es para fliparse. 

Veremos qué destino nos depara nuestra siguiente aventura perdedora. ¡Permaneced atentos al blog si queréis compartirlo con nosotros! 

Ciclismo en Familia - De Guadarrama al Camping de El Escorial

$
0
0

Hay que aprovechar los domingos soleados que nos ofrece este cambiante (en lo que al clima se refiere) mes de abril y no se me ocurren muchas formas mejores que pasar un día de bicicleta en familia. Jaime y María nos habían hablado de una ruta que hicieron el año pasado desde Guadarrama, localidad en la que residen, hasta el Camping de El Escorial y, sin pensarlo dos veces, el primer fin de semana que dieron buen tiempo preparamos unos bocatas, montamos las bicicletas en el coche y pusimos rumbo a la sierra.

Sin madrugones innecesarios, que tenemos todo el día y anochece cerca de las 21, comenzamos a dar pedales a eso de las 12. Salimos del núcleo urbano por la calle de los Labajos en dirección este hacia Alpedrete. Unos 3 kilómetros rodando tranquilos por una pista razonablemente descendente para ir entrando en calor mientras esquivamos numerosos charcos, bastante grandes algunos de ellos.

Atravesamos Alpedrete rodando por varias de las innumerables urbanizaciones que lo componen y cruzamos la A6 por debajo, usando un largo túnel que nos recibe con un charco que nos obliga a rodar por el agua irremediablemente para poder continuar nuestro camino. No todos fuimos capaces de superar esta segunda prueba satisfactoriamente y salimos del túnel con el primer pinrel mojado del día. No importó demasiado, la temperatura y el humor eran excelentes.


Pocos metros más adelante nos encontramos con el río Guadarrama y su rivera nos parece un lugar excelente para parar a comer. Pasan de las 13:30 y los niños llevan un rato diciendo que tienen hambre, así que hacemos la primera parada "larga" del día. 


¿Qué tiene el campo que tan ricos saben los bocatas?


El lugar invita a echarse una siesta pero hemos venido a lo que hemos venido y retomamos nuestro camino sin demasiada demora tras terminar nuestras viandas. Cruzamos la M510 por un semáforo y atravesamos la calle de las Ventas de El Escorial para enlazar con el paseo del Monasterio. Ante nosotros se extiende un camino de unos 7 kilómetros de largo, perfectamente ciclables y con unas vistas que, al menos cuando tuvimos la suerte de recorrerlo, nos permitían ver desde el Monte Abantos hasta más allá de La Pedriza de tal manera que no sabía uno a donde mirar, si a las montañas o a la dehesa, verde allá por donde miraras.


El camino pasa junto a las ruinas del Palacio de Monesterio. Pero no tuvimos la decencia de fotografiarlo... Por suerte hoy en día es posible encontrar fotos de casi todo en Internet. 

He tomado prestada esta foto de esta ruta de Wikiloc

Tanto el palacio como los alrededores están plagados de nidos de cigüeñas y vimos a muchas de estas aves buscando alimento en las lagunas que hay a los lados del camino. 

Con la promesa de un helado para los niños y un café (o cada uno lo que quiera) para los mayores llegamos silbando al camping, nuestro destino... pero para desilusión generalizada el bar estaba cerrado (¡maldición!). 

Pero llevábamos unas cuantas chocolatinas y como benjamín del grupo había decidido echarse una siesta y el cuidado césped de la entrada del camping nos estaba llamando a gritos hicimos una segunda parada larga. Digo larga porque continuamente íbamos haciendo paradas breves para reagruparnos, para quitarnos o ponernos ropa, para beber agua, para disfrutar de alguna vista o de la contemplación de algún animal.


Pero tocaba volver a ponerse en marcha, que nos esperan cerca de 17 kilómetros, los últimos cuesta arriba y los adultos no teníamos todas con nosotros sobre cómo gestionarían las fuerzas los pequeños. Con la misma promesa del ansiado helado nos pusimos a dar pedales de vuelta por el mismo camino que nos había traído tan ricamente al camping.


El entretenimiento durante la vuelta fue meterse en cuantos más charcos, mejor. Ya sin ningún tipo de pudor, los niños atravesaban los charcos por el mismo medio sin importarles cómo de profundo pudiera ser. Por suerte no hubo que lamentar caídas engorrosas y el único percance que sufrimos fue una caída tonta sin más consecuencias que un buen susto del protagonista y los adultos que alarmados por los gritos nos pusimos a gritar aún más para coordinar la asistencia al accidentado (que a los dos minutos ya se estaba volviendo a meter en los charcos como si no hubiera un mañana). 

Poco después de volver a pasar por debajo de la A6 hicimos la tercera parada prolongada en un restaurante, "El 42"... pero tampoco tenían helados. Tuvimos que conformar a los niños con unos refrescos. Ya eran más de las cinco y quedaba poco trecho por recorrer, pero era cuesta arriba. 


Por suerte íbamos encontrando alicientes y recorriendo camino poco a poco. A unos tres kilómetros de llegar, Jaime fuerza el cambio y mete la cadena de forma grotesca entre el casete y los radios. Nos las vimos y nos las deseamos para sacarla de ahí pues además se había cruzado a riesgo (mortal) de romper el propio cambio. Menos mal que fue rápido parando la marcha y frenando la bici para evitar males mayores. 


Y para ponerle la guinda a tan estupenda jornada, terminamos con unas buenas risas. Poco antes de llegar a Guadarrama, rodando por la calle de los Labajos se cruza el arroyo del Labajo (todo esto según los mapas de Google). Pues a la ida lo cruzamos por una pasarela habilitada en uno de los bordes del camino pero a la vuelta ya importaba poco mojarse los pies y siendo además que los niños venían metiéndose en todos los charcos habidos y por haber no les dijimos que no a la idea de cruzar el arroyo sobre la bici... todo lo contrario, les alentamos. Así fue como la mayoría terminamos con los pies mojados... pero que nos quiten lo bailao. 


Al final llegamos de vuelta a nuestro punto de salida cerca de las 19... tras 7 horas de ruta de las cuales estuvimos en movimiento algo menos de 4 según Strava que todo lo sabe. Aquí tenéis el recorrido en Wikiloc. 

Track disponible en Wikiloc

Me declaro desde aquí admirador absoluto de estos infantes que no protestaron ni una sola vez porque la ruta se les estuviera haciendo larga, ni mostraron muestras de cansancio significativas. 33 kilómetros se metieron en las piernas alentados por la promesa de un helado que tardó en llegar, pero llegó (del congelador de Jaime y María). 

¡¡Por muchas más rutas en familia como esta!! 

Culotes de interior, X-TIGER y copias chinas de marcas de ropa china

$
0
0
No todos los productos chinos son de mala calidad, eso está claro. Yo llevo años usando móviles de marcas chinas con resultados satisfactorios (si bien no soy nada pretencioso con la tecnología, que todo hay que decirlo). En el ámbito de la ropa ciclista hay algunas marcas que destacan. Hay un montón de artículos en Internet con títulos como "las 5 mejores marcas de ropa ciclista china", "la mejor ropa china de ciclismo"... Hablamos de marcas como Spexcel, Racmmer, Santic o, la que nos ocupa, X-Tiger. No pretendo hacer un comparativo ni entrar a valorar profundamente las virtudes de estas marcas pero algo tendrán de bueno cuando los propios chinos las copian descaradamente como hacen con las marcas occidentales. Y yo, sin saberlo, he sido tan tonto como para comprar por error una copia china de un culote chino. Y... ¡Vaya si se nota la diferencia!

Hace unas semanas Miguel comentó la posibilidad de comprar un culote de interior X-Tiger como este:


Aquí el enlace de Aliexpress, pero los productos de esta marca pueden encontrarse también en otras plataformas como Amazon o Wish. 

Su duda era si comprar un culote de interior y quitarle la badana para ponérsela al suyo viejo o si usarlo tal cual debajo del culote normal... le recomendamos esto último. Yo, por ejemplo, soy un feliz usuario de culote de interior desde hace tiempo. Quedando Miguel aparentemente satisfecho, al haber elogiado las virtudes del modelo y siendo además que a mí me vendría bien un segundo culote de interior porque solo tengo uno y dada la diferencia de precio respecto al de Decatlón que vengo usando no dudé en comprar uno para mi. 

Este modelo de Decathlón es muy recomendable pero cuesta 30€ contra los 11,6 del X-Tiger 

De manera que teniendo en la cabeza únicamente la apariencia del culote chino y sin recordar la marca, lancé una búsqueda en Aliexpress y me salió este, que dí por bueno. Error.


Encima me costaba 7€ en vez de 11... ¡Yo sí que sé buscar chollos! Por probar no perdía nada. No tardó mucho en llegar y al examinarlo visualmente no me parecía nada del otro mundo. Calidad la justa, pero sería la prueba empírica la que dictaría sentencia. Lo estrené durante la ruta familiar entre Guadarrama y el camping de El Escorial y enseguida noté que los isquiones no me apoyaban en lo gordo del gel de la badana... ¿Tal vez había equivocado la talla? mal asunto. Al principio no había problema pero ese día estuvimos muchas horas encima de la bici y acabé con un dolor de culo importante, teniendo en cuenta también que el día anterior los Perdedores habíamos salido de ruta. Además el par de veces que fui al baño, al tirar del elástico de la cintura para desenfundar notaba cómo el elástico crujía como una goma vieja que hubiera perdido su elasticidad. Mal asunto. 

Al día siguiente comenté el hecho de que el culote tenía la badana mal posicionada y enseguida nos dimos cuenta de que no había comprado el X-Tiger original. Así que volví a Aliexpress y, esta vez sí, compré el que tenía que haber comprado desde el principio. Lo he recibido esta misma mañana y las diferencias son significativas. 

Lo primero que he hecho es probármelo. He cogido además talla M (la copia es L) y me he subido encima de la bici y he comprobado que los isquiones apoyan correctamente sobre el gel de la badana destinado a tal efecto. Habrá que hacer una ruta para dar una valoración con criterio, pero la primera impresión es buena. Se puede ver claramente cómo la badana queda como 2 cm más alta en la copia.  


Esto hace que los "tacos" de gel donde tienen que apoyar los isquiones queden en los cachetes del culo en lugar de en donde deben... anulando toda la amortiguación, claro.


La diferencia de calidad de las badanas es evidente. En la original se nota claramente el gel, en la copia tengo dudas. Yo diría que en vez de gel es espuma lo que hay en el interior para acolchar. la diferencia entre un material y otro es determinante. Ambas badanas miden lo mismo tanto a lo ancho como a lo largo. En la foto no lo parece pero lo he comprobado metro en mano.


El tejido ventilado del lateral es exactamente el mismo, en ese sentido ambos culotes empatan. En la foto la diferencia de color se debe a la proximidad de la ventana. 


Y para terminar, otra diferencia que considero destacable. En la copia el elástico de la cintura es continuo mientras que el original solo hay elástico en los laterales y en la parte trasera. La parte delantera no tiene elástico. Entiendo que esto es para facilitar al usuario el ir al baño. 


En fin... me ha parecido muy curioso encontrar en Aliexpress una copia china de un producto chino de cierta calidad y quería compartirlo. ¡Tendré que prestar más atención!

Guadalix - Bustarviejo - Valdemanco - Guadalix - Una ruta que tendremos que repetir...

$
0
0

...porque por culpa de una desgraciada caída algunos no pudimos completarla. Si queréis saber lo que pasó, tendréis que seguir leyendo. Ahí os dejo el gancho al más puro estilo youtuber de tres al cuarto. 

Hace tiempo que tenía yo en mente salir a montar en bicicleta de montaña por los pueblos de la Sierra de Guadarrama por la parte de la A1, la carretera de Burgos. Buscando, como siempre, en Wikiloc encontré esta ruta que dentro de los parámetros de dureza que manejamos los Perdedores, además prometía paisajes y senderos divertidos. De manera que tras proponerla durante la semana hubo quorum y el sábado de buena mañana nos juntamos varios amigos en el aparcamiento del polideportivo de Guadalix de la Sierra con intención de disfrutar de una mañana de risas y pedales.   

Track compartido por el usuario larcos en Wikiloc

Equivoqué la vestimenta. El día se anunció caluroso pero como era muy temprano no sabía yo si pasaría frío así que me abrigué de más con maillot de manga larga y una camiseta térmica debajo. Y llevaba también un chaleco cortavientos, no te lo pierdas. Al ver al resto de amigos vestir de corto y aprovechando que el Bombi se retrasaba por haberse equivocado de pueblo (sí, sí... habéis leído bien) me quité ropa. La mejor decisión, de haberme quedado con la camiseta hubiera muerto deshidratado en una de las muchas rampas que subimos.

Una vez estuvimos todos y tras miradas reprobatorias de Miguel (adicto a la puntualidad) hacia el Bombi comenzamos a rodar y salimos de Guadalix por la carretera M-625 en dirección Navalafuente.  Enseguida dejamos la carretera. A la altura de un giro cerrado a la derecha nosotros seguimos por una pista de tierra que se abre de frente a nuestro sentido de circulación. Ojo aquí con cruzar el carril contrario porque no hay mucha visibilidad. 

Tras unos pocos de metros por la pista de tierra sabréis dónde hay que girar a la izquierda por el inconfundible olor a mierda de una explotación que hay al lado del camino. Imagino que es un sitio desde el que se distribuye abono y hay montañas de este pestilente producto. Para potar, verdaderamente. 


El camino pica hacia arriba constantemente. Hoy el perfil de la ruta es del tipo que nos obliga a subir durante cerca de 18 kilómetros para luego bajar todo lo que hemos subido de manera casi continua. Es una jodienda acumular todo el desnivel en la primera parte de la ruta. Viendo los datos (algo menos de 40 kilómetros y de 600 metros de ascensión engañan porque en realidad te cascas los 600 metros en 18 kilómetros. Vamos, una alegría.


Enseguida el paisaje nos embelesa. Rodamos por caminos en bastante buen estado atravesando un robledal tras apenas abandonar Guadalix. Una gozada. Y, para nuestra sorpresa, penas nos estamos encontrando ciclistas a nuestro paso. Se nota que esta parte de la sierra está bastante menos masificada que la que atraviesa la A6. 


A medida que ganamos altura los árboles van desapareciendo... y con ellos la sombra. El sol calienta de lo lindo y comentamos que esta ruta en verano puede ser un suplicio. Las rampas son bastante llevaderas pero, como siempre, se forman grupos en función del estado de forma de cada uno. Esta vez elijo quedarme detrás cerrando el grupo y Lude decide acompañarme para que no me pierda. Miguel y el Bombi tiran del pelotón y el resto van y vienen echando ratitos de charla con los que se van encontrando, que también se trata de eso cuando uno prácticamente solo ve a los colegas cuando quedamos para montar en bici.


A la altura de una pequeña urbanización llamada "Las Arreturas" (¿Quién le pone el nombre a estos sitios?) giramos bruscamente (por la dirección, no por la velocidad porque íbamos despacio) a la izquierda y la subida se pone un poco seria. De frente tenemos Miraflores de la Sierra y unas impresionantes vistas con las que nos consolamos y distraemos mientras pedalada a pedalada vamos ganándole metros al altímetro a base de cabezonería.


Giramos a la derecha y pasamos por una puerta que está cerrada guardando ganado vacuno. Pone clarísimamente que es una propiedad privada pero no hay candado y además no señala expresamente la prohibición de paso. El track, que va siguiendo Miguel con maestría, y el texto descriptivo de la ruta en Wikiloc indican inequívocamente esa dirección así que asumimos que se trata de un camino público y cerrando la puerta a nuestro paso y respetando a las vacas que para eso están en su casa recorremos el apenas kilómetro y medio por la propiedad privada.

Existe una alternativa en forma de sendero que no tiene ni mucho menos mala pinta a la izquierda del camino que atraviesa la propiedad privada. Parece que baja muchísimo hasta el arroyo del valle y luego va remontando poco a poco hasta encontrarse con la pista que hemos utilizado nosotros. 

Seguimos subiendo disfrutando de las vistas ahora en sentido norte. El calor complica la cosa y a pesar de llevar puesto el 50t las piernas se resienten. El último tramo de subida se nos hace especialmente duro a Lude y a mí. Miguel, Ángel y el Bombi van por delante, Jesús y Raúl en el medio y Lude y yo atrás, penando y maldiciendo, pero echándole narices.


Vamos encontrando a nuestro paso las marcas del recorrido de una prueba de la "Cactus MTB Challenge" denominada "La del Mazo". Pero me sorprende ver que las marcas están ya puestas siendo que la prueba está programada para finales de junio. Sea como fuera, entre pitos y flautas hemos llegado al punto más alto de la ruta y todo lo que resta es (salvo un repechín) bajar disfrutando. Pero antes tenemos que reponer energías y propongo una parada técnica para comer algo.


El track nos lleva ahora por un sendero impresionante por mitad de un pinar. No conociéndolo lo recorremos con relativa prudencia. Mejor verlo que leerlo:



Una terrible desgracia ocurrió al final de este sendero. Miguel, al bajarse de la bici para analizar cómo encarar la última cuesta (que era de las buenas) roza el cuadro con el taco de la zapatilla desconchando la pintura y un trocito de su corazón.  


Miguel, estamos contigo en estos difíciles momentos. La vida es así de injusta y solo nos queda seguir hacia delante por los nuestros y por nosotros mismos. Ya vendrán tiempos mejores y nos acordaremos de esto con una sonrisa tomando una cerveza. 

Llegamos a Bustarviejo y aprovechamos para rellenar de agua los bidones en una fuente que vemos en un parque infantil. Un poco más adelante vemos otra, por si sois unos ansiosos y unos raros.


Rodamos unos pocos de metros por el casco urbano y al cruzarnos con una pareja de avanzada edad, tal sería la cara que nos vieron a algunos, que nos animaron en plan "enga, que ya queda poco"... y eso que no sabían ni a dónde íbamos ni de dónde veníamos... ¡Qué pena teníamos que dar! 

Del Bustarviejo se sale por la puerta grande, subiendo como un cabrón, para terminar de romper las pocas fibras musculares que quedaban sanas en nuestras castigadas piernas. Apenas son 3 kilometritos pero joden bastante, todo sea dicho. Menos mal que, ahora sí que sí que sí... solo queda bajar y bajar.

Pero por si lo del desconchón del cuadro de Miguel fuera poco, como a perro flaco todo son pulgas, el infortunio se cebó con nosotros haciendo que Raúl cruzara la rueda en la recepción de un salto saliendo por encima del manillar y aterrizando malamente con las manos en postura incómoda. No creáis que la bajada invitaba a saltar... es el nervio de Raúl que le hace ir buscando todas las irregularidades del camino para saltar por encima. Y alguna vez le pasa, claro, que se cae. Esta caída fue en el lugar que muestra la siguiente foto. Como veis, sin dificultad. Raúl tiró del manillar con más fuerza en un extremo que en la otra para saltar por encima de una piedra que había al lado derecho. Casi podríamos decir que se trata de una caída autoinfringida. Esto otorga muchos puntos de perdedor, sin duda.

Nos retiramos del camino porque sabíamos que venía un grupo de ciclistas detrás nuestra y no había mucha visibilidad. Raúl seguía mareado y se tenía que tumbar. No sabía si tenía rota la muñeca, que es lo que más le dolía. Esperamos un ratito a que se le pasara el mareo pero el sol pegaba fuerte.

Caminamos hasta una sombra cercana. A Raúl le vino bien moverse, al menos se le pasó el mareo. Tuvimos que colocarle el manillar, que de la caída se le había girado ligeramente. La bici no sufrió daños salvo una picada en el sillín y un restregón en el cambio.

Estábamos a las afueras de Valdemanco y decidimos llegar hasta el pueblo. Raúl, mal que bien, se había recuperado lo suficiente como para poder recorrer los escasos cientos de metros cuesta abajo por pista en buen estado sujetando el manillar con la mano derecha (la buena, claro) y apoyando el antebrazo izquierdo para mantener el equilibrio. Estaba claro que así no podía seguir así que tras valorar distintas opciones decidimos quedarnos él y yo en la terraza de un bar mientras el resto terminaban la ruta y Sergio volvía a por nosotros en su coche con el portabicicletas con capacidad para tres. 


Del resto de ruta no puedo decir mucho salvo lo que me han contado los colegas y lo que he podido ver en las fotos. Parece ser que había tramos muy jodidos de rocas gordas...

...alguna zona muy enfangada rodando en paralelo a las vías del tren 

...y también por camino...

...y algún sendero con roderas de agua tan profundas que hacían imposible rodar.

Pero mejor se podrá ver en un vídeo exclusivo y de mucha acción:


Por supuesto, Raúl así lo habría querido, al finalizar la ruta hubo refrigerio, que el sol apretaba y la ruta había tenido su dureza. 

Poco más de una hora más tarde de habernos parado en el bar, llegó Lude a por Raúl y a por mí. Montamos las bicis en el coche y volvimos hacia Guadalix. Bajamos la bici de Raúl y al propio Raúl y metimos su bici en su coche.  Aunque tenía alguna duda le pedimos que se fuera directamente al hospital. No penséis que somos tan cabrones como para no acompañarle. Si lo hubiera necesitado hubiéramos ido con él, claro está, pero se valía perfectamente por sí solo. El diagnóstico, restregones de primer grado en brazos y manos y esguince de muñeca. Sin rotura, por suerte. Para muestra un botón:

Raúl, esperamos que te recuperes pronto y que en un par de semanas podamos volver a juntarnos para salir en bici que me consta que Jesús nos tiene preparada una buena.

Por cierto... se me adeudan 10 kilómetros de bajada (me chupé toda la subida y nada de bajada) y a Lude un par de jarras de cerveza, que entre idas y venidas no se las pudo tomar. Ahí queda dicho.

La jornada del domingo - Minuto y resultado - 30/05/2021

$
0
0

Como si de una competición liguera se tratara, el pasado domingo 30 de mayo los Perdedores salimos cada uno por nuestra cuenta a dar una vueltita en bici... que en algunos casos fue algo más. De manera que al más puro estilo Carrusel Deportivo (o Tiempo de Juego) en esta entrada narraremos el minuto y resultado en los diferentes campos por los que se distribuyó la actividad ciclística perdedora.

Sergio y su familia participaron en la jornada adelantada al sábado dando la vuelta el embalse de La Pinilla, un recorrido que intenté hacer sin éxito a finales de verano de 2020 resultando en un motín familiar. Sergio lo hizo bien y disfrutaron de lo lindo del recorrido.


Tomo nota para futuras excursiones familiares. Hay que hacerlo en sentido antihorario.

También El Bombi salió en bici el sábado para darle una "vueltita larga" al embalse de Valmayor. Más de 60 kilómetros entre pecho y espalda. 


Ya el domingo, de los más tempraneros en anunciar minuto y resultado fue Juancar que a las 9:30 ya se había tomado el segundo desayuno tras recorrer casi 40 kilómetros a una media de casi 20 Km/h. Un tentempié muy merecido, sin duda.  

El primo Christian salió con los "zorros bikers" por Olmeda, descubriendo un paraje impresionante que no tenía catalogado a pesar de estar relativamente cerca de su casa. La ruta, de 56 kilómetros con mucha senda, seguro que merece la pena. 

El Bombi hizo doblete y el domingo también cogió la bici, esta vez para dirigirse hacia el norte en vez de hacia el sur en una ruta con menos kilómetros pero más desnivel.


Y si la fortuna lo hubiera querido pudo haberse encontrado con Jaime y Ángel ya que rodaron por la misma zona.


Aunque, como veis en esta última imagen, Jaime tuvo que abandonar tras 16 kilómetros al romper la patilla por segunda vez en pocos meses. ¿Qué le pasará a la bici de Jaime?


Un servidor tuvo el gusto de recorrer caminos de Las Navas del Marques después de ocho meses. 


Apenas fue un paseo, pero qué bien me sentó. Y qué raro se me hizo utilizar la rígida de aluminio de 26"... al menos los primeros kilómetros porque enseguida volví a hacerme a ella. Fui despacio a propósito, admirando el pinar.  


Y para terminar, el colofón. El rutazo que se marcó Miguel en Galicia. Ya el año pasado nos deleitó con recorridos que despertaban nuestra envidia más maligna y este año pinta igual o mejor. A ver si se anima a escribir la crónica de esta ruta porque sin duda merece la pena.


Y los datos hablan por sí solos, superando la barrera de los 1000 metros de desnivel positivo en 50 kilómetros.


Este vídeo "te mete" en la ruta. Menudas vistas, menuda frondosidad... y menudo anuncio 😁.

Viewing all 275 articles
Browse latest View live