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Lago Castiñeiras - 08/07/2020 (por Miguel)

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Miguel está disfrutando de lo lindo este verano de 2020 de la bicicleta. A sus aventuras madrileñas con la Orbea Oíz, que re-estrenó con algunos percances, hay que sumar las inolvidables experiencias que está viviendo con su reencontrada Corratec Superbow Race en Galicia, donde se encuentra pasando unos días.


Recuerdo como si fuera ayer cuando fuimos a comprarla a Talavera de la Reina Juancar, Jaime, Miguel y yo. Menuda bici, de las que se queda uno mirando pasar. Sirvió para que Miguel se reenganchara a este deporte y sigue siendo una bicicleta perfectamente válida para disfutar en el monte. Veamos cómo, Miguel nos lo cuenta.
Sentarse, que esta es buena:

"Queridos perdedores, el año pasado me traje mi querida Corratec a Galicia dejando la Orbea Alma y la Oiz en Madrid para hacer hueco en el trastero y poder aprovechar alguna salidilla por estos verdes parajes. No pude finalmente salir con ella así que me propuse este año hacer alguna salida y tomar contacto con la península del Morrazo que es donde mis padres tienen la casa de veraneo.

Esta crónica corresponde a la segunda ruta que hice. La primera fue por el Cabo da Vela, sus playas, sus faros, sus acantilados, preciosa pero para mi gusto la ruta se haría mucho más disfrutable en sentido contrario. La próxima vez la haré en sentido contrario pero añadiendo como parada punta Couso al norte.


Bueno, vamos a la ruta que nos ocupa que es la segunda:
Quería investigar la zona del Lago de Castiñeiras en el parque de Cotorredondo, una zona muy típica por aquí en torno a un lago en un enclave de cuento muy querido por ciclistas, senderistas y gente que va a pasear o hacer picnic.


Estuve mirando varias rutas, mezclando tramos pero basándome esencialmente en una ruta que me llamó mucho la atención por tener pinta de haber sido hecha por “fuckers de zona que se las saben todas”.


La ruta comienza en subida constante pasando por unos molinos de agua restaurados en una zona muy bonita. En el Morrazo hay muchos molinos de este estilo en mejor o peor estado de conservación que merece mucho la pena visitar.




Continua en campo abierto (en subida) y enlaza con un bosque en el cual se oyen unos disparos. Me extraña un poco, primero porque no indica por ningún sitio que me estoy adentrando en un coto de caza y segundo porque por el tipo y la cadencia de las detonaciones no parecen provenir de escopetas de caza sino de algo semiautomático. Finalmente lo achaqué a “cosas de gallegos” y proseguí la marcha.


La ruta seguía subiendo por pistas bastante expuestas y el calor empezaba a hacer mella. De repente, en un giro, me encuentro con un cartel similar a este:



Utilizando toda mi pericia a lo Sherlock Holmes, até cabos y asocié los disparos de las armas semiautomáticas con algún tipo de maniobras del ejército. Vi que la ruta no tenía caminos alternativos, los disparos se oían muy lejos ya así que decidí hacerme el político corrupto en un juicio (no sé, no me consta , no lo vi, soy tonto y ciego) y proseguí por el camino.

Pasé cerca de unos edificios muy majos para echarse unas partidas al Counter Strike en el mundo real y ya me estaba empezando la voz de Pepito Grillo a molestar por lo bajo “dónde te estás metiendo…”. La pista seguía subiendo y de repente empieza a girar hacia el sonido de los disparos. 

Los disparos cada vez eran más cercanos y potentes.  No tenía mucho miedo a que me fuesen a pegar un tiro porque estaba por una pista claramente visible. Lo único que deseaba es que un posible hijo secreto entre Paquirrín y Belén Esteban no fuese militar y estuviese de prácticas ese día en la zona si no podía darme por muerto.

Seguía avanzando y la pista se empeñaba en llevarme hacia los disparos, crucé una puerta que cercaba el camino y me topé con un camión del ejército de la Cruz Roja con el motor encendido, al menos para apañarme un disparo la ayuda me quedaba cerca.

Lo que más me preocupaba era encontrármelos por el camino y que me dijesen “A ver, tragaldabas, ¿Qué cojones haces aquí? ¿No has visto el cartel gigante y estás sordo?” y yo tener que ponerme en plan Rey Emérito con voz monguer “Lo siento, me he equivocado, no volverá a ocurrir..” y tener que darme media vuelta como un loser.


Finalmente la ruta giró alejándose de la zona de prácticas y terminé cruzando una valla que tenía pinta de delimitar el fin de la zona de maniobras así que me alegré de poder continuar con la ruta y no tener que salir mi padres en Sálvame en plan “Después de la publicidad entrevistamos a los padres del tragaldabas muerto acribillado por el hijo secreto de Paquirrín y Belen Esteban “ (música épica del Señor de los Anillos).


La ruta seguía subiendo y subiendo, estaba paladeando ya las posibles bajadas que tanta subida merecía pensando en trialeras llenas de hadas de los bosques y nanorobots asistiendo en los saltos, no podía ser menos.

Llego a una subida totalmente impracticable llena de piedras, troncos y vegetación. Parece que nadie ha pasado por allí en meses. Me la subo a pata y alcanzo la cota máxima de la ruta. Al rato me doy cuenta de que me he pasado el desvío hacia la primera bajada. Vuelvo sobre mis pasos y veo entre la vegetación salir un hilillo de sendero de 2 cm de ancho.

Sendero totalmente visible...


Me tiro por ahí y me empiezo a desollar los brazos y las piernas. Me huele a que los “fuckers” estos que hicieron la ruta pasaron un par de veces por allí hace años, vendieron las bicis, montaron un puesto de pulpo a feira y nunca más volvió pasar nadie por allí.

A la que bajaba como podía me arrepentí de dejarme en mi casa el machete de selva colombiano, en cualquier momento esperaba encontrarme algún esqueleto de algún explorador con un diario de sus hazañas y un mapa del tesoro.



La bajada contenía algunos centímetros muy disfrutables en los que podía poner los dos pies sobre los pedales.

43,2 cm mazo guapos

De pronto llego a un cortafuegos (vuelta a la civilización) y la bajada continúa por una zona transitada y limpia. Empiezo a coger velocidad, estoy en un punto muy alto donde se ve la costa a lo lejos, islas, el océano... la cosa empieza a molar mucho. 


Continúo bajando y disfrutando bastante rato hasta que de repente el sendero desaparece literalmente en un bosque de moreras asesinas.



Por ahí no puedo continuar sin lanzallamas y he bajado mucho por un sendero sin escapatorias con lo que tendría que volverme a pata durante bastante rato empujando la bici. No lo considero como una opción viable. 

Me asomo por un lateral y veo una carretera a unos 15 metros por donde la ruta vuelve unos 6 km después.


Tanteo el terreno: helechos de Parque Jurásico que no dejan ver el suelo, arboles dispersos y alguna morera que otra. Decido adentrarme con la bici a cuestas. Cuando llevo dos metros dentro de ese infierno me doy cuenta de que haber subido el sendero a pata quizás hubiese sido mejor opción. No me puedo mover ni para adelante ni para atrás, no veo donde piso, avanzo muy despacio destruyéndome las piernas por moreras ocultas entre los helechos (listas hijas de puta). 

La bici se llena de vegetación cada nada así que opto por levantarla como puedo por encima de mí.


Noto como a mi paso se mueve la vegetación por animales que se van yendo a mi paso, al menos se van y no vienen. 

La imagen de la carretera como Santo Grial me da fuerzas para seguir. Avanzo a 2 cm por hora, me siento ridículo ahí en medio. Empiezo a pensar que quizás haber recibido un disparo y estar en el camión militar de la cruz Roja con una manta y cuidados no hubiese sido tan mala salida.



Finalmente llego a la carretera ahí como puedo. Decido firmemente que le dan bien por culo a los 6 Km de ruta de indiana Jones que quedan sin descubrir y me engancho a la ruta de vuelta.
La carretera me lleva hasta un sendero y de ahí empiezo a subir por un cortafuegos. Llego arriba a una zona donde empieza una bajada que había visto en muchas rutas de Wikiloc. 


Una auténtica pasada absoluta, una bajada muy muy larga con zonas muy variadas y en buen estado de conservación. Disfruto muchísimo, quizás la mejor bajada que haya hecho nunca.




La bajada continúa por zonas que se bifurcan con lo que tengo que ir parando para mirar el GPS. La próxima vez la haré mas del tirón. Sigo bajando por caminos pedregosos con la bici temblando a lo loco (Oiz, se te echaba de menos).


Hasta que al principio de otra bajada oigo un ruido extraño y la bici se empieza a comportar de una manera que nunca había visto, es hora de parar y mirar:



COJONUDO, me quedan 7 km para llegar al coche y el sol está empezando a bajar, me veo haciendo un diario para que cuando encuentren mi esqueleto sepan que la bajada me estaba gustando. Analizo la situación y veo que tengo 3 posibles salidas:
  1. Desmontar la cadena y la transmisión e irme encima de la bici empujando con los pies en las rectas como las bicis esas de niños pequeños sin pedales y aprovechar las bajadas.
  2. Hacerme una especie de fixie de gafafasta de Starbuks cortando la cadena y eligiendo algún desarrollo intermedio que me permita llegar al coche con ciertas garantías.
  3. Tumbarme con los brazos en cruz sobre el pecho, dos piedras en los ojos y convertirme en compost y alimento para la Madre Tierra.

Tras descartar la 3º opción porque aún no he visto el final la serie de Netflix que tengo en curso descarto también la segunda por el tiempo que me llevará medir la cadena, cortar, que si mido mal y se salta de piñón o se sale del cassette.. problemas no compatibles con la caída inminente del sol. Sé que a las malas 7 km andando los hago en menos de una hora y que por lo general lo que queda de ruta no tiene muchas subidas así que opto por lo seguro y me voy por la primera opción. Llevar mi mochila de Doraemon llena de herramientas me facilita la tarea. Ando buscando en chainreaction ya “MTB Portable Flamethrower” y “MTB India Jones Machete ANT+” para completar el Kit de salidas por los bosques gallegos.


Enrollando el cable del cambio en el botellero para que no cuelgue



Finalmente, a los 45 minutos y con un alto grado de hastalapollismo, llego al coche y finalizo la ruta.

Plástico que lo mismo vale para llevar una bici que 2 cadáveres de forma holgada

Tengo ganas de volver pero quitando la visita al Área 51 y los senderos de las civilizaciones Mayas perdidas."


Gracias, Miguel, por compartirlo una vez más. Tus rutas cada vez tienden más a convertirse en auténticas aventuras sobre dos ruedas. Estamos deseando que te vuelvan a pasar cosas raras para que las compartas con nosotros.

Reparación de cubierta tubeless en ruta... sin mechas (por Christian)

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Muy interesante la alternativa ideada por el primo Christian para reparar un pinchazo que el líquido tubeless no es capaz de sellar.  

Durante una ruta nocturna el pasado 01/08/2020 tuvieron la necesidad de ponerla en práctica.



En palabras del propio Christian:

"He utilizado tubeless desde 2003 que compré mi Klein Attitude y montaba ruedas Bontrager Race Tubeless. UST, nada de "Tubeless Ready".

Por esa época apenas se conocían los sellantes ya que las cubiertas UST no necesitan de el para mantener la estanqueidad. En caso de pinchazo utilizaba mechas. Coges una especie de destornillador con un ojal abierto en su extremo. Enhebras en él una tira de caucho pegajoso, buscas el pinchazo, clavas el ojal con la mecha y lo extraes dejando la mecha dentro del pinchazo. Esta tapona el agujero y sella la cubierta. Es rápido y limpio. Pero... Haces un agujero a la cubierta enorme para tapar uno muy pequeño.

Las tiras de caucho se acaban secando y el día que quieres utilizarlas no valen. El agujero que haces es mas bien una raja o roto. Y eso me fastidia.


Fue poco tiempo aquello porque al poco empecé a utilizar sellante y te olvidas de pinchazos. Pero... si te olvidas del sellante acabas pinchando un día. Y las mechas con el sellante si rellenas después este se precipita sobre ella haciendo una pelota de látex y desequilibrando la rueda.

Un día pinche con un abrojo y llevaría clavado varios días cuando lo vi. Lo quité pensando que el sellante lo taparía. Pero estaba en malas condiciones y no hizo su trabajo. Como perdía aire y el abrojo llevaría días conteniéndolo lo volví a clavar en su sitio.... y tapo la fuga.

Pues pensé que no necesitaba de mechas. Solo tener un pincho y clavarlo. ¿Qué fácil, no? Una vez en casa y rellenes o repongas el sellante puedes extraerlo y el sellante tapará el agujero sin problema porque es pequeño. Uno grande no lo haría. O incluso puedes dejar el pincho de por vida de la cubierta.

Así que como ya conté en una entrada anterior  llevo pichos en mi kit de pinchazos.

Además llevo un tubo monodosis de cianocrilato para echar una gota encina y terminar de afianzar la reparación. Con esto normalmente es mas que suficiente.

En el vídeo que muestro al final ademas utilizo un poco de caucho triturado porque seguía habiendo una mínima perdida y ya que lo tenia y me estaba grabando mi amigo Rober, lo apliqué.

El cianocrilato no es inmediato, salvo en tus dedos, pero fragua en unos minutillos. Aunque no hubiese utilizado el caucho triturado como extra hubiera quedado bien la repación. Al menos lo suficiente para llegar a casa, que nos quedaban 30 km de vuelta y de noche.

Hable al día siguiente con José, mi amigo que pinchó, y le pregunté. La rueda no había perdido nada de presión 14 horas después.

El caucho triturado, sé por experiencia, en un par de salidas o tres acaba desprendiéndose. Pero el pincho sigue ahí.

Una solución rápida y poco invasiva que la gente, cuando se lo cuentas, no lo cree y cuando lo ve suele  inducir, cuando menos, asombro".

Ciclismo en Familia - Ribera del río Tera en Puebla de Sanabria

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Hace ya unos cuantos años que complementamos vacaciones playeras de relax, siesta y perreo con otras semanitas de turismo activo y de naturaleza, generalmente por el norte de la península. Y siendo además que las niñas ya son lo suficientemente mayores como para poder hacer rutas en bici de pequeña entidad y que la familia de Jaime comparte esta afición, todo resulta a favor para transportar las bicis y las equipaciones como parte fundamental del equipaje en nuestra escapada estival 2020 y buscar, con la ayuda de Wikiloc, alguna ruta que haga las delicias de pequeños y mayores allá por donde paremos. 

La primera parada de nuestro viaje en caravana fue en Puebla de Sanabria. La idea era disfrutar especialmente de las bondades del Lago (de Sanabria)... pero el tiempo no nos acompañó como veréis a continuación si tenéis la paciencia de seguir leyendo. 

Encontré esta ruta que parecía perfecta para nuestros propósitos por distancia y desnivel, de manera que aunque el día amenazaba lluvia nos pertrechamos debidamente con manga larga y chubasquero. Y por supuesto, apaños en las alforjas para comer unos bocatas cuando la barriga lo considerara oportuno o el lugar así lo aconsejara.

La salida del camping era curiosa. Había un camino que llevaba directamente al pueblo que solo Jorge, el primogénito de Jaime y María (a él ya le conocéis de caídas anteriores, a ella os la acabo de presentar) subió en bici. Los adultos ni lo intentamos y los pequeños fueron poniendo pie a tierra uno tras uno antes del final de la ascensión. 

Una vez en Puebla de Sanabria, compramos pan y descendimos hasta el río... de nuevo hasta el nivel del camping, nuestro punto de partida. Cruzamos el puente y enseguida tomamos el camino por la margen del río Tera en dirección norte.


El camino enseguida nos embelesa. Rodamos entre robles y con el río a nuestra izquierda en un día húmedo pero precioso. Otoño en pleno verano. Los niños, que aún no saben de guardar fuerzas ni de disfrutar del entorno, se empeñan en adelantar posiciones. Un par de juegos de walkie-talkies, cuyo propósito original era hacer de enlace entre el vagón de cola y la locomotora, pitan sin parar accionados por sus cuatro usuarios infantiles que bien podrían comunicarse sin ellos de los gritos que iban pegando. 


Comienzan a aparecer las primeras dificultades técnicas: rocas en el camino. Algunas fáciles de superar, otras no tanto. Muchas nos obligan a echar pie a tierra, bien porque no podemos superarlas, bien porque el ciclista que va delante se queda atrancado. 
Para un ciclista con un mínimo de técnica esas rocas se convierten en divertidísimos obstáculos de subida y bajada, tuve ocasión de comprobarlo como veréis si seguís teniendo paciencia y llegáis al final de esta crónica.   
 

En determinado momento reconozco que comienzo a agobiarme un poco porque la ruta es corta pero los kilómetros pasan muy despacio. Apenas avanzamos, atrapados por las piedras y por las constantes paradas. No importa, en realidad. Tenemos todo el día, estamos de vacaciones, no hace frío, tenemos comida y bebida en abundancia... De manera que hago el ejercicio mental necesario para cambiar el chip y quitarme el modo madrileño-M30 que llevo dentro. Funciona. 


Apenas encontramos desnivel salvo en forma de alguna rampa sin importancia... Pero las piernecitas (y la cabeza) de los niños no están acostumbradas a tratar con tan terribles enemigos. La técnica también juega un gran papel. No solo me refiero al equilibrio o la capacidad de mover la bici a nuestro antojo, ya sabéis, hablo especialmente de jugar correctamente con los cambios, el talón de Aquiles, sin duda, de muchos nuevos practicantes que por no "liarse" con las palanquitas de las narices no le sacan provecho a los distintos desarrollos.  


La lluvia seguía respetándonos aunque de vez en cuando caían 4 gotas que nos ponían alerta. Mi temor era que las rocas se mojaran y se pusieran resbaladizas, añadiendo una dificultad extra al recorrido, que íbamos, más que rodando, caminándo.


Eso sí, el paisaje no dejaba de desmerecer en ningún momento. En una bajada un poco pronunciada con un pasillo de rocas a Laura (mi hija la mayor) se le fue la rueda delantera yéndose la bici de lado y sufrió un percance. No sabemos si fue con la roca o con el plato de la bicicleta porque no lo vimos bien, pero se hizo una raja en la rodilla que no sangró mucho pero se veía profunda. Como llevábamos tiritas le limpiamos la herida con agua del bidón y se la tapamos para que no se le llenara de barro ya que el suelo empezaba a salpicar. 


Le dolía, pero pudo continuar para alivio de los adultos ya que tener que abandonar a mitad de ruta (bueno... no habríamos recorrido una cuarta parte, tal era el paso que llevábamos) habría sido un lío logístico importante.


Llegamos a las inmediaciones de una casa rural (con muy buena pinta, todo sea dicho) y los niños empiezan a protestar. Dicen tener hambre. María, de casualidad, baja caminando apenas veinte metros hasta el río para encontrarse con el escenario perfecto para el almuerzo.


Un remanso del río con una mesa y sillas de piedra donde dimos cuenta de unos bocatas que nos supieron a gloria bendita. No conozco el régimen de pesca de este tramo del río Tera, pero estábamos en un escenario que invitaba a lanzar la caña, sin duda, a los que somos aficionados.


Con el estómago lleno toca reanudar el camino... pero se pone a llover. No con fuerza, pero suficiente.
 

A los pocos metros de donde habíamos parado encontramos un área recreativa de las buenas. Con muchas mesas, barbacoas y aseos. No me arrepiento de haber comido junto al río pero ese sitio tiene muy, muy buena pinta. Pero no podemos pararnos porque ahora sí que cae agua de verdad. Tanto que nos vemos obligados a meternos debajo de unos árboles para resguardarnos.


La idea era esperar un rato a que el maldito nubarrón se fuera...pero tras media hora seguía lloviendo. Había que decidir entre continuar la ruta bajo la lluvia (quedaba más de la mitad) o volver por donde habíamos venido, también bajo la lluvia pero rodando por un camino ya conocido y más corto y dando el día ciclista por terminado a falta de darnos una ducha caliente en el camping.

Los niños querían seguir porque las criaturas no tienen conocimiento pero los mayores impusimos nuestro criterio y dimos media vuelta con cierto amargor, pero sabiendo que era lo más prudente.

 

De manera que a paso ligero comenzamos el camino de regreso a Puebla de Sanabria. Pero, como el día estaba por torcerse, para rematar la faena me encuentro a Lourdes al borde del camino (Yo solía ir el último a modo de coche escoba). Decía que se le había salido la cadena, pero no... se le había roto.


La foto es una castaña, perdonad, pero como veis me llevé la cadena puesta. Como llovía y no había dónde resguardarse decidí quitar la cadena y continuar a pie. Apenas quedarían un par de kilómetros. En las cuestas abajo podíamos bajar sobre la bici y en el llano del final, ya sin rocas y dificultades, la empujé como buen esposo a costa de mi musculatura dorsal. 

Llegamos al puente donde daba comienzo el camino y nos resguardamos en un cenador que parecían haber puesto a propósito para nosotros. Aproveché el cobijo para reparar la bici. Tampoco había mucho que hacer. Tronchacadenas en ristre solucioné el percance en un periquete, que no es la primera vez que lo hago, dando a los infantes instrucciones precisas sobre los pasos pertinentes que ellos se pasaron debidamente por el arco del triunfo como lógicamente corresponde a su joven naturaleza.


Y como dejo de llover volvimos al camping caminando con las bicis por la acera porque éramos muchos como para ir montados (además no se vale) y por la carretera nos daba miedo con los niños. 


Una ruta un poco.... accidentada, pero de la que guardo muy buen recuerdo. Sobre todo porque dos días después Jaime y yo nos pegamos un buen madrugón para volver a intentarla, esta vez sin el resto de las familias y con previsión meteorológica favorable.   

Antes de las 8 ya estábamos en marcha, bien abrigados y avanzando a buen ritmo. Yo, disfrutando como loco de las subidas y bajadas salpicadas de piedra, Jaime tampoco se bajaba de la bici esta vez, no teniendo que llevar ni alforjas ni a su pequeño Álvaro, que solo tiene 3 años. 

Llegamos al punto donde tuvimos que darnos la vuelta en la intentona anterior y nos reafirmamos en lo acertado de nuestra decisión porque a los pocos metros nos aguardaba LA CUESTA. La hacemos caminando sin más pretensiones, tal era el calibre de la subitida. Y seguimos rodando a la vera del río hasta volver a cruzarlo por "El Puente", que así se llama el núcleo urbano, para comenzar nuestra vuelta.


Me fijo en que vamos recorriendo parte de una ruta balizada con los estándares de IMBA y me alegra ver que hay localidades que ven provechoso invertir en infraestructuras para el uso de la bicicleta de montaña en vez de prohibir su uso... y esto a la vez me hace rabiarme un poco. Pero poco, porque Jaime y yo vamos rodando por lugares impresionantes.


Otra cuesta de las buenas nos pone en nuestro sitio. Creo que, por fuerzas, hubiera podido subirla al final, pero me derrapó la rueda trasera perdiendo mis opciones. ¡Cómo se nota la ligereza y la agilidad de la RCZ!  Este viaje me ha servido para reencontrarme con ella. Mi bici "de cabecera" hasta que llegó la doble de 29" y que monté eligiendo con mucho tiento componente a componente.

La bajada también tenía lo suyo y una vez más nos alegramos de no haber continuado la ruta con los niños y lloviendo. Hubiera sido desastroso.


La llegada a Puebla de Sanabria nos reserva una última sorpresa: un sendero junto al río Castro de los bonitos, bonitos. Corto, eso sí, y enseguida nos vemos subiendo por la carretera de vuelta al camping con una sonrisa en la cara por habernos quitado la espinita que se nos clavó el otro día con la maldita lluvia.

Track disponible en Wikiloc

La ruta, como veis, no tiene ni dificultad técnica ni física pero es perfecta para una escapada rápida durante las vacaciones. Ahora que la he recorrido completa no la recomiendo para niños, demasiadas piedras y algunas cuestas demasiado bestias.

Pero solo fue la primera toma de contacto, las vacaciones acababan de esperar y quedaban muchos días por delante y otras rutas por hacer... como veréis en futuros artículos.

Ciclismo en Familia - Ecopista do Río Minho

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 Siguiendo con nuestras vacaciones ciclístico-familiares, llegó el momento de recorrer la "ecopista" que recorre parte del río Miño por la orilla portuguesa. Resulta que Portugal tiene una excelente colección del equivalente a las vías verdes españolas perfectamente catalogadas, mantenidas y señalizadas que hacen la delicias de los amantes de la naturaleza. 

Tanto es así que el detonante de este viaje fue, de hecho, el recorrer esta ecopista que en algún sitio adjetivan como la tercera más bonita de toda Europa... y eso es mucho decir porque Europa es muy grande.


El carril va desde Monçao hasta Vila Nova de Cerveira. Un total de 40 kilómetros lineales inasequibles para nosotros en una sola tirada porque o bien nos cascábamos los 80 de ida y vuelta o bien montábamos un buen pollo logístico jugando con los coches en los extremos de la ruta. De manera que decidimos, ya desde el principio, hacer la ruta en dos etapas: la primera desde Valença hasta Monçao y la segunda desde Valença hasta Vila Nova de Cerveira. 


Nos alojábamos en un camping a una media hora de Valença de manera que trasportamos las bicicletas en coche hasta la localidad fronteriza y aparcamos a pie de pista en un sitio perfectamente habilitado. 
Con las alforjas llenas de rico avituallamiento y el corazón lleno de ilusión comenzamos la ruta expectantes de ver qué nos deparaba el día, que se presentaba, esta vez, caluroso. Sería necesario insistir, especialmente a los más pequeños, de que bebieran con frecuencia para evitar disgustos.

Como era de prever las paradas son constantes al principio de la ruta. Que si vamos a hacer una foto, que si no me funciona el freno, que si la bici no me cambia, que si llevo el sillín bajo, que si dile a esa criatura que no se pare en mitad del carril que vienen bicis, que si hay que evitar cruzarse para no chocar entre nosotros, que si vamos a ponernos crema que si no nos vamos a cocer, que si ajusta ese casco que tal y como lo llevas no te sirve de nada... ya sabéis, la intendencia.

¿Sabíais que los ríos tenían mareas? fijaos en esta foto y en la que hicimos en el mismo punto pero al final de la ruta.

El Miño nos acompañará durante casi todo el recorrido. Al otro lado, España. La idea será darnos un chapuzón a la vuelta en alguna playita que veamos adecuada. 


Como podéis ver por las fotos el día era perfecto desde el punto de vista puramente objetivo, aunque yo prefiero que esté nublado para montar en bici, no quiero sol.



Avanzamos poco. A cada momento nos paramos, bien por necesidad o porque algo nos llama la atención. ¿Habéis visto alguna vez un cultivo de kiwis?


Durante todo el trayecto el piso está pintado del característico color teja que también utilizamos en España. Se rueda muy suavemente, apenas encontramos grietas. 


En cada paso a nivel hay barreras que evitan que los vehículos a motor hagan uso de la pista. Y hay postes que marcan el kilometraje. Todo un lujo.


En los primeros kilómetros entre Valença y Monçao encontramos varias áreas recreativas verdaderamente atractivas. Con fuentes, donde reponemos el agua de los bidones y nos pegamos un refrescón, que el calor aprieta. 




Parece que ya hemos conseguido lanzar la marcha y avanzamos a un ritmo razonablemente bueno. Como vamos rodando por un antiguo trazado ferroviario pasamos por antiguas estaciones, edificios muy característicos y con encanto. Friestas, Lapela, Ganfei... apeaderos testigos de otro tiempo






Curiosamente, tras pasar por varias áreas recreativas, cuando necesitamos una para hacer la parada del almuerzo no encontramos ninguna. Jaime se adelanta a explorar, pero en vano. No parece haber merenderos cerca. Así que aprovechamos la sombra que proyecta uno de los apeaderos para tomar un piscolabis. Además cuenta con una fuente y aparcamiento para bicicletas, así que cumple de sobra.
Tras mover el bigote nos refrescamos con una guerra de agua.




Continuamos nuestro camino, ya aproximándonos a Monçao. El camino se encañona y adquiere una belleza difícil de explicar con palabras. Paredes de musco y buena sombra nos hacen olvidarnos por un rato del calor. Dan ganas de pedalear muy, muy despacito para que ese tramo no se acabe.


Uno de mis temores era que los niños se cansaran y comenzaran a protestar. Teníamos que recorrer más de 35 kilómetros y ni Lourdes ni mis niñas había recorrido más de 15. Lo bonito del camino, el ritmo pausado y la compañía parecían estar surgiendo efecto.




Y encontrando a nuestra izquierda unos huertos con ricos tomates (o así me los imagino porque no los catamos) y unas calabazas dignas de récord por su tamaño, llegamos al extremo oriental de la ruta, en las inmediacianones de Monçao. Habíamos completado la mitad del recorrido planificado para ese día con cierta solvencia y nos merecíamos un premio en forma de café con helado (o helado a secas) del Burguer King que había justo al lado. 


Toca volver. El culo se me resiente. Estoy utilizando un culote malo y el sillín es duro. Hace muchos meses que no utilizo este sillín durante más de un par de horas y se nota. Me obligo a levantarme de la bici con frecuencia para descansar las posaderas, pero aún así... el final de la ruta se me hace bola.


Los niños se entretienen jugando mientras pedalean. Perfecto, mientras sigan avanzando. Dicen estar cansados, pero es mental. A la mínima que se les propone un juego sacan fuerzas rápido para apretar los pedales.


La idea es, como dije antes, darnos un bañito en el río para refrescarnos después de tantas horas sobre la bici... pero en un momento dado nos equivocamos de camino y en lugar de volver por donde hemos rodado por la mañana, junto al río, tomamos un carril distinto que se separa del río. Viendo que estamos llegando a Valença pero por el interior decidimos preguntar a un amable lugareño que nos indica con precisión cómo volver.

Y aparecemos de nuevo en el carril "de ida" cerca de donde habíamos parado a echar una foto de grupo... pero observad cómo el agua del Miño no nos permite cruzar en línea recta como habíamos hecho unas horas antes. Tenemos que portar las bicis unos metros y cruzar a pie.


Y enseguida llegamos al punto donde habíamos dejado los coches (previa escalada de una rampa muy interesante que remonta desde el nivel del agua hasta el puente internacional de hierro) tras recorrer 34 kilómetros. Ole, niños, os admiro.


Queda la segunda parte de la ecopista, que reportaré en futuras e inminentes entradas. Permanezcan atentos a sus pantallas, queridos y fieles lectores.

Ruta de los Riscos y Atalayas de Las Navas del Marqués

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O al menos una parte bonita de la ruta de los Riscos y las Atalayas fue lo que recorrí el pasado domingo 6 de septiembre para desesperación de mis piernas y de mi estómago vacío. Os lo cuento.


Este maldito 2020 nos ha privado de nuestra reunión anual, nuestra ya tradicional BiciCoa que celebraríamos en su séptima edición de no haber sido por la inconveniencia de hacerlo en las circunstancias en las que nos encontramos. No obstante, un servidor diseñó hace meses el recorrido sobre el papel y siendo que el trazado discurre por caminos inéditos para mí he considerado prudente recorrer dichos tramos para verificar que el mapa refleja la realidad y que además uno puede ir por los caminos con la bicicleta sin tener que tirar campo a través ni saltar cercas.

Panfleto disponible online

Aparqué el coche junto al restaurante Magalia. El recorrido que quería realizar era en parte conocido: llegar al área recreativa El Valladar por el Risco de los Dineros para continuar en paralelo a la M505 hasta la Atalaya de los Picozos. Este primer tramo es MUY bonito de rodar. La subida al Risco de los Dineros la hice con calma, buscando la trazada buena entre las numerosas roderas, piedras y raíces. 

La BiciCoa 2019 pasó por aquí, inmortalizando el momento como mandan los cánones.



Poco después, por el mismo camino pero ahora en divertido descenso llegamos a "El Pensador"... 

Foto compartida por el usuario Paz_73 en wikiloc

Pero tonto de mi me entretengo mirando un chozo y la roca tallada me pasa desapercibida. Es ahora, mirando el panfleto de la ruta que os he puesto más arriba que la veo y seguro que tendré que volver por allí para observarla en directo. 


El chozo molaba bastante, eso sí.  


Hasta la Atalaya de los Picozos se llega con facilidad. El terreno es predominantemente descendente y se hace divertido. No es sendero, pero hay piedras que esquivar, raíces... elementos con los que entretenerse. 

La Atalaya, lógicamente, está en un alto. Plato pequeño y molinillo para subir. En lo alto del todo hay un mirador y para llegar hasta él no tengo más narices que caminar. La senda es muy estrecha y con mucha piedra suelta y rocas gordas que me hacen imposible (vamos... ni lo intento) subir en bicicleta.


La vista es impresionante. Hace tres años fue la primera y única vez que estuve por aquí. Ese día me perdí de lo lindo, pero disfruté de la ruta.


Hasta entonces la ruta iba bien... comenzaba ahora a recorrer parte de terreno desconocido. Y la primera, en la frente: la bajada por una trialera de la muerte. No es obligatoria, que para pasar un mal rato no sale uno a montar en bici. Se puede volver a bajar desde el mirador y continuar por un camino que nos lleva hasta la pista que corre paralela junto a la vía del tren, que es a donde va a parar el sendero de la trialera igualmente.  

 

Disculpad, followers, el vídeo en vertical. No os digo más que para grabarlo estaba sujetando la bici de pie con los muslos. 

En mitad de la trialera, que recorro en su totalidad a pie y con cuidado, veo las ruinas de una antigua construcción militar de la Guerra Civil. Junto a la vía del tren veo otra similar. 


Un poco de falso llaneo me lleva a cruzar la vía del tren por la carretera de Valdemaqueda en dirección a la localidad madrileña. Justo tras pasar el puente tengo que salir del asfalto a la derecha y los ojos se me ponen como platos. La pista desciende fuertemente y tras 30 o 40 metros me doy cuenta de que me he equivocado de pista. Remonto a pie lo descendido pero no encuentro el camino bueno que me marca el track. Estoy usando Oruxmaps en el móvil, así que la mitad del tiempo de ruta me lo paso parando para sacar el teléfono del bolsillo y orientarme. No hay camino, definitivamente. Tal vez hace tiempo lo hubiera, pero ahora no... así que comienzo a caminar campo a través y enseguida veo una senda bastante perdida pero que me permite rodar. Llego hasta lo que en otros tiempos fue el cercado de una pequeña explotación ganadera y el camino se adivina mejor. Tengo que cruzar un arroyo que por suerte está seco justo en el lugar donde una vaca con los cuernos muy largos está pastando. Después de tantos años no les tengo miedo a los cuadrúpedos rumiantes por mi astados que estén, pero cruzar el arroyo (seco) iba a requerir movimientos bruscos que bien podrían asustar al animal y lo que me faltaba era ser corneado (con trayectoria ascendente, muy posiblemente) en mitad de la nada y sin haber desayunado, que esa es otra, estaba en ayunas porque esto "iba a ser un paseo de reconocimiento".


Los usuarios de Oruxmaps sabéis que al seguir un track esta excelente aplicación te pinta de colores el recorrido en función del desnivel... pues ahora tocaba rojo, pero rojo, rojo. 
Me encuentro cerca de donde Jaime (el de Guadarrama) se calzó tan tremenda ostia en la BiciCoa 2019. pero en vez de bajar felizmente me encuentro subiendo echando el higadillo. Pero bueno, el recorrido es exigente pero realizable, que a fin de cuentas estamos montando en bicicleta en el monte. 

Vuelvo a pasar por encima de la vía. Pienso en echar una foto para documentar esta entrada pero no me da la vida, haced, queridos lectores, el ejercicio de imaginad la instantánea. 

Decido tomar el camino más rápido hasta las Navas del Marqués porque se me está haciendo tarde y lo que quería explorar era principalmente la trialera del infierno de bajada de la Atalaya de los Picozos, y eso está ya hecho. Ruedo por una pista recientemente arreglada, posiblemente para que pueda actuar como cortafuegos, de nuevo paralelo a la vía del tren. Va picando hacía arriba, pero es lógico ya que tengo que llegar hasta los 1300 metros de altitud y estoy unos 150 metros por debajo. De pronto se me cae el mundo encima. Levanto la vista del camino y solo veo una pared, tal era la pendiente de la pista. No se veía el final, no se veían los árboles de arriba. Menuda bajona.


Pero no quedándome más remedio que subir, lo hago caminando. La pateada me deja exhausto y con el corazón en la boca. Se me pasa por la cabeza tomarme un gel, que siempre llevo en la mochila. Pero me da miedo que estando en ayunas me fuera a sentar mal y acabar haciendo un pan con unas tortas, así que me empecino y sigo subiendo a las bravas. Al llegar arriba no veo el desvío que debo de tomar porque las máquinas que han estado arreglando los caminos han amontonado tierra de manera que lo tapan. Este contratiempo me supone caminar campo a través otro ratejo... y me mina la moral.

Menos mal que al poco rato veo a un senderista que tras más de una hora de soledad me recuerda que estoy a tiro de piedra del pueblo. El tipo, muy amable, me saluda y me dice que ánimo. Se ve que llevaba yo en la cara la viva imagen de la muerte por agotamiento.

Track disponible en Wikiloc

Mal que bien una vez encontrada la pista desaparecida puedo subirme en la bici y llegar a Las Navas dando pedales con cierta dignidad, pero siempre con la pista picando hacia arriba sin piedad ninguna.

Subí la bici al porta del techo y fui directo a la churrería, que las penas con porras son menos penas.
Me tiré el resto del día con flojera. Este verano he montado en bici con frecuencia pero sin intensidad. A ver si consigo coger un poco de forma, que el otoño es muy buena época para la bici.


Ciclismo en Familia - Ecopista do Rio Minho (segunda parte)

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Tras explicar el tramo de ecopista entre Valença y Monçao quedaba pendiente la entrada sobre la otra parte, entre Valença y Vila Nova de Cerveira que nada tiene que desmerecer, por supuesto.

Volvimos a aparcar los coches en el mismo aparcamiento de Valença, junto al puente de hierro, para comenzar a rodar en este caso en dirección oeste, hacia el mar, dejando el río a nuestra derecha. Comenzamos subiendo una buena pendiente que, con los músculos fríos, a mas de uno se nos atraganta. 

Menos mal que arriba del todo nos espera una buena sombra para reagruparnos, recolocar bultos, etc... vamos, la intendencia derivada de ser 9 personas, la mitad de ellos niños. 


Hemos subido en balde porque de seguido comenzamos a bajar de nuevo hasta el nivel del río. La pendiente es pronunciada pero como siempre rodamos por carril separado de la carretera no es peligrosa aún con niños. Eso sí, somos conscientes de que toda la tropa no puede, a la vuelta, subir esa rampa. Desde ese momento decidimos que seremos Jaime y un servidor los que lo hagan en solitario (bueno, el uno en compañía del otro) para ir a por los coches y bajarlos para recoger a las familias en el margen del río, donde hay un buen aparcamiento con espacio para montar las bicicletas en los portabicis.


Ese día también nos acompañó el buen tiempo. Y además en los primeros kilómetros de ruta apenas había sombra que hiciera más llevadero el camino. Con el sol en el cogote avanzamos, cada uno a nuestro ritmo. La ecopista era predominantemente de (suave) bajada, se rodaba muy bien. El firme, perfecto. La señalización, excelente. ¡Todo bien!

Tras pasar el puente de piedra que veis en la foto superior nos encontramos un rincón muy agradable para el primer almuerzo. Había tres mesas de madera y buena sombra, así que liberamos un poco de peso de las alforjas dando buena cuenta de unos bollos de pan blanco muy ricos que cada cual rellenó a su gusto. 


De vuelta sobre la bici tras este tentempié, seguimos rodando con calma admirando el paisaje que ahora sí adquiere una belleza singular. A la derecha siempre el río, con embarcaderos y pequeñas playas donde esperamos poder, hoy si, darnos un merecidísimo chapuzón. A la izquierda, monte y algunas viviendas unifamiliares que para mi las quisiera.

Pasamos por espectaculares zonas de recreo de las que vemos a turistas y nacionales hacer buen uso. Es sábado y se nota. El otro tramo de ecopista lo recorrimos un jueves y apenas nos encontramos a gente, aún siendo agosto. Sin duda el maldito Covid-19 tendrá algo que ver.  

Tras otro buen rato de pedaleo hacemos otra parada para el avituallamiento, poco antes de llegar a Vila Nova de Cerveira. Y es que a veces el estómago manda. Otra de bocatas y algunas barritas de cereales de postre servirán para engañarle, al menos durante un rato, y seguir recorriendo camino.

 

Como veis, vamos sin prisa. Disfrutando del día. Si tenemos que parar cuarenta veces, pues paramos. Tenemos todo el día para recorrer los aproximadamente 28 kilómetros de la ida y vuelta, así que merece la pena ir empapándose de todo lo que esta vía verde nos ofrece.

En Vila Nova de Cerveira la ecopista termina en la Playa Fluvial da Lenta. Mucha gente disfruta del excelente día de verano en las inmediaciones y nosotros nos damos la vuelta para comenzar el retorno... que enseguida se hace bola. Algunos niños van cansados. Otros, con el ansia viva por darse un baño en el Miño. Decido adelantarme para buscar una playita donde poder bañarnos. Acelero y veo que Jorge, Laura y Raúl me siguen. Tienen buenas piernas y muchas ganas de bañarse. 

Jaime se nos une minutos después. Se pega un buen calentón para cogernos. Y tras varios kilómetros de búsqueda llegamos al lugar perfecto. 

El resto de la comitiva, Lourdes, María, Alicia y el pequeño Álvaro tardan casi un cuarto de hora en alcanzarnos. Tal era la distancia que habíamos alcanzado con el acelerón. El agua está limpia y a buenísima temperatura. Un gustazo.

Cuesta "arrancar" a los niños del agua, pero tenemos que seguir nuestra marcha. Además, Jaime ha quedado con sus padres, de vacaciones en las cercanías, y Lourdes, las niñas y yo aprovecharemos para pisar suelo patrio y visitar Tui.

De manera que tras el baño y la merienda volvemos a la bicicleta. 


Ya queda poco camino y se hace fácil. Parece que el baño nos ha venido bien a todos. Vamos con una sonrisa en la cara. 

Aún nos quedaría a Jaime y a mi escalar el repecho que sube hasta (casi) la fortaleza de Valença y bajar luego hasta los coches para volver sobre nuestros pasos a recoger el resto de las familias. Nada serio, al tran-tran se sube muy fácil. 

Y así es como termina nuestra aventura ciclista en Portugal, con mucha alegría por haber rodado por sitios que guardaremos en la retina para siempre y con mucho orgullo por los niños que han dado la talla sobradamente permitiéndonos pasar a los adultos dos días de bicicleta en la naturaleza para recordar. 

Si tenéis la ocasión de hacer este viaje, no lo dudéis, merece la pena. Aunque solo sea por tomarse un helado o un batido de coco en Tui.


Mecánica Básica - Sustitución de pastillas de freno (de disco)

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Una operación de mantenimiento que todo ciclista debería poder hacer es sustituir las pastillas de freno cuando han completado si vida útil o cuando por una manipulación incorrecta se han contaminado.

Vamos a ver qué pasos hemos de seguir para realizar el cambio con éxito. Los frenos sobre los que voy a explicar el procedimiento son unos Hayes Stroker Ride, pero aplica a cualquier freno. 

En primer lugar, tras sacar la rueda, extraeremos el pasador (negro en mi caso) que sujeta las pastillas en su posición. Tirando con un alicate saldrá sin problemas.

Este es el aspecto que presentan las pastillas. No están gastadas, pero no frenaban bien posiblemente por estar contaminadas. Traté de recuperarlas como explicaré en otra entrada, pero no tuve éxito.


Un recambio de pastillas no es demasiado caro. Las de este modelo me han costado 14€. Son orgánicas. Las pastillas de freno pueden ser orgánicas o metálicas. Las primeras, se fabrican con sustancias abrasivas compactadas con resina. Son más blandas y ofrecen una frenada más silenciosa pero se gastan antes y pueden "cristalizarse", dejando de frenar con eficacia. Las segundas están fabricadas con compuestos metálicos fusionados mediante calor y son más resistentes y duraderas, pero desgastan antes los discos y son más ruidosas.

Hay muchos fabricantes de pastillas independientes de las compañías que fabrican los frenos, no tenemos por qué comprarle las pastillas a Shimano, si nuestros frenos son de la marca japonesa. Eso sí, importante asegurarse de que las pastillas se corresponden con nuestro modelo de freno. Podrían no encajar ya que son de distintas formas.  


Esa piececita de metal es fundamental. Sirve para separar las pastillas en reposo, trabaja como un muelle.

Colocamos las pastillas tal y como deben estar dentro de la pinza de freno. Si podemos evitar tocar la parte que entrará en contacto con el disco, mejor. Así evitaremos contaminarlas.

La colocación del soporte metálico es muy importante, repito.


Si las pastillas son asimétricas, como es mi caso, hay que conocer la posición en que deben de colocarse. En las que voy a poner encuentro un "IN" grabado que me indica que esa pastilla es la que estará en el interior.


Habiendo montado el "sándwich" de pastillas, no cuesta demasiado colocarlo en su alojamiento. 
Recordad que hay que tener la precaución de no accionar las palancas de freno si no tenemos el disco puesto, evidentemente si no tenemos las pastillas, con mayor motivo. 

Y, si cambiamos las pastillas por desgaste es conveniente retraer los pistones con las pastillas viejas puestas para evitar dañar los propios pistones. Podemos hacerlo con una herramienta específica para tal operación o con un destornillador plano con una buena pala. Así, cuando pongamos las pastillas nuevas, evitaremos roces con los discos al tener estas más grosor.




Como veis en la foto (se aprecia un poco mal) me he equivocado (he hecho caso omiso del "IN") y los ojales de las pastillas no están alineados con los de la pinza. 


Saco las pastillas, las doy la vuelta y las vuelvo a poner en su posición correcta.


Para que el pasador entre fácilmente lo mejor es enderezarlo.


Con ayuda de un alicate lo haremos sin problema.


Una vez hemos colocado el pasador a través de los ojales de la pinza y de las pastillas...


...le abrimos las puntas para que no se salga de su sitio.



Las pastillas, como las de los frenos de los coches, requieren un rodaje de manera que no nos sorprendamos si de primeras nuestra frenada no tiene mordiente.

Mecánica Básica - Recuperación de pastillas de freno (o intento)

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Soy honesto... esta vez no me funcionó el truco, pero no está de más intentar recuperar unas pastillas cristalizadas o contaminadas antes de comprar recambio.

Vamos a ver el paso a paso. Valoraré vuestros comentarios si queréis corregir o añadir algo.

Lo primero es desmontar las pastillas de la pinza. Sacaremos el pasador y las extraeremos junto al muelle.

Es muy importante limpiar bien el disco. Hay productos específicos pero creo que con alcohol queda bien.


 Si tenéis un tornillo de banco y una mini-amoladora (Dremmel) el trabajo se facilita enormemente. Se trata de quitar la primera capa, la superficial, de la pastilla.


En esta foto podemos ver cómo queda. Si no tenemos esta herramienta, con una lima de mano podemos obtener el mismo resultado.

Comparando una pastilla ya "procesada" con su pareja vemos la diferencia claramente.


Volviendo a montar la pastilla en la pinza (evitándola tocar con la mano por la superficie de frenado) puede que tarde unas cuantas frenadas en adquirir mordiente. 

Mecánica básica - Lubricación rápida de cables

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En agosto salí una buena mañana con la bicicleta... y me cogió una tormenta de las buenas. Menos mal que suelo llevar un chubasquero en la mochila porque buena falta me hizo. Llegué a casa empapado y la bici también. Además dejé la bici en el jardín mojándose y la transmisión se resintió. 

¿Os ha pasado alguna vez que los pulsadores de cambio no "engranan"? ¿O que suene un crujido al accionarlos? Mirad el vídeo (si queréis, vaya...)

Lo primero era recuperar el funcionamiento de los pulsadores. Lo suyo sería desmontarlos, limpiarlos a conciencia, lubricar y volver a montar, pero en este caso, como este es un artículo de mecánica fácil y rápida, vamos a solucionarlo más fácilmente.


Es necesario abrir los pulsadores quitando la tapa de arriba o los testigos de corona o plato. 


Una limpieza le vendría de muerte. Me lo apunto para hacerlo más adelante (sé que no lo haré hasta que se caiga a cachos). En mi caso usé un aceite convencional para lubricar bien el mecanismo. Usando la cánula del spray llego a todos los sitios.


Tras aplicar el aceite, accionaremos los mandos para que termine de penetrar en todos los rincones y tengamos el pulsador de nuevo operativo.

Vamos ahora a ver cómo lubricar los cables. Centraré la explicación en el del cambio trasero y en una bicicleta sin guiado interno. 

Para poder lubricar el cable sin tener que desmontarlo tenemos que poder acceder al interior de las fundas, pero la tensión del cable no nos lo permite. 

Un truco sencillo para destensarlo es poner la corona más grande:

Y a continuación y sin dar pedales accionar el pulsador de cambio hasta la posición de la corona más pequeña. El cable perderá la tensión.


Ahora podemos sacar los topes de las fundas de sus alojamientos en el cuadro y lubricar la totalidad del cable. 


Embadurnando con el mismo aceite o con grasa. 



Limpiando el exceso, naturalmente. 

Ruta Collado Mediano - Los Molinos - Cercedilla - La Barranca - Navacerrada - 26/09/2020

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Reconozco que levantarme a las 7 un sábado de otoño, con previsión de viento y bajas temperaturas con la intención de subir a la sierra a sufrir encima de la bici me da mucha, mucha (pero mucha) pereza. De siempre. Pero sabiendo que volveré a casa con una sonrisa en la cara, buenas anécdotas, que siempre las hay, tras haber disfrutado de una mañana de ciclismo de montaña del bueno... Me da fuerzas para mandar a tomar por saco al "moiselito demonio" que se me pone en el hombro a decirme que tire el despertador al váter y me de la vuelta para seguir durmiendo (e ir luego a por churros).  

Habiendo dejado todo preparado la noche de antes me resulta más sencillo salir zumbando sin pensar en qué llevar o qué no, pero me surgen dudas al respecto de la vestimenta. Hace rasca. Culotte corto, que a fin de cuentas las piernas no son del cuerpo, pero camiseta térmica y cortavientos arriba. Y guantes largos, que como los dedos se queden fríos puedes darte por (bien) jodido. De esta guisa me planté en el aparcamiento de la Renfe de Collado Mediano 20 minutos antes de la hora, a las 8:40, que le tenemos miedo a Miguel porque nos regaña mucho si llegamos tarde. En el camino me alcanza el Bombi en su furgoneta nueva, recién camperizada. Mola mucho. Y enseguida aparecen Miguel y Jaime. 

Tengo frío en los pies. Tal vez unos calcetines más gruesos me hubieran venido bien. Es demasiado pronto para usar cubrebotas, primer fin de semana del otoño. Una braga para el cuello también se habría agradecido. Bueno... la ruta enseguida empieza a subir, de manera que no tardaremos en entrar en calor. 

Tras saludarnos con efusivos choques de codo y vistosos gestos con las cejas comenzamos a rodar... no sin antes tomar la foto protocolaria de inicio de ruta que por la cosa de estar contra el sol y no ver un carajo y por estar la mitad sin mascarilla y demasiado cerca los unos de los otros nos sale rara, como podéis ver. 


Por causas de fuerza mayor Ángel no pudo acudir en esta ocasión de manera que no contando con un verdadero conocedor del recorrido (Jaime conocía buena parte pero no todo) usamos mi viejo GPS y el flamante nuevo GPS de Miguel para guiarnos con, debo decir, bastante éxito. 

La ruta se prometía interesante. La encontré... no recuerdo cómo. Imagino que en algún grupo de Facebook. 

Ruta compartida por el usuario nano flojo

Se recorría en sentido horario, saliendo de Collado Mediano. Subida continua (o casi) durante 22 Km para llegar a La Barranca y luego bajar y llanear durante otros 12 Km hasta volver a Collado Mediano. 522 metros de desnivel positivo según wikiloc. 606 metros, según Strava. A mi me parecieron 10.000. No estoy fino, este verano mis salidas en bici han sido familiares casi en su totalidad. Pero estoy contento porque di la talla. No tuve que echar pie a tierra (aunque esto no es ninguna deshonra, vaya) pero tuve que meterme en el cuerpo dos geles y una barrita.  

Viendo el pelaje de los participantes lo lógico era que Miguel y el Bombi fueran en cabeza y Jaime y yo varios kilómetros por detrás. Y así íbamos, razonablemente felices los cuatro, entrando en calor por los caminos del sur de Collado Mediano y rodando luego en dirección noroeste para alcanzar Los Molinos cuando Jaime, en un cuestón, fuerza el cambio trasero y rompe la patilla del cambio. A tomar por culo la bicicleta... bueno, no tanto, pero sí tuvo que despedirse de la ruta.

NOTA MENTAL 1: Comprar patilla de repuesto para llevarla en la mochila.


Solemos hacer mofa de Miguel porque el señor Aliexpress se está pagando a su costa el apartamento de Torrevieja, pero en esta ocasión sus alicates para eslabón rápido nos vinieron de lujo.

NOTA MENTAL 2: comprar unos alicates de cadena en Aliexpress.


Miguel, además de GPS nuevo venía con la nueva GoPro 9 y documentamos cómo solventamos que Jaime pudiera volver al coche sin tener que caminar los 9 kilómetros que habíamos avanzado. Quitamos el cambio, cortamos la cadena para dejarla fija en el plato pequeño y un piñón intermedio y despedimos a Jaime con todo el dolor de nuestro corazón.


Nos dijo Jaime que en su última salida había tenido una caída y se le dobló la patilla y Ángel se la enderezó (la patilla). Eso pudo debilitar el metal, que recordemos está pensado para romperse antes que la puntera del cuadro.

La realidad es que mi aliado en la retaguardia me abandonaba forzosamente y la primera batalla se presentaba en forma de cuesta larga y con buena pendiente, con algunos tramos de los de guardar el equilibrio incluso. Varias e-bikes nos adelantaron felizmente. Quiero una... todo se andará. Llegamos a la altura de la vía del tren y Miguel y el Bombi me esperan, naturalmente. Aprovecho para recuperar el resuello y tomarme un gel. Queda muuuuucho por subir.


Estamos llegando a Cercedilla por el oeste, por el llamado "Camino de Puricelli". Tomamos un desvío a la derecha y bajamos por un sendero muy bonito pero que me juega una mala pasada. Al ir cansado por las cuestazas que llevamos subiendo desde prácticamente el inicio de la ruta no encaro el descenso con seguridad, más aún siendo un sendero que no conozco. Llevaba, además, poca presión en las ruedas y sucedió que al frenar en plano inclinado por haber tomado la trazada mala, la rueda delantera me resbaló hacia el centro del sendero y al llevar poca presión... destaloné. Liada de las buenas. Nunca me había pasado. 


Llego al encuentro de el Bombi y Miguel cariacontecido y les cuento lo que me ha pasado. Mi idea era poner una cámara, que llevo en la mochila por si acaso, pero ellos proponen utilizar bombonas de Co2 para volver a talonar la cubierta. Por suerte mis compañeros tienen el material necesario. 


El látex había pegado la cubierta a la llanta y tuvimos que forzar el flanco un poco para acercarlo al borde. De hecho desperdiciamos un primer cartucho al no habernos dado cuenta antes. Solo teníamos un segundo para tratar de arreglar la avería. De nuevo quedó grabado, documentado para la posteridad de Internet.


NOTA MENTAL 3: Comprar bombonas de Co2 y aplicador.

Pues sí... la rueda quedó perfecta. Necesito, evidentemente, proveerme de unas bombonas y un aplicador para futuras reparaciones en ruta. 

Continuamos atravesando Cercedilla en dirección este y al abandonar la localidad serrana vuelven a aparecer las cuestas gordas y nosotros repetimos nuestro ritual: Miguel y el Bombi suben silvando y yo me muero poco a poco decenas de metros por detrás. Rodamos ahora por el tramo más bonito, posiblemente, de la ruta. 


Nos cruzamos con muchos senderistas y amablemente nos cedemos el paso y agradecemos el gesto. Algunos van con cestas de setas... vacías. Ha llovido poco. Cruzamos la M601 en un cruce un poco peligroso, sobre todo un sábado por la mañana, a la altura de la Venta Real. Así, con sufrimiento pero constancia llegamos al primero de los dos picos que tiene esta ruta, si veis el perfil.  


Podemos ver la mole de La Maliciosa, imponente, con la cima nublada. El Bombi y Miguel, alpinistas, experto uno y principiante el otro, comentan sobre si se sube por aquí o por este otro lado. Yo aprovecho la parada para tomarme otro gel que me da mucha vidilla aún estando caducado.


Continuamos bajando... para volver a subir. Mis piernas empiezan a mostrar señales de flojera y lo paso especialmente mal en la subida por la carretera a La Barranca. El viento sopla un poco más fuerte en esta zona y llego al segundo punto de máxima altitud de la ruta muerto en vida. Bajamos de La Barranca por la pista. Descendemos rápidamente en lo que consideramos un desperdicio. Sufrir tanto para subir para bajar de una manera tan poco disfrutona no sale a cuenta. Pero por otra parte agradecemos rodar a cierta velocidad. Por suerte a la pista le sucede, algo después, un sendero muy bonito, salpicado de piedras, que nos hace prestar atención a la conducción. Esta ruta es muy completa, tiene de todo. 

Otro cruce peligroso, este con la M607, nos hace jugarnos la vida para acercarnos al embalse de Navacerrada y recorrerlo por sus orillas norte y oeste. 


Ya queda poco, vamos llaneando, no hemos tenido más averías y con satisfacción llegamos de vuelta al aparcamiento de la Renfe de Collado Mediano donde, como no, damos cuenta de las cañas de rigor acompañadas con una tapita de callos a la madrileña que se caga la perra. Muy recomendable la Tapería Olé, si señor.


Rutaza mañanera que recomiendo al 100%. No sé si volveremos a repetirla, hay mil millones de rutas que nos gustaría explorar, pero si volvemos echaré tres geles y recambios de la bici entera. 

Bonus track. Por error nos dejamos la cámara encendida y grabó una conversación privada. Tened cuidado con los dispositivos de grabación, que os pueden meter en un lío.


NOTA MENTAL 4: Apagar la puta camarita...

El misterioso caso de la bicicleta torcida

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Sutilmente, pero torcida. Os lo cuento desde el principio.

Un buen día pasé por detrás de mi bici de cabecera y vi el sillín torcido respecto a la línea longitudinal de la bici. Traté de ajustarlo, pero si alineaba la punta con el tubo horizontal, la trasera del sillín quedaba descuadrada respecto a la cubierta de atrás. Si alineaba la parte trasera con la cubierta de atrás, la punta del sillín quedaba desalineada respecto al tubo horizontal.

Entré en pánico, lógicamente. ¿Qué podía ser? 


Días antes habría sacado la rueda para meterle líquido tubeless y me costó bastante volver a meterla en su sitio. Las punteras estaban desalineadas. Haciendo memoria recordé que el primo, una vez rodando detrás mía, me dijo que le veía algo raro a la bici... no le eché cuenta, pensando que se refería a la asimetría de las vainas, que así está diseñada...pero no. 

Me puse a buscar una posible razón. Revisé bien que no hubiera ninguna fisura, el peor de mis temores. Por suerte no la había. Tampoco los rodamientos parecían tener holgura. ¿Qué fallaba? Decidí llevar la bicicleta a mi taller de confianza. El mecánico dijo que la desviación era evidente, pero que no sabía de dónde podía venir. Tenía que desmontar el amortiguador para analizar la causa, así que se quedó la bici y yo le puse unas pocas velas al santo de las bicis (¿existe el santo de las bicis?) para que no fuera algo muy caro.

Al día siguiente recibí la llamada del taller... con malas noticias. Había descubierto la causa de la desviación: un golpe en la vaina derecha.


A mi me había pasado desapercibido en mi revisión. De hecho no sé si compré la bici con él o si se lo he dado yo... en cualquier caso había que ver qué opciones tenía. El mecánico me desaconsejaba tratar de enderezarlo. Según su criterio eso debilitaría la zona, siendo aluminio produciría micro fisuras que pondrían en compromiso la resistencia del material. Tratar de encontrar un repuesto sería lo más acertado. Mientras tanto, no obstante, podría dar uso normal a la bici como venía haciendo hasta entonces. No tengo sensibilidad como para detectar la influencia de la desviación en la conducción. 

Busqué en la página de Ghost distribuidores en Madrid y me puse en contacto con varios de ellos... sin demasiada suerte, la verdad. Ninguno se implicaba. De manera que decidí ponerme en contacto directamente con Ghost Alemania. Les escribí un correo a la dirección de contacto del servicio... que no recuerdo de dónde saqué: "service@ghost-bikes.de".  Llorando un poco les pedí la ayuda que no estaba obteniendo de los distribuidores madrileños. Fui bastante explícito con esta falta de soporte nacional. De hecho esa era la estrategia, remover un poco de arriba hacia abajo para que la casa madre germana tirara de las orejas a quien correspondiera. También alabé las virtudes del producto... vamos, una de cal y una de arena.

I'm Dear team,

I'm writing to you from Spain (Madrid) asking for some help because I'm not finding good support from local distributors with the issue I'm facing. Hope you can help (sure) ☺

I've got one Ghost AMR 7 LC (2015) and I'm 100% satisfied and very happy with it and its performance but sadly it has a hit in the chain stay (right side) that produces disaligment in the rear wheel.   

Attached you can find two pictures: the place where the hit is and the complete bike (front view) for you to see the deviation I'm writing about. Not a lot, in fact, but I would like to repair the affected. This means, I guess, the substitution of the piece. Not sure if the complete rear part or just the chain stays. 

Would you please help me with this?

Regards
Moisés Vázquez

Y vaya si funcionó porque el mismo día, horas después, recibí respuesta del servicio postventa de Ghost España con muy buenas noticias:

Hola Moisés,

 

Nos reenvian tu correo nuestros colegas de Alemania.

Tenemos disponible unas vainas para tu AMR 29” en color negro brillante. Solo nos queda esta. Referencia GHOST: EZ2124

Pero lamentablemente no vendemos directamente a particulares, tendrías que pedirlo a través de cualquier distribuidor GHOST local (tienda).

 

Saludos/Best regards


Bueno, habiendo un solo repuesto disponible había que moverse rápido así que de momento llamé a una tienda en la que había estado preguntando y que quedaron en contactar con el distribuidor. Les dije que me había adelantado, que ya había sido yo el que había dado el paso y que me constaba de la existencia de una sola unidad de recambio y que disponiendo de la referencia y del contacto y de todo lo necesario... no podía comprarla si no es a través de un distribuidor oficial. Así que, remitiéndoles el correo de Ghost España, ellos tomaron las riendas del pedido y en poco tiempo tuve el recambio con un coste de 158€.


Es una pieza de aluminio con detalles como los orificios para el desviador o para las presillas que guían las fundas de cable e hidráulico.



No disponiendo yo de la cabeza torx que requiere el cambio del principal rodamiento, decidí llevar bici y recambio al taller para que me hicieran la sustitución allí.. y de paso miraran si convenía renovar los rodamientos aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid.

Y pocos días después...


Se ve recta, ¿verdad?

Los rodamientos de la parte de abajo del basculante están tocados. Al ir forzados por la fuerza oblicua de la vaina torcida, tienen holgura. Pero no los he cambiado, el presupuesto era... elevado. Miraré alternativas a cambiarlos en el taller o los cambiaré más adelante.

¿Notaré la diferencia? Se supone que al ir todo "alineado" la trasera será más suave. Ya os contaré si noto la diferencia. 

Otra bicicleta "clónica"

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Explicaré el término, que me parece a mi que lo habéis entendido justo al revés. Cuando compré mi primer PC, que sería a principios de los años 90, fuimos a una tienda de informática y de entre el catálogo existente seleccionamos determinada configuración eligiendo los componentes que creímos que mejor se adaptaban a nuestras necesidades. No sé si se sigue haciendo así o no, pero comprábamos ordenadores "clónicos". Extiendo ese término al mundo de la bicicleta para presentaros la última creación del doctor Víctor Frankenstein.


Esta bici no es para mi. Es para Lourdes, mi (querida) esposa. Si sois lectores habituales de este blog sabréis que este verano hemos estado disfrutando de muchas jornadas de ciclismo en familia y ella venía usando una antigua BH Top Line que si bien ha cumplido de sobra, le viene un poco grande de talla. Además, para que pudiera ir cómoda, tuve que ponerle un manillar de BMX quedando un engendro de bici difícil de mirar, ciertamente. De manera que de cara a dar continuidad a nuestras excursiones y con la idea añadida, por qué negarlo, de mejorar de paso el aspecto "posturelil" del asunto, hemos montado una bicicleta con piezas "a la carta".


Bueno... a la carta, a la carta... no. Porque había una premisa clara: contener el presupuesto. Aprovecharía componentes del baúl de los recuerdos o de la pobre Top Line, que ha jugado un papel importantísimo como bicicleta donante (prometo devolverle la dignidad) para no comprar más que lo indispensable. 

 No es esta una tarea que me sea ajena, la de navegar en el mercado de la segunda mano y la oferta fugaz para encontrar el componente indicado, ya hace muchos años que vengo preparándome bicicletas a mi gusto:

No obstante el cuadro lo encontró Lourdes en wallapop. Un discreto Merida Big Nine 40. Un cuadro de entrada de gama de la (amplísima) serie Big Nine  de Merida para el año 2015.

Imagen extraída del catálogo de Merida de 2015

El vendedor añadía la tija en el lote, que siempre es de agradecer. 

2 kilos pesa el cuadro en talla 17 con el cierre de la tija puesto. En este montaje no andaba buscando la ligereza. Más bien funcionalidad (sobre todo) y estética. Pero si el peso del conjunto se disparaba podríamos tener un problema porque un peso excesivo va en detrimento de la funcionalidad.


El manillar, la potencia y el sillín serían los que desmonté de mi bici Ghost cuando los sustituí por otros más ligeros y pintones. 
Pero como en mi cabeza rechina profundamente que elementos de serie de una bici, con el logo de la marca de esta, sirvan para vestir a otra bici...tengo en mente cambiarlos por otros. Seguramente de Aliexpress. 


Como la tija. No soy amigo, tal vez por desconfianza, del carbono barato chino pero reconozco que esta vez he recurrido a él para rebajar el peso de la tija literalmente a la mitad por apenas 17€. 


Los frenos que he montado son los Hayes Stroker de mi querida RCZ. Claro... para no dejar a esta otra bici sin frenos he comprado de segunda mano unos SRAM Level LT excelentes. Los podría haber montado en este cuadro Merida, pero... seamos sinceros, yo les voy a sacar mejor partido 😉.

La transmisión era otro asunto que resolver. Monoplato sin duda. De hecho, en la Top Line Lourdes solo utilizaba el plato pequeño de manera que me hice con un plato verde 30t en Aliexpress que va  montado sobre las bielas Shimano XT de la BH.

Un casete 9v para aprovechar el mando de cambio Shimano LX. Un rango 11t-40t cumpliría de sobra. En esta bici se acabarán antes las piernas que el desarrollo.  Un veterano cambio Shimano Deore hace su papel a la perfección. No es muy glamuroso, pero cumple sobradamente.

Y para terminar, ruedas y horquilla. Junto al cuadro, posiblemente, lo más importante.

Tengo "aparcadas" las ruedas de serie de la Ghost. Unas ruedas decentes con bujes Shimano XT. Pero como la trasera de mi bici no es simétrica la rueda trasera está aparaguada en consecuencia y no podía aprovecharla sin que pasara por el taller. Además tienen ejes 15x100 y 12x142 mientras que el cuadro y la horquilla (ahora os hablaré de ella) son de 9x100/135. Podía comprar adaptadores pero entre el coste que suponían y el del taller me salía más a cuenta buscar ruedas de segunda mano. Y encontramos un chollo en forma de Mavic Crossride en perfectísimo estado.


Si aproveché un par de cubiertas Maxxis Ikon y Corssmark. Pude tubelizar la trasera, la delantera no quiso talonar porque tenía muchos restos de líquido reseco que no quité. 


Y para finalizar, la horquilla. Una sencilla Suntour XCM con bloqueo que le queda que ni pintada y para la que tal vez en un futuro compre unas pegatinas. 2,7 kilos tienen la culpa. El total de la bici pesa poco menos de 13,5 kilos. Un peso aceptable pero que trataré de rebajar. 

Ahora toca darle mucho uso. No descarto incluso subirle el sillín y hacerme una yo escapadita porque rueda muy, muy fina. 

Mi Top 5 de rutas particular

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Reconozcamos que las listas clasificatorias molan. Las 5 mejores bicis, las 5 mejores cubiertas... En esta entrada hago un ejercicio de reflexión para enumerar las 5 rutas que más me ha gustado hacer. Voy a seleccionarlas desde el punto de vista puramente ciclístico+paisajístico. He hecho muchas más rutas que he disfrutado enormemente por la compañía, sin duda, pero las descarto porque considero estas cinco un puntito por encima. 


Todas las rutas tienen su track en la correspondiente entrada del blog, que veréis perfectamente referenciada.    

5 - La ruta del cocido de Jesús (Moralzarzal - Telégrafo - Trialera del Somier - Collado Mediano - Alpedrete - Moralzarzal)

Esta ruta, "parida" por Jesús, ocupa el Top-5 a pesar de ser muy corta. Solo la he hecho una vez y fue hace ya seis años, pero aún la recuerdo con nitidez, como si acabara de terminarla hoy mismo. 

http://perdedoresbtt.blogspot.com/2014/11/primer-bicocido-perdedores-btt.html

Saliendo de Moralzarzal se empieza subiendo un buen rato, 6 kilómetros, el monte del telégrafo (Cerro Cabeza Mediana) hasta alcanzar la entrada a una de las bajadas más complicadas que he tenido que afrontar nunca: la trialera del somier. De hecho tuvimos que echar pie a tierra en varios tramos. Alguno echó algo más que el pie, de hecho. No sé si ahora con una doble de 29" me atrevería a pasar por según qué pasos... habrá que comprobarlo si Jesús vuelve a preparar un día tan estupendo como aquel, con un cocido después de la ruta que nos dio la vida.

Tras la dificil bajada, un divertidísimo sendero paralelo a la M601 nos acerca a Collado Mediano, localidad a la que no se llega a entrar porque se toma el camino que lleva a Alpedrete. Un camino divertidisimo que podría hacer mil veces. No es sendero, pero está plagado de rocas y es tán técnico que nunca he conseguido hacerlo completo sin bajarme de la bicicleta. 


Desde Alpedrete a Moralzarzal hay que subir constantemente, pero no se hace duro.

Es una ruta que merece estar entre las elegidas por tener de todo: ascensión, paisaje, trialeras y sendero. ¿Qué más se puede pedir?

4 - La Senda del Oso

No he tenido ninguna duda en incluir La Senda del Oso en el top-5, pero reconozco que desde el punto de vista meramente ciclístico no aporta demasiado. Eso sí, el entorno es tan BESTIAL que, como os digo, no me ha temblado el pulso.


Si viajáis a Asturias y tenéis la ocasión no dejéis de hacer esta ruta. Alquilar las bicicletas y contratad el servicio de taxi para que os lleven de vuelta al punto de partida si acaso vais con niños o no os apetece pedalear cuesta arriba de vuelta.


La Senda del Oso discurre entre Tuñón y Entrago, si bien en el kilómetro 10 se abre un ramal en dirección a Santa María de Barzana que merece la pena recorrer, al menos hasta el embalse de Valdemurio. Eso sí, pica hacia arriba de lo lindo. Pero comerse un bocata en la orilla del embalse no tiene precio.


Salvo este tramo de ascensión, el resto es bajada. Apenas hace falta pedalear. Atravesaremos túneles por un camino arrancado a la roca al más puro estilo de la senda del cares. 

Puede ser que determinados días se sature de gente. Nosotros la hicimos en verano, pero entre semana y pudimos disfrutar del recorrido sin agobios. Llevad chubasquero, ya sabéis cómo es Asturias.


3 -  Alrededores de Guadarrama (Guadarrama - La Jarosa - Los Molinos -  Collado Mediano - Alpedrete - Guadarrama)

Otra ruta para encandilarse con paisajes espectaculares, especialmente durante el tramo de "la ruta del agua" por La Jarosa.


Es posible, no lo niego, que al haber seleccionado esta ruta me haya visto influenciado por el hecho de rodar por nieve por primera vez en la vida y por haber compartido una buena comilona al acabar., además de experiencias en ruta curiosas y divertidas. Pero aún obviando estos dos hechos la ruta tiene lo necesario para colarse en el top 3 por méritos propios. 

Se empieza subiendo a La Jarosa desde Guadarrama. Esto nos pone las piernas a tono para seguir subiendo un poco más hasta llegar a la mencionada ruta del agua. La altitud máxima, 1207 metros sobre el nivel del mar, se alcanza del tirón y casi sin descanso desde los 950 metros a los que se encuentra Guadarrama. Se ascienden los 250 metros en algo menos de 7 kilómetros.  

Bajamos de nuevo hasta la A6, que cruzamos por debajo, para llegar por pista y trialera a Los Molinos por el noroeste. 

http://perdedoresbtt.blogspot.com/2019/11/ruta-por-guadarrama-16112019.html

La siguiente localidad es Collado Mediano y de aquí a Alpedrete por el camino ya mencionado en la ruta que ocupa el top 5. 

En esta ruta el ascenso se acumula en la primera mitad pero si no se gestionan bien las fuerzas algunos repechos de los últimos kilómetros pueden hacerse duros.

2 - Losar de la Vera

Recorrer el camino de El Pontón desde Losar de la Vera (Cáceres) hasta el puente de la garganta de Cuartos debería de ser obligatorio. Fue bajándolo como supe que quería una doble de 29".


Lo bueno que tiene salir en bici por Losar de la Vera es que es el pueblo de Jaime y se sabe los caminos y los senderos que merece la pena recorrer. Estas rutas tienen de todo: pistas por las que rodar a 25 por hora sin darte cuenta, senderos, rocas...  

http://perdedoresbtt.blogspot.com/2019/09/perdedora-losarena-losar-de-la-vera.html

http://perdedoresbtt.blogspot.com/2018/09/losar-de-la-vera-08092018.html

Con poquito que te hagas unos pocos de kilómetros acumulas un buen desnivel y es un gustazo, además, volver hecho polvo y sofocado para darse un baño en el río. 

Solemos hacer una visita a Losar al menos una vez al año, pero este maldito 2020 no nos lo ha permitido. Esperemos que pronto podamos volver a disfrutar de una buena ruta guiada.

1 - Silla de Felipe II y orilla de Valmayor (El Escorial - Silla de Felipe II- Zarzalejo - Valmayor - El Escorial)

Mi ruta preferida, seguramente. Recorrer el Bosque de la Herrería es un privilegio. Dan ganas de que no se acabe nunca. Esta es una ruta cuya única dificultad es ascender hasta la silla de Felipe II, por carretera, que no es tanto suplicio. 


La bajada hasta Zarzalejo es rápida y da para recuperar del calentón de la subida anterior. 

http://perdedoresbtt.blogspot.com/2020/02/el-escorial-silla-de-felipe-ii.html

Desde Zarzalejo hasta el embalse de Valmayor se recorren senderos divertidos, con algunos obstáculos de piedras y relativo "flow". Se rodea el embalse por la orilla oeste, de nuevo casi todo por sendero, hasta llegar a la senda de los arroyos y volver a El Escorial por pistas en buen estado pero que pican ligeramente hacia arriba atravesando la dehesa por el camino de las siete puertas. 


Este es, por lo tanto, mi ranking particular y sería para mi un placer desbaratarlo porque eso significaría que he tenido la ocasión de recorrer nuevas y sobrecogedoras rutas. Me pongo a ello en cuantito se pueda.  

Parque de los Cerros de Alcalá - 02/10/2020

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Hace tiempo que los perdedores le veníamos debiendo al primo Christian una visita bicicletera. Siempre habla maravillas de los senderos del parque de los Cerros de Alcalá y el pasado lunes 2 de noviembre, aprovechando la festividad de Todos los Santos, pudimos dar fe de lo acertado de sus explicaciones. 

Como decíamos, Christian, sabedor de lo que nos gusta rodar por senderos, siempre nos comentaba la posibilidad de hacernos de guía en una ruta por el parque cercano a su casa y que conoce al dedillo pero por una cosa o por otra nunca terminábamos de concretar. Finalmente Sergio, Miguel y un servidor acudimos a la llamada. 

Pero la cosa no empezó bien. Sergio había cambiado la cadena de su bici y al desmontarla vio que una roldaba estaba rota. La reemplazó, pero el cambio no terminaba de ir fino. Daba tirones. Estuvimos un buen rato tratando de ajustarlo en vano. Las coronas más pequeñas saltaban. Por suerte apenas tuvimos que usarlas. 

Nos pusimos en marcha. Hacía un día estupendo, el sol brillaba y habiendo llovido días atrás el firme prometía estar en un estado excelente. Húmedo pero sin barro. Con la primera rampa, por asfalto, entramos definitivamente en calor y en apenas un kilómetro y medio estábamos bajando por el primer sendero.


El sendero, sin ser excesivamente complicado, nos puso a prueba. Notamos bastante la falta de práctica, hace mucho tiempo que no salimos por zonas de senderos técnicos. La habilidad se pierde y la desconfianza y el desconocimiento del terreno son los grandes enemigos del "flow".

Al final de esta primera parada nos espera Javi, un amigo de Christian con el que tuvimos el placer de compartir el resto de la ruta. 


Y a subir como locos. Por sendero esta vez. Menudas cuestas. Si miráis el track veréis cómo el perfil de esta subida es prácticamente igual al de la bajada que acabábamos de hacer. Vamos... que estábamos trepando un sendero de los que molaría bajar. 


Tras poco más de un kilómetro llegamos arriba. No acumulábamos ni 5 kilómetros y Sergio y yo queríamos morirnos. Pero tocaba de nuevo sendero de bajada, así que... ¡A disfrutarlo!


Algunos tramos nos superan, lo reconozco. Y la prudencia nos hace echar pie a tierra. Más vale eso que tener que lamentar una caída, que a fin de cuentas se trata de pasar un buen rato. Y si es el primo, que conoce la zona, el que aconseja bajar andando... no hay discusión posible. 


Y una vez abajo ya sabéis lo que toca... volver a subir. Esta vez por pista. Nos encontramos a multitud de senderistas y ciclistas. Hace un día excelente y el confinamiento de la Comunidad de Madrid concentra a hordas de madrileños en los espacios verdes de la región. 

Por pista se sube mejor. Se puede ir charlando además, pero no nos engañemos, el desnivel está ahí. En varias ocasiones echo mano del mando de cambio buscando subir una corona más y me encuentro con que ya estoy en la grande, 36t en mi caso. Me planteo cambiar a monoplato y meterle un cassette de 50 o 60 dientes. 


 Giramos a la izquierda al final de la pista para comenzar un sendero de subida y bajada por lo que para mi es la zona más bonita por la que pasamos. El otoño en todo su esplendor en un escenario de esos en los que dan ganas de darle al botón de pausa y que el tiempo no pase. 
10 kilómetros llevamos apenas en las piernas y en una parada para reagruparnos veo conveniente echar mano de un gel. Estoy completamente fundido. Y menos mal que lo hice porque tocaba seguir subiendo, que aunque lo hacíamos al tran-tran los rampones estaban ahí. 


Llegamos así al punto más alto de la ruta. Esto no quiere decir que ya no fuéramos a subir más, pero le da a uno ánimos. Desde lo alto vemos una panorámica impresionante, pena que el día no estuviera muy claro. Rodamos, ahora con cierta alegría, por la pista que rodea el parque por el sureste. Vemos cerca el punto más alto del parque, el Ecce Homo. No vamos a subirlo porque no hay que abusar.


Bajamos por la famosa senda de los lagartos, que es un zig-zag constante que marea. Me recordaba al tobogán de un parque acuático, muy divertido. Lo terminamos todos con una sonrisa en la boca.

Nos desviamos un poco de nuestro camino para recorrer una zona de las más bonitas del parque. Un camino encañonado que sorprende. Muy bonito y con algún punto técnico que me puso en un compromiso.


La fotografía es obligada. Ahí queda. Y enseguida seguimos rodando para no quedarnos fríos. Salimos a la parte más abierta del recorrido y rodamos a buena velocidad por una pista con ligera pendiente negativa. Un falso llano para abajo muy rico. El gel me vino bien, me veo con fuerzas.


Y volvemos a subir por la pista de antes, que para salir del parque es lo más cómodo. Tenemos que ponernos de vuelta, que hay que tomarse una cervecita antes de marcharnos, que nos la hemos ganado.


Y nos supo a gloria junto a un aperitivo de tortilla para comentar las virtudes de la zona y de los senderos. Espectacular.

Vamos a ir terminando, que al mencionar la tortilla me ha entrado hambre. 
 
El track puede descargarse de Wikiloc

Ahí tenéis el recorrido. No sé si Wikiloc refleja la realidad del desnivel positivo acumulado. Lo mismo da. Como decía Sergio, para disfrutar de esta zona hay que venir con un punto mejor de forma de lo que él y yo tenemos en este momento. Miguel iba sobrado y por supuesto Javi y Christian también, que se habían cascado una ruta de 65km el día de antes. 

Termino dando las gracias a nuestros dos anfitriones. Volveremos, aunque me tirara toda la ruta maldiciendo. La zona lo merece, la compañía por descontado y las chuletas que prepararemos en la barbacoa también. Cuando el maldito Covid nos lo permita. Mientras tanto, Sergio... ¡Tú y yo a entrenar series a la cuesta del cementerio para estar a la altura! 

Los Cerros de Alcalá - Vídeos de mucha acción

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Como complemento documental a la última entrada que hablaba de nuestra visita al Parque de los Cerros de Alcalá desde Perdedores BTT os ofrecemos a nuestros queridos televidentes un par de vídeos que Christian y Miguel han montado.

Sé que muchos estáis pensando que en la edición hemos aplicado slow motion para que se observen mejor los detalles... pero no. Somos así de tristes. 


Ciclismo en familia - Vía Verde del Alberche

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Aprovechando el espléndido día que hizo el pasado 21 de noviembre de este infausto 2020 decidimos montar el portabicicletas y desplazarnos hasta Pelayos de la Presa para disfrutar de la Vía Verde el Alberche, un recorrido, como suelen ser las Vías Verdes, cómodo y para toda la familia.

Hace muchos años hice esta ruta un par de veces saliendo desde San Martín de Valdeiglesias, el recorrido completo son 14 kilómetros. La parte que merece la pena paisajísticamente hablando  discurre entre el área recreativa cercana a la glorieta de Pelayos de la Presa y la Presa de Picadas. Unos 7 kilómetros de pista con buen firme aunque con muchos charcos en esta época del año. 


Nuestra aventura comenzó con percance logístico. Una de las bicis tenía una rueda sin aire al cogerla del trastero. La hinché pensando que sería de la falta de uso y que aguantaría... pero al bajarla del coche para empezar la ruta volvía a estar sin aire. Tenía cámara de repuesto pero no había cogido ni desmontables ni bomba... Error de novato. No me pareció necesario dado lo sencillo del recorrido.

Al primer grupo de ciclistas con el que nos cruzamos les pedí una bomba. Me la ofrecieron encantados pero iba a ser pan para hoy y hambre para mañana y ya me veía pidiendo una bomba a cada rato para poder darle aire a la rueda así que como los amables ciclistas se ofrecieron a dejarnos herramientas para cambiar la cámara Lourdes, que tiene más cabeza que yo, aceptó sin dudarlo. Resulta que los compañeros ciclistas tenían una furgoneta camperizada en el aparcamiento, justo a 50 metros de donde estábamos, y con unos desmontables y una bomba de pie que tenían en la furgo cambié la cámara con la precaución de revisar el interior de la cubierta y sacar el pincho culpable del estropicio. En un gesto de amabilidad me prestaron para el recorrido una bomba y un kit de desmontables y parches para que, si volvía a pincharse la rueda (o cualquier otra rueda de las cuatro bicis) pudiera salir del aprieto. Como iban a estar allí todo el día a la vuelta se lo devolvería... pero no pudo ser, luego veréis porqué.

Track disponible en Wikiloc

Comenzamos por lo tanto la ruta con ilusión renovada y con hambre. No habíamos madrugado y serían cerca de las dos de la tarde cuando iniciamos el pedaleo. Avanzaríamos un poco y buscaríamos un lugar apropiado para comer el bocata. Los primeros dos kilómetros y medio discurren por la margen derecha del río. Hay que tener un mínimo de cuidado para no rodar cerca del borde del camino, que la caída puede ser muy peligrosa. El camino es ancho y permite los adelantamientos y los cruces con seguridad.


Me sorprende y me congratula no encontrarme con cientos de usuarios de la Vía Verde. Es un recorrido muy conocido y el tiempo es primaveral. Nos cruzamos con gente, naturalmente, pero no tanta como yo esperaba. Uno de mis temores era que no pudiéramos rodar cómodamente, pero hemos tenido suerte. 

No tardamos en hacernos a un ladito del camino para disfrutar de las viandas que traemos desde casa. Ya en el lado izquierdo del río. Al sol se está estupendamente. No sé donde leí que no hay placer comparable al de tomarse un botellín al solecito en invierno. En otoño también mola mucho.


Me costó hacer que el trío calavera reemprendiera la marcha después del comercio, pero no quería que el sol bajara mucho porque el recorrido discurre por el cañón del río y el sol dejaría de calentarnos pronto y podía hacer frío.

De manera que sin prisa pero sin calma volvimos a las bicis y a hacer kilómetros, que a eso habíamos ido. 


Se pasa por encima de varios puentes, todos con su barandilla de seguridad. Vimos a bastantes pescadores y se me pusieron los dientes largos. Tengo que enterarme de la ley de pesca que aplica en la zona y las especies que habitan esas aguas y tal vez hacer una escapadita pescadora. 

Uno de los atractivos de la ruta es el túnel que atraviesa unos cincuenta metros de montaña a través de la roca. No tiene peligro pero no tiene iluminación y hay pedrolos en el camino. Se esquivan fácilmente con la poca luz que entra por ambas bocas del túnel, pero es mejor rodar despacio y con precaución.


Y como quien no quiere la cosa, tras un rato de placentero pedaleo, llegamos a la Presa de Picadas.


Se puede pasar por encima de la presa y las vistas son tremendas. Creo que tengo un poco de miedo ajeno a las alturas, por cierto. A mi no me da miedo estar en sitios altos pero sufro irracionalmente (porque hay una barandilla estupenda y no están locas) si están mis niñas. 


Varias fotos para inmortalizar el momento (¿no tengo un ojo más abierto que el otro?) y nos ponemos de vuelta. Quedan muchas horas de luz y la vuelta siempre es más rápida que la ida, así que vamos sin prisa.


A mi Ali se le hizo un poco de bola la vuelta. Llevar la bici con  las ruedas más pequeñas se tiene que notar. Pero poquito a poco desandamos el camino y llegamos al aparcamiento bien contentos.


14 kilómetros muy llevaderos y recomendables para toda la familia.


Me entristece no encontrar a los solidarios ciclistas que nos dejaron los parches, desmontables y bomba al inicio de la ruta. Su furgoneta no estaba y ellos tampoco, claro. Seguramente fue porque, como supimos mientras montábamos de nuevo las bicis en el coche, Pelayos de la Presa estaba confinado perimetralmente (glup...).

No nos dio por pensar en que pudiera estarlo y acudimos sin más. Por eso había tan poquísima gente recorriendo la Vía Verde en tan excelente día. Nuestras disculpas a la sociedad, no ha sido intencionado.

En fin, un día de bici en familia excelente. Un recorrido precioso a apenas 40 minutos de casa. 

¡Seguiremos explorando lugares para poder montar en bici con niños! 

Ilustres perdedores - Pablo

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Hace mucho tiempo que no escribo este tipo de entrada, donde os hablo desde la patatita de alguno de los miembros de esta pequeña comunidad de amigos con una afición en común: la cerveza después de una ruta en bici de montaña. Pero siendo que esta es la entrada 200 del blog me ha parecido que merecía la pena aprovechar un hito tan significativo para honrar a uno de los perdedores más carismáticos que tenemos y por el que tengo especial debilidad, Pablo. No va a ser fácil porque hablar de Pablo es como hablar de mi mismo y voy a ver si soy capaz de no emocionarme mucho por el camino. 

Haber tardado 8 años (y unos cuantos artículos monotemáticos sobre otros ilustres perdedores) en escribiros sobre Pablo no es casualidad. Parece contradictorio, siendo Pablo una de mis personas preferidas en este planeta, no haber escrito antes este artículo....¡Pero es que el tío cojonazos apenas monta en bici una o dos veces al año!  Y he tardado todo este tiempo en darme cuenta de que es precisamente eso, el tener la bici hecha unos zorros, el llegar tarde a costa de la bronca de Miguel, el no hacer la ruta pero apuntarse a la comilona de después, etc... ¡Lo que mejor define la esencia de Perdedores BTT! Y encumbra a Pablo como un verdadero practicante de la doctrina perdedora.

No recuerdo a Pablo nunca haber dicho "me he ido a dar una vuelta con la bici" o "me he hecho esta ruta, a ver si la hacemos juntos", nah. Pablo es lo que podríamos decir "un ciclista social" y tiene bicicleta porque sin ella no se puede venir a montar en bici con los colegas. Tan sencillo como eso. Y si la ruta es en invierno no es raro verle montando en bici con bufanda. Y si es en verano, con las gafas Ray-Ban. Y como monta una vez al año cada vez tiene que comprarse zapatillas nuevas porque de un año al otro las pierde... Pero va el tío y te aguanta toda la ruta como si nada. ¡Ay, si entrenara un poco qué ciclista sería! ¡Qué deportista se ha perdido el mundo!


Pero a cada cual lo suyo. En esto estaréis de acuerdo conmigo los que le conocéis, da gusto estar con él, ya sea montando en bici o donde sea. Siempre. Te saca la sonrisa con sus ocurrencias o sus despistes, que los tiene. No en vano le llaman "el fiestas", no es un mote gratuito. 


Pablo tiene una BH Expert que compró en El Corte Inglés hace la tira de años a mitad de precio gracias a un descuento que podríamos calificar de dudosa procedencia. Una bici digna en su día a la que le mejoramos años después ruedas y frenos. Y no le hables de cambiarla, porque ni lo considera. Para Pablo la bici es una cosa con ruedas y con pedales que sirve para echar un rato con los amigos y después irse a tomar unas birras. 

Si aceptamos que cada cual tiene su papel en la grupeta (no me gusta esta palabra), tendríamos al que es bueno en mecánica, al de los cachivaches tecnológicos, al fuerte subiendo, al que es bueno bajando... Pablo es el de las bromas, con el que quieres rodar en paralelo diciendo gilipolleces. Al menos a mi me pasa: Pablo y yo podemos estar años sin vernos y no pasa nada. Sabemos el uno del otro que ahí estamos y cuando nos reencontramos en menos de un minuto ya nos hemos puesto al día. Es lo que tiene conocerse de toda la vida. Y es que, para mi, estar con Pablo es como estar en casa. 

Ruta serrana: Guadarrama - Cercedilla - Collado Mediano - Alpedrete - Guadarrama - 28/11/2020

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El sábado 28/11/2020 fuimos 6 los perdedores que nos reunimos en Guadarrama para disfrutar de una ruta otoñal bien pasada por barro. Simón, amigo de Jaime y de Ángel se unió al grupo estrenando pedales automáticos en su flamante Orbea Oiz. Un placer contar con nuevas incorporaciones y esperamos contar con su compañía en muchas otras ocasiones. 


Por parte del equipo local, además de Simón, Ángel y Jaime (que jugaban en casa) y Raúl, que conoce los caminos como la palma de su mano como bien ex-guadarrameño y actual parrao (¿Sabíais que el gentilicio de Cercedilla es "parrao"?). Por parte del equipo visitante, el Bombi y un servidor. 

A las 10:00 de la mañana era la cita. Llegamos unos minutos antes para sacar las bicis del coche y pertrecharnos debidamente. La mañana no era especialmente fría pero llevaba toda la mañana lloviendo y no estaba de más calzarse cubrebotas y otros avíos que nos protejan del agua que sin duda abundaría en los caminos. No puedo dejar de echarle algunas fotos al invento del Bombi para llevar la bici con seguridad en su furgoneta camperizada. Un raíl sobre el que desliza un perfil de aluminio con una sujeción para la rueda trasera y otra para la horquilla, siendo necesario desmontar la rueda delantera. Una virguería. Disculpad la mala calidad de las fotos que no hacen justicia.



Comenzamos a dar pedales y a mi, como siempre, me cuesta entrar en calor. Rodeamos el núcleo urbano de Guadarrama por el norte y en menos que canta un gallo ya estamos subiendo. La idea es llegar a Cercedilla, así que nos hacemos a la idea de que toca subir durante unos pocos kilómetros. Poco después de la Ermita de la Virgen del Espino alcanzamos la primera "cumbre" de la ruta. Pero empezamos a bajar por una pista a gran velocidad perdiendo cota rápidamente. Engordar para morir. Con lo poco que me gusta a mi subir.... todo lo que estamos bajando tocará recuperarlo. ¿Qué le vamos a hacer? Ángel guía la ruta y él decide el recorrido... y a mi me parece perfecto. 

El subidón de la muerte llega en la urbanización Cerca del Pozo, que pertenece a Los Molinos. Hay que llegar hasta el nivel de la vía del tren. Conozco esta subida de una ruta anterior y sé que voy a sufrir. Jaime y yo nos aliamos para subir al tran-tran y como las penas con pan son menos conseguimos llegar a la segunda "cima" del recorrido con cierta dignidad. Hacemos una parada técnica para comer algo, que buena falta nos hace. Pasamos al otro lado de las vías y tras subir un poquito más comenzamos un sendero de bajada de los buenos, también viejo conocido. Con muchos escalones, Raúl los salta directamente. Yo los paso, alguno algo apurado, pero sin contratiempos. Nos alegra, además,  ver que Jaime se va soltando con la técnica cuesta abajo. Lejos de achantarse por las terribles caídas que ha sufrido en su corta historia como ciclista de montaña, está aprendiendo a afrontar pasos cada vez más complicados. 

Rodeamos el alberque "El Colladito" y tomamos el camino de Puricelli, un empedrado que recuerda una calzada romana. Enseguida lo abandonamos hacia la derecha para bajar por un sendero corto y lleno de piedras puestas, creo yo, a mala idea para contrariar (como poco) a los ciclistas. También conozco este sendero... demasiado bien diría yo, ya que la otra vez que lo he bajado llevaba la presión de la rueda delantera muy baja y destaloné. 


Atravesamos Cercedilla, ahora toca descender y recuperar piernas. Bajamos hasta Los Molinos y me la prometo muy felices saboreando mentalmente la cervecita y el pincho de lo que sea... pero Ángel decide prolongar la ruta y gira a la izquierda en dirección a Collado Mediano. Lo malo es que le cascamos a la ruta 10 kilómetros más de los que yo suponía. Lo bueno es que podemos disfrutar una vez más del camino de bajada entre Collado Mediano y Alpedrete: "anti-autónomos" llama ángel a este tramo. Será la cuarta o quinta vez que recorro este camino y es la primera vez que consigo hacerlo sin echar pie a tierra, me siento muy orgulloso.

Track en Wikiloc

Desde Alpedrete hasta Guadarrama las paso canutas. Comienza a dolerme la rodilla izquierda hasta el punto de cojear. De vez en cuando tengo que sacar el pie del pedal para estirar la rodilla, pero como solo quedan unos pocos kilómetros aprieto los dientes, bajo el ritmo y consigo llegar con más pena que gloria. Jaime también va tocado, no está acostumbrado a rutas tan largas. El resto van frescos, salvo Raúl que protesta del cuello, su talón de Aquiles.


Se nos acaba haciendo tarde y ni cerveza ni cervezo. Un manguerazo a las bicis en casa de Jaime para quitar las toneladas de barro que llevamos encima y de vuelta a casa. 45 kilómetros en total con un desnivel acumulado... dispar como siempre: entre 550 y 650 metros dependiendo de qué aplicación se utilice.

Muchas gracias, Ángel, por hacernos de guía. Tenemos muchos recorridos pendientes por la sierra pero o bien quedamos antes o bien hacemos rutas más cortas, que sin poder brindar al acabar no es lo mismo, ¿verdad?




Perdedores BTT - Balance de 2020

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Este maldito 2020 está llegando a su fin y, al igual que hiciera el año pasado, me gustaría dedicar esta última entrada del año a hacer balance de lo acontecido en el seno de Perdedores BTT ciclísticamente hablando. 

Poco podíamos imaginarnos el primo Christian y yo en nuestra primera ruta de 2020, el día de Reyes por Pozuelo, que el año quedaría marcado a fuego en la historia universal como el de la Pandemia del Coronavirus... Pero pasaré de puntillas por ese tema, que bastante se ha hablado ya.

En lo que a mi respecta, si 2019 fue el año de la mejora del rendimiento físico (de andar por casa), 2020 ha sido sin duda el año del ciclismo en familia. Desde principio de año surgieron planes para primavera y verano relacionados con viajar con las bicis a cuestas. Tuvimos que suspender dos de las escapadas previstas. Una de ellas, la del Canal de Castilla, me hacía especial ilusión. 


Pero estoy corriendo mucho. Antes de quedar confinados pudimos disfrutar de algunas muy buenas rutas, como la que hicimos por los alrededores de Las Rozas guiados por Juancar con kilómetros de senderos y visitando la espectacular presa del Gasco, o una de mis preferidas, la ruta que va de El Escorial al embalse de Valmayor pasando por Zarzalejo. En esta ocasión además conseguimos juntarnos un buen grupo de amigos y todo fue como la seda. 

Y ya en marzo, muy pocos días antes de quedar confinados en casa, Ángel, Raúl y un servidor "disfrutamos" de una ruta por Torrelodones. La ruta era muy bonita pero Raúl y yo sufrimos de lo lindo. No estábamos entonados ese día. Ángel sí, va a tope el tío. Una alegría contar con Ángel en el grupo. Ciclista experto y excelente compañero de ruta con el que da gusto charlar mientras se rueda por pistas.

Y hasta junio lo único que hubo que destacar es el cambio de look de la bicicleta de Miguel. La llevó a un taller para pintarla del famoso verde menta de Orbea aprovechando el confinamiento y tardaron más de lo acordado, pero el resultado es espectacular.  


Fue Miguel, precisamente, el que estrenó la "nueva normalidad" con una machada peligrosa. El tío se vino arriba y se marcó una rutaza de casi 80 kilómetros sin aprovisionarse bien de agua y comida en el recién estrenado verano madrileño. Casi le perdemos, pero sobrevivió mendigando agua. A punto estuvo de tener que beberse su propio pis (o un pis ajeno). No dejéis de leer esa crónica que mola mucho y tiene mucha risa. 

Antes de "irnos de vacaciones" tuvimos ocasión de juntarnos para hacer una nocturna. El recorrido fue el clásico Móstoles - Navalcarnero, nada nuevo que destacar. Sí que fue la primera nocturna de Ángel y Jaime y se lo pasaron (todos lo hicimos) teta.


Durante el verano quien más, quien menos anduvo en bici. El Bombi se fue a Aínsa a bajar y subir cerros como si lo fueran a prohibir. Con su nueva furgoneta camperizada no hay destino que se le resista al tío. A ver si le echamos unas fotos en condiciones al sistema que ha ideado para transportar la bici con seguridad y comodidad. 


Lude pasó unos días de vacaciones por Cantabria y también se hartó de subir montes a la vieja usanza: "vamos a ver a dónde lleva ese camino...". El placer de explorar territorio desconocido... aunque a veces las cuestas le hacen a uno darse la vuelta.

Miguel descubrió el ciclismo de montaña en Galicia, donde pasó una larga temporada en verano. Se llevó su antigua Corractec y nos puso a todos los dientes largos de envidia de la mala con las fotos que nos enviaba y las aventuras que vivió. Tanto es así que le he instado a hacer una BiciCada (bicicleta + mariscada) cuando sea posible. 

Menudas fotazas compartía Miguel. Tanto de paisajes de costa como de interior. Unos bosques de película. Y sus rutas no estuvieron exentas de incidentes, que entre averías, extravíos y demás circunstancias generó un buen número de anécdotas que contadas ahora a toro pasado son graciosas pero que en el momento se caga uno en su suerte negra.

Destaco también de este año la consolidación definitiva de Jaime (el de Guadarrama) como ciclista de montaña.

Bien aconsejado por Ángel, acomete cada vez retos mayores y viendo las rutas que se hace últimamente... en cuanto coja un poco más de confianza y técnica bajando no habrá quien le eche el guante.

Nos hemos visto privados de posiblemente los dos eventos más significativos de Perdedores BTT: la BiciCoa y la visita anual a Losar de la Vera donde Jaime (el extremeño) nos hubiera guiado en una ruta de auténtica bicicleta de montana. Esperemos retomar ambos eventos el año que viene... e invadirle la casa nueva a Jaime, que ha montado poco en bici este año porque ha tenido tarea con la reforma.

Yo, que tenía más o menos diseñado sobre el papel el recorrido de la BiciCoa 2020, quise recorrerlo en bici para ver algunos senderos que no conocía y casi muero en el intento. ¡Menudas paredes! Tendré que modificarlo para que no se convierta en un suplicio.

Dos amigos, además, aumentaron su familia con sendos retoños. Siempre es una buenísima noticia además de porque alguien tendrá que pagarnos las pensiones, por la felicidad que supone tanto para los progenitores como para los que les apreciamos y nos alegramos por ellos.      

En agosto Jaime y yo pasamos unos días con las familias recorriendo la Ecopista del Río Miño al norte de Portugal. Espectacular. 100% recomendable para toda la familia. Merece la pena el viaje solo para conocer la vía verde. Bañarse en el río a mitad de ruta no tiene precio.


La primera ruta post-veraniega me puso en mi sitio. Una ruta circular que recorría Collado Mediano, Los Molinos, Cercedilla, La Barranca y Navacerrada. La empezamos cuatro pero solo la acabamos tres... y de milagro. Jaime tuvo que abandonar al romper la patilla del cambio y yo destaloné mi cubierta trasera por llevarla floja de presión. Un rutón de mucho subir y mucho sufrir. Pero lo que recuerdo bien de la ruta es la tapa de callos a la madrileña que nos pusieron en el bar al terminar la ruta. Recuerdos ciclistas inolvidables.


Ya en la recta final del año visitamos al primo Christian que nos guió en una ruta por los Cerros de Alcalá. Se la debíamos desde hace mucho tiempo. La pena es no poder apretarnos luego una buena chuleta por culpa del virus. Volveré cuando tenga una e-bike. ¡Vaya panzada de subir cuestas que nos pegamos! Luego las bajadas eran proporcionales, menudo gustazo. Es como un parque de atracciones de la bici, un bikepark gratuito... bien hubiera pagado el precio del remonte, también te lo digo.

Aún tuvimos tiempo para una ruta en familia más. A finales de noviembre salió un fin de semana de tiempo primaveral y nos pareció muy buena idea ir hasta Pelayos de la Presa para recorrer parte de la vía verde del Alberche.  Pasamos muy buen día, parando a comer a mitad de ruta. Es un recorrido magnífico y embelesante. Espectacular para ir en bici o a pie con la familia. 

2020 también ha sido el año con más entradas en este blog. Además hemos alcanzado la entrada número 200 (olé) y se la hemos dedicado a Pablo. Creo que no la ha leído aún... así es el Pableras. 

Le cogimos el gusto a subir a la sierra y aún tuvimos tiempo de hacer un par de buenas rutas. Raúl, Miguel y un servidor (yo creo que por cuarta vez) hicimos El Escorial - Zarzalejo - Valmayor - El Escorial un día lluvioso. No caía agua a saco, hubiéramos cancelado de haber sido así, pero un calabobos constante acabó empapándonos. 

¡Y acabamos de barro hasta el bigote! Esta ruta me encanta como ya he dicho muchas veces pero se me acaba haciendo bola el final. Siempre tengo que tirar de geles para sobrevivir.

No puedo dejar de destacar un hecho histórico acontecido el 21 de noviembre. Jaime se armó de valor y paciencia y venció a su demonio personal, fue capaz de subir hasta el Alto del León por La Jarosa para su orgullo personal y el de todos, que no es poca cosa cascarse ese desnivel en tan pocos kilómetros.

Tal vez este sea el punto de inflexión que necesitaba Jaime para "romper" como ciclista de montaña. Todos los que practicamos este deporte sabemos el papel importantísimo que juega la cabeza en nuestras rutas. Cuando la cosa se pone mala es sobre todo la capacidad de sufrimiento de cada uno lo que marca la diferencia... pues con este triunfo seguramente Jaime haya conseguido mucho más que ascender un puerto.

Sin salir de Guadarrama volvimos a recorrer los caminos entre esta localidad serrana y Cercedilla para, en una preciosa ruta circular, pasar por Los Molinos, Collado Mediano y Alpedrete. Disfrutamos y sufrimos (al menos Jaime y yo) a partes iguales. 


2020 se acaba. Y para despedirlo por todo lo alto en Losar de la Vera celebrarán la San SilBTT como todos los años. ¿Nos apuntaremos los perdedores en 2021? Veremos. 

Y saliendo de Los Hueros, otra cita ya tradicional: la Clásica de las Porras, este año seguramente sin porras. 

Con todo lo malo que ha sido este año, parece ha dado de sí. Esperemos que en 2021 podamos disfrutar (con seguridad, entiéndase) de todos los planes que hemos tenido que ir cancelando y sigamos disfrutando juntos de la naturaleza, del deporte, de los amigos, de las familias y de las cervezas de después de la ruta. Y si nos ponen una tapita de callos con las cañas, mejor. 

¡FELIZ 2021!

Arreglando sistema Shadow de Shimano

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La primera entrada del año es un truco de mecánica que el primo Christian quiere compartir porque pensamos que nos salvará de sustituir el cambio de nuestra bicicleta si acaso este cuenta con el sistema Shadow de Shimano. Esta es una historia basada en hechos reales si bien cualquier coincidencia con personas o lugares reales es mera casualidad. Igualmente los nombres son ficticios y las voces que pueden oírse en los vídeos están distorsionadas para preservar la identidad de los narradores.

"La semana pasada Jorge salía a dar unos pedales rápidos en solitario y estando a una distancia considerable de casa tuvo de pronto un problema con el cambio.

El tensor no le recuperaba, se quedaba en una posición adelantada y la cadena “fofa”.


Pudo regresar a casa pedaleando aunque de manera incomoda.

A priori cuando me llamo pensé que lo mismo el muelle estaría partido. Me mire algún video de forma rápida en youtube de los cambio Shadow porque la verdad nunca he tenido este problema en mis bicis.

Hay algunos videos que explican el sistema y su mantenimiento como estos:

Vídeo publicado por Biking Point - Tienda de Bicicletas

Vídeo compartido por Iñaki Prieto

Pero al desmontar la tapa del Shadow, que va con tres tornillos Allen, no parecía que fuese ese el problema.

Además Jorge hacia tiempo me había comentado que no le hacía efecto la palanca de bloqueo que llevan estos cambios.

Desmonte el cambio entero y me lie a desguazarlo. El bloqueo no le funcionaba porque sencillamente el tornillo eje pasante no estaba apretado del todo seguramente este tiempo de atrás y lo que giraba no era el eje sino la rosca y el tornillo de la pletina de las roldanas. En un momento puntual se apretado el tornillo al extender el tensor y ahí se ha quedado ya que el eje estaba gripado. En la siguiente imagen se puede observar la suciedad incrustada tanto en eje como en el orificio de la caja del tensor del cambio:


Esto lo explico en el siguiente video, falta algo de luz y mejor enfoque pero surgió de pronto el grabarlo y así quedo:


El rodamiento del shadow no lo conocía, existen rodamientos de sentido único para ciertas aplicaciones, una de ellas esta del cambio."

¡Gracias, Christian, por compartir este truco de mantenimiento/reparación con los perdedores!
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