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Foco EBUYFIRE y salidas nocturnas terroríficas en Córdoba

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El verano es época de salidas nocturnas (también en bici) y desde que saboreamos las mieles de este tipo de rutas allá por 2017 procuramos revivir estas experiencias de vez en cuando. Pero claro, para poder rodar por la noche se hace imprescindible un foco que alumbre nuestro camino. 

Tras varios infructuosos intentos de hacer funcionar el conjunto chino de foco con batería externa que compré para aquella primera ruta nocturna (la batería no funcionaba, el cargador tampoco compré otra que tampoco funcionaba, luego el foco no alumbraba...ya sabéis, material barato y de poca calidad) decidí adquirir otro foco que me ofreciera más garantías y recurrí al "Amazon's Choice", que raramente decepciona: el foco Ebuyfire.

Esta foto la he cogido del propio anuncio de Amazon

El kit cuenta además con una luz trasera roja con varias posiciones (fija e intermitencia) que raramente utilizaré porque no suelo rodar por carretera. Pero como nunca se sabe, la montaré en futuras rutas nocturnas.

La diferencia fundamental respecto al foco chino es que este es mucho más compacto, tiene la batería integrada y se carga por USB (tanto el delantero como el trasero). Considero esta diferencia una ventaja al no tener que conectar distintos elementos y eliminar cables y conectores. La desventaja podría ser que una vez muerta la batería adiós foco... pero llegado el caso se podría sustituir la batería interna por una similar, habría que investigar si merece la pena por coste. A fin de cuentas este foco ha costado 26€. 

las primeras impresiones fueron buenas. Se percibe calidad en la fabricación. Solo me hacía dudar la sujeción al manillar. 

No me daba la impresión de ser muy firme. El foco se ancla en su sujeción mediante una presilla similar a las que se utilizan para enganchar accesorios en la cinturilla de los pantalones. Tenía serias dudas sobre la fiabilidad de este sistema. Tras probarlo pude ver que, al menos circulando por pistas en buen estado (no se me ocurre hacer una ruta nocturna por un tipo de firme distinto) la fijación es firme. 

Antes de utilizarlo en una ruta quise comprobar qué sensaciones me daba en cuanto a luminosidad. 

Venía de fábrica con algo de carga, pero preferí descargar la batería completamente para volver a cargarla y asegurarme así que en mi ruta de prueba no me quedaría tirado a mitad de recorrido a no ser que el foco viniera con defecto de fabricación.

Para probar el foco planteé un recorrido sencillo y conocido. Estando pasando unos días en la provincia de Córdoba (Conquista) me propuse hacer la ruta de Navagrande, de apenas 7,5 kilómetros circulares que saliendo desde el pueblo llega a la Ermita de San Gregorio y vuelve al pueblo. Todo por pistas con excelente firme y apenas un par de cuestas. 

La primera parte del recorrido es por carretera y cuesta abajo. Alcancé los 40 Km/h, señal de la buena iluminación que proporciona el foco. Fui todo el rato con la máxima potencia puesto que la ruta es corta y no era probable quedarme sin batería. 

Giré a la izquierda para salir de esta carretera y tomar la pista de tierra que llega hasta la Ermita. Aquí es donde empecé a pasar un poco de miedo irracional, miedo a la oscuridad. He hecho otras rutas nocturnas pero nunca solo y es curioso cómo se sugestiona uno al estar completamente a oscuras con los ruidos del campo alrededor. De vez en cuando oía algo a mi espalda y me giraba... pero solo veía negrura. Cuando paré, más adelante, vi que los ruidos se debían a que llevaba la mochila abierta y la solapa daba golpe. Soy un valiente. 

Para apartar la mente de pensamientos psicóticos hice una prueba de los distintos niveles de luminosidad para ilustrar esta entrada.

Máxima potencia:

Potencia media:

Mínima potencia:

Ya sabéis que es difícil que las fotos reflejen las diferencias entre los tres modos, sobre todo si la cámara es una mierda y el fotógrafo un paquete, pero creedme si os digo que en directo se nota bastante. Con la potencia mínima y varios ciclistas creo que se podría recorrer una ruta sin problema. Yo fui todo el rato con la potencia máxima y me aún me sobró mucha batería. La dejé descargar por completo en casa para comprobar su duración y se apagó tras 3,5 horas de uso. Vamos, que da para una ruta de sobra contando con que lo suyo es ir jugando con los distintos niveles de potencia. 

Según me iba aproximando a la ermita me iba entrando miedete porque sucede que alrededor se guardan ovejas y donde hay ovejas suele haber mastines. Y según me iba aproximando empecé a escuchar ladridos. ¿Eran imaginaciones mías producto de una sugestión excesiva? No, no lo eran. Enseguida dos mastines aparecieron a pocos metros de mi ladrando para que me fuera. Por suerte estaban al otro lado de la alambrada que delimita el camino. Una alambrada de mierda que cualquier perro podría saltarse si quisiera. Por suerte no quisieron y pude llegar sano y salvo a la ermita.  

En este vídeo exagero, como podréis imaginar, por la broma. Pero sí es verdad que pasé un poco de susto con los perros. 

Apagué el foco y la oscuridad se hizo total. Y pude disfrutar de algo que los que vivimos en ciudades raramente tenemos ocasión de experimentar: ver estrellas. Sobrecogedor. Una vez los ojos se acostumbraron a la oscuridad, todas las estrellas habidas y por haber aparecieron brillantes y preciosas. Un regalo. Pero la flexibilidad de mi cuello tiene un límite, así que tras pocos minutos de embelesamiento volví a la realidad y me puse en marcha de vuelta al pueblo. 

Un par de cuestas más tarde llegaba de vuelta a Conquista contento. El foco había cumplido con lo prometido y había disfrutado de un paseo nocturno en mitad del campo y no los recorridos pseudo-urbanos que venía haciendo.

Ahora hay que esperar para saber cómo envejece la batería de este foco. En las instrucciones recomiendan ponerlo a cargar cada tres meses y creo que seguiré esta recomendación. Descargarlo y cargarlo por completo cada cierto tiempo para que la batería no se estropee, como me pasó con el foco chino de infausto recuerdo.

Perdedores, a ver si antes de que entre el frío podemos hacer alguna ruta nocturna en grupo. ¿Quién se apunta?


Cambio de cambio en la Ghost

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Vosotros, mis más fieles y queridos lectores, sabéis que pasé las de Caín para pasar a monoplato mi querida Ghost. Conté con detalle la experiencia en esta entrada, para mofa de la comunidad ciclista internacional. 


A pesar del excelente trabajo (y la paciencia) del mecánico... el cambio se mostraba perezoso especialmente a la hora de bajar a las coronas más pequeñas. Y eso es debido a que estaba forzando a un cambio de 10 velocidades a gestionar un casete 11-50... y por mucho que nos empeñemos todo tiene un límite, claro. 

El cambio que venía de serie con la bicicleta es un Shimano XT RD-M786 VIA.


Si miramos sus especificaciones en la página oficial de Shimano vemos que está diseñado para trabajar con un casete con una corona pequeña de 11 dientes y una grande de entre 32 y 36 dientes. Para que llegara al 50 el mecánico le puso un tornillo "extralargo" para separarlo de la patilla... vamos, que iba forzadísimo. 

Esta foto es del la propia web de Shimano. No he tenido yo un cambio así de limpio nunca.

Si habéis leído la entrada anterior, y no espero menos de vosotros, sabéis que he estado pasando unos días en el pueblo. Allí tengo mi querida Kona Explosif pasada a monoplato (me perdonen los puristas, soy consciente del sacrilegio).  

Para esta transformación compré un cambio Deore  XT de segunda mano que, fíjate, he podido comprobar que se trata de un RD-M8000 VIA.


¿Qué significa esto? Que es un cambio 11v y de nuevo según las especificaciones oficiales puede trabajar en 1x11 con una corona grande de hasta 46 dientes. Y de 46 a 50 van muchos menos que desde el 36 así que en teoría el cambio trabajaría mucho mejor.  

Como en la Kona llevo un casete 9v 11-40 y en la Ghost un 11-50 la permutación de cambios se caía por su propio peso, así que me traje para Madrid el cambio M8000 dejando a la Kona medio desmontada (también me traje pedales y sillín para completar el "upgrade" de la Ghost") a esperas de recibir el M786 en mi próxima visita al pueblo. 

Quise comparar ambos cambios para encontrar las siete diferencias y tras desmontar el cambio de la Ghost y limpiar ambos razonablemente bien los pesé. 



Según datos de Shimano el 11v es ligeramente más pesado, hecho que he podido comprobar. Más Aun cuando en el 10v tengo unas roldanas más ligeras que las de serie. La diferencia es mínima, claro.

Sí se aprecia un poco más de diferencia en la longitud de la pata del cambio que mido desde el eje de la roldada superior hasta el de la inferior:



Mientras que el 10v me daba 95mm, el 11v solo 87mm (medido de aquella manera, ya veis). ¿Sería esto un problema para llegar al 50t?

Pero la gran diferencia la podéis ver en esta foto: la roldana superior del 11v no es solidaria con el eje de giro de la pata del cambio.


A la izquierda el 11v, a la derecha el 10v

Esto ayuda a acercar la roldana superior a las coronas, mejorando significativamente el cambio. 

Así que he montado el cambio 11v en la Ghost aún para trabajar con 10v y he salido a dar una vuelta tempranera antes de ponerme a teletrabajar. El cambio es, como era de esperar, de traca. Cambia perfectamente tanto para arriba como para abajo. Sin duda una mejora enorme. El siguiente paso será pasar a las 11v o a las 12v... pero para eso primero tengo que desgastar el casete 10v y le queda mucho. 

Quintanar de la Sierra (Burgos) - Nacimiento del río Arlanza

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 A mi familia (y a mí como parte integrante de la misma) nos gusta hacer turismo activo. Si sois fieles seguidores de este blog habréis leído entradas de experiencias bicicleteras en periodo vacacional como la ruta de la Ecopista del Río Miño que disfrutamos el año pasado. 

Este año no iba a ser menos así que con motivo de mis merecidísimas vacaciones de verano hemos salimos de viaje y la primera parada ha sido en la provincia de Burgos, en el Camping Arlanza de Quintanar de la Sierra. El nacimiento del río Arlanza queda a unos 5 kilómetros del camping y como primera excursión vacacional nos pegamos una buena caminata de 10 kilómetros para visitar la fuente. 

El recorrido me embelesó así que decidí hacerlo al día siguiente en bicicleta, que con la idea puesta en recorrer la Vía Verde del Bidasoa (estad atentos, queridos amigos, a la próxima entrada) había llevado conmigo: mí querida bici clónica con cuadro RCZ, la primera bici “buena” que he tenido. 

El camino desde el camping hasta la fuente es ligeramente ascendente y para no ir y volver por el mismo camino pensé en hacer la ida por la carretera y la vuelta por la montaña, así que a las ocho de la mañana estaba en marcha, sin desayunar ni nada, para aprovechar que el resto de la familia seguía durmiendo. Salí del camping hacia la izquierda y crucé el río en un puente que me encontré nada más terminar el recinto del camping. Una carretera estrecha me conduce a la nacional, que tomo hacia la derecha preguntándome qué habrá pasado como para tener que preguntarlo en una señal de stop. 

La carretera es para mí solo. Es sábado por la mañana pero se ve que los ciclistas de la zona madrugan menos que yo. Lo mismo pasa con los automovilistas, apenas me encuentro con cuatro coches en todo el camino de ida. Fui prudente y me vestí de largo: pantalones hasta los tobillos, camiseta de manga larga y cortavientos/chubasquero (el día anterior llovió). No me equivoqué, comencé la ruta a 10º a pesar de ser agosto. Por suerte no hacía nada de viento y con la ropa adecuada la temperatura era ideal.

Hago una primera parada obligada en un mirador que me ofrece una vista del valle impresionante y que, naturalmente, la foto no capta. 

Miles de millones de árboles a mis pies, realmente impresionante. Poco más adelante, a la izquierda, se abre un camino que según la indicación lleva a El Chorlón, otro de los atractivos turísticos de la zona. Se trata de una cascada, seguramente muy chula, pero no es el objetivo del día y lo dejo pendiente para una futura visita.

La carretera, que no presenta desniveles complicados me lleva plácidamente tras 6 Km a mi destino, el nacimiento del río Arlanza.


La fuente, como tal, está vallada y no presenta demasiado atractivo, seamos sinceros.


Pero el paraje sí mola mucho. Está acondicionado con barbacoas y mesas para hacer merendolas y el río transcurre plácidamente recién nacido. Hay varias autocaravanas y furgonetas camper que han pernoctado en el área recreativa. No me extraña, es un lugar que invita a ello.


Comienzo el camino de vuelta, dejo la carretera y me adentro en el pinar por la pista que el día anterior recorrí caminando.


Empiezo, además, subiendo unas cuestas de las buenas. La primera, de hecho, me hace bajarme de la bici más por cuestión de equilibrio que por fuerzas. Se me levanta la rueda delantera y no soy capaz de dirigir la bici por donde quiero. 

Paro a echar alguna foto y a grabar un vídeo saludando a los perdedores (suelo hacerlo para que se levanten de la cama porque son muy perezosos) y empiezo a escuchar ladridos. Y un segundo después un ciervo me pasa por delante a pocas decenas de metros. Naturaleza en estado puro. Bueno, no tanto. El perro sería de alguna finca. 


Ruedo por una pista en relativo buen estado con continuas subidas y bajadas. Solo dos de estas me ponen en apuros. La primera baja al cauce rocoso de un arroyo seco y está plagada de piedras sueltas que sorteo con bastante talento. La segunda me lo pone bastante más difícil. Tiene bastante pendiente y en este caso la complicación la representan las roderas y las raíces. En este momento echo de menos la doble con rueda de 29". Con la rígida de 26" consigo descender casi toda la cuesta, pero llega un momento en el que literalmente no me atrevo a seguir. Equivoqué la trazada yendo por la izquierda ya que por la derecha estaba más fácil y decido bajarme de la bici porque como tenga una caída nos íbamos a reír. Desde que dejé el área recreativa no me he cruzado con nadie. Literalmente.


Termino de bajar a pie y aprovecho para comerme un plátano sentado en una piedra debajo de un árbol. 100% idílico, uno de esos momentos reconfortantes que hay que atesorar. Me vuelvo a montar en la bici con la idea de recorrer por pista los últimos kilómetros de la ruta. El día anterior vinimos caminando por un sendero bien bonito, pero bastante complicado para bajarlo en la bicicleta. Llego al poste con la señalización de IMBA (Centro BTT Pinares Burgos-Soria) y me paro a pensar si seguir por la pista o bajar por el sendero.


Si sigo de frente, alcanzaré enseguida la pista y podré dejarme caer hasta el camping. Si giro a la derecha, el sendero difícil exigirá el máximo de mi atención y técnica para no pegarme una ostia contra una piedra con terribles consecuencias. El Moiselito angelito de mi hombro izquierdo recomendaba seguir de frente. El Moiselito diablito de mi hombro derecho decía que no, que el sendero molaba más.

Un ciclista que me rebasó tomó la decisión por mi internándose en el sendero. Vale, él tenía pinta de conocer la zona y llevaba una bici más adecuadita para ese sendero, pero ahí que fui detrás suya.


Evidentemente no fui capaz de recorrerlo entero ni de coña. Tuve que echar pie a tierra más veces de las deseadas. Siempre por miedo, no por haber forzado la situación que acababa de empezar las vacaciones.

El sendero termina en una pista poco transitada que baja hasta el camping donde me esperaba un buen desayuno (donetes) y un día entero de vacaciones por delante, que es la recompensa de madrugar.

Track disponible en Wikiloc

 
Como decía al principio, apenas me salió un paseo de 10 kilómetros. Es una cuestión de prudencia. Estando de vacaciones y especialmente por zonas que no conozco no me gusta alejarme mucho de donde estamos alojados y tampoco me gusta usar el coche para desplazarme hasta el inicio de la ruta no sea que tenga que pedir rescate.

En fin, una ruta muy bonita atravesando un pinar precioso. Muy recomendable, no lo dudéis si tenéis oportunidad de ir. O plantearlo como destino para una escapada de fin de semana o para un puente. Merece la pena.

Ciclismo en familia - Vía Verde del Bidasoa

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Las Vías Verdes son excelentes candidatas para recorrer en bicicleta en familia. Si, además, el recorrido transcurre al lado de un río y se realiza un día de calor tendremos todos los ingredientes para pasar un día estupendo. Si el entorno es bonito ya lo tendremos todo y solamente tendremos que disfrutar del camino levantando la vista para no perdernos detalle de los lugares por donde pasemos. Tomad asiento y leed con calma, que lo que os voy a contar es un planazo para vuestras próximas vacaciones. 

Mi querida RCZ me acompañó en esta modesta aventura cicloturista

En la entrada anterior contaba que estábamos de vacaciones en la provincia de Burgos, muy cerca de la provincia de Soria. La siguiente parada de nuestro itinerario era Erratzu, en el Valle del Baztán, Navarra. No dejéis de visitar el Valle del Baztán, no os arrepentiréis. Una de las actividades que teníamos programadas era recorrer parte de la Vía Verde del Bidasoa, que comienza en Oyeregui, pero nosotros empezamos nuestra ruta en Santesteban, a unos 25 minutos en coche de Erratzu. Elegimos este punto de inicio porque es donde se encuentra el Centro BTT Ametzia. Para evitar cargar con las bicicletas de Lourdes y las niñas durante todas las vacaciones, como solo las íbamos a utilizar este día, decidimos alquilarlas y el Centro BTT Ameztia provee de este servicio con comodidad y a un precio razonable. Tienen además un buen bar y un hostal. Y son muy, muy, muy amables.

A nosotros, que no recorrimos toda la Vía Verde, medio día nos fue suficiente

Por otra parte, las bicis que tienen para alquilar cumplen, pero no son nada del otro mundo, muy básicas y pesadas. Los adultos pueden elegir entre bicicletas de paseo o de montaña. Lourdes quiso utilizar una de montaña y se equivocó en la elección porque no está acostumbrada a la postura y a llevar mochila y se le cargaba el cuello todo el rato hasta el punto de tener que colocar la mochila en el manillar atada con sus propias correas de manera rara.

Bici de entrada de gama montada en 3x7 y con ruedas, claro, de 26"

Para las niñas, bicis parecidas pero en 24". Todas estaban bien mantenidas y cambiaban y frenaban perfectamente. Además el alquiler incluía los cascos y un spray repara-pinchazos. Maiilots y culottes los llevábamos de casa, eso sí. 

La primera vez que Alicia usaba una 24" y le gustó. Ya no quiere 20"

Una vez pertrechados y con una mochila llena de agua y comida nos pusimos en marcha. No habíamos madrugado precisamente para comenzar a rodar de buena mañana y comenzamos a mediodía. Las bicis se pagan al devolverlas. No íbamos con prisa, nos daba igual pagar medio día o el día completo. Tampoco íbamos a rodar deprisa y por supuesto teníamos muy claro que no íbamos a recorrer la Vía Verde por completo (42 Km). Nuestro plan consistía en dar un paseo y buscar un sitio agradable donde comer a la sombra y darnos un baño (también llevábamos bañadores en otra mochila).

Hay varios carteles indicativos del recorrido

Se sale de Santesteban recorriendo el parque Intzakardi. Desde el principio el río es protagonista del paisaje y el ojo adiestrado de cualquier pescador podrá distinguir multitud de truchas haciendo sus cosas de peces.


Como corresponde en el norte de España y especialmente al lado de un río, la vegetación lo inunda todo con su verdor. Pero una de las cosas que no me gustaron de la Vía Verde del Bidasoa se hizo patente muy pronto. Y es que el trazado está habilitado para ser usado por vehículos a motor, algo que no había visto yo en ninguna Vía Verde y ya he recorrido unas pocas. Evidentemente circulan con muchísima precaución, pero es un rollo tener que estar pendiente de echarte a un lado al paso de un coche que ocupa casi toda la calzada.  


El suelo en los primeros kilómetros es de asfalto gris, no el típico rojo tan característico de los carriles bici. Luego se transforma en una pista en muy buen estado. También nos encontramos con varios túneles que a pesar de no tener iluminación no representan peligro alguno porque además de no tener baches u otro tipo de obstáculos, desde la entrada se ve la salida con lo que siempre se tiene una referencia a la que dirigirse. 


Atravesando uno de estos túneles llegamos a Sumbilla. No vemos indicaciones que indiquen el trazado que nosotros queremos seguir, pero no es complicado encontrarlo teniendo en cuenta que transcurre siempre paralelo al río. Otro punto negativo de la ruta es que también en paralelo al río tendremos la carretera N-121-A. Y durante muchos kilómetros oiremos el ruido de los coches al pasar. 

Si, como debe de ser, nos vamos fijando en el paisaje veremos represas en el río...

...espantapájaros espectaculares...

... caídas de agua muy bonitas de ver...

,,, caseríos típicos del valle que impresionan por su tamaño y por lo bien cuidados que están...


 ... y escenarios de cuento de hadas.


Otro punto a mejorar es la ausencia de áreas de recreo aledañas al recorrido, esto es, un triste merendero donde apartarse a comerse un bocata. Por suerte una marca en un árbol junto a una especie de cercado abierto para personas pero cerrado para vehículos a motor nos llamó la atención. 

Atravesándolo llegamos a un puente colgante sobre el río.

Y al asomarnos... premio. El lugar que estábamos buscando para descansar.  


Habíamos recorrido unos 10 kilómetros y era buena hora para comer. También decidimos que tras el descanso iríamos de vuelta porque ya habíamos recorrido la distancia suficiente como para hacernos una idea de los encantos de la Vía Verde y además hacía calor. Bajamos las bicis para tenerlas razonablemente a la vista. 

La verdad es que no había mucho sitio a la sombra y toda la orilla era de cantos rodados. Vamos, que no fue el mejor picnic de nuestra vida, pero el baño nos supo a gloria.

El camino de vuelta era ligeramente ascendente ya que en la ida habíamos rodado a favor de la corriente, cuesta abajo. 


Hicimos varias paradas para beber agua, tomar fotos, grabar algún vídeo, reagruparnos e incluso comer unas fresas silvestres que nos encontramos al borde del camino.

A Alicia la bici de 24" tal vez le quedaba un poco grande y el peso de la misma le pasaba factura así que sin prisa fuimos desandando el camino hasta Santesteban y, aún sin pretenderlo, llegamos antes de 4 horas a devolver las bicicletas prestadas. En el mismo bar del centro de BTT nos tomamos una coca-cola con hielo (las niñas un helado) que nos sentaron de maravilla, sobre todo por el aire acondicionado del local. El día era caluroso. El Valle del Baztán es un sitio húmedo pero no especialmente frío. 

Algo menos de 20 kilómetros para pasar un buen día de ciclismo en familia y tachar de la lista de "pendientes" otra Vía Verde. Pronto tendremos que ir pensando qué otra puede ser candidata para nuestra próxima aventura ciclista en familia. 

Ruta nocturna Perdedores BTT: Colmenar Viejo - Manzanares el Real - 17/09/2021

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El pasado viernes 17 de septiembre, aprovechando las últimas noches templadas del verano, los Perdedores nos juntamos para celebrar una ruta nocturna de las que se te quedan en la cabeza durante semanas. Prestad atención a la narración. Intentaré plasmar en estas líneas todo lo acontecido y haceros sentir parte, durante el ratito que estáis leyendo esto sentados en el váter, de la expedición.
 

Con la ilusión propia de ver a los amigos nos desplazamos a Colmenar Viejo bien entrada la tarde para, como nos gusta hacer, comenzar de día y que se nos fuera haciendo de noche sobre la marcha. De esta manera se acostumbran mejor los ojos. Pero no pudo ser. Raúl ya avisó de que iba justo de tiempo y además confundió el punto de inicio. Sumado esto a que tenía que cambiarse de ropa y era necesario montar un foco en su bici, finalmente el sol había caído completamente por el horizonte cuando comenzamos a dar pedales.


Teníamos dos dudas, principalmente: qué ropa ponernos y cuánto nos durarían las baterías de los focos. Esta segunda duda, bastante inquietante, por suerte no la tenía yo porque recordaréis que no hace tanto que me compré un foco nuevo, harto de los problemas que me había dado el viejo. Pero Miguel, por ejemplo, hacía años que no usaba el suyo... y no las tenía todas consigo de que el foco le fuera a durar durante toda la ruta. Lo de la ropa tenía fácil solución. Como somos de llevar mochila echamos que si un maillot largo, que si un cortavientos, que si un chaleco... y ninguno pasamos penurias por culpa de la temperatura. Es más... yo, que soy de los frioleros, empecé vestido de corto y terminé vestido de corto, fíjate lo agradable que era la temperatura durante las primeras horas de la noche.


Ángel, Jaime, Miguel, Christian, Raúl, Sergio y un servidor fuimos los que acudimos a la cita en esta ocasión. Un buen grupo, sin duda. 
Respecto al recorrido, no nos costó mucho ponernos de acuerdo. En una ruta nocturna buscamos que no sea demasiado larga y que no tenga pasos demasiado complicados, que la propia nocturnidad tiende a complicar las cosas. Miguel propuso hacer la ruta que hicimos en marzo y que él hizo hace pocas semanas en compañía de otro amigo: saliendo desde Colmenar Viejo, se llega a Manzanares el Real, se rodea el embalse y se vuelve a Colmenar pasando junto a la cárcel de Soto y un aeródromo que hay del ejército de tierra. Esta ruta tiene unas vistas impresionantes y es suave, para todos los niveles, diría yo. Vamos... perfecta para nuestro propósito. No obstante, con la idea de recortarla un poco para llegar de vuelta a tiempo para tomar una cerveza en los bares de alrededor del lugar donde habíamos dejado los coches, ya desde el inicio nos propusimos atravesar el embalse por una carretera (o los restos de una) que gran parte del año está bajo el agua y además volver por el carril bici, que acelera bastante el ritmo.

Track disponible en Wikiloc

La primera parte de la ruta discurre en paralelo a las vías del tren en dirección norte, pero hasta llegar a las vías hay que descender por un sendero con varios pasos técnicos de escalones de piedra que con la dificultad añadida de la falta de luz y de estar fríos nos puso las orejas tiesas para el resto de la ruta. 

Una vez en las vías, a rodar placenteramente. El camino es llano, con buen firme y lo suficientemente ancho como para poder avanzar en parejas. Aprovechamos para ponernos al día, que algunos hace varios meses que no nos vemos y aunque mantenemos contacto por whatsapp, no es lo mismo. 
Este trozo de ruta ofrece unas vistas impresionantes de la sierra pero en esta ocasión, lógicamente, solo vemos negrura rota por la impertinencia de nuestros siete focos. Como queda mucha ruta y somos muchos, fijamos la intensidad de los mismos en la posición más baja. Más que suficiente para rodar a velocidad media por un terreno en tan buen estado. Y, siendo además un grupo compacto, los haces de los focos se suman y ofrecen muy buena visibilidad.


En nuestra anterior visita a Colmenar la ruta pasaba por debajo de la vía por un túnel que se tomaba saliendo del camino por una pista ancha y sin problema ninguno pero el track que habíamos conseguido en Wikiloc seguía un camino distinto y en la oscuridad de la noche nos costó encontrarlo. En primer lugar, nos saltamos la salida prevista... pero encontramos un sendero que nos devolvía a track...


...para pocos metros más adelante volver a las vías. Totalmente absurdo. Según el track, que Miguel y Christian llevaban en sus respectivos GPS, debíamos seguir en dirección oeste salvando las vías. Pero no había túnel. Desde las vías se podía ver el camino que debíamos tomar, pero había una tapia que nos impedía llegar hasta él. Tuvimos un momento de crisis. Sabíamos que más adelante estaba el túnel, pero... ¿Cómo era que quien haya grabado ese track había podido superar la tapia? Empezamos a rodar de nuevo en paralelo a la vía pero Ángel se quedó hablando con un señor que iba dando un paseo nocturno y al que habíamos adelantado minutos antes. El primo Christian y yo nos dimos la vuelta y llegamos a tiempo de escuchar al paisano decir que sí, que hay camino y que es bueno salvo por la caída que hay a ambos lados del puente y por los toros bravos. Vamos... nos lo estaba pintando bien. Decidimos explorar la tapia porque por narices debía de haber algún paso razonablemente sencillo. La oscuridad no ayudaba, claro, pero finalmente a unos diez metros de donde estábamos vimos que con cuidado era posible descender desde el talud de la vía del tren rodeando la tapia y llegar al camino. El único problema es que había que caminar sobre lo que parecían unas vigas de hormigón o traviesas de las vías tiradas a un lado, con lo poco que se veía y con lo que resbalan las calas. Fuimos ayudándonos los unos a los otros para bajar las bici, ya que era muy arriesgado bajar llevando la bici al hombro sin ver un carajo.


Superada esta primera dificultad, que huelga decir que nos tomamos con todo el sentido del humor del mundo soltando comentarios jocosos y chascarrillos a cual más chorra, seguimos nuestro camino hacia el oeste. Y en en horizonte se veían relámpagos aterradores (había estado lloviendo en alguna parte de la sierra esa misma tarde) y en nuestras sugestionables mentes retumbaban las palabras del senderista nocturno: puente con caída peligrosa a ambos lados y toros bravos.

Pero es era tan fiero el león como lo pintan, posiblemente porque gracias a la oscuridad no teníamos visión periférica y no pudimos ver como de alta era la caída desde los distintos puentes que recorrimos que, además, contaban con una barandilla protectora.


Y el territorio de los toros bravos resultó ser una especie de servidumbre de paso entre dos fincas que se ve que utilizan para mover ganado bravo... pero que muy tonto hay que ser para dejarse coger por un toro en un pasillo de apenas cuatro metros de ancho. Aunque cosas peores se habrán visto, claro.


El camino moría en la M-607, autovía que cruzamos por debajo llegando al aparcamiento del puente medieval. En esta ocasión no bajamos a verlo porque habíamos perdido bastante tiempo buscando cómo pasar al otro lado de las vías y porque, además, no estando iluminado artificialmente no merecía la pena pararse. De manera que cruzamos el río Manzanares, aún un recién nacido a su paso por aquel paraje, y comenzamos la única ascensión de la ruta: unos cinco kilómetros seguidos de suave ascenso por una pista con muy buen rodar (salvo alguna rodera y algún pedrolo suelto por aquí y por allá). El ritmo era bueno. Tanto que no doy un duro por mí, pero consigo mantener el tipo razonablemente bien. Se forman dos grupos, como es habitual en las salidas perdedoras. Miguel, Ángel y Christian en cabeza y a pocos metros (sin que sirva de precendete) Sergio, Rañul, Jaime y yo. Aprovechamos de nuevo para charlar sobre nuestras cosas, que aquí no solo se viene a montar en bici y hay muchas cosas que arreglar en el mundo. 

Casi al final de la subida giramos a la derecha para tomar dirección norte y encarar la bajada hasta Manzanares el Real, no sin antes perder el tiempo tratando de hacer una fotografía artística que a Miguel no le acababa de salir.


No pudimos dejar de asomarnos al mirador. Como en cada parada, chistes, bromas y faltadas siempre bien encajadas. Esto es la esencia misma de Perdedores BTT y lo que de verdad engancha. 


Hay dos formas de bajar hasta Manzanares. La divertida, por un sendero con muchas piedras. La aburrida, una bajada muy rápida por pista. Como es de noche y es peligroso bajar por el sendero decidimos bajar por la pista. Y se bajó deprisa, no te creas. Hubiera puesto el foco en máxima potencia para tener más margen de visión, pero no vi el momento de soltar una mano del manillar, tal era el nivel de atención de la bajada a la velocidad que íbamos... o a la sensación de velocidad que la noche y la oscuridad otorgaban a la bajada, mejor dicho. 


Llegamos a Manzanares saludando a la gente que hacía botellón justo al final de la bajada y recorrimos el casco urbano hasta, poco después de pasar el castillo, arrimarnos a la orilla del embalse para continuar nuestra ruta por el sendero que discurre en paralelo a la misma y que etiqueto desde ya como divertidísimo de la muerte. Pero antes, unas fotos y más risas.


Como decía, el sendero es una pura delicia. tiene sus buenos 5 kilómetros de largo, es 100% llano y salvo algún vadeo sin importancia en verano, no tiene ni trampas ni pasos complicados. En algunos tramos fui el último y era un espectáculo ver a los colegas recorrerlo de noche en procesión. Aquí murió el primero de los focos, el que Jaime le había prestado a Raúl. Había una batería de repuesto pero Raúl, por no entretener al grupo, prefirió seguir a rueda de alguien con foco. 


El precioso sendero nos proporcionó unos minutos de auténtico placer bicicletero, pero todo lo bueno se acaba. Y lo que le seguía fue el tránsito por los restos de una carretera que antiguamente tendría servicio pero que ahora se pasa la mayor parte del año bajo las aguas del embalse y, en consecuencia, está hecha mierda. 


Rodábamos con muchísima dificultad entre montones de piedras sueltas, ramas y baches haciendo equilibrios para no perder la verticalidad. A ratos el camino mejoraba, momento que aprovechábamos para soltar exabruptos y maldiciones. Vamos, en bici una auténtica mierda, pero será que es un lugar excelente para dar un paseo de novios porque si no es difícil explicarse cómo una pareja prefería estar sentados al borde de la carretera siendo devorados literalmente por los mosquitos en vez de estar en la comodidad de su coche o en un bar como hacen las personas normales.


Otro extraño suceso aconteció antes de dejar la carretera misteriosa. Justo antes de pasar por una cancela improvisada para salir de un tramo y encarar el segmento final, a nuestro paso un animal sin identificar comenzó a soltar unos gruñidos/graznidos/rugidos que los siete que íbamos, hombres de pelo en pecho y fuertes como castillos, nos hicimos caca encima. ¡Menuda manera de gritar! Yo iba tercero, por detrás de Miguel, que iba primero, y Raúl que rodaba segundo. Tal fue el acelerón que pegó Miguel por el susto inmenso que nos pegó el bicho que a Raúl, empeñado en mantener su rueda para poder ver (recordad que iba sin foco) le costó un esfuerzo considerable no descolgarse de él. Pensé que era un jabalí pero resultó ser un ave (aún sin identificar) que pasó volando por encima de Christian . Yo no sé quién pasaría más miedo, si el pajarraco o nosotros, pero las risas también fueron buenas.


Por fin dejamos la carretera y llegamos al carril bici. Lo que quedaba para llegar a Colmenar ya estaba chupado y rodamos a buen ritmo, alentados por la promesa de una buena recompensa en forma de cervezas y otras viandas.


Un lujado tener el carril bici de Colmenar, saturadísimo los fines de semana, completamente a nuestra disposición. 

Poco antes de llegar al núcleo urbano de Colmenar nos salimos del carril por una pista que se abre a la derecha. Es la calle de un parque que, lógicamente, a esa hora está desierto. A Jaime se le acaba la batería y Comienzan a caer gotas. Lo que nos faltaba, mojarnos justo en la llegada. Como rodamos en grupo podemos darnos luz los unos a los otros de manera que Jaime no tiene demasiados problemas para rodar al mismo ritmo que el resto, más aún cuando la pista tiene un firme excelente. Pero va Lude y se queda sin luz también al agotársele la batería. Se está poniendo la cosa interesante. Ya vemos cerca los bloques de viviendas donde hemos aparcado los coches... ¡Y Miguel se queda sin batería también!  ¿Seríamos capaces de llegar sin mojarnos y con algún foco funcionando? Ángel y Christian, cuyos focos aún lucían, van en cabeza. Los que menos luces tenían a esas alturas se quedan en medio y yo, poniendo mi foco en la máxima potencia, me quedo el último iluminando todo lo que puedo. Y así, sin percances, conseguimos recorrer los últimos cientos de metros sin incidentes y sin mojarnos, que la lluvia solo era un amago para meternos prisa.


La recompensa y el remate a tan emocionante velada tiene forma de tortilla, tomate, jamón, chorizo, patatas, cervezas... todo lo bueno de la vida reunido en un banco de la calle. ¿Botellón? parece mentira pero solo había una lata de cerveza con alcohol. Esto es reprochable, posiblemente, pero la mayoría teníamos que conducir y lo primero es la prudencia. 

Debimos estar cerca de una hora disfrutando de la compañía y la cena. Comentando la ruta y lo que no es la ruta, los disparates más absurdos que os podáis imaginar. Pero todos teníamos casi una hora de camino para volver a casa así que con la satisfacción de haber pasado una noche de las que difícilmente se olvidan cargamos las bicis en el coche, nos despedimos con un "hasta pronto" porque tenemos motivos más que justificados para vernos en las próximas semanas y pusimos rumbo a casa con esa sonrisa tonta que se le pone a uno en la boca cuando recrea mentalmente lo que acaba de vivir. Espero que esta entrada sirva para que cuando la leáis, perdedores, esa sonrisa vuelva a vuestra cara y se os llene el cuerpo de ganas de repetir, como me pasa a mí. 

Contenido extra:

Un par de vídeos del sendero del embalse cortesía de Christian.


La importancia de la primera bici para un niño - Woom 2 y b'Twin 900 Racing (por Jaime)

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A montar en bici... ¿se aprende o se enseña? La física no engaña: se trata de compensar fuerzas y hacer uso de nuestra mejor arma en este caso, la velocidad, para mejorar ese equilibrio que al principio es inestable y poco a poco, según vamos cogiendo práctica, acabamos automatizando. Sin duda es un proceso complicado aprender, además, a gestionar frenos, dirección, pedalear...Pero este esfuerzo merece la pena por las satisfacciones que nos proporciona el ciclismo. ¿Hay una forma mejor que otra de enseñar a montar en bici? Posiblemente no, quién sabe. Imagino que hay niños a los que les viene mejor una técnica y niños a los que les viene mejor otra. También hay padres que somos mejores profesores y otros que lo somos menos. Y el material, por supuesto, también influye.

Jaime da mucha importancia a estos factores, especialmente al último, y le he pedido que nos cuente sobre ello en base a su experiencia en primera persona... del plural, porque Mateo, su hijo, es tan protagonista (o más) que los progenitores en este caso. Como me gusta hacer en estos casos, me limito a escribir esta breve introducción y a copiar y pegar el texto de Jaime tal cual. Gracias, Jaime, por la aportación.

"Hoy vamos a intentar dar un poco de luz (nuestra luz, esto es una opinión muy personal y no tiene porqué ser válida para todas las familias) de como hemos conseguido que nuestro hijo haga sus pinitos en la bicicleta con menos de 4 años (que no sabemos si es mucho o es poco porque tampoco tenemos con qué comparar) y que le coja el gusto a eso de “dar una vuelta”. 

El problema que a veces tenemos los “nuevos” padres es que el tiempo de montar en bici, o de trastear con la nuestra hay que reducirlo un poco para conseguir que a ese pequeño “mini-yo” que tenemos en casa le comience a entusiasmar las mismas aficiones que a ti y a tu pareja. De momento, por nuestra parte, la suerte nos va acompañando y al pequeño de la familia le encanta todo lo relacionado con el campo, y disfruta con todo tipo de herramientas haciendo sus pequeños inventos como el los llama (más con la imaginación que con las manos). A nuestro entender esto es parte de suerte, pero también hay parte de invertir tiempo participando con él en este tipo de actividades dejando tu bici en casa y corriendo tras él sujetando el sillín para que comience a dar sus primeras pedaladas. 

Bueno, pues después de este rollo vamos a intentar ir al grano. Resulta que como bien sabéis si seguís el blog, a algunos de nosotros no sabemos si nos gusta más o montar en bici o despiezar, romper, montar, buscar y modificar componentes de nuestras bicicletas… al menos en ese dilema es en el que yo me encuentro, me gusta mucho montar en bici, pero me encanta trastear mecánicamente hablando con nuestras monturas. Un día de esos de los que estás buscando tiempo para salir a montar en bici, o para retocar ese pequeño crujido que no sabes de donde viene y que te tiene loco, llega a tu vida un nuevo juguete, que llora, come, caga …. Y todo lo demás que os podáis imaginar, pero que también crece y que cuidas más que a tu bici (sí Miguel, sí, se puede querer más que a la bici… es broma que te va a tocar pronto y hay que darte ánimos). Ese día, semanas o meses, te empiezas a plantear muchas cosas, más cuando tus familiares, que conocen tus aficiones, le regalan al niño una bici de las denominadas "de equilibrio" menos de una semana después de nacer (creo que está estandarizado que las ruedas sean de 12 pulgadas… pero tampoco os fieis mucho).


Todo cambia y ya estás deseando que el niño crezca y de sus primeros pasos montado en la bici… pero ¿Cuándo van a llegar esas piernitas hasta el suelo desde ese sillín tan alto? Todo llega y un día, después de haber montado en algunas de esas motos con ruedas extra-anchas que le ayudan a mantenerse, el niño coge la bici y comienza a correr con ella, al principio le cuesta, pero un día te das cuenta de que ha perdido el miedo y que va como un tiro y otro el niño levanta las dos piernas y te sorprende guardando el equilibrio durante muchísimos metros. Había leído algunas opiniones sobre este tipo de bicis, y ahora, después de mi corta experiencia sólo tengo que aprobar su uso, ayudan a que el niño coja el equilibrio necesario para montar en una bici superior, pero también le ayudan en su motricidad y en su coordinación, como consejo, si es posible, sería super interesante que tuviera al menos una maneta de freno, es increíble pero, siendo así, cuando le cambiemos de bici el niño, a parte de tener equilibro y todo lo demás, también sabrá usar los frenos, una cosa menos que tendrá que aprender. Mateo, que es como se llama mi pequeño, tiene más de 4 años, y todavía le gusta, de vez en cuando, darse una vuelta con la bici de equilibrio, incluso con acompañantes.

Pero llega el día que el niño se hace mayor… y tú como padre aficionado a la bici, quieres que comience a dar pedales… ¿y qué haces?, pues buscar una bici con pedales para motivar el cambio. En teoría, de 14 pulgadas de tamaño de rueda es lo requerido. Buscas y buscas y tú, que has sido un friki de las bicis y el peso desde que Moi entró en tu vida, pues buscas lo mejor… y comienzas a ver bicicletas de marcas que desconocías pero que ponen como la panacea de las bicis para niños… entre ellas destacar Woom, Frog, Islabikes, Early Rider… todas con muy buenas características sobre el papel pero que también tienen un precio bastante prohibitivo para ser una bicicleta de niño (todas en torno o por encima de los 300 euros). 

La diferencia principal radica sobre todo en el peso (aunque por ende en la calidad de los componentes). Estas bicicletas con tamaño de rueda de 14 pulgadas rondan los 5,5 y los 6,5 kilogramos, mientras que una “básica” está sobre 8 kg. Teniendo en cuenta que tu hijo pesa 14 o 15 kg pues la diferencia de peso en la bicicleta desde mi punto de vista es esencial. 

Le das vueltas y vueltas y al final, tras convencer a tu mujer de que la bici una vez que la utilice el niño se venderá sola (hay que decir que las bicicletas de este tipo vuelan en Wallapop cuando tienen un precio contenido), encuentras un “chollo” y te decides a comprar una Woom 2, color verde, por 190 euros en perfecto estado (le faltaban dos vinilos de colores en las manetas de freno). La bici llegó a casa mal desmontada y un poco rozada en el manillar y algún sitio más (pude comprobar que había sido por el embalaje y el transporte, pero tenía buena pinta. 

Montas la bici, la ajustas y compruebas que tiene un peso real de 5,7 kg y una altura bastante comedida (por lo que el niño podría empezar a montar pronto ya que le llegarían los pies al suelo). El día de su tercer cumpleaños, le regalas al niño la bici, el niño se monta y a los 30 segundos coge de nuevo su bici de equilibrio y delega el nuevo regalo en un rincón, no está cómodo, que son esos pedales y para qué sirven. Tú que eres un cabezón, y también un tío resolutivo, buscas una solución, con ese dineral que ha costado la bici el niño tiene que montar sí o sí, así que (atas al niño a la bici y que monte, jajaja), quitas pedales, bielas, eje de pedalier y cadena y te montas una bici de equilibrio de casi 200 euros (eso sí con frenos y de una marca exclusiva …. Madre mía no hacemos tonterías). Pero el niño poco a poco le comienza a llamar la atención esa bici nueva, de ese color verde tan chulo y de un día para otro, la coge de vez en cuando para recorrer las calles del pueblo con su flamante bici con un agujero en el pedalier (que tapé con dos conteras de goma para que no cogieran polvo y mierda).

Con las ganas de que el niño de pedales, insistes e insistes, pero él sólo quiere su bici de equilibrio (la vieja o la nueva, le da igual) le dan miedo los pedales… y te dice “cuando tenga 4 años ponemos los pedales” pero un día, sales a la puerta de casa con la bici y te dice “Papá, me pones los pedales”, dicho y hecho, no puedes esperar más… buscas herramientas, donde guardaste las bielas???, montas la cadena y se la das al niño. 

Monta, le sujetas el sillín (nada de ruedines, ahora hablamos de ello) y cuando te das cuenta el niño está montando solo, dando pedales y manteniendo el equilibrio, incluso frenando un poco cuando se lo dices, aunque la tendencia sea frenar con los pies… no ha tardado dos minutos en pasar de la bici de equilibrio a dar pedales el solito, le faltan fuerza en las piernas, pero eso ya se irá consiguiendo poco a poco. 

El tema de los ruedines desde nuestro punto de vista es un “error”, si el niño tiene equilibrio en la bicicleta sin pedales, antes o después querrá coger la de pedales y mantendrá ese equilibrio, poner los ruedines lo único que consigue es la falsa seguridad de que está apoyado en algo y no se cae, pero creemos que tiene más contras que pros, lastran la bici, tienen a volcarse hacia un lado para sujetarse, perdiendo la noción de equilibrio que tenían, y en muchas ocasiones es un paso hacia atrás en la evolución del manejo de la bicicleta.

¿Qué decir de la bicicleta Woom? La Woom 2 en este caso: bicicletón la mires por donde la mires (con alguna pequeña pega). 

Pros

  • Muy compacta y baja, el niño aunque sea bajito se acomodará bastante pronto a ella.
  • Frenos V-Brakes con manetas especiales para manos pequeñas… hay que ver como frenan (aunque yo recomiendo cambiar los cables de freno por cables de cambio, más finos y si es posibles teflonados, los frenos ganaran en suavidad. Además ajustar las pinzas para que el muelle que las separa de la llanta esté lo más suave posible).
  • Manetas de frenos de diferentes colores, se le puede indicar si frenar con el freno verde (el de atrás) o el otro, mucho más sencillo que izquierda o derecha para un niño pequeño.
  • Ruedas y cubiertas muy ligeras. 
  • Manillar alto, muy cómodo aunque estéticamente nos guste más el tipo de las frog.
  • Cinta de bloqueo de manillar para evitar el giro brusco y completo del manillar.
  • Sillín muy cómodo y ajustable en altura e inclinación.
  • Calidad de los componentes. Todo se ve muy robusto y bien pensado. 
  • Peso: sólo 5,7 kilogramos, una pasada. (sin extras, patillas, luces, timbre y demás) 

Contras:

  • Principalmente el precio (319 euros si la compras nueva). 
  • Tija demasiado corta, en cuanto el niño crece un poco te obliga a cambiar de bici.
  • Manillar no ajustable en altura.
  • Dirección del manillar, ajusta a presión con unos tornillos tipo pasador que hay que apretar manteniendo la presión en la dirección, no ha habido forma de conseguir que la dirección no vibre adelante y atrás y hacia los lados… creo que en esa pieza no han tomado la mejor decisión a la hora del montaje. 

Después de un año dando pedales con la Woom en la medida que hemos podido, la bici se le está quedando pequeña. Así que de vez en cuando echaba un ojo a Wallapop buscando una oferta de alguna de las bicis antes nombradas. Pero el mercado está demasiado caliente y no hay nada por debajo de 200 euros… una pasada. Pero tenemos la suerte de tener primos y amigos con justo un año más que están comenzando a desechar sus bicis de 16 pulgadas, y entre ellas, su prima Candela que ha tenido la consideración de “prestarle” hasta que se le quede pequeña su bicicleta (Su hermano Pablo viene detrás y tendrá que usarla también, está claro que a estas bicis hay que sacarlas partido). A Candela, su tío Carlos, le regaló una bicicleta b'Twin, para ser exactos la 900 Racing en color rojo (creo que la azul, modelo City será similar en cuanto a peso y características). La verdad es que no había tenido la oportunidad de “verla” (y con verla digo, meterle mano a ver calidades, montajes, pesos y demás) pero con esto he podido trastear con ella y tengo que decir que me ha sorprendido gratamente.

A mateo le ha encantado el regalo “prestado” y el primer día ya tuvo que salir (de noche) a darse un paseo con su nueva bici (la verdad es que no tenía ni un rayón y estaba en perfecto estado). Pasó de un tamaño de rueda a otro (de 14 a 16 pulgadas) sin miramientos. 

Una semana después saqué 15 minutos para “meterle mano” a la nueva bicicleta. Son bicis de niño, pero creo que más que super llenas de complementos como árboles de navidad, deben ser prácticas… así que fuera catadriópticos… fuera guardabarros, al campo se sale a mancharse, y como he dicho antes, cambio de cables de freno por cables de cambio. Aunque parezca mentira, esta bicicleta después de esos pequeños cambios, se ha quedado en unos espectaculares 6,36 kg, que para una bicicleta de 16 pulgadas y 170 euros en Decathlon está muy bien. Las bicis similares de otras marcas como la Woom 3, está en 5,8 (serán alguno más si la Woom 2, me ha dado 5,7 a parte de los 360 euros) y la Frog 48 en 6,75 kg (unos 305 euros).


Pros: 

  • Precio, 170 euros, nada comparable con los más de 300 del resto de marcas.
  • Tija muy larga y ajustable.
  • Manillar ajustable en altura.
  • Frenos V-Brake aunque las manetas del Decathlon no me acaban de convencer… los de la Woom me parecían mejores.
  • Ligera, 6,7 kg está muy bien para una bici de estas características 

Contras

  • Manetas de freno… la forma de tirar del cable no me parece la que más suavidad aporte a los frenos, aunque he de decir que funcionan muy bien. 
  • Eje de pedalier de plástico, o eso me ha parecido al desmontar.
  • Poca exclusividad, pero dejamos ese tema para los pijos de las bicis. 

Veremos que tal le va a a Mateo con esta nueva bici. Hasta que haya que pasar a una de 20 pulgadas (algún consejo para ir buscando jajajajajajja?????) de momento genial, se ha adaptado a todas las bicicletas con una facilidad pasmosa y le encanta montar, así que… seguiremos invirtiendo. 

Como punto y final sólo decir que sólo entiendo el comprar este tipo de bicis (que valen tanto dinero y que van a poder ser utilizadas durante tan poco tiempo) primero, si se pueden adquirir de segunda mano, como digo se utilizan tan poco que se quedan nuevas y segundo, si una vez usadas se tiene pensado volver a vende aunque en una venta futura se perdieran 25 o 30 euros (precio compra con respecto a precio de venta), esa hubiera sido la inversión en una bicicleta básica de hierro y con componentes de gamas baja y que al niño le habría costado mucho más aprender o al menos habría ido menos cómodo. 

Además de todo esto sólo me queda incluir la importancia del casco, he visto varios y realmente creo que lo interesante es un casco de la talla correcta del niño, que sea además ajustable perimetralmente, que no se mueva para delante y para atrás y no sea incómodo, ya sería super interesante que el cierre fuera magnético… pero eso es otro cantar, por nuestra parte y desde que comenzó a montar en bici usa un casco de la marca Abus, el modelo Smiley que le sigue valiendo y está genial. 

¡Cualquier duda o sugerencia ya sabéis!"

Un duro día de MTB - Nuevo vídeo que seguro que se hace viral

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Si me pidieran que definiera el nexo común que une a los miembros de Perdedores BTT creo que lo que nombraría en primer lugar no sería la afición por el ciclismo de montaña sino por el cachondeo. Las ganas de juntarnos para echar unas risas. Y el sentido del humor siempre empieza por reírse de uno mismo. Yo eso, como veréis a continuación, lo llevo a gala. 

Espero sacaros al menos una sonrisilla. Si viéndolo lo pasáis una centésima parte de bien de como yo lo pasé grabándolo y montándolo me daré por satisfecho.





Viaje en bicicleta por la provincia de Cuenca (por Sergio, Jesús y Raúl)

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Siempre lo digo... porque es verdad: para mí mantener este blog cobra especial sentido cuando son los amigos los que se toman la molestia de sentarse delante del ordenador y dedicar unas horas a escribir una entrada. Ya sea la crónica de una ruta (como en este caso), un truco de mecánica o lo que sea. Me hace especial ilusión. 

En esta ocasión, más que ilusión, podemos hablar de pura alegría cuando Sergio me dijo que habían escrito sobre la ruta que hicieran Raúl, Jesús y él allá por 2006, poco tiempo después de que muchos de nosotros retomáramos o nos iniciáramos en la práctica de la bici de montaña. Como suelo hacer en estos casos, ya lo sabéis los más fieles lectores, me limito a copiar y pegar el texto tal cual. Espero que lo disfrutéis como yo, con una sonrisa nostálgica en la cara aún cuando por entonces no formara parte de la expedición:

"Hace 15 años, cuando Perdedores BTT empezaba a gestarse, en las rutas que hacíamos siempre surgía la ilusión de hacer un viaje con alforjas, pero por caminos. Al final decidimos organizar un pequeño viaje al que se apuntaron los perdedores ilustres Raúl, Jesús y Sergio. Aprovechando que por trabajo este último conocía bastante bien los alrededores de Cuenca idearon un viaje de tres etapas (había que utilizar un fin de semana para no gastar vacaciones) que recorría una parte de la comarca. Hoy día parece casi inimaginable, pero en aquellos tiempos el uso de smartphones estaba en pañales, así como el tema de Internet en cuanto a aplicaciones geográficas. Así que, para diseñar la ruta, se basaron en la magnífica ayuda de los mapas del Instituto Geográfico Nacional.

Luego tocó el tema de pertrechar las bicis y como el uso de Amazon o Aliexpres estaba tan extendido como hoy en día... pues a la tienda Karacol que fueron a comprar los transportines y alforjas. Allí les dieron gran cantidad de detalles sobre portabultos y diferentes tipos de alforjas, pero como en Perdedores siempre nos gustó ser austeros, y como no sabían si esto de los viajes les iba a gustar, al final compraron las más baratas que había.

Otro punto importante que les quedaba por cerrar era el tema de dormir. Al principio pensaron llevar tienda de campaña y dormir allá donde les apeteciera. Pero al final lo pensaron mejor (con buen criterio) y decidieron buscar alojamiento en los pueblos por los que pasaba la ruta (que no eran muchos) y encontraron una casa rural en Valdemoro de la Sierra y un hotelillo en Uña. Con esto resuelto ya solo quedaba fijar una fecha y pensaron que en septiembre, después de las vacaciones familiares, sería buena época. Y así llegó el día. 


ETAPA 1 CUENCA- VALDEMORO DE LA SIERRA

Un viernes muy temprano cargamos todo en la furgo de Raúl y nos encaminamos a la ciudad de Cuenca. Aparcamos junto al auditorio en un lugar que no teníamos muy claro si se podía o no ya que la Vuelta a España estaba por la zona y una de las etapas acaba allí. Descargamos las bicis y el equipaje y ahora tocaba montar todo y dar un pequeño repaso a la ruta que nos esperaba en la primera etapa. El día perfecto para montar en bici soleado pero sin excesivo calor. Una gran emoción nos embargaba para ver que sorpresas nos depararía esta pequeña aventura.

Comenzamos por la carretera que discurre por las hoces del río Huécar. El lugar es espectacular con las famosas casas colgadas y las paredes de la montaña de ese color amarillento característico de la zona. Es, como todas las carreteras que utilizamos en la ruta, una carretera muy tranquila sin apenas tráfico que nos lleva en ligera cuesta arriba hasta el primer pueblo que se llama Molinos de Papel.

De ahí continuamos hasta Palomeras lugar donde acaba la carretera y comienza el camino. Hay que decir que empezar por carretera nos vino muy bien para coger las sensaciones de llevar una bici con alforjas ya que es muy diferente y cuesta acostumbrarse. No pesamos los bultos, pero seguro que 20kg de más llevábamos. Ahí nos surgieron las dudas de cómo sería sobre un camino bacheado y decidimos apretar aún más las fijaciones poniendo algún que otro pulpo. 


Empezamos el camino cogiendo altura muy poco a poco. El ritmo es muy tranquilo ya que no tenemos prisa y sabemos que aún nos queda lo más duro de la ruta, cuando al pasar una curva vemos muy a lo lejos el comienzo de una de las subidas del día. Ésta nos pone en nuestro sitio y cada uno sube como puede procurando no distanciarnos mucho los unos de los otros. Siempre al final toca reagruparse parando un rato a comer unos frutos secos, beber un poco de agua y recuperar el resuello ya que pese a que estábamos en forma los kilos de más de la bici se notan. 

Después de esta primera rampa el camino confluye en una pista compactada que utilizan los madereros para sacar la madera del monte y empezamos a bajar. Esto significa que luego todos esos metros va a haber que recuperarlos y llega una segunda cuestecilla que libramos bien dado el buen estado del camino. A los pocos kilómetros nos desviamos para coger un camino justo en la mitad de la ruta que en ligera bajada nos conduce a la Rambla de las Cruces que, aunque pequeña, nos estimula con su belleza, sus paredes cortadas y el sonido de los pájaros. Al poco el paisaje cambia y se abre en campos de labor, principalmente girasoles, lo que nos hace pensar que estamos cerca de La Cierva, lugar que nos habíamos marcado para parar y comer algo.

La sorpresa fue que para llegar al pueblo había que subir un pequeño repecho que nos vació un poco más nuestras energías. Serían más o menos las 3 de la tarde y ni un alma en el pueblo así que nos sentamos en un banco y sacamos nuestras vituallas, unos bocadillos, unos frutos secos y un poco de chocolate y llenamos los bidones en la fuente. Cuando estábamos allí tranquilos apareció un chaval de unos 14-15 años con el que entablamos una amena conversación contándole un poco de nuestro viaje y hacia donde íbamos y después de despedirnos y comprobar en el mapa lo que nos quedaba (unos 20km) continuamos el viaje. ¡Uffff, que duro volver a coger la bici! Además, sabiendo que nos quedaba por medio la subida más larga de la etapa y viendo que el cielo se estaba cerrando cada vez más y presagiaba tormenta.

Con pocas ganas empezamos a rodar por un camino llano entre cultivos que nos sirvió para recuperar un poco el ritmo antes de la subida. ¡Y qué subida! 10 km pero sobre todo los primeros 3 en los que se aculaba prácticamente todo el desnivel. El cansancio empezó a aparecer y a Jesús  le empezaron a dar calambres en el muslo. Nunca he visto un músculo moverse como aquel. Él muerto de dolor, pero no sabemos por qué, descojonado de la risa (ver la foto de arriba). Con lo que nos quedaba para llegar al final teníamos nuestras dudas de si íbamos a ser capaces con ese contratiempo. Por suerte llevábamos un espray de Reflex con el que le bañamos las piernas y Jesús se recuperó milagrosamente aunque parecía que en las cuesta llevaba un tipo colgado que le estaba dando con martillo pilón. De la cima a Valdemoro un camino de fuerte bajada (si hubiésemos tenido que subir por ahí lo hubiéramos flipado) que puso a prueba la estabilidad de la carga y llegamos a nuestro destino. Cogimos la llave de la casa, dejamos bultos y una merecida ducha. 

Primera etapa completada, ahora tema importante buscar un sitio para festejar el día con unas cervezas y cenar algo. ¡Sorpresa! En el bar del pueblo nos indican que están en fiestas y que no nos pueden preparar nada. Esa noche celebraban una cena comunal con una caldereta de carne pero que sólo estaba reservada para los oriundos del pueblo. Si queríamos participar se lo teníamos que preguntar a la comisión de festejos. Les debimos de dar un poco de pena porque nos aceptaron con los brazos abiertos. Nos dijeron que no había que pagar nada y podíamos comer y beber vino todo lo que quisiéramos, lo único que debíamos llevar era el cubierto para meterlo del perolo (que raro suena ahora esto de compartir olla en tiempos de Covid). Así que a la hora convenida nos presentamos con nuestra cuchara en la plaza del pueblo. 

¡Menuda pitanza! La caldereta estaba buenísima. Llevaba cordero, venado y un poquito de jabalí con pan y con vino a cascoporro nos dieron las tantas de la madrugada. Agotados nos fuimos a acostar, al día siguiente nos esperaría otro día fino.

ETAPA 2 VALDEMORO DE LA SIERRA- UÑA

El día amaneció radiante y la temperatura perfecta. La noche anterior, viendo que se nos iba de las manos la hora de acostarnos, habíamos decidido levantarnos un poco más tarde. Además la etapa era bastante más asequible que la del día pasado tanto en distancia como en desnivel. Así que alrededor de las 11 de la mañana estábamos con nuestras bicis en la misma plaza en la que la disfrutamos de la curiosa cena, ajustando bultos, engrasando transmisiones y llenando de agua los bidones. Con cierto pesar continuamos nuestro camino ya que nos íbamos a perder el concurso de tortillas que iban a celebrar esa misma mañana en el pueblo. ¡Que se le va a hacer! Lo dejamos para otra ocasión.

El camino era una pista de tierra muy ancha que en constante subida discurre paralela al río Guadazaón que es utilizado para aprovechar la madera del monte y une Valdemoro con Beamud de forma directa. Íbamos tranquilos pero sin descanso, el ascenso se hacía cómodo salvo por algún fuerte repecho que nos hacía elevar el pulso de nuestro corazón. Y así entre conversaciones de todo tipo y echándonos unas risas que rompía la tranquilidad del paraje, casi sin darnos cuenta, llegamos a Beamud.

Como todavía era temprano para comer decidimos continuar nuestra ruta y quitarnos la subida más dura del día. Así que al salir del pueblo cogimos una pista asfaltada que nos subirá al Prado de los Esquiladores. Las rampas de esta pista hacen mella en todos y cada uno la sube a su ritmo como puede (Jesús siempre con su amigo el del martillo pilón colgado de su espalda). Son 3,5 km de subida que irán a una media del 6% al que sumados a los kilos que transportamos y al cansancio acumulado hacen pupita en las piernas.

Miramos al cielo y vemos que no presagia nada bueno. El sol ha desaparecido y ha dado paso a unas nubes con un aspecto muy amenazador. Llegamos al Prado de los Esquiladores siguiendo la pista por un tramo de ligero descenso. Allí hay una base de los cuerpos de extinción de incendios, pero por lo que se ve ya se ha acabado la temporada y no hay nadie. Comemos deprisa lo poco que llevamos en unas mesas a cubierto, que son utilizadas por los retenes de guardia durante el verano, porque de fondo empiezan a sonar los primeros truenos que traen la tormenta. Recogemos y continuamos el viaje pensando que lo que queda es cuesta abajo. ¡Craso error! La carretera empieza a subir de forma constante y un tramo de apenas 3km se nos hace eterno. Con la tormenta cada vez más cerca empezamos a bajar a toda prisa hacia el embalse de la Toba. Desde allí hasta Uña es un pequeño tramo por carretera provincial, así que nos las prometíamos muy felices de que librábamos la tormenta cuando apareció la mala suerte convertida en pinchazo de la bici de Jesús.

Menos mal que por lo menos fue la delantera que es más fácil de desmontar, sobre todo con alforjas. Reparamos lo más rápido que pudimos, pero justo al final, guardando las herramientas, comienza a llover. Nos ponemos los chubasqueros y cruzamos el embalse por la presa a toda prisa para coger la carretera que nos llevará a Uña y nos perdemos las formidables vistas del lugar. Mojándonos y por carretera llana vamos lo más rápido que podemos, pero eso no evita que nos demos un buen remojón. Al final llegamos al Hotel en el que teníamos la reserva calados hasta los huesos. Merecida ducha y montamos en la habitación un improvisado tendedero con un cordino de Raúl para tratar de secar la ropa mojada. Después de la tormenta salimos a dar un paseo por el pueblo. 

Uña está en un entorno privilegiado junto a una laguna y encajonada por unas paredes verticales espectaculares. Como nos habían mojado las zapatillas tuvimos que salir a dar el paseo con el calzado que teníamos Raúl y Jesús con chanclas de piscina y yo con unas zapatillas de esparto (nota mental: no usar zapatillas de esparto en suelo mojado. Al rato de caminar por la zona tenía los pies de nuevo calados porque el esparto fue chupando toda el agua del suelo). 

Después del agradable paseo había que reponer fuerzas, así que al bar y con unas buenas cervezas pedimos unos huevos fritos acompañados con lomo, chorizo y patatas fritas que nos supieron a teta. Con el estomago lleno ya sólo quedaba ir a dormir, esta noche sí, a una hora prudente.


ETAPA 3 UÑA- CUENCA

Amaneció el tercer día con un sol radiante, al igual que los dos anteriores, pero con algo más de calor. Un buen desayuno en el Hotel y ya estábamos otra vez junto a la fuente pertrechando nuestras bicis. Se notaba el esfuerzo acumulado y ganas lo que se dice ganas de montar en bici no teníamos. Y menos cuando nos montamos a pedalear y notamos el dolor en nuestras nalgas. Y es que, aunque estábamos más en forma que ahora, no dejábamos de ser unos Perdedores que no estábamos acostumbrados a montar tantos días seguidos. 

Salimos del pueblo por la carretera CM-2105 en dirección a Villalba de la Sierra al principio hacia abajo, pero nuestra alegría termino pronto y empezamos a subir la primera de las cuestas del día. El paisaje era espectacular y eso hacía más llevadera la ascensión y además por suerte la carretera no llevaba mucho tráfico. 


A la subida le siguió un rápido descenso que nos llevaría al pueblo de Villalba de la Sierra, pero antes paramos en un punto turístico conocido como Ventano del Diablo que es un mirador sobre el cañón del río Júcar que merece la pena verlo.

En Villalba dejamos la carretera y cogimos un camino que sube y sube hasta la Ciudad Encantada. La mayor subida de toda la ruta, 9 km con una pendiente media del 6% y rampas del 20%.  

Jesús y yo optamos por una táctica mas conservadora y las mayores cuestas las subimos empujando la bici pero el bestia de Raúl se empeñó en no bajarse pese a que apenas iba un poco más rápido que andando. Como en todo el recorrido el paisaje nos deja boquiabiertos con esas formaciones rocosas tan características de esta región y la frondosidad del bosque de pinos, que con su sombra nos alivia un poco el calor del día. 

Dada la dureza debíamos parar cada poco a recobrar fuerzas comiendo frutos secos y bebiendo bebidas isotónicas que llevábamos en polvo. Y así nos reagrupábamos animándonos los unos a los otros. El camino estaba en muchos tramos muy roto y con mucha piedra suelta. Incluso sin peso extra se haría muy complicado subirlo. Terminaba en la carretera CM-2104 que cogimos para continuar subiendo a la Ciudad Encantada. Allí en la explanada paramos a comer unos bocadillos que nos habíamos hecho esa mañana antes de salir de Uña. 


Estábamos agotados y todavía quedaba algún camino duro en la ruta. Viéndonos las caritas decidimos cambiar un poco la ruta y continuar por carretera hasta Cuenca. Con la decisión tomada nos lanzamos a tumba abierta por la CM-2104 en dirección Valdecabras. Pese a ir por carretera las vistas seguían siendo maravillosas y se agradecía el avanzar sin ningún esfuerzo. Después de mucho bajar seguimos una carreterilla que va paralela al río Júcar a la sombra de los árboles. 

Ciertamente era un paseo muy agradable, un remanso de paz con las aguas turquesas del río, el único ruido que se escuchaba era el sonido de nuestras bicis y, cuando nos parábamos, el de los pajarillos.  

Pero en este viaje lo bueno dura poco y para entrar a Cuenca hay que subir. Así que con Cuenca a la vista empezaron unas rampas más duras de lo que esperábamos, también por que las fuerzas andaban muy justas ya. Y para colmo Jesús va con la rueda pinchada. Vemos que no pierde mucho y decidimos que en vez de repararla, con lo poco que nos queda, apenas 1km, le damos aire y a correr. 

Aprovechamos el parón para hacer unas fotos de grupo con Cuenca de fondo y continuamos para llegar a nuestra meta entrando en la ciudad por el Arco de Bezudo. Ya en bajada llegamos a la plaza de la catedral donde paramos a comer ya fundidos de cansancio. La etapa de hoy se había vuelto la más dura de las tres. Objetivo cumplido y con una satisfacción por todo lo vivido durante estos tres días que recordaremos para toda nuestra vida."



Gracias, chicos, una vez más (y las que haga falta) por compartirlo. Al puzle de este blog le faltaba una pieza y ahora está completo con este relato. Sirve también para recordar los inicios de Perdedores BTT. Bicicletas mucho más sencillas de las que tenemos ahora... ¡Pero qué buenas piernas! 


Una mala tarde la tiene cualquiera

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Como diría el añorado Chiquito. 
Yo lo viví en mis tiernas carnes el viernes 3 de diciembre. Quise salir a rodar un poco después de comer y antes de que oscureciera estar de vuelta. Pero el destino me la jugó y al final llegué de noche.

Resulta que siendo que mi plan era volver antes del anochecer ni se me pasó por la cabeza llevar el foco. Error. Fui hasta la valla de la Ciudad Financiera del Santander sin incidentes. A mi rollito y casi sin compartir camino con otros usuarios. Pero en una bajada  me metí en un banco de arena y por no girar para no caerme me salí del camino y atravesé una retama (ojo, podría no serlo... pero eso no cambia el resultado) y la violencia del impacto pinchó la rueda delantera. Y esto ocurrió justo en el punto de la ruta más alejado de mi casa, a unos 15  kilómetros, y a falta de unos veinte minutos para que se hiciera de noche.

La estrella marca el lugar del nefasto incidente

Noté el pinchazo porque escuchaba el aire salir con cada giro de la rueda. Las llevo tubelizadas así que seguí rodando confiando en que el líquido taponaría el agujero... pero tras pocos metros, no llegaría ni a 100, tuve que parar con la rueda completamente floja. Flaneaba demasiado como para poder rodar con comodidad y seguridad. 


Cogiendo una captura del vídeo podemos ver cómo de pequeño es el pinchazo. 


Realmente insignificante. El líquido tubeless tendría que haberlo tapado sí o sí... pero no.

En la mochila llevo mechas, cámara, bombonas de CO2, bomba manual, líquido tubeless… a priori todo lo necesario para sobrevivir a este incidente. Pero lo que no tenía es tiempo porque si me ponía a arreglar el pinchazo en condiciones se me iba a hacer de noche. Así que decidí meterle aire y tirar deprisa con la intención de llegar a casa de día.


El aire seguía saliendo, esta vez mezclado con líquido tubeless. ¿Sería que al final el agujero se sellaría? Le metí aire a la rueda y me puse en marcha muy ligero para aprovechar el tirón. 

Mi gozo en un pozo. Apenas pude avanzar 5 kilómetros porque la rueda volvió a desinflarse. Y ya no veía bien. Y yo sin foco. Le metí aire de nuevo en la Venta la Rubia bajo una farola y seguí otro trecho. Esta vez el aire aguantó algo menos de tiempo, no llegaría a 3 kilómetros. Ya estaba muy cerca de casa pero no acababa de llegar. Uno no se da cuenta de cómo de oscuro es el campo hasta que le pasa una cosa como esta. Fueron necesarias dos paradas más, una en el barrio de La Fortuna y otra junto al campo de entrenamiento del C.D. Leganés antes de llegar al excelentemente iluminado carril bici. Me faltó besar el suelo. Tendría que parar a meter más aire, pero al menos no correría peligro de caerme por no ver un carajo. Me la jugué un poco, de hecho hice 4 PR en Strava, pero de haber metido la rueda en una rodera o un charco me hubiera podido caer fácilmente entre el no ver y el flaneo de la rueda delantera. 

Llegué a casa, metí unos 50 ml de líquido en la rueda y mucha presión. Dejé la rueda con el agujero hacia abajo para que el líquido tapara del todo... y lo hizo. 


De manera que a partir de ahora me preocuparé de rellenar debidamente con unos 50 ml de líquido tubeless cada seis meses. Y no volveré a comprar el de Decathlon, que a mí al menos no me ha dado resultado en ruta cuando lo he necesitado.

Perdedores BTT - Balance de 2021

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A falta de pocos días para que termine este insulso 2021, toca hacer balance, como ya viene siendo costumbre, de lo acontecido (ciclísticamente hablando) en el seno de esta modesta comunidad de amigos aficionados al ciclismo de montaña que es Perdedores BTT. 

He empezado calificando el año de insulso a consecuencia de la maldita pandemia que nos tiene a todos un poco condicionados pero echando la vista atrás (bueno... mirando las entradas que hemos compartido en el blog a lo largo de los meses de 2021) puede ser que me haya excedido porque han pasado algunas cosas muy chulas. A destacar por encima de todo, claro está, el nacimiento en junio del niño de Gualter y en noviembre de los gemelos de Miguel. ¡Muchos besos para todos los implicados!

Ya metidos en faena ciclística, en lo personal empecé el año pasando mi bici a monoplato. Hoy en día estoy encantado pero la transformación resultó bastante accidentada. Yo me tenía por un mecánico razonablemente hábil pero debieron echarme algún mal de ojo porque en esa operación fui de cagada en cagada. Vamos, que la bici acabó en el taller porque ya me daba hasta miedo meterle mano.

También estuve evaluando la opción de hacerme moderno y pasarme a riñonera en vez de mochila. Mi conclusión fue que no encontrando ni ventajas ni desventajas destacables al final volví a la mochila que al menos puedo poner el casco en la red cuando voy parriba y pabajo con el coche. Sin más. 


Desde el último fin de semana de febrero y durante todo el mes de marzo hicimos rutas bastante interesantes. Hacía tiempo (¿nunca?) que no enlazábamos tantos fines de semana seguidos de actividad ciclística continuada. Y eso que empezamos con mal pie porque la primera de la cadena pretendía ser la magnífica ruta que sale desde El Escorial para subir a la silla de Felipe II, bajar a Zarzalejo, rodear Valmayor y volver a El Escorial por la senda de los Arroyos y el camino de las 7 cancelas... pero tuvimos que retirarnos a mitad de ruta y volver por carretera porque en el embalse el nivel de agua estaba tan alto que había tapado los caminos. Una odisea.

  
Pero a esta ruta le siguió uno de los grandes momentos del año: la ascensión al Alto del León por el barranco de los lobos. Naturalmente, al ciclista medianamente entrenado y dedicado se meará en esta ruta, pero para nosotros (para mí) fue toda una proeza perdedora


Y por si no habíamos tenido suficiente, a la semana siguiente, que yo pretendía hacer una ruta sana, nos fuimos a subir más cuestas por el entorno de la Vía Verde del Alberche saliendo de Villa del Prado. Una ruta muy, muy bonita y con final feliz en forma de cazuelita de callos con su correspondiente cervecita en la terraza de la plaza del pueblo, al sol. Por estos momentos ando yo en bici. 


Y para rematar la faena, por si no habíamos tenido suficiente, la ruta que vino a continuación no presentaba mucho desnivel (tenía alguna cuesta buena, eso sí) pero sí una buena cantidad de kilómetros. Salimos desde Leganés para llegar a Boadilla dando una paseo de 65 Km (ida + vuelta). Aquí el protagonista fue Pablo, que sin apenas montar en bici  en todo el año tuvo los santos cojones de terminar la ruta con cierta dignidad. Eso sí... hubo que parar varias veces para repararle un inoportuno pinchazo que le sobrevino al poco de empezar a rodar. 


Y para rematar un mes de marzo repleto de quedadas ciclistas estupendas, descubrimos una ruta muy, muy bonita que sin duda se va a convertir en recurrente: Colmenar - Manzanares y vuelta rodeando el embalse. Esta ruta tiene de todo, sendero, paisaje, pisteo... y torreznos (al menos en aquella ocasión).


Y ya metidos en la primavera, dos rutas familiares: la primera, un paseo por la Vía Verde del Tajuña entre Ambite y Orusco que nos decepcionó un poco. El paisaje no es precisamente atractivo, el firme se ve que ha vivido tiempos mejores y la Vía Verde no cuenta con merenderos o zonas de descanso que inviten a ir con la familia y parar a comer cómodamente. Disfruté, eso sí, llevando la BH Top Line que me regaló Miguel porque le ocupaba sitio en el trastero y no la iba a usar nunca.


Pero pronto nos quitamos el mal sabor de boca con otra ruta familiar de las que perduran en la memoria. Un día para recordar y repetir. Fuimos de Guadarrama al camping de El Escorial. Salieron 33 Kilómetros, a lo largo de todo el día y con todas las paradas necesarias para comer, descansar o admirar algo. El campo estaba precioso y el sol nos acompañó todo el día. Todos los ingredientes para disfrutar de una bonita excursión en familia.


En mayo tuvimos un percance. La ruta, otra vez multitudinaria, salía de Guadalix para llegar a Valdemanco pasando por Bustarviejo estaba siendo preciosa...pero Raúl quiso hacer un salto en un sitio aparentemente sin peligro cayendo al suelo y golpeándose en varias partes. Vamos, que se dio un buen revolcón. No pudo continuar la ruta de manera que él y yo nos quedamos en una terraza tomando algo y el resto de la expedición terminó la ruta. Sergio vino a buscarnos en coche y juntos volvimos a Guadalix donde Raúl, que podía conducir, se fue a casa lastimado tanto en el orgullo como en el cuerpo.


Y entre pitos y flautas nos plantamos en verano. Pero antes de continuar con las experiencias perdedoras estivales no puedo pasar por alto un hecho histórico: me hice con una bicicleta exactamente igual a la primera bici de montaña que tuve. Tiene bastante mérito porque no es de una marca mínimamente reconocida. Y la anunciaban muy cerca de mi casa. Vamos, todas las señales apuntaban a que era mi destino comprarla.


Quien más, quien menos se llevó la bici a su destino de vacaciones. Yo lo hice y disfruté de una ruta muy corta pero muy bonita por Quintanar de la Sierra, en la provincia de Burgos. Me gustaría volver alguna vez. El entorno es increíble. 


Me decepcionó un poco la Vía Verde del Bidasoa. Alquilamos unas bicis y recorrimos una parte, pero no nos lució demasiado del día. Sobre todo porque el recorrido es compartido con vehículos a motor. No hay peligro, pero es un poco rollo estar pendiente de ceder o de que te cedan el paso. Tampoco había muchas zonas donde parar a comer con comodidad. Al menos nos dimos un baño en el río que nos vino requetebién. 


En septiembre, antes de que se metiera el frío aprovechamos para hacer una ruta noctura. Nos juntamos un buen grupo y elegimos la ruta ya mencionada entre Colmenar y Manzanares el Real. Se nos complicó la cosa un poco porque la ruta tenía una variante y de noche nos costó encontrar un cambio de dirección... pero al final resultó en una noche excelente. Y como cuando terminamos la ruta estaban todos los bares cerrados, nos llevamos nuestros propios aperitivos y bebidas y nos reímos un buen rato mientras reponíamos fuerzas. 


Una tarde de viernes tonta salí a dar una vuelta con una cámara de acción que me había regalado Miguel y grabé cuatro tontadas que luego monté con música de Foo Figthers para echar el rato y rememorar viejos tiempos en los que me lo pasaba teta editando vídeos que grabábamos los colegas con cámaras mini-dv. Ha llovido desde entonces.


Y como colofón...algo que llevábamos esperando mucho tiempo. Por fin Jesús, Sergio y Raúl escribieron sobre el viaje en bicicleta que hicieron por Cuenca hace 15 años. Merece la pena leerlo igual que mereció la pena vivirlo (imagino, porque no fui. Por entonces no tenía yo forma física ni para aguantar la primera de las etapas).


Pues lo mismo no ha sido tan insulso 2021, ahora que lo pienso. ¿Qué nos deparará 2022? Desde aquí le pido al año nuevo que sea, como poco, tan bueno como este que nos deja. Ya verás como nos divertimos. 

Empezamos el año dando pedales

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No se me ocurre mejor manera de comenzar esta primera entrada de 2022 que felicitándoos el año a todos, queridos y fieles lectores. Es durante estos primeros días de enero cuando ponemos en marcha (o no) los propósitos de año nuevo. ¡Suerte con eso! Yo, si os soy sincero, no tengo ninguno. O lo que es lo mismo, que sigamos como estamos que dentro de lo que cabe estamos bastante bien (para la edad que tenemos) y no podemos quejarnos. Bueno... más que un propósito es un deseo: seguir compartiendo vivencias en este blog porque eso significará que sigo saliendo y trasteando con la bicicleta y que todo está bien.

Vamos al grano. Como hace tiempo que no salimos ni trasnochamos mucho en Nochevieja quise aprovechar la ocasión de haber pasado la noche en la casita que tenemos en Ávila y de que la previsión meteorológica era de lujo para celebrar año nuevo con una rutita en bicicleta a ritmo tranquilo y con cierto espíritu explorador. Así que a las 9:00 estaba el tío vestido de ciclista saliendo a rodar con la vieja RCZ rígida de 26". 

Me dirigí a Las Navas de Marqués con la idea de entrar por la Dehesa Boyal, un robledal al norte del pueblo que cuenta con pistas y senderos, un área recreativa, un par de fuentes de agua excelente y que además está salpicado de esculturas modernas. El camino hasta Las Navas es conocido y como hacía un día excelente se rodaba con gusto. Además había hecho frío durante la noche y en las umbrías la tierra estaba aún congelada. Y, por encima de todo, a esas horas tempranas del primer día del año me daba la sensación de tener el monte para mí solo. 

Para llegar es necesario subir una rampa maja con algún tramo al 11%. De las que te ponen el corazón a funcionar. Lo bueno es que habiendo rodado ya unos cinco kilómetros y medio el cuerpo está caliente y no se pasa mal. Superado esta primera cuesta entramos en la dehesa rodando por un camino que dejamos pronto para tomar un sendero apenas visible por las hojas caídas de los robles. 

Con cierta intuición y fijándose donde las hojas están más pisadas se puede seguir el camino sin problema hasta llegar a la fuente del Saúco rodeando el área recreativa. En la fuente giró a la derecha para aproximarme al pueblo por una pista no demasiado ancha y de buen rodar. Estando tan cerca del pueblo me por fin me encontré a varias personas haciendo ejercicio o sacando a pasear a los perros. Confirmo, por lo tanto, que hay vida inteligente el 1 de enero antes de las 10 de la mañana. 

Un sendero a la izquierda llama mi atención y abandono la pista para disfrutarlo durante apenas cien metros, pero merece la pena. Giro de nuevo a la izquierda para remontar otros pocos de metros que me llevan hasta la carretera que sube al parque eólico y bajo hasta el pueblo, esta vez sí, por dicha carretera.

Pero apenas me meto en el núcleo urbano. Mi propósito es subir hasta Los Riscos de Santa Ana. La subida es suave y se hace con gusto bajo un sol que calienta sin llegar a agobiar. Desde lo alto del risco las vistas del pueblo son todo lo bonitas que pueden ser porque en la misma panorámica encontramos edificios notables como el Castillo de Magalia o la Iglesia de San Juan Bautista y polígonos industriales necesarios para la economía local pero altamente desagradables de mirar.

Recuerdo haber leído en una crónica de la última edición de los 101 Miradores de las Navas del Marqués que el recorrido entra definitivamente al pueblo por una trialera desde el risco en el que me encuentro en ese momento. No me resultó difícil encontrarla, pero sí me lo pareció bajarla sin caerme, así que decido por prudencia bajarla caminando. No sin cierto riesgo, por cierto. Se trata de un pasillo que naturalmente en la foto no se aprecia con mucha pendiente y piedra suelta.

Ahora toca poner rumbo al punto limpio, situado en el polígono. Desde lo alto del risco he visto un camino que conduce hasta allí así que callejeo un poco con cuidado de no perder demasiada cota, que luego tocaría recuperarla. Llego al camino y pica para arriba con algún tramito al 10%. Sigo yendo fresco, no hay problema. Se remonta sin sufrir demasiado. Junto al punto limpio tomo una pista que discurre por el pinar y que hacía literalmente años que no visitaba. Tonto de mí, porque es preciosa. 

Primero baja, luego sube y finalmente vuelve a bajar. Todo bien. Y me lleva hasta la M505 muy cerca del área recreativa El Valladar. Cruzo la carretera y pongo rumbo de vuelta a Las Navas del Marqués. Mi intención es tomar el camino de El Risco de los Dineros pero me equivoco de pista y acabo llegando al pueblo por la que no es. No importa, también es bonita. Bajo hasta el barrio de La Estación por el sendero que discurre paralelo a la carretera y por el que también hacía mucho tiempo que no rodaba. Una delicia. Mi siguiente destino es la Ciudad Ducal a la que llego por la puerta principal tras rodar un kilometrito por el Camino de la Resinería. Giro en la primera calle a la izquierda (Camino del Pocillo) para llegar tras un par de kilómetros de suave rodar al embalse. Este es uno de mis lugares preferidos en el mundo (junto al Parque de Polvoranca). Me da pena ver lo bajo de agua que está a pesar de que el arroyo del que se alimenta corre con alegría... y es que la compuerta de desagüe está abierta de manera que el agua que entra, sale. Me da la sensación de que este embalse no está en uso y no hay nadie a su cuidado. Hay un camino muy bonito que lo rodea y el mencionado arroyo se cruza por un puentecito de madera donde siempre paro. En esta ocasión para echar una meadita. Aprovecho para echar una foto.

Continúo rodeando el embalse. Ya estoy muy cerca de casa, pero queda lo peor: 4 kilómetros de subida constante. Si bien las rampas más duras están al principio, hacia la mitad me encuentro con algún tramo al 15%. Pero se supera con paciencia y corona grande. 

Track disponible en Wikiloc

Y así, como quien no quiere la cosa, llego a casa con una sonrisa en la cara que me dura a día de hoy. Contentísimo por haber empezado el año haciendo una de las cosas que más me gusta: tomándome un buen aperitivo al solecito después de una ruta en bici. 

En fin, que 2022 sea un año lleno de momentos como este, pero si pueden ser con familia y amigos, mejor que mejor.

10 años de blog - Top 5 de entradas visitadas

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Como la curiosidad es una característica innata de todo perdedor, seguro que os arde el cuerpo por saber cuáles son las entradas más vistas de este blog que entra este 2022 en su décimo año de vida. Y como es esta una circunstancia muy fácil de solucionar por mi parte no puedo permitir que os quedéis con las ganitas. Así que aquí tenemos el top 5 de las entradas más visitadas del blog desde los albores de Perdedores BTT según las propias estadísticas de Blogger.

En el quinto puesto con un total de 4.650 visitas tenemos la entrada "Horquilla Marzocchi Zokes II - Sustitución de elastómeros por muelle". Se trata de un pequeño tutorial en el que explicábamos como convertir una vieja horquilla de elastómeros (un tipo de goma muy usadas en los años 90 como elemento amortiguador en las horquillas de suspensión) para que trabaje con muelles. Con el tiempo los elastómeros, que vienen ensartados en una varilla como si fueran un pincho moruno se degradan y llega un momento en que literalmente se desintegran. Cambiarlos por un muelle alarga hasta el infinito la vida de la horquilla. Y es sencillísimo de hacer. 


En el cuarto puesto con 5.470 visitas una entrada muy útil en su día sobre cómo aligerar una bicicleta de montaña.

No puede faltar una referencia a los pedales Crankbrothers Eggbeater si hablamos de aligerar peso

Esta entrada ha envejecido mal, hay que reconocerlo. Hacemos referencia en ella a frenos V, cubiertas de 26", opciones de 3 platos para el juego de platos y bielas... elementos todos ellos obsoletos hoy en día. Pero en su momento, allá por 2013 todavía tenían sentido y a la vista está siendo esta la cuarta entrada más visitada del blog.

En el tercer lugar con un acumulado de 8.060 visitas la entrada en la que explico paso a paso la actualización que le hice a una vieja BH Top Line
Compré en 2002 (por 75€ en Galapagar, no se me olvida) una BH Top Line Jumper del 97 con la idea de llevarla al pueblo y usarla allí. Pero pronto quise ponerla un poco al día porque la suspensión tenía muy poco recorrido, los cantilever no frenaban bien y la postura era muy agresiva. Estas bicicletas, que llegaban desde la gama baja hasta la gama media (rozando la alta) fueron muy populares en España, eso explica el éxito de las entradas con "BH Top Line" en el título.

Foto del "antes":


Foto del "después":


Esta bici siguió sufriendo infinitas modificaciones, cambio de pegatinas incluido.

Parece claro que las entradas relacionadas con aspectos mecánicos se llevan la palma. La segunda entrada más visitada, con 12.500 visitas, es precisamente una en la que mediante el uso de herramientas caseras pretendíamos ahorrarnos unos euros en nuestras intervenciones mecánicas domésticas.
Si bien el uso de herramientas específicas "de mercado" facilita la tarea, yo he usado muchísimas veces "sustitutas" caseras con éxito. Y lo seguiré haciendo.

Este centrador de ruedas casero no aparece en la entrada de herramientas caseras porque lo fabriqué después

Y para terminar, en el número uno, con un total de 16.000 visitas, otra entrada de mecánica: cómo hacerle el mantenimiento a una horquilla básica de muelles.  


En esta entrada desmontábamos una horquilla de muelles muy, muy básica para limpiarla, engrasarla y volver a montarla con la idea de darle más sensibilidad pues apenas hacía su trabajo. 

A la luz de estos datos me resulta muy curioso descubrir que las cinco entradas más visitadas tienen un componente "mecánico" destacable. Más aún cuando hay entradas en el blog referentes a rutas, por ejemplo Vías Verdes o la Senda del Oso, que podrían despertar mucho más interés. Se ve que la gente acude a Internet buscando ayuda cuando necesita resolver algún problema con su bicicleta y quieren hacerlos por ellos mismos. Me alegro de haber ayudado en ese caso.

Para terminar me gustaría hacer mención a una entrada que por número de visitas está lejos de estar en este top 5 pero cuya afluencia de público me ha sorprendido muchísimo: esa en la que os contaba que había recuperado mi primera bicicleta de montaña.  


A día de hoy esta entrada acumula 1.642 visitas mientras que las que publicamos semanas antes o después se conforman con una media de 70. El numero de visitas va creciendo, lógicamente, con la antigüedad de la publicación y estamos hablando de la primavera de 2021. Se ve que la nostalgia también es un arma eficaz a la hora de ganar visitas. 

A grandes males, grandes remedios (ruta entre Leganés y Pinto - 15/01/2022)

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En ocasiones una ruta se complica de la manera más tonta, es una de las características de este deporte nuestro. Sin venir a cuento, rodando por pistas o carril bici, la mala suerte se presenta de la forma más inesperada. Si queréis saber cómo, seguid leyendo porque esta ruta tuvo tela marinera (¿Esto es un clickbait?).

Track disponible en Wikiloc

La ruta propuesta consistía en un rodar por pistas y carril bici con el objetivo de acumular kilómetros de cara a una aventura/reto que Perdedores BTT haremos en primavera y de la que ya iremos dando cuenta más adelante (¿Esto es un hype?). Saliendo desde Leganés, como podéis ver en el mapa, iríamos hasta el Cerro de los Ángeles, llegaríamos hasta el carril bici que sube por la Marañosa y sin llegar a subir nos desviaríamos a la derecha para acercarnos a Pinto y volver a girar en dirección norte para volver a Getafe pasando por el búnker que hay justo antes de llegar al Cerro de los Ángeles. En total 53 kilómetros con apenas un par de repechos de poca entidad. 

Así pues, Sergio, Raúl y yo nos citamos a las 10:00 de la mañana y con un sol espléndido y nada de viento pero con una temperatura realmente baja comenzamos a dar pedales tranquilamente para calentar las piernas. Llegar hasta el Cerro de los Ángeles supone enlazar carriles bici con parques con ratitos de rodar en carretera. Nada destacable desde el punto de vista ciclístico. Llegamos al pinar del área recreativa del Cerro por el norte y giramos a la derecha para bordearlo por su camino exterior y salir por el extremo sureste y tomar el carril bici que dejamos poco después para cruzar la M50 por un puente que a tal efecto tuvo a bien poner el organismo competente.

Rodamos en ligero descenso hasta el llamado "camino de culebles", que tomamos hacia la izquierda para pasar por debajo de la M301. Rodamos un poco en paralelo a esta carretera para cruzarla, ya usando el carril bici de la Marañosa junto al Convento del Sagrado Corazón de Jesús y San José de la Aldehuela (me lo ha dicho Google Maps). Rodar por este carril bici un sábado por la mañana no es especialmente placentero porque está muy, muy concurrido y algunos ciclistas van muy rápido. Es preciso estar atento para no liarla.

Rodaba Raúl en cabeza, yo en el medio afanándome en hacer alguna foto para documentar esta entrada y Sergio en la cola cuando de repente le oímos gritar que ha roto el sillín. Raúl y yo nos paramos ipso facto y os salimos del carril bici aprovechando que al lado derecho había campo. Sergio, en un alarde de mala suerte, sufre la avería a la altura de una canalización de agua que le impide salirse hacia la derecha y no puede más que pararse a un ladito del carril y sufrir las increpaciones de ciclistas impertinentes que bajaban muy rápido en el sentido contrario y pensaban que Sergio se había parado, interrumpiendo el tráfico, por su polla morena. Los ciclistas que iban detrás se dieron cuenta del percance y solo tuvieron buenas palabras. 

Sergio había roto el raíl izquierdo del sillín de buenas a primeras, como podéis ver en la foto. 

De momento comenzó el brainstorming perdedor para tratar de encontrar una solución al problema. Vaciamos las mochilas para ver con qué elementos contábamos para poder solventar una avería tan peliaguda y, como no, nos viene a la cabeza el percance que sufrió Miguel hace años muy cerca de donde estamos ahora. Y nos preguntamos si acaso los Perdedores estaremos malditos por haber rodado por algún camino privado de la zona o qué se yo y cada vez que vengamos alguno romperá el sillín.   

Se nos pasa por la cabeza "entablillar" el raíl como haríamos con un hueso roto pero Sergio, que es un señor bastante talentoso, encuentra un trozo de tela asfáltica (benditos campos del sur, tan llenos de mierda) que, hábilmente doblada, coloca entre la cabeza de la tija y la cara inferior del sillín de manera que haga tope y pueda apoyar el culo... porque llevábamos apenas 17 o 18 kilómetros y quedaba muchísima tela que cortar.

Pues, fíjate, que la foto anterior está tomada casi al final de la ruta. Vamos, que la solución funcionó al 100%. En el siguiente vídeo podemos ver a Sergio subir un trecho sentado en el sillín con el culo ligeramente torcido, pero sin riesgo extremo de escoliosis para su espalda ni nada parecido. 

Habíamos dejado el carril bici hacia la derecha y ahora rodábamos aproximándonos a la planta de biometanización y compostaje de pinto. Todo un chollo para los pájaros, que pudimos ver a millones. Naturalmente en la foto apenas se aprecia.

Giramos 90 grados a la izquierda para afrontar la subida más dura de la ruta. Por desnivel (rampitas del 12%) y porque se rodaba por un mar de piedras mal puestas, que algunas se movían y otras no. Si el arreglo del sillín suportó esta prueba, se puede hacer la Titan Desert con él. 

Nos dio mucha rabia subir tanto para perder altitud seguidamente de forma abrupta bajando a saco por una pista anchísima y sin ningún aliciente. Y fue ya en el llano cuando, rodando felices y a una velocidad digna, vimos en la pista un barrizal pero no vimos las rodadas de coches y otros ciclistas que lo esquivaban saliéndose hacia la derecha... y conmigo a la cabeza como principal culpable, nos metimos de lleno en el pegajoso elemento. Apenas 10 metros fueron suficientes para embozar las ruedas que, literalmente, dejaron de rodar. Nos bajamos de la bici y salimos al sembrado para salir caminando. Llenamos las zapatillas de barro, calar los pedales iba a ser una cuestión de talento de aquí en adelante.

Sacamos algo de barro con las manos y con palos y nos pusimos a rodar inmediatamente para que la fuerza centrífuga y la de la gravedad nos ahorraran parte del trabajo. Y así fue, los pegotes de barro saltaban de los lindo. Algo más adelante volvimos a parar para quitarnos barro de las calas, que costaba mucho, mucho enganchar en los pedales. Una fiesta, vamos.

Íbamos siguiendo un track descargado de Wikiloc en mi antiguo GPS Garmin que solo admite 500 puntos de manera que el nivel de detalle es escaso. Esto supuso que nos metiéramos por una senda bastante comida de vegetación cuando deberíamos estar rodando por una pista bien hermosa que corría en paralelo por la parte izquierda. Lo malo es que una alambrada separaba la una de la otra y ya en estado de desesperación, tras haber preguntado a unos cazadores y a punto de echar mano de Google Maps para ver cómo salíamos de allí Raúl, que ve bastante bien para la edad que tiene, se dio cuenta de que faltaba un tramo de alambrada. Vamos, que podíamos escapar del coto de caza y comenzar a rodar por el track. Y así lo hicimos... pero no le salió gratis el acierto a Raúl porque poco después empezó a sonar un golpeteo en su bici. El que producía una rama incrustada en su cubierta delantera al golpear contra el puente de su horquilla.

A perro flaco todo son pulgas. Decidimos, con acierto, no sacar el pincho sino cortarlo. De esa manera el mismo elemento maldito que había atravesado la goma haría de tapón. Como mi multiherramienta lleva incorporada una navaja, no fue difícil cortar el palo con una combinación de maña y fuerza para no sacar la púa.

¿Aguantaría la rueda? os confirmo que aguantó, no es plan de teneros en tensión.

Seguimos rodando subiendo una pequeña cuesta y parando arriba para contemplar las vistas y comer algo. Sergio un plátano, que últimamente viene sufriendo de calambres, Raúl un sándwich de Nocilla, que siempre viene bien y yo un trozo de barrita. 

Llevamos poco más de 30 kilómetros y entre sillines rotos, barro y pinchazo hemos avanzado a muy mal ritmo. Desde este momento descartamos tomar una cerveza al final de la ruta, una pena. El próximo día nos tendremos que tomar dos. 

Avanzamos en sentido noroeste ya aproximándonos a Getafe y Raúl, que lleva 4 meses sin usar la bici y además siempre se le acaba cargando la espalda, empieza a pasarlo mal. Sergio, que lleva en la mochila un bote de Réflex para los calambres, le chorrea bien la espalda y el remedio funciona. El efecto frío actúa milagrosamente sobre la musculatura y entre eso y la Nocilla Raúl resucita. 

Todavía sería necesario echar alguna que otra vez Réflex, pero haciendo de tripas corazón llegamos al Búnker.

Y, poco después, atravesando el pinar de El Cerro de los Ángeles por la parte sur esta vez volvemos callejeando desde Getafe a Leganés para completar 53 kilómetros cansados pero contentos.


En primer lugar por habernos visto y haber compartido una mañana de bici, que es una de nuestras pasiones. Sergio, por no haber sufrido calambres, que iba con miedo porque últimamente eran su cruz. Y a Raúl le quedaba conducir hasta Cercedilla pero le esperaba una buena comida en buena compañía. Y milagrosamente habíamos solventado los problemas mecánicos con talento para completar la ruta, así que... contentos.

Será cuestión de hacer bastantes rutas más de por encima de 50 kilómetros y en estas "páginas" (virtuales) podréis leer sobre estas próximas hazañas. Si vosotros queréis, claro. 

Mi nueva bici vieja para futuros viajes... viene con sorpresa: se atranca el núcleo!

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Cuando el diablo se aburre con el rabo mata moscas. No es la primera (ni la segunda) vez que una entrada de este, vuestro blog, comienza con este dicho popular. Ha vuelto a pasar que la cabeza se pone a funcionar y lo que nace siendo una idea peregrina se acaba convirtiendo en la adquisición de una  bicicleta. Y es que cuando se junta la tentación con las ganitas solo tenemos que sumar dos más dos para que en mi casa aparezca una bici nueva (vieja, esta que acaba de entrar es vieja).

Pero empecemos por el principio, que esto, como todo, tiene un motivo de ser y gran parte de la culpa, no lo negaré, la tiene Youtube. Soy una víctima de la influencia de los vídeos de cicloturismo. Y es que el bikepacking está muy de moda y uno es humano y tiene debilidades. Total, que barruntando la posibilidad de participar (en primavera, si acaso. Ya veremos) de algún viaje en bicicleta me di cuenta, para mi espanto y horror, de que no tengo una montura que pueda usar con tal propósito. Y claro, el cerebro, casi sin quererlo, manda señales eléctricas a los dedos que se ponen a teclear cosas en el buscador de Wallapop y cuando te quieres dar cuenta ya has entrado en una espiral de crearte una necesidad que o te haces con ese nuevo objeto de deseo o te da un síncope. Problemas del primer mundo, claro. Pero... ¿Qué quieres que te diga? Seguro que vosotros también tenéis vuestras taras.

En este contexto, como digo, me puse a buscar un cuadro que sirviera como base a mi nueva bicicleta viajera  porque el resto de componentes para montarla completa los tengo de antiguos proyectos o del propio síndrome de Biciógenes

Los requisitos imprescindibles además de que fuera de mi talla, lógicamente, eran: 

  • Bajísimo coste.
  • Cuadro rígido.
  • Con pivotes para frenos a llanta. 
  • Cuadro de aluminio (preferiblemente) o acero.
  • Discreto. Poco "apetecible" para los ladrones.
  • Fiable. 
  • Con roscas para portabultos en punteras y en tirantes.
  • Con pipa de dirección constante de 1-1/8.
  • Para ruedas de 26".

Clarísimamente ninguna de las bicis que tengo cumplen estos requisitos. La que más se aproxima es la Kona, pero bastante le he faltado ya al respeto a ese pedazo de cuadro con la transmisión monoplato o el manillar de doble altura como para encima cascarle un transportín. Además se me llevarían los demonios si en el transcurso de un viaje, qué se yo, por cualquier país con un índice de delincuencia alto me la roban a punta de pistola. Que se de buena tinta que este tipo de peligros son el día a día de los aventureros de los viajes (internacionales en este caso) en bicicleta.  

Con un presupuesto de menos de 50 € hay mucho donde elegir. Varios cuadros Rockrider fueron a mi sección de favoritos. Un Trek me tentó pero se iba de presupuesto. Y a puntito estuve de comprar un Specialized Hardrock. Pero entonces vi por un precio que no pude rechazar una bici completa que cumplía con todos los requisitos. Y al preguntar si seguía disponible y sin yo pedirlo, el vendedor, que tenía cierta urgencia por venderla para hacer hueco en el trastero, me hizo una rebaja del 25%. Y estaba a apenas cinco minutos en coche así que no tuve dudas y un buen sábado a costa de perder la posibilidad de echarme la siesta fue a buscarla y me traje a casa una Conor PRO 750 SP.

Lo de SP seguro que es por los colores de la bandera de España. Yo creo que es una especie de edición especial limitada porque tirando de hemeroteca no he encontrado este modelo en los listados de precios que traían hasta no hace tanto las revistas del sector. 

De esta bicicleta me interesa solo el cuadro, de acero del malo, de mi talla, con roscas... vamos, que cumple todas las condiciones. La idea es desmontarla pero no pude resistir la tentación de darme una vueltita con ella para ver qué tal iba. Tuve que ajustar el cambio y el freno trasero además de lubricar la cadena que tenía polvo del parque de Polvoranca desde 1996. Por lo demás estaba, aparentemente, en orden de marcha.

No me costó mucho identificar el grupo. Toda la transmisión y los frenos son Shimano Alivio. En concreto de la tercera serie, de 1996 como podemos consultar en la web de Shimano.  


Triple plato de 42,32 y 22 dientes y bielas de 170mm. Algún diente del plato grande estaba "mellado".

Siete coronas en el casete 11-28 prometiendo 21 velocidades. Todo un reclamo para la fecha. Con el odioso protector de plástico que evita que la cadena caiga al interior de la rueda que solían llevar las bicis de calidad discreta por entonces. Y con dos roscas como dos soles en cada puntera a las que les puse unos tornillos (y se han quedado puestos) para comprobar que las roscas estaban intactas. 

Dirección roscada y potencia de 120mm con cierto ángulo positivo. Manillar estrecho de aluminio. La postura no es exageradamente "racing" para la época pero sé que yo no aguantaría muchas horas encima de esta bicicleta. Se nota la dirección algo nerviosa. Será, imagino, por tener un ángulo de dirección tirando a vertical, como solía ser habitual   

En 1996 la horquilla de suspensión ya empezaba a formar parte de los componentes de las gamas medias y bajas. La que trae esta Conor es terrible, Dará apenas 40 o 50 mm y funcionando con muelles y sin ningún control de rebote es imposible no hacer tope en extensión al levantar la rueda delantera del suelo, Pero precisamente por ser de muelles sigue funcionando bien después de tanto tiempo. Si fuera de elastómeros (gomas) estos se habrían podrido. Si fuera de aire o de aceite o ambos tal vez las juntas se habrían echado a perder. Esta, como digo, funciona como el primer día: mal.

Y además, por primera vez, he notado la falta de rigidez. Cuando giraba bruscamente notaba como las zapatas del freno (cantilever también Alivio) rozaban la llanta.

Puños (grises) de espuma, acoples de manillar (cuernos) rojos a juego con el cuadro y manetas de freno y pulsadores Alivio. Para frenar con un mínimo de garantías hay que usar los 4 dedos pues las zapatas están cristalizadas. 


El sillín, gris como los puños (me flipa la combinación) tiene un pequeño desperfecto. Tras tantísimos años es inevitable que una bici esté impecable. Es mullido y ancho. Tiene pinta de ser cómodo, veremos cómo se lleva con mi trasero tras varias horas de uso. No tiene ni hueco ni carril central ni ninguna de estas moderneces. 


Las cubiertas también son grises para completar el espectáculo cromático. De 1,95 de ancho como solía ser estándar en la época. Están un poco cuarteadas por el paso del tiempo. Son propias de la marca Conor. 


El aro delantero presume de ser de aluminio y también lleva la pegatina de Conor. 


El aro trasero, en cambio, es de la marca Rigida. Tal vez no sea el original. A los bujes nos les he encontrado indicativo alguno.


He tenido la oportunidad de pesar la bici y daba 14,74 Kg. Nada más y nada menos. Creo que esta bici, en su día, puso dar muchas satisfacciones a su propietario. Si ese individuo hubiera sido yo sé que me las habría dado.

Pero ya volviendo a casa tras un paseo de apenas 5 kilómetros sucedió que la bici comenzó a hacer cosas raras. Al dejar de dar pedales la cadena perdía la tensión. Fijaos en la cadena en el siguiente vídeo:

 Sin duda tenía que hacerle algo de mantenimiento al núcleo porque no es normal que los pedales giren cuando se lo mande la rueda trasera tal y como podéis ver en este otro vídeo, ya en casa:

Lo solucioné, al menos de manera temporal como podréis ver en otra futura entrada.

Y siendo que la prueba la hice un viernes por la tarde, al día siguiente a media mañana así es como está el cuadro. Peladito esperando recibir componentes tras una buena limpieza con desengrasante.

Tal vez todo esto, mis intenciones de hacer una escapada, un viajecito en bici... se queden en nada. El tiempo lo dirá. Pero estoy disfrutando de lo lindo y, qué queréis que os diga, los 30€ que he pagado por la bici los estoy disfrutando simplemente con escribir esta entrada. Y vendrán más, prometo compartir el proceso para vuestro regocijo.

Mantenimiento de núcleo fallido. Perdedorismo 100%

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En la entrada anterior os contaba que movido por una necesidad imperante había adquirido una bicicleta de montaña Conor PRO 750 SP de (calculo) 1996 en razonablemente buen estado. Y que había salido a dar una vuelta con ella en parte para hacer unas fotos que ilustrasen la entrada y en parte para probarla antes de desmontarla por completo.

Pero ya llegando a casa empecé a notar un comportamiento extraño en la rueda trasera que se fue agudizando hasta imposibilitar el uso de la bici porque el núcleo que quedaba "atascado" y la rueda libre no funcionaba. En otras palabras, cuando dejaba de pedalear, el casete seguía girando en vez de quedarse quieto parao (es cuando la rueda por mediación de los trinquetes del núcleo hacen ese sonido de bici tan maravilloso) y eso hacía que la cadena se destensara hasta que la rueda libre volvía a funcionar de nuevo y se recuperaba la tensión de golpe.

En este vídeo corto parece que estoy entrenando para abrir cajas fuertes pero con la rueda y el casete desmontado se ve claramente (casi al final del vídeo) cómo el núcleo se atasca cuando trato de girarlo en sentido antihorario.

Claramente el núcleo necesitaba un mantenimiento consistente en desmontaje, limpieza, lubricado y vuelta a montar. Y me puse manos a la obra esa misma tarde. 

Vemos que en el eje trasero tenemos un sistema de conos y tuerca-contratuerca tradicional. 


Lo más sencillo es sacar todas las tuercas de uno de los lados. En mi caso del lado contrario al núcleo. Tendremos que aplicar una llave a cada lado del eje o este rotará y no podremos aflojar las tuercas.


Una vez flojas es más rápido terminar de sacarlas con la mano. Esta pieza que veis en mi mano es el llamado "cono".


Y eso me permite sacar el eje por el lado del núcleo sin necesidad de quitar tuercas por este otro lado.


Tras retirar el eje ya podemos ver las bolas. Y mucha mierda en el ala del buje, por cierto. 


Quitamos el guardapolvos y las bolas quedan al descubierto. En el lado del núcleo hacemos lo mismo y sacamos las bolas de ambos lados.


Limpiamos bien las cazoletas donde se alojan las bolas.


Por ambos lados. Retiramos los restos de la grasa antigua. Observad esas dos muescas en los laterales de la cazoleta de las bolas del lado del núcleo.


Y limpiamos el hueco del eje. Unos cordones viejos vienen muy bien para hacer esta limpieza haciéndolos pasar de lado a lado.


Ahora viene lo importante. Porque el fallo es del interior del núcleo y lo que hemos hecho de momento no solucionaría el problema. Es necesario desmontar el núcleo del buje. Es frecuente que esto se haga con una llave allen grande, pero en el caso de este núcleo hay que usar una llave específica que no tengo para desenroscar la cazoleta. Así que la solución, según he visto en vídeos de Youtube, es darle con talento con un destornillador plano de manera tangencial. 


Pero, para mi vergüenza (he aquí el fail proio de Perdedores BTT) he tenido huevos a sacar la cazoleta por muchas ganas que le ponía a la hora de dar martillazos. Así que, sabiendo más o menos que el problema vendría derivado de la falta de uso opté por echarle aceite a la ranura entre la cazoleta y la superficie interior del núcleo con la idea de que el aceite penetrara y limpiara/lubricara el cuerpo interior del núcleo resolviendo así el problema.


La cánula del spray de aceite me vino de perlas en esta ocasión. Tras aplicar bien aceite hice girar el núcleo un buen rato para que este se repartiera uniformemente.
Tocaba ahora volver a montar empezando por aplicar una buena cantidad de grasa en las cazoletas de las bolas.


Y luego colocarlas aprovechando que se quedarán pegadas en la grasa.


Queda poner el eje y hacer bien el juego de tuerca-contratuerca para apretar los conos y que la rueda gire feliz sin tener holgura. 

La operación, si bien hubiera requerido del desmontaje completo del núcleo, parece tener éxito. En el siguiente vídeo podéis ver cómo la rueda libre vuelve a funcionar.


Ya no se mueven la cadena y los platos y bielas al girar la rueda trasera.

Una ruta que no defrauda y dos nuevos perdedores (13/02/2022 - El Escorial - Zarzalejo - Valmayor)

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Juntarme con los colegas de siempre para montar en bici es para mí motivo de alegría pero si además se apuntan a la ruta dos ciclistas "inéditos" en Perdedores BTT me pongo tan contento que no sé ni por donde empezar a escribir esta crónica. Así que empezaré presentándoos a los nuevos miembros de esta modesta comunidad de amigos: Javi es amigo mío desde siempre aunque durante unos pocos de años, por circunstancias de la vida, se nos hubiera olvidado. Que el ciclismo de montaña, afición que compartimos, haya servido para canalizar un reencuentro tan gratísimo solo sirve para sumar un punto positivo más en la cuenta de este magnífico deporte. Javi tiene una preciosísima Specialized Stumpjumper y dos piernas como dos jamones que cuando se ponen a funcionar complican (bastante) la tarea de seguir su rueda.    


Por su parte, Natalia venía saliendo en bici con Jaime, Ángel, Simón y otros amigos de Guadarrama (de dudosa existencia algunos) desde hace una buena temporada y tras cambiar su antigua bicicleta de gama bajísima por una más que aceptable MMR Kendo el salto cualitativo ha sido significativo. El pasado domingo 13 pudimos disfrutar de su compañía y admirarnos con su fuerza porque puedo garantizar que mueve mucho, mucho (pero mucho) desarrollo. 


Jaime, el Bombi, Sergio y un servidor completaríamos el grupo de 6 para salir a rodar a las 9:30 con la previsión amenazando lluvias pero con el sol luciendo a ratos en el cielo y con una temperatura bastante agradable para ser el mes de febrero en El Escorial, en la sierra de Madrid. 

El recorrido elegido en esta ocasión es uno bien conocido y que no ofrece dificultades físicas (más allá de las que queramos buscarnos nosotros mismos) ni técnicas de especial relevancia. Además, siendo que en vez de subir a la Silla de Felipe II, como solemos hacer cuando hacemos esta ruta, el Bombi nos propuso rodar por un sendero (precioso) que nos lleva hasta, casi Zarzalejo el desnivel positivo acumulado es casi de risa.


Salimos del aparcamiento de la Renfe de El Escorial y callejeamos un poco hasta cruzar la M505 con cuidado y talento y pasar por encima del puente de piedra sobre el río Aulencia y girar a la derecha, ya pisando tierra, para recorrer los escasos metros que nos separan de las vías del tren. Circulamos en paralelo a las mismas durante breves momentos para cruzarlas por la primera pasarela que nos encontramos. Seguimos rodando por pista en paralelo a las vías, pero esta vez al otro lado de las mismas dejando a la derecha el maravilloso Bosque de la Herrería. 

El ritmo no era malo pero de pronto nos encontramos con un repecho que nos terminó de calentar las piernas. Muy corto, pero con con buena pendiente. Y poco después, los restos de la calzada romana.

Tocaba echar pie a tierra y empujar la bicicleta. Solo especialistas muy avanzados serían capaces de subir en bici por esos pedrolos. 

El recorrido continúa intercalando tramos de sendero sinuoso (y divertidísimo) con tramos trialeros de roca puesta a mala idea. Y siempre picando un poquito para arriba. Quien más, quien menos, tenemos que echar pie a tierra cuando nuestra rueda delantera se atranca en algún escalón. ¡Cómo tiene que molar hacer ese sendero en sentido contrario! Tendremos que buscar alguna ruta que lo recorra. O hacer esta misma, pero en sentido contrario. Sin duda un acierto por parte del Bombi el sustituir la subida por asfalto a la Silla de Felipe II y su correspondiente bajada por pista por este camino alternativo, mucho más disfrutón. 

Llegamos a las inmediaciones de Zarzalejo casi sin darnos cuenta y tomamos hacia la izquierda la  M533 durante apenas doscientos metros para cruzar de nuevo por encima de las vías del tren y volver a coger el camino de tierra que nos cambia la dirección para poner rumbo hacia el embalse de Valmayor. Tres kilómetros y medio de diversión. Comienza siendo una pista ancha pero a ratos se estrecha, tiene piedras, saltos... Es pedaleador, no tiene pendiente suficiente como para dejar rodar la bici y avanzar gracias a la inercia, pero se disfruta enormemente. 

Debido a las diferencias en cuanto a técnica del heterogéneo grupo que formamos y que algunos conocemos el sendero y otros no, vamos llegando hasta pista ancha en la que muere el sendero poco a poco. Todos satisfechos, todos con una sonrisa en la cara. Y algunos recordando que la última vez que pasamos por esta zona el sendero estaba tan inundado que tuvimos que saltar el muro de piedra de una finca colindante para poder avanzar ya que el agua hacía imposible el paso. 

El siguiente tramo tampoco deja indiferente. Otros dos kilómetros y medio de disfrute, de esquivar rocas y raíces, de agacharse para no topar con las ramas de los árboles y de cruzar arroyos (bueno... solo uno).


Lleva cerca de un mes sin llover en Madrid y se nota. Nada de charcos y el arroyo se cruza sin mojarse, no como en otras ocasiones que era fácil salir de este tramo con los pies mojados.

Seguimos nuestra marcha y nos toca cruzar la M600 y tomar la llamada "Vereda de los Vaqueros" que tras un rapidísimo descenso por pista ancha (Strava marca de máxima 54,9 Km/h pero a mí me parece mucho) nos lleva a la Ermita de Nuestra Señora de la Esperanza y, tras cuatro pedaladas más, a la orilla del embalse de Valmayor, esta vez bastante alejada del camino como consecuencia de la ya mencionada ausencia de lluvias.


Hay senderos que recorren todo el perímetro del embalse de Valmayor. Apenas tienen desnivel y son muy divertidos. Rodeamos la parte oeste del embalse recorriéndolos. Tenemos que cruzar el río Aulencia, que alimenta de agua el embalse, por uno de los pasos que hay a tal efecto. En esta ocasión no representa ninguna dificultad porque apenas lleva agua,


Enlazamos con la parte más septentrional recortando por el interior. Esto supone subir una cuestecita de más o menos un kilómetro que nos recuerda que estamos practicando ciclismo de montaña. Cada cual pone su ritmo. Javi, arranca la moto y llega arriba el primero con tiempo de echarnos fotos a todos según vamos llegando. El Bombi y Sergio en primer (segundo) lugar.


Seguidos de Natalia.


Jaime y yo, de cháchara, en último lugar.


Llegamos a la pequeña presa que hay al norte del embalse y dejamos Valmayor para recorrer la preciosísima y divertidísima senda de los arroyos. El Bombi y Javi van delante y Sergio y yo tratamos de seguirles el ritmo pero se nos hace durísimo y como quedan todavía cercad e 15 kilómetros de ruta decidimos dejarles ir para descanso de nuestro corazón que a punto estaba de salírsenos por la boca. Al final de esta senda giramos a la derecha para subir hasta las vías del tren, pero antes nos reagrupamos. Sergio y yo llegamos al encuentro de Javi y el Bombi y minutos después se incorporan Jaime y Natalia, que iban por detrás. 

Tras cruzar las vías por el paso elevado toca rodar por la última parte de la ruta, el camino de las siete cancelas que nos llevará por la dehesa hasta El Escorial. Pero nada más abrir la primera puerta Javi se da cuenta de que su rueda delantera está muy floja. Localiza un maldito abrojo como causante de tan desafortunado acontecimiento. Se supone que el líquido tubeless debería de haber tapado el pinchazo, pero no ha sido así. De manera que sacando del compartimento SWAT de su Stumpjumper una bomba y dándole un poco de aire a la rueda, tras quitar el abrojo podemos comprobar que el aire se escapa irremediablemente. El líquido parece estar seco. Como somos gente previsora yo saco de mi mochila una herramienta para sacar el obús de su válvula presta y Jaime un bote con líquido tubeless con aplicador. Metemos una pequeña cantidad fácil y cómodamente, volvemos a enroscar el obús y tras dar aire comprobamos que poco a poco el líquido trabaja correctamente y tapa el pinchazo en un periquete. 


¡Qué gusto da resolver este tipo de incidencias rápidamente! Pudimos continuar nuestro camino sin más incidentes. 

El camino de las siete cancelas se llama así por algo. Hay que atravesar tal número de portones. Esto es un alivio porque, claro, para abrir y cerrar las puertas hay que parar. Y siendo que estas se encuentran cada x kilómetros es un alivio encontrarlas para poder tomar aire. Porque el Bombi y Javi se pusieron a abrir gas y además con viento en contra. Sabiendo que quedaban pocos kilómetros de ruta a uno no le importa dejarse un poco más la piel, pero aquello era insostenible. Sergio y yo nos aliamos para colocarnos primeros y rodar en paralelo tras pasar por uno de los portones e impedir así que nos adelantaran y ser nosotros los que marcáramos el ritmo... pero la pista era ancha e "indefendible" así que a las primeras de cambio ya nos vimos de nuevo rodando a todo lo que daban las piernas. Pero no hay mal que mil años dure y tras cruzar al última cancela alcanzamos el casco urbano de El Escorial.

Y como habíamos corrido nos dio tiempo de tomar un par de rondas de cerveza en una terraza al sol comentando sobre la ruta y sobre la vida en general, que no hay mejor premio a tan exigente esfuerzo como veníamos de realizar.

Gracias, Javi y Natalia, por acompañarnos en esta ocasión. Espero que sea la primera de muchas. Ahora ya sois orgullosos Perdedores con todo lo que ello supone. Y gracias al resto de amigos por atender a la convocatoria, que hacía tiempo que no rodábamos juntos y las buenas costumbres no deben perderse.

Ciclismo en familia - Entre Arroyomolinos y Móstoles (12/02/2022)

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Pocos días se lo pasa uno tan bien como rodando tranquilamente en familia, viendo como los más pequeños disfrutan de la naturaleza (interurbana) mientras descubren un deporte que tantos buenos momentos nos depara a los mayores. 

El pasado sábado 12 de febrero tuvimos la ocasión de vivir uno de estos días celebrando, además, la primera ruta en bicicleta del benjamín de la familia, el ya Perdedor Miguel, que con tan solo 5 años (casi 6) y con una bicicleta con rueda de 18" y sin las comodidades del cambio de marcha recorrió los 15 kilómetros establecidos por la organización (bien ricos) sin protestar.   


Arroyomolinos es un infierno de cuestas (muchas de ellas para arriba) así que encontrar un recorrido mínimamente llano tiene su aquel. Tanto es así que no fue posible diseñar un recorrido 100% circular y tuvimos que jugar con la localización de los coches a la salida y a la llegada para ir de un punto a otro sin obligar a los pequeños a subir cuestas muy duras porque queremos que se aficionen a este deporte, no que nos odien como progenitores. 

De manera que  comenzamos a rodar en la Avenida de la Unión Europea, en una de las partes más altas. Pero esto no nos libró de dar pedales cuesta arriba unos cuantos metros, hasta alcanzar la Avenida de Portugal, que une Arroyomolinos con Móstoles por el norte. Paralelamente a esta carretera encontramos una senda, ya llana, que es la que utilizamos para rodar cómodamente hasta llegar a Móstoles.

Llegamos casi sin darnos cuenta a la Avenida de la Vía Láctea de Móstoles y tomamos el carril bici en sentido sur. Es un carril un poco estrecho, todo hay que decirlo, pero siendo ligeramente cuesta abajo se rueda cómodamente por él. 

Son apenas un par de cientos de metros porque poco después giramos a la derecha para poner rumbo de vuelta por el Camino de Arroyomolinos.

Este camino discurre entre campos de labor en los primeros kilómetros y salvo algún tramo con ligera pendiente es básicamente llano... o cuesta abajo. 

Cuando el camino pica para arriba, Miguel necesita un poco de asistencia que le presto gustosamente. Al principio le daba un poco de miedo, al final me sacaba el codo como los ciclistas de carretera cuando piden un relevo para que le enganchara y subiéramos juntos las cuestas. Voy a ver si engaño a alguno de los perdedores para que haga lo mismo conmigo cuando toque subir un repecho duro. 

Al la altura del Arroyo de Valdearenal, tras una pronunciada bajada, decidimos hacer un descanso para tomar un refrigerio. Hacía un día excelente y no teníamos prisa ninguna. Fue más por gusto que otra cosa porque no habíamos gastado demasiadas energías, pero... ¿Quién dice que no a unos kikos? Yo no conozco a nadie.  

El camino deja los campos de labor y comienza a discurrir entre árboles paralelamente al Arroyo de la Arroyada. Estamos recorriendo la parte más bonita de la ruta. Además es completamente llana para uso y disfrute de todos, especialmente de los más pequeños que aprovechan para aprender a hacer caballitos y derrapar. 

Nos estamos acercando a Arroyomolinos y el "tráfico" se incrementa. Muchas familias, como nosotros, han aprovechado la mañana de sábado para salir a dar un paseo. Pasamos por debajo de la Avenida del Atlántico y llegamos a la zona urbanizada pero el camino continúa, esta vez convertido en parque y carril bici. 


Y casi sin darnos cuenta llegamos al final de la zona arbolada y hemos de tomar una difícil elección: continuar un poquito más por el Camino de Forjadores para visitar las ruinas de un molino o dar por terminada la ruta. Miguelito toma la decisión por todos, dice que no está cansado y que no le duele el culo... ¡Así que seguimos!   

Este trecho tiene más cuestas y se nota. Si bien los mayores tenemos fuerzas de sobra para subirlas, Miguel necesita que su motor particular (yo) pase del modo de asistencia ECO al NORMAL. Sin problema, aún tenemos batería.

Nos tomamos una instantánea en el molino y ponemos rumbo de vuelta. Miriam se adelanta hasta el punto donde ha dejado esa misma mañana su coche para la logística de la vuelta pero nos sorprende con una nevera llena de aperitivos y refrescos (y cerveza) que nos vinieron a las mil maravillas para terminar esta ruta por todo lo alto.


Un día genial. los niños recorrieron los 15 kilómetros sin protestar. No parecen muchos pero haced memoria y recordad vuestras primeras salidas en bici. Poned además en valor el tipo de bicicleta empleada y la edad y llegaréis a la conclusión de que no es moco de pavo recorrer esta distancia manteniendo la sonrisa.

Estoy segurísimo de que disfrutaremos de muchas rutas en familia más (con su comilona asociada, claro).
¡¡¡Ya estoy pensando en la siguiente!!!

Ganadería extensiva, ciclismo pausado y extravagancia en los vestires

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Aprovechando que en Madrid los niños no han tenido clase ni viernes 25 ni lunes 28 de febrero con motivo del Carnaval (o semana blanca.... o lo que sea) hemos aprovechado para hacer una escapadita al pueblo, a Conquista.
No dejo pasar la oportunidad de salir a dar una vuelta en bicicleta pero como  hemos traído la lluvia con nosotros y viernes y lunes teletrabajo solo tengo opción de salir el domingo. No desaprovecho la oportunidad y tras cambiarle las cubiertas a la bicicleta que uso aquí me visto con ropa ciclista de la vieja y salgo a recorrer una de mis rutas de cabecera por estos montes a ritmo muuuuuy tranquilo, disfrutando de todo lo que veo y de cada pedalada. 

La bici, una  llevaba unas ligerísmas Maxxis Larsen TT en medida 1,90 que me van a venir muy bien para otro proyecto (la bici que voy a preparar para excursiones familiares y viajes). En su lugar he montado unas Michelín Country Trail de 2 pulgadas, algo más anchos que los Larsen TT y que la bici ha agradecido mucho al ser más polivalentes y tener más balón. Evitaré así incidentes lamentables por llantazo como el que sufrí hace un tiempo bajando a saco por una pista de piedras al encontrar los límites de las cubiertas como expliqué en esta otra entrada


He comentado que me vestí con ropa ciclista de la vieja. Me gustaría matizar, porque aquí interviene otro de los grandes placeres de venirse a la casa del pueblo: ponerse ropa pasada de moda. Cuando vengo a Conquista no me traigo maleta. Aquí tengo ropa que voy "retirando" de la circulación de manera que me paso todos los días de mi estancia usando un chándal de cuando estaba en la universidad o las primeras camisetas técnicas térmicas que compré, hará ya más de 15 años, y que he ido sustituyendo en Madrid por otras de más calidad. ¿Qué se hace con esa ropa? ¿Se tira? de eso nada. Se DISFRUTA en la casa del pueblo. Y me consta, porque lo tengo hablado con colegas, que no soy el único raro al que le produce cierto placer "desactualizarse" de vez en cuando. Con la ropa de ciclismo pasa lo mismo, naturalmente. 


Las de la foto son la primeras zapatillas de ciclismo de montaña que compré. Unas Shimano semirrígidas que cumplen más que de sobra. Tendrán sus buenos 18 años. Calcetines de montaña para llevar los pies razonablemente calientes y unas mallas de running en vez de un culote largo. En la parte superior del cuerpo una camiseta térmica verde chillón, un forro polar fino y el primer cortavientos que compré específico para ciclismo, de la marca Rockrider y que me hizo ver, en su día, la necesidad de aprovisionarme con ropa adecuada porque ir vestido con propiedad marcaba la diferencia especialmente en invierno. Mochila, casco, guantes y gafas de primer precio de Decathlón. Complementos todos ellos poco glamurosos pero cumplidores. 

En resumen, entre la bicicleta "vintage" y la indumentaria a base de restos de serie el postureo se resiente... pero me encanta. 

Comencé la ruta saliendo del pueblo en sentido sur en paralelo al cauce del Arroyo Grande, que apenas lleva agua por culpa de la sequía asquerosa que venimos arrastrando. La tónica general es disfruta del campo que llevo tanto tiempo sin visitar. Llevo sin venir desde el verano y durante los meses de calor el campo está feo y no merece mucho la pena. Ruedo por lo que en su día fuera un trazado ferroviario del que queda testimonio en forma de los característicos edificios, ahora ruinosos, que servían de apeaderos o de puntos de servicio del tipo que sea. 

Esta es una foto "de archivo" de un año que no faltaron las lluvias

El perfil de esta primera parte de la ruta es ascendente pero no se atraganta en ningún momento. Ruedo tranquilo escuchando a las ovejas balar y a los perros ladrarme. Porque donde hay ovejas sueltas suele haber mastines cuidándolas. Ya no me asustan tanto como al principio. A alguno, de hecho, le sorprendo echándose una siesta y he aprendido que con muchos de ellos sirve "identificarte" como ser humano hablándoles. Algunos empiezan a mover la cola. Curiosamente los que me ladran enfadados son los que están detrás de una alambrada, que incluso me persiguen unos metros... yo por el camino y ellos en su cercado. 


Veo a muchos, muchos corderos. Esto me recuerda a uno de los acontecimientos sociales más importantes de Conquista durante los tiempos pre-pandemia: la feria del cordero. El ayuntamiento pone a disposición de los hosteleros locales corderos para asar y se montan unas carpas enormes para dar cobijo a gente de toda la provincia (y las colindantes) y se come y se bebe en abundancia y de calidad. Este año 2022 se celebrará una versión "ligera" del evento, en los bares en vez de en la carpa. Pero es un símbolo más del fin de las restricciones y de la vuelta a la anhelada "normalidad" pre-covid.


Me alegra ver que se ha invertido algo de presupuesto en señalizar rutas senderistas y en instalar carteles explicativos de las características del paisaje y la arquitectura tradicional de las explotaciones ganaderas, como las zahúrdas. Como asiduo visitante pero sin perder el criterio del urbanita "amante" del campo siempre he pensado que Conquista podría sacar mucho provecho económico del entorno natural que le rodea. Hay una red de mil caminos para poder rodar en bicicleta, caminar o correr. Hay pesca, caza, una gastronomía excelente... lo que no hay hoy en día es donde alojarse. Hay una posada, pero lleva un tiempo sin ser explotada porque seguramente no saldrá a cuenta. Naturalmente, porque no hay demanda. Posiblemente, porque no hay oferta. Por eso me alegra tanto ver carteles como el de la foto.  


Existe un circuito de pruebas BTT que recorre todo el Valle de los Pedroches .En febrero de 2018 se celebró una prueba en Conquista. Tuvo éxito hasta donde sé... pero no se ha vuelto a celebrar. 


Sigo mi recorrido parsimonioso con la cabeza puesta en todas estas cosas que os voy contando y tomo el camino hacia el embalse de la Saucedilla congratulándome una vez más de encontrar señalización. 


A pesar de haber estado todo el viernes lloviendo y haber caído algo de agua también el sábado no hay barro. Tan seco estaba el terreno que ha absorbido el chaparrón y el estado de los caminos es ese perfecto puntito de humedad que evita que se produzca polvo y da un agarre excelente sin llegar a lastrar. Perfecto a fin de cuentas.

Tras pasar por debajo de las vías del AVE Madrid-Sevilla vuelvo a ver representación del tipo de ganadería extensiva (de la buena, ya sabéis) que se explota en esta zona. Un buen número de vacas descansan junto a sus terneros y me miran curiosas como pensando....¿Qué hará el mamarracho ese echándonos fotos como si estuviera en un museo? En realidad este pensamiento es de mi cosecha, pero lo proyecto a las vacas como para quitarme protagonismo. Sabed, queridos lectores, que con tal de ilustrar mis salidas en bicicleta para vuestro deleite no me importa lo que las vacas puedan pensar de mí. 


Pero la gran joya de la corona es el cerdo ibérico. No en vano existe la denominación de origen Los Pedroches. Y está por descubrir. Comprad un jamón aquí y no os defraudará.  


Mi camino me lleva a cruzar primero el arroyo de Pedro Moro y luego el río Guadalmez, que hace de límite natural entre Andalucía y Castilla la Mancha. Ambos sequísimos también. Cuando paso por aquí sorprende la cantidad de conejos que se cruzan en el camino. Reconozco haber puesto el móvil a grabar para enseñároslo pero quedarme con un palmo de narices al ver solo un par de estos animales correr a lo lejos. Me explico a mí mismo que es por la hora. Es cerca de medio día y habitualmente es muy temprano cuando suelo pasar por aquí. Hoy no he podido salir antes. 

Fuerzo el cambio de la bici en una pequeña rampa y estoy a punto de liarla bien gorda. El tope superior no está bien regulado y se me sale la cadena hacia dentro.


De milagro me da tiempo de sacar las calas y no caerme al suelo de lado. Ese cambio requiere de un ajuste pero como estoy apenas a 100 metros de La Saucedilla, decido acercarme hasta allí en vez de sacar los avíos en mitad del camino.


Este, junto al parque de Polvoranca y el embalse de Ciudad Ducal es uno de mis lugares preferidos. Es raro que venga al pueblo y no acabe acercándome por aquí. Y siempre que alguien viene de visita acabamos viniendo al embalse igualmente.

Otra foto de archivo... de cuando era todo orejas y nariz

Cuando Jaime empezaba a dar pedales. Ahora no hay quien le pare

Paro en una piedra que hay a modo de mesa junto a las ruinas de un edificio y saco las herramientas con intención de apretar un poco el tornillo del tope del cambio. Creo que voy a invertir 20 eurillos en una multiherramienta en condiciones. La que llevo es del chino y el tronchacadenas está literalmente roto. Cualquier día voy a tener un percance. Es probable, además, que la solución vulcanizante de los parches esté seca. Llevo dos cámaras como precaución.

Y a los más observadores no os habrá pasado desapercibida la caña de pescar. No la llevo en la mochila habitualmente, claro, pero sí con recurrencia. No hay mayor placer en el mundo que ir en bici a pescar si es que nos gusta la bici y la pesca.


Pongo camino de vuelta y cojo la carretera entre Fuencaliente y Conquista. Está hecha una mierda desde que la conozco. Pasa junto a la finca La Garganta, donde se conocieron un tal Juan Carlos y una tal Corinna, y siendo malpensado se me ocurre que tal vez la empresa gestora de la propiedad tenga cierta influencia e impida que esta carretera se arregle porque no conviene que aumente el tráfico...no sé.


Este tramo se hace aburrido. Lo único bueno es que se ven perdices y con suerte ciervos. Un descenso vertiginoso me lleva a cruzar de nuevo el río Guadalmez. De seguir por la carretera llegaría a Conquista pero prefiero salirme a la izquierda y rodar por camino. Y decido seguir por un tramo que solo he recorrido una vez y de esto hace 10 años. Tiene algún tramo del 15% que pone a prueba el desarrollo de mi bici (plato de 30 y corona de 40) pero consigo superarlas con un poco de esfuerzo. La vez anterior Lude y Raúl me acompañaban y siempre iba arrastrado detrás de ellos. Esto sucede junto a la vía del AVE tras pasar por el viaducto que salva el río. Un obrón que dio trabajo a gente del pueblo durante una buena temporada. 


Y casi sin darme cuenta llego de vuelta al pueblo y me sorprendo a mí mismo apretando los pedales en las calles antes de llegar a casa donde un merecido premio en forma de montado de morcilla local me supo a gloria bendita.

Vendré mil veces más al pueblo y repetiré esta misma ruta cada una de ellas. Y en cada ocasión me vestiré con ropa vieja y miraré a los animales embobado. Y repetiré la misma foto en el mismo sitio. Y cada vez que pase por determinado punto me acordaré de aquel año que llovió tanto y de cómo corrían los arroyos. Y me llevaré la caña de pescar para probar suerte y llegaré a la casa contento. Y el pincho de morcilla será un manjar, eso seguro. Y si vienen colegas o familia conmigo entonces será uno de los mejores días del mundo.

Poniendo a punto la bici vieja de Jesús - Mantenimiento de frenos Avid

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Jesús ha cambiado de bici recientemente y por motivos de espacio necesita deshacerse de la que estaba usando hasta ahora: una excelente Trek Fuel EX 8. Pero para venderla hay que hacerle mantenimiento, que algunas cosillas no estaban funcionando como deberían.


La maneta del freno trasero, un Avid Elixir 5, se quedaba atascada como podéis ver en el siguiente vídeo:


No retornaba a su posición inicial. Cada vez que se usaba era necesario volver a ponerla en su sitio de forma manual con el engorro que eso suponía.

Investigando sobre el problema enseguida encontré este vídeo en el que se explica que estos frenos solían fallar de esta manera y que Avid en su día puso a disposición de los clientes un kit de servicio para solucionarlo. Pero antes de gastar 25€ he preferido desmontar y limpiar a ver si eso soluciona el problema. De manera que he seguido los pasos (perfectamente explicados) del vídeo que he mencionado y al que os referencio pero como he ido sacando fotos voy a documentar el proceso para aquellos de vosotros que prefiráis ver fotos en vez de estar pausando el vídeo continuamente después de cada paso.

En primer lugar veamos qué herramientas y materiales necesitaremos.


  • Líquido de frenos DOT-4
  • Juego de llaves allen
  • Kit de purgado para Avid
  • Destornillador phillips pequeño
  • Llave fija del 8 o llave inglesa
  • Papel o trapos
  • Grasa, que no está en la foto
  • Talento, que no se puede fotografiar
  • Paciencia, que hay algún paso que se las trae
  • Alicate seeger, de esos que acaban en puntas. 

Lo primero que haremos, por precaución, es quitar las pastillas de la pinza para no contaminarlas con el aceite que saldrá del circuito.


En este modelo de freno van sujetas con un tornillo que sacamos con su correspondiente llave allen.

Tras sacar las pastillas y ponerlas a salvo de salpicaduras nos fijamos en un tornillo de cabeza phillips que hay en el regulador de distancia de la maneta.

Lo sacamos sin dificultad con el correspondiente destornillador. Ojo con perderlo que es pequeño.

Habiendo sacado este tornillo podemos sacar el "principal", por la parte interior de la maneta del freno. Se trata de un tornillo allen.

Mide unos 4 centímetros y tiene un hueco por el que pasa el tornillito que hemos quitado antes. Así es fácil entender que al girar la rueda que regula el "reach" lo que hacemos en realidad es girar este tornillo. 

Con este tornillo fuera podemos sacar también el muelle y la rueda del "reach".

Así es a fin de cuentas cómo van montadas estas piezas que hemos ido desmontando:

El siguiente paso es desmontar el pasador que une la leva con el cuerpo de la maneta. Yo me ayudo de una llave allen mediana. Hay que hacer algo de presión pero se consigue de manera más o menos sencilla.

Sacamos la leva y vemos el pistón que presiona sobre la bomba del hidráulico.


Para facilitar los siguientes pasos desmontamos el latiguillo de la maneta con una llave plana.


Tenemos que desmontar la bomba. Atención ahora que viene la parte delicada. Si nos fijamos en el interior vemos entre la suciedad un circlip o anillo seeger de pláscico. Como no tengo a mano los alicates adecuados para sacarlo me ayudo de un par de llaves allen de 2 mm y de mucha paciencia y algo de talento. 


Consigo sacar el cuerpo de la bomba con su muelle y todo. Este muelle es el responsable de que la leva de freno vuelva a su sitio.


Vemos en el interior de la maneta la ranura en la que iba alojado el circlip.


Es el momento de limpiar todo bien. a simple vista parece que la bomba y su muelle están operativos.
Así es como opera el freno hidráulico: la leva acciona el émbolo que presiona la bomba que empuja el aceite por el circuito hasta la pinza, que acciona los pistones con las pastillas contra el disco. 


Una vez que todo está razonablemente limpio vamos a montarlo de nuevo siguiendo el procedimiento inverso pero aplicando grasa a las partes móviles para darle suavidad al asunto.


Voy comprobando en cada paso que la leva retorna bien. Sin montar la rueda de ajuste de "reach" y su correspondiente muelle todo funciona perfectamente:


Me acojono cuando coloco la rueda y el muelle en su sitio porque la maneta se vuelve a quedar atascada!


¿Sería este el problema desde el principio? dando una vueltita a la rueda de "reach" consigo que la leva opere con normalidad.


Vamos a cambiar el aceite de los frenos, que le va a venir bien. Para ello compré un kit para frenos Avid que me ha sorprendido por lo mucho que simplifica la tarea.


Lo primero que hago es montar las jeringas. Coloco el latiguillo con las roscas correspondientes para que no se salga nada de aceite de frenos.


El otro extremo irá enroscado en pinza y maneta, así que les coloco los terminales correspondientes.


Ya tengo las jeringas listas y cargadas de líquido de freno DOT-4. Las pinzas rojas sirven para estrangular el latiguillo.


Me ayudo de una llave plana para empujar el pistón hacia el interior antes de proceder al sangrado.


Abro el tornillo de purgado de la maneta con la ayuda de una herramienta con punta torx 5 que el propio kit proporciona.


Hago lo mismo en la pinza.


A tomar por culo el chándal. Al romperse el vacío del circuito se sale todo el aceite viejo por la maneta... que reposaba sobre mi pierna. No importa, era viejo.


Enrosco una jeringa en la maneta y la otra en la pinza. Este es el estado de la jeringa de la pinza:


Presiono el émbolo de la jeringa de la maneta veo que en la jeringa de la pinza comienzan a aparecer burbujas de aire y algo de suciedad:


Coloco ambas jeringas en vertical por eso de que las burbujas suban hacia arriba y comienzo a intercambiar el contenido de una y otra a través del circuito teniendo precaución de no llegar a la zona sin líquido de las jeringas para no meter aire.


Cuando veo que no siguen saliendo burbujas me doy por satisfecho y con cuidado de no verter líquido ni de vaciar el circuito desenrosco las conexiones de las jeringas con pinza y maneta y coloco los tapones.

El trabajo está hecho. Solo queda montar de nuevo el freno en la bici y comprobar el resultado.


¡Funciona! 

Coste de la reparación: 16€ del kit de purgado, porque el líquido de frenos lo tenía por casa de la moto.
Sin duda esta puesta a punto devuelve mucho valor a la bici... pero hay que seguir haciéndole cosas. 

Por supuesto compartiremos con vosotros, queridos lectores apasionados de la mecánica, las distintas operaciones que vayamos haciendo.

Mantenimiento de amortiguador FOX RP2

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Siguiendo con las tareas de mantenimiento de la bici de Jesús con el objetivo de venderla con dignidad, en esta entrada vamos a explicar cómo se realiza el mantenimiento básico de un amortiguador. Se trata de un FOX FLOAT RP2.

 

El primer paso es, lógicamente, sacarle el aire a través de la válvula schrader. Es muy probable que salpique aceite así que cuidado con la ropa.


Y ahora desmontamos el cuerpo del amortiguador simplemente desenroscando con las manos.


Sacamos el aro de goma que sirve de testigo del recorrido del amortiguador.


Y terminamos de sacar el cuerpo del amortiguador tirando hacia fuera. Hay que vender una ligera resistencia pero sale sin demasiado esfuerzo.


Se aprecia la suciedad acumulada.

Tendremos que sustituir este "sandwich" de arandela de plástico-goma-arandela.

También el sandwich que hay en el cuerpo del amortiguador.

También hay que sustituir un anillo de goma que se aloja en la parte interior de la cabeza del amortiguador. Aprovechamos para limpiar bien todas las partes.

Fox vende kits para hacer este tipo de mantenimiento. 26,5 € tienen la culpa.

En el kit vienen recambios para todos los elementos que hay que sustituir y como sirve para varios modelos de amortiguador vienen algunas gomas que no usaremos. También viene una capsulita con el llamado Float Fluid, un aceite especialmente viscoso de color azul que hace de lubricante interno en estos amortiguadores.

Comenzamos a retirar los elementos viejos. Nos ayudamos de un punzón o de un destornillador plano pequeño. No me preocupa romperlos porque los vamos a desechar. Primero quito el retén.

Dejando fácil acceso al sandwich interior.

Saco estos elementos con relativamente poca maña, lo reconozco.


Ahora tenemos que poner los elementos nuevos.


empezamos por una de las anillas de plástico, vamos a seguir el mismo orden en el que deben estar colocadas. Para facilitar la colocación no nos queda otra que doblarla ligeramente.


La goma entra fácil porque es más elástica. Queda meter la segunda anilla. Esta cuesta un poco más al tener menos espacio para maniobrar.


Llegará un momento en que tengamos que forzarla un poquito.


Pero acabará entrando y así tendremos sustituidos estos elementos del cuerpo del amortiguador.


Solo falta poner el retén exterior.


Que se coloca muy fácilmente.


Vamos ahora con la parte del vástago. Retirar el sandwich de aquí es mucho más sencillo. Sacamos la goma con un destornillador pequeño.


En este caso las arandelas de plástico no son cerradas porque de serlo no sería posible su sustitución así que sacarlas es sencillísimo.


Colocamos los elementos nuevos.


Por último sustituimos la goma del interior de la cabeza.


Ahora es momento de lubricar con el el Float Floid. Yo lo pongo en un bote de cristal y lo aplico con el dedo.


Aplicamos generosamente en el sandwich del interior del cuerpo del amortiguador.


Y en el del vástago.


Aplicamos generosamente en todo el interior del amortiguador.


Llega el momento de cerrar el amortiguador, posiblemente la parte más complicada. Un tornillo de banco facilita mucho la tarea pero lo podemos hacer sin él. Tras volver a meter el cuerpo del amortiguador por el vástago venciendo la ligera resistencia de los sandwiches y del retén tenemos que forzar para que las roscas se encuentren y mientras mantenemos esta presión, que no es poca, girar para que se enrosquen al menos un par de hilos,


Una vez cerrado apretamos hasta el final y colocamos el anillo testigo del recorrido.


Y, muy importante, alineamos los ojos del amortiguador. En la foto los veis desalineados. Se puede hacer sin demasiado esfuerzo usando un destornillador para girar el ojo inferior.


¡¡Con esto el amortiguador queda listo para ser montado de nuevo en la bici!!
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